miércoles, 30 de mayo de 2012

EL PASO DEL NALÓN POR CASO Y SOBRESCOBIO


Las aguas del Nalón, desde su nacimiento en la “Fuente de la Nalona” en la vertiente del puerto de Tarna, hasta que se amansan en el embalse de Tanes, recorren impetuosas el territorio del concejo de Caso. En él reina la montaña. La Cordillera Cantábrica jalona su territorio con imponentes alturas, algunas de más de 2.000 m., como la Peña del Viento o el Pico Torres, creando magníficos paisajes que se enriquecen con los abundantes y frondosos bosques que pueblan las laderas y valles.

En este concejo se encuentra el Coto Nacional de Reres. Un inmenso y majestuoso hayedo en donde habitan centenares de rebecos, corzos y jabalíes, así como algunos urogallos, venados y lobos.

La vida económica se basa en la agricultura y sobre todo en la ganadería vacuna, preferentemente representada por la vaca “casina”, especie autóctona, recia, especialmente adaptada a las duras condiciones de los pastos de montaña.
Después de la presa de Tanes, el Nalón cruza el estrecho y poco poblado concejo de Sobrescobio, breve antesala al mundo minero que de aquí en adelante marcará nuevo y oscuro carácter al río.
Este concejo es muy similar en relieve, paisaje y modos de vida al de Caso 


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 CASO: El territorio de Caso estuvo cruzado por una calzada romana que desde Villaviciosa salía a León por estas tierras. En varios lugares del concejo se han hallado monedas de esta época. Para algunos autores el nombre de Caso procede de los Casios o Cayos, familias de la nobleza romana residentes en Asturias.

Desde el 895 hay referencias auténticas de este territorio, apareciendo diversas iglesias y tierras en donaciones a la iglesia de Oviedo.
A principios del S. XIV Caso aparece ya como municipio. En 1.477 el rey Juan II otorga carta-puebla a los vecinos de Caso concediéndoles diversos privilegios y exenciones lo cual favorece el desarrollo de la vida municipal del concejo.

SOBRESCOBIO:
El descubrimiento de un Castro en Agües permite suponer el poblamiento prerromano en estas tierras.
En 1.185 el rey Fernando II donó el castillo de Sobrescobio con sus tierras a la Orden de Santiago, permaneciendo bajo su jurisdicción hasta 1.565 en que los vecinos compraron, en comprometida puja con un rico noble ovetense, la libertad y propiedad de sus tierras, iniciando así el concejo su vida como municipio libre.


Fuente visitada,
GUÍA DE VIAJE POR LOS RÍOS DE ASTURIAS.
José Carlos Sánchez.
Abelardo Rodríguez.
Susana del Olmo.

martes, 29 de mayo de 2012

LOS TALAMEIROS Y LOS CORTINOS.


El "Talameiru" es un modelo de colmenar hoy prácticamente desaparecido y del que sólo se conservan unas pocas ruinas. consiste en una pequeña torre, cuya altura no sobrepasa los tres metros, de planta cuadrada de dos metros por cada lado y construida con mampostería; en su cima se armaba un suelo con unos largos tablones que sobresalían hacia afuera y en los que se asentaban las colmenas lejos del alcance de los animales. A veces, alrededor de los "talameiros" se cavava un foso, cerrado por un muro, en el que en algunos casos también se colocaban las colmenas. El número máximo de truébanos que podía albergar un "talameiru" era de diez o quince, muy pocos si lo comparamos con un "cortín", donde cabían entre treinta y sesenta colmenas.

Los "talameiros" se construían sobre todo en las sierras, cerca de las brañas o junto a los caminos que iban a ellas, y abarcaban un área geográfica pequeña integrada por las parroquias del Valledor (Allande), las montañas, el Couto, Bisuyo y Oubachu (Cangas del Narcea) y Seroiro (Ibias). En todas éstas convivían con los "cortinos", que eran los colmenares más abundantes, y que paulatinamente fueron sustituyendo a aquéllos.

Los "cortinos" son unas construcciones sencillas de planta redonda, cuyo diámetro oscila entre los doce metros y un máximo de veinte, formadas tan sólo por un muro de mampostería de dos o tres metros de altura y un espesor de setenta centímetros o un metro. También existen "cortinos" de planta cuadrada, pero son menos frecuentes.
El muro de los "cortinos" se levanta siguiendo la pendiente del terreno con el objeto de no dar sombra en su interior; en su parte superior lleva unas losas de pizarra o unos tablones de madera, aunque éstos son más raros, que sobresalen hacia afuera aproximadamente cuarenta centímetros y reciben los nombres de "barda". Las funciones de este remate son impedir que el agua de lluvia penetre en el muro y acabe derribándolo, y poner un impedimento a los osos cuando intentan entrar. La mayoría de los "cortinos" poseen una puerta de pequeño tamaño (altura 145 cm y anchura 65-70 cm) con cerradura, que a veces está elevada del suelo medio metro para hacerla poco accesible. Los asentamientos más comunes son los valles pequeños y laterales de los cursos de los ríos, y siempre en la parte protegida de los vientos procedentes del oeste, así como del norte y nordeste. En cuanto a la altitud, los colmenares rara vez superan los 800 m.

la principal función de los "cortinos" y "talameiros" era proteger las colmenas de los osos y en menor medida de los perjuicios que podían causar otros animales (tejones, zorros), entre los que también estaban los rebaños de ganado menudo, que hasta hace pocos años pastaban en el monte bajo. Para los campesinos ambas costrucciones estaban en función del oso, y así se explican ellos la forma redondeada de los "cortinos, "pa qu´el oso nun pueda trepar polas esquinas"; el alero de losas y tablones, y, en algunos casos, la falta de puerta. Pero aparte de estos impedimentos los campesinos también colocaban en los alrededores de los colmenares otros ingenios disuasorios para los osos, así como trampas para cazarlos. Entre los primeros estaban los "mazones" o "mazapilas" que producen un ruido intermitente, y la simlpe colocación de objetos metálicos atados que nada más tropezar con ellos meten ruido.

Fuente visitada.
Las abejas la Miel y la Cera en la Sociedad Tradicional Asturiana.
Xuaco López Álvarez.

jueves, 24 de mayo de 2012

CANTÁBRICO LA DESPENSA ASTURIANA


El mar es la despensa de la cocina costera asturiana. El tránsito es directo: del mar a las cocinas, y de las cocinas a las mesas. No hay pasos intermedios que hagan que la calidad
de los productos se pierda por el camino.

E
l mar Cantábrico marca las temporadas de las cocinas asturianas de la costa. Al amanecer, cuando los barcos llegan a puerto con las redes llenas de los frutos del mar, las lonjas se convierten en un auténtico hervidero. A esas horas las rulas, como se conocen en Asturias a las subastas de pescados y mariscos, son el punto centro de una actividad que para muchos cocineros marca el comienzo de su día. Dependiendo de la época, de las bodegas de los barcos salen diferentes especies. Ahora, con la llegada de la Navidad, los protagonistas son los acorazados del mar. Las andaricas, los centollos, las ñoclas, los oricios, los bugres o las langostas ponen de fiesta las mesas asturianas. La verdad es que poca preparación necesitan, puesto que en sí mismos ya son un auténtico lujo. Su paso por las cocinas es un mero trámite, salvo que las manos del alquimista logren una transformación basada en la creatividad y en la imaginación. Este es el caso de platos preparados a base de mariscos como por ejemplo las almejas a la marinera, las ñoclas a la sidra, los oricios rellenos o el bogavante con verdura. Verdaderos privilegios para el paladar.

Otra de las joyas del Cantábrico son los pescados. La tradición asturiana habla de que en Navidades no puede faltar un buen besugo en la mesa. Pero la verdad es que la escasez de esta especie, sumada a los altos precios que alcanza hace que para muchas economías sea un pescado inaccesible. Como contrapartida el mar se vuelve generoso, y llena las redes de los pescadores con otros tipo de pescados que no tienen nada que envidiar, como la merluza, la lubina, el sargo o el pixín que, aunque feo, es un auténtico convidado de honor en la mesa ya no sólo en navidades, sino en todas las épocas del año. Con esta variedad y, sobre todo, con esta calidad, es normal que muchas Guisanderas digan que el pescado del Cantábrico, como mejor está, es a la plancha, aderezado con un buen chorro de aceite de oliva virgen. Pero, al igual que pasa con los mariscos, sería muy difícil para la gastronomía asturiana quedarse sólo ahí. El espíritu inquieto de los profesionales de los fogones de Asturias se ha empeñado en mejorar lo que de mano ya es perfecto. Y lo han conseguido. Hay platos de la cocina tradicional asturiana que siguen estando de moda a pesar del paso del tiempo. Una buena muestra pueden ser las fabes con almejes, las calderetas de pescados y mariscos o la lubina al horno. Los sabores de siempre mejorados por las manos y los fogones de quienes llevan generaciones manteniendo el peso de la tradición.


Para finalizar una buena comida a orillas del Cantábrico, nada mejor que recurrir a los postres clásicos de la mesa asturiana: el arroz con leche, hecho con paciencia y esmero, o los borrachinos. Sea cual sea la elección, nunca defraudan. 


Fuente visitada. revistafusion.com

miércoles, 23 de mayo de 2012

CASCADA DE TABAYON DEL MONGAYU

En Asturias destacan por su belleza y magnitudlas cascadas de Patines, en Pajares (Lena), Oneta (Villayón), Siblu o Xiblos (Teverga), Aguas Blancas (Cangas del Narcea), Llaímo (Sobrescobio), Fiollo (Castropol) y Tabayón del Mongayu (Caso)... Siendo esta última una de las más notables.

Para contemplar la cascada del Tabayón (también Tambayón o El Tombayón) hay que desplazarse a tierras casinas de la sierra del Mongayu, en las estribaciones norteñas de la zona central de la Cordillera Cantábrica, entre los puertos de Tarna, Las Señales y San Isidro. Lugares por los que se puede acceder a ella en largas travesías. Pero para una caminata tranquila lo más aconsejable es tomar como punto de partida el pueblo de Tarna (situado debajo del puerto del mismo nombre) o la zona de Les Torres, un poco antes del citado pueblo, en plena carretera de Campo de Caso (Campu Casu) al puerto de Tarna (AS-17) (aunque ahora esta muy cerrado el camino). En Les Torres se entronca el Nalón con el río de La Ablanosa (que desciende de la vega del mismo nombre y de la de Pociellu, formando una abrupta foz). El Nalón cerca de ese lugar taja el desfiladero de Les Canales o de Entrepeñes. También desde el famoso bosque de Reres (o Redes) se podría visitar esa cascada, pasando por las vegas de Pociellu y La Ablanosa (lugares de gran belleza y también dignos de ver).

Se saldrá del pueblo de Tarna por una caleya (señalizada con rutas a la cascada y a los Rebollos del Llano del Toro) que primero va en dirección Oeste, y Suroeste después. Pasando por el hermoso bosque de especies autóctonas de Saperu, donde habitan multitud de animales salvajes, desde cérvidos a jabalíes También hay algunos cantaderos de urogallo y no es infrecuente la presencia de lobos. En las altas cotas trepan con destreza los rebecos y por los árboles saltan velozmente la ardillas y abundantes aves.
El camino que nos lleva por este espeso bosque se denomina Pedregalón, y pasa por la antigua mayada de Los Cabaniellos, así como por las fuentes y arroyos de Rodrigu y Arellales. La ascensión es suave y si acompaña la suerte, y vamos sin armar ruido, podremos ver algún mustélido (comadreja, marta, tejón, garduña, armiño o turón). Así como corzos y ardillas. Para ello es aconsejable parar alguna vez a contemplar la Naturaleza y no ir corriendo "contra reloj".

Después de algo más de una hora de tranquila caminata, comenzaremos un pequeño descenso hasta la amplia vega de La Campona, antigua majada pastoril y donde veremos ya la cascada de Tabayón del Mongayu.
Esta cascada la forma el río del Mongayu, afluente del río de La Ablanosa. A su vez, como dijimos anteriormente, tributario del Nalón. En la parte alta de la cascada está la vega del mismo nombre, a unos 1.400 metros de altitud. Y casi 200 metros más abajo se encuentra la vega La Campona (en uno de cuyos extremos cae serpenteante la cascada). Entre las dos vegas citadas y según se mira al salto de agua, a su derecha, hay un empinado sendero que pasa por las laderas de La Cuchella, Requexines y La Rasa, entre arbolado autóctono y con el fragor del agua que se descuelga torrencial. Aunque no aconsejamos seguirlo si no se esta entrenado en montañismo. Además algunos guardas muy celosos de la zona quieren prohibir el paso, según parece, a las excursiones colectivas.
Después de descansar y reponer fuerzas en las praderías La Campona (donde ahora ya nadie corta la hierba), contemplando la cascada de Tabayón, podemos regresar al pueblo de Tarna por el mismo camino de la ida, parándonos a ver el hermoso bosque y sus ríos y fuentes. El sendero es bueno y muy marcado.
Esta zona, otrora perteneció al desaparecido Coto Nacional de Caza de Reres y ahora se integra en el nuevo Parque Natural de Redes.

COMO LLEGAR:
Por la carretera AS-253, de Ujo al puerto de San Isidro. Traspasar la estación invernal, a un kilómetro, en el Puente de Wamba (o del río Los Fornos) tomar la pista a la izquierda. Y, por Caso, carretera AS-17 (de Laviana al puerto de Tarna), antes de Campu Casu tomar el ramal a Caleao y La Felguerina (en el embalse de Tanes).

Fuente visitada.
descubreasturias.com
Fotografía. Luis Rollán

martes, 22 de mayo de 2012

HISTORIA DE LA CIUDAD DE VACACIONES-PERLORA.


Fue un verano largo, tanto que duró más de cincuenta años. Pero como todos los veranos, tenía que llegar a su fin. Y ese final ya ha llegado. Todo empezó el mes de julio de 1954 cuando, por iniciativa de la Organización Sindical de aquel entonces, y bajo el impulso del piloñés Servando Sánchez Eguíbar, empezó a funcionar un innovador proyecto: una ciudad de vacaciones en la localidad de Perlora para que los trabajadores con menos recursos pudiesen disfrutar, al menos, de un merecido descanso junto a sus familias en la costa asturiana.

Las cuotas de los trabajadores y los empresarios sirvieron para levantar un complejo en el que el buque insignia era la Residencia Jacobo Campuzano, con más de 90 habitaciones. A su alrededor, hasta 273 chalés que, en manos de instituciones y empresas, servirían para el disfrute compartido de trabajadores de toda España. La minería e industrias asturianas fueron las principales beneficiarias del complejo turístico. Pero para que todo funcionase se emplearon allí camareros, cocineros, responsables de mantenimiento y limpieza, conserjes... En el mayor momento de esplendor de Perlora, en las décadas de los sesenta y los setenta del siglo pasado, llegaron a trabajar 220 trabajadores al servicio de los veraneantes. En ocasiones llegaban a atender a la vez a 1.500 personas, que eran tratadas a cuerpo de rey. Algunos de esos trabajadores empezaron allí siendo niños y allí se hicieron mayores.
Aquel verano que empezó en 1954 se acaba definitivamente. Cierto es que en noviembre de 2005, cuando el edificio principal fue derribado (aquejado de aluminosis, explicaron), muchos advirtieron ya el principio del fin.

 Visitantes ilustres.

En su memoria, como en la de muchos otros, conserva imágenes de multitud de familias de trabajadores anónimos que pasaron allí sus vacaciones y también el recuerdo de visitantes ilustres. «Vinieron un par de veces los reyes, cuando aún eran príncipes», acompañado de un espectacular séquito. Entre ellos, ministros como Fernández Sordo, López-Bravo o Arias Navarro, siendo ya presidente, entre muchos otros directores de empresas, gobernadores civiles y diputados.
De menú disfrutaron de fabes con almejes, merluza con salsa de calamar y arroz con leche. Los trabajadores de Perlora rememoran detalles. Desde aquellos comedores repletos, en los que cada familia tenía asignada siempre la misma mesa colmada de comida casera, con una atención digna de un hotel de cinco estrellas.

Junto al edificio principal se construyó otro pabellón a finales de los años 70, con 30 habitaciones más. También había una clínica, servicio de correos para los residentes, bares y chiringuitos que, en un principio, eran atendidos por el personal... Y, cómo no, la playa. Una pequeña ciudad pensada para que el que llegase, se sintiese como en casa.
 A partir de 1974 puede decirse que el desarrollo cesó. El esplendor de Perlora ya había pasado. Tras un periodo de transición, con la llegada de la democracia la gestión pasó primero al Ministerio de Trabajo y, posteriormente, al Principado de Asturias. A partir de ahí, bien por la falta de rentabilidad o bien por la falta de inversiones, todo se fue deteriorando. Luego se derribó la residencia, se anunció el cierre y la puesta en marcha del concurso de explotación.

 Fuente visitada. elcomercio.es

lunes, 21 de mayo de 2012

EL PARQUE ARQUEOLÓGICO DE LA CAMPA DE TORRES


En el Cabo Torres, a siete kilómetros del centro de Gijón y en el flanco oeste de su bahía, se sitúa el Parque Arqueológico-Natural de la Campa Torres. El Parque es un lugar de esparcimiento y cultura en el que se desarrollan diversas actividades vinculadas al conocimiento y disfrute del patrimonio arqueológico de este cabo. Estas iniciativas pretenden, a la vez, llamar la atención y motivar al público sobre el valor y la necesidad de protección del patrimonio arqueológico.

Inaugurado en 1995, forma parte de los museos arqueológicos de Gijón, junto con las Termas Romanas de Campo Valdés y la Villa Romana de Veranes; todos ellos dependen del Ayuntamiento de Gijón.

El Parque Arqueológico-Natural de la Campa Torres es fruto de los primeros resultados del plan de parques arqueológicos elaborado por el Ministerio de Cultura en 1989. Tiene la finalidad de ser centro que organiza y coordinación de toda la actividad arqueológica del concejo de Gijón, sede del centro de documentación arqueológica del municipio y de la Biblioteca Manuel Fernández-Miranda. Lugar de esparcimiento y cultura en el que se desarrollan diversas actividades vinculadas al conocimiento y disfrute del patrimonio arqueológico de este cabo.

El Castro
El castro de la Campa Torres, clasificable dentro de la tipología de los castros marítimos, es conocido a través de las fuentes clásicas con el nombre de Noega. Conforma una península delimitada al oriente por el puerto de El Musel y al occidente por la ría de Aboño. Sobre el extremo de este promontorio se asienta el Parque Arqueológico-Natural de la Campa Torres.

Es el recinto fortificado marítimo de mayores dimensiones de toda la costa de los astures. Su origen, según sus investigadores, se sitúa en torno a los siglos VI-V a.C. , y estuvo ocupado por gentes dedicadas preferentemente a la metalurgia. Con la llegada de Augusto entrará en la órbita de la romanización. Tras la conquista de la Asturias trasmontana, a comienzos del s. I d. C. se erigirá un monumento dedicado a Augusto, del que se conserva una de las aras que formaba parte del conjunto con una inscripción honorífica. Con la fundación de la ciudad romana de Gijón a comienzos del siglo II d. C. , en el actual barrio de Cimadevilla, el castro empieza a despoblarse gradualmente hasta su desaparición.

La visita arqueológica tiene dos partes: El Edificio Principal de la exposición permanente y un itinerario arqueológico a través de la ruina. El recorrido por los restos arqueológicos del castro se articula en 13 puntos de observación que nos permiten identificar los elementos más significativos del poblado prerromano (foso, contrafoso, muralla y viviendas) y de las construcciones de época romana.

Fuente visitada. asturnatura.com/turismo

domingo, 20 de mayo de 2012

ANIMALES DAÑINOS PARA LAS ABEJAS


Los animales más dañinos para las abejas, colocados en orden de importancia, son, según los “abeyeiros”, los siguientes: el oso, las “formigas” (hormigas), las “aviésporas” (avispas), los sapos, los lagartos o lagartijas, los ratones, los “picatuelos” (pajaros carpinteros), y las “andolinas” o “andarinas” (golondrinas).

El oso está considerado el peor enemigo de las abejas, así como de los intereses del campesino: “El oso acaba con todo, sólo da muchas penas” (Fonteta, concejo de Allande). Aunque en la actualidad su presencia está reducida a unos pocos concejos del suroeste de Asturias.
Los campesinos asturianos consideran a este plantígrado un animal inteligente, pero miedoso, que entra en los colmenares, incluso en los cerrados de pared. En estas intrusiones come los panales llenos de miel y cría de una o dos colmenas, pero destroza con sus movimientos y “a veces por gusto” muchas más. En 1.853, Rosendo Mª López Castrillón, vecino de Riodecova (Allande) escribió en sus “Memorias”: (“Por mayo (de 1.853) principió el oso con 7 colmenas mías en la fuente de la Braña y siguió esta plaga… años y en ellos me comió a mí más de 40 colmenas y en la parroquia más de 200 y así en este concejo y otros. El oso había más de 30 años que no viniera”). Valentín de Lillo, en 1.929, también menciona la pérdida a manos del oso de 104 colmenas que tenían dos apicultores de El Pino (Ayer), junto a sus cabañas de recoger el ganado en el monte.

Las hormigas son el animal que más entradas tienen en nuestras encuestas, todos los informantes se refieren a ellas y consideran que “les comen la miel a las abeyas”. En algunos sitios las matan con borra del café y aceite muy frito.

Las avispas son las parientes malas “y bravas” de las abejas, que a menudo las atacan para robarles la miel. Las avispas además no sólo son dañinas para las abejas sino también para el hombre (picaduras). (“Yo veía matar una abeya y dábame pena, prque ye lo que da sustento a la humanidad; pero si ye una aviéspora, no”) (Caldones, concejo de Xixón).

A los sapos, así como a los lagartos y las lagartijas, se los tiene como perjudiciales porque se comen a las abejas. (“A veces colócanse delante de las piqueras y comen sin parar. Los sapos son los más odiados, no sólo por lo dicho, sino también por la idea tan negativa que existe de ellos en la sociedad rural. En días de luna llena algunos abeyeiros se acercaban a los colmenares a cazar sapos, espetándolos en un palo con punta aguzada. Otros colocaban encima de las piqueras anzuelos con una abeja como cebo para cazar a las lagartijas que se acercaban a las colmenas.

Los ratones y los “picatueros”  causan el mismo daño a las colmenas, ambos abren agujeros para comer la miel y las larvas. Los pájaros causan daños sobre todo en invierno y en especial a las colmenas de corcho.

Por último, a las golondrinas las acusan unos pocos abeyeiros de (“revolotear encima los cortines y comer grandes cantidades de abejas, son criminales pa las abejas”); pero en general no se las considera perjudiciales. Al contrario que los osos, los sapos, las avispas y los ratones, las golondrinas son muy estimadas por los campesinos, y todos se sienten muy halagados cuando una de ellas anida en el corredor o alero de su casa.

Fuente visitada.
Las Abejas, La Miel y La Cera en la Sociedad Tradicional Asturiana.
Xuaco Lòpez Álvarez.

sábado, 19 de mayo de 2012

EL VERANO EN CANDÁS


Escrito por Fusión Asturias Lunes, 04 de Julio de 2011

El mes de julio se presenta muy animado en la villa de Candás. Artesanía, Ferias y bandas de gaitas, jornadas gastronómicas... Una suma de ingredientes que consigue que la villa candasina multiplique sus atractivos turísticos. Como toda villa marinera que se precie, Candás, capital del concejo de Carreño, sabe vender el atractivo de su puerto. La historia de la localidad y por añadidura del municipio ha estado siempre ligada a la evolución de este enclave que ha sido fiel espectador de la misma. Conoció la época de esplendor de la caza de la ballena que ocupó a buena parte de los marineros candasinos y en el siglo XVIII llegó a convertirse en el puerto de mayor tráfico de la costa asturiana. Ahora, el puerto ve muy reducida su actividad pesquera pero incrementada su capacidad de atraer el turismo, convirtiéndose en un lugar frecuentado por el visitante, ávido de pasear entre aparejos de pesca, yates y pequeñas barcas.
Pero los candasinos saben sacar aún mayor rendimiento a este espacio, convirtiéndolo en el escenario de algunos de los eventos más destacados del mes de julio. De hecho, durante los primeros días del séptimo mes, del 1 al 3, la explanada del puerto se transforma en una feria de artesanía. Los visitantes que pasean recorriendo los puestos toman buena nota de los productos que allí se ofrecen, que cubren todos los gustos: está presente el sector agroalimentario con productos exclusivos, aquellos que ya no se encuentran al por mayor y que hablan, sobre todo, de calidad; y por supuesto, los artistas de diferentes disciplinas, que trabajan el cuero, la cerámica, el textil e infinidad de materiales con grandes dosis de creatividad y paciencia.

 El mismo escenario acoge días más tarde la tradicional feria de conservas de pescado, un evento que recuerda otro momento destacado de la historia en el cual se asientan en el concejo importantes firmas conserveras. La Feria, que celebra su XXII edición del 14 al 17 de julio, volverá a reunir a importantes empresas del sector. A la muestra de productos como anchoas artesanales, bonito del Cantábrico confitado, rollo de bonito confitado, o garbanzos con bacalao y centollo, se suman las degustaciones ofrecidas por las empresas expositoras que vienen de distintos lugares de Asturias e incluso de fuera de la región.

La afluencia de público está asegurada: los mayores porque encuentran de gran interés esta cita, y los pequeños porque disfrutan con los grupos de animación y las actividades y talleres que se preparan para ellos. Candás es el lugar ideal para disfrutar de la gastronomía de la zona. Si además coincide con alguno de los muchos eventos gastronómicos que se celebran en el concejo, la opción es aún más interesante. El Parque de les Conserveres, también conocido como Parque de Ojeda, se halla en el centro neurálgico de la villa de Candás. Su nombre es un recuerdo a las mujeres que trabajaban antiguamente en las fábricas y su superficie incluye, entre otras cosas, un jardín botánico, un área para juegos infantiles y un espacio destinado a albergar espectáculos. Sin duda, es el lugar ideal para disfrutar de las noches de verano y del sonido de las gaitas, por eso se celebra aquí el Festival de Bandes de Gaites Villa de Candás. La actual edición tiene lugar durante los días 22 y 23 de julio y aunque los organizadores mantienen hasta el final la incógnita de los participantes, la calidad de los mismos está asegurada y la afluencia de visitantes también. Más de 3.000 personas pueden llegar atraídas por la música de diferentes lugares de Asturias, España e incluso de otros países. Y es que sin duda, el verano es una buena fecha para acercarse al concejo costero de Candás. Sus playas de fina arena son un reclamo estupendo y la capital candasina, el lugar ideal para tomarse una copa o disfrutar de la gastronomía de la zona. Si además coincide con alguno de los muchos eventos culturales y gastronómicos que se celebran en el concejo, la opción es aún más interesante.
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 Escrito por Fusión Asturias Lunes, 30 de Abril de 2012

Conocer el concejo y sentarse a la mesa, todo es uno. Es más, no hay visita completa si uno no se detiene un momento a apreciar la cultura gastronómica de la zona. Este año, a las citas ya consolidadas como las sardinas o el bonito, se unen otras que prometen convertirse igualmente en grandes eventos gastronómicos. Cualquier fecha es buena para probar los productos del mar, principal reclamo de un concejo costero como Carreño, pero si uno quiere probar lo mejor de cada época del año, atendiendo a las temporadas, es recomendable elegir alguna de las numerosas jornadas y festivales que los hosteleros locales organizan. Son ocasiones especiales para rendir homenaje a un producto concreto, esmerar tanto preparación como presentación, y hacer propuestas creativas amenizadas con actos lúdicos que hacen el paso por Carreño, si cabe, más agradable.

A partir del verano el concejo tiene una agenda gastronómica intensa, con platos especialmente basados en pescados y mariscos, aunque con interesantes concesiones a las carnes y a los postres tradicionales.
En junio, durante todo el mes se puede disfrutar de las Jornadas Gastronómicas del Bugre, en Candás, organizadas por la Asociación de Hostelería. Durante todo el mes de junio es posible disfrutar en Candás de las Jornadas Gastronómicas del Bugre que organizan la Asociación de Hostelería y el Ayuntamiento de Carreño. En julio, uno de los pesos pesados del verano gastronómico asturiano: las XXVII Jornadas del Bonito, del 20 al 22, también organizadas por la Asociación de Hostelería. Coincidiendo con este prestigioso evento se estrenará otro pensado para los más golosos, al que se le augura también un gran éxito: se trata de la Primera Feria de Dulces Tradicionales Candasinos, donde habrá ocasión de conocer las marañuelas, los candasinos y las yemas.
Agosto es el mes por excelencia del pescado azul, que en verano está en temporada: Jureles, parrochas, xarda, boquerones... Pero lo mejor, sin duda, las sardinas a la plancha: el día 1 de agosto a partir de las cinco de la tarde, Festival de la Sardina en el Paseo de San Antonio, declarado de Interés Turístico Regional.
Septiembre tiene también una fecha marcada en el calendario: el Primer Festival Gastronómico de la Carne Asada del 6 al 8. La Asociación de Hostelería promete precios populares para que todos puedan participar en la cita festiva. Y en octubre, del 11 al 14 estarán dedicados a la sidra y al calamar, en unas Jornadas que combinarán productos de la tierra y el mar.

Absolutamente otoñales son las Jornadas Gastronómicas del Fariñón, que junto con la Esfoyaza y el Amagüestu, completan la oferta de noviembre, pendiente todavía de concretar las fechas. El año termina por todo lo alto, como corresponde, con una excelente Caldereta en el marco de las VIII Jornadas dedicadas a este plato en Candás.

Dulce atracción.
Las marañuelas, elaboradas según la tradición por reposteras candasinas con las mejores materias primas de la zona, se han convertido en toda una atracción gastronómica dentro y fuera del concejo. Unos dicen que este delicioso dulce es originario de los vikingos. Otros, que al tratarse de un alimento muy energético y fácil de conservar, formaba parte de la dieta de los marineros en sus largas expediciones balleneras. Otros datos se remontan al siglo XVIII. Entonces era tradición que las familias se juntasen en Semana Santa para elaborar estos dulces con los que luego agasajaban a los ahijados o a otros familiares de fuera. Cada familia le daba su forma y estilo propio.
El nombre de marañuela viene por la forma enmarañada del dulce en sus orígenes, que más tarde pasó a imitar nudos marineros. De una u otra forma la marañuela se ha consolidado como un dulce pleno de sabor y tradición. Las exquisitas marañuelas se elaboran a base de huevo, harina, mantequilla, azúcar, ralladura de limón y anís. Una receta que no parece tener ningún secreto ya que sus ingredientes son de sobra conocidos pero que a la hora de entrar en los detalles, -proporciones, añadidos, toques especiales-, son los que realmente marcan la diferencia.
Las de Candás, se diferencian del resto en que la masa queda más hidratada al incorporar los huevos enteros -en otros sitios añaden sólo las yemas-, lo que aporta una textura más blanda al producto. Eso, y el toque de anís. Aunque el verdadero buque insignia son las marañuelas, otra de las delicias dulces que no hay que dejar de probar son las candasinas. Ambas demuestran que lo dulce también es un signo de distinción para promocionar el concejo en el exterior.

Embutido de aquí.
Por necesidad o por curiosidad, es necesario hacer un alto en el camino para saborear el fariñón de Carreño. Solo o con acompañamiento, este tradicional embutido deja de ser mero compango para convertirse en protagonista. El fariñón es una especie de morcilla autóctona que sigue preparándose según la receta tradicional y sólo se puede degustar en estas tierras.
Este embutido se elabora a base de sangre, fariña de maíz -de ahí su nombre-, grasa de cerdo, tocino, cebolla, pimentón, sal y especias. Se cierra todo en tripa y posteriormente se envuelve en un paño atado. Se pone a hervir a fuego lento hasta que esté hecho, con cuidado para que no reviente. Este energético plato, además de formar parte indispensable de la gastronomía durante el frío invierno, es típico en tiempos de matanza y en las fiestas de carnaval. Este famoso embutido se añade a la típica fabada.
Es ideal también para acompañar el pote asturiano o bien formando parte del relleno de las croquetas, las tortas o cortado en finas rodajas y frito en la sartén con rico aceite de oliva, acompañando a unos huevos fritos.

Los fariñones son un original producto que la gastronomía del concejo ofrece al visitante. También busca un mayor reconocimiento: existe una propuesta para tramitar, a través de la Mancomunidad del Cabo Peñas, la petición de Denominación de Origen Protegida. Este reconocimiento ayudaría no sólo a proteger sino también a valorar institucionalmente este producto de calidad, aportando sin duda beneficios económicos, sociales y culturales para toda la zona. También permitiría que empresas relacionadas con el fariñón pasasen a formar parte del Club de Calidad Certificada, denominación bajo la que el Principado de Asturias promociona productos de calidad.

Fuente visitada. fusionasturias.com

jueves, 17 de mayo de 2012

EL TRUÉBANO


Los nombres que reciben las colmenas antiguas no son los mismos en toda la región, de oriente a occidente podemos encontrar los siguientes: ( cubu, caxiellu o caxellu, trubiecu, truébanu, truóbano y trobo. El término más extendido es truébano, que se utiliza en todo el área del asturiano occidental y en gran parte del asturiano central, donde convive con caxiellu.

 Truébano es un “vaso formado por un grueso tronco hueco de árbol, que lleva en su parte inferior una trampilla por donde sale lo que contiene. En Asturias existen tres tipos de colmenas fijistas, que se distinguen por su forma y por el material con que están fabricadas: truébanos de tronco hueco, truébanos de tablas y truébanos de corcho. Los dos primeros son los más generalizados, especialmente los fabricados con un tronco hueco, mientras que los de corcho se reducen a varios concejos del extremo occidental (Allande, grandas de Salime, los Ozcos, Boal, Pezós, Eilao).

La fabricación de los truébanos corre a cargo de los mismos apicultores, que no recurren a ninguna persona ajena a la casa. La labor se lleva a cabo durante los meses de invierno (de noviembre a marzo) aprovechando el menor trabajo en la agricultura y ganadería, y debido a que es la época más propicia para talar los árboles. Las maderas más utilizadas son las de castaño, carvayo y cerezo.
Los apicultores prefieren las dos primeras porque son maderas “muy calientes”, y la última debido a que su “olor es muy del gusto de las abeyas, y dan más miel”. También se utilizan las maderas de tejo, higuera, acebo, y rilo. La altura de los truébanos oscila entre 45 y 55 centímetros, y su diámetro entre 35 y 45 centímetros, se valoran más los pequeños que los grandes. Para confeccionar los truébanos de tronco se escogen árboles que tengan el corazón podre; una vez talados y troceados se vacía su interior de dos maneras diferentes. Una, con la ayuda de una gubia grande y un mazo de madera con el que se golpea aquella; y otra, hendiendo el trozo de madera por la mitad, longitudinalmente, con unas “pinas” (cuñas) de hierro, y labrando con un hacha y una azuela cada parte, finalmente se vuelven a unir con dos pares de “tornos” (clavijas de madera) que atraviesan interiormente ambas partes, o con dos herraduras viejas que se clavan por el exterior. A veces se descortezan para evitar la propagación de insectos, aunque lo más corriente es que se conserve la corteza del árbol para dar más abrigo a las abejas. Las colmenas de tronco son las más abundantes de la región y en muchas parroquias las únicas que utilizan los campesinos.


Fuente visitada. Las Abejas, La Miel y La Cera En La Sociedad Tradicional Asturiana. Xuaco López Álvarez

lunes, 14 de mayo de 2012

GIJÓN - LA PLAZA DE LAS MONJAS



Las Madres Agustinas llegan a Gijón en 1.668 estableciéndose provisionalmente en un edificio propiedad de la familia Jovellanos, el mismo que un siglo después será la primera sede del Instituto, frente a su Casa-Palacio. Dos años después, emprenden la construcción de este edificio bajo proyecto de los maestros canteros Ignacio del Palacio y Juan San Miguel, en unos prados al norte de la villa. Los dos primeros pisos del Convento serán terminados en 1.679, la iglesia en 1.684 y la ampliación del tercer piso en 1.733.

Más de un siglo permanecerá la Orden en este convento siempre sito como borde de la ciudad. Con la desamortización en 1.843, el edificio se convierte en Fábrica de Tabacos, teniendo que construir las monjas otro convento en la parte baja de la ciudad, en los terrenos que después serán ocupados por el Mercado de San Agustín y en donde han permanecido hasta su tercer y definitivo traslado a Somió.

este espacio que daba perspectiva y acceso al convento es el que conforma la Plaza de Arturo Arias, al que se sigue llamando popularmente como recuerdo histórico de su origen el " Campo de las Monjas", En este convento profesó la hermana de Jovellanos que fue llamada Sor Josefa de San Juan Bautista y cuyo retrato todavía se conserva en el de Somió.

Pocas variaciones sufrirá el "Campo de las Monjas" a todo lo largo de sigloXX. Si acaso, el aumento de alturas en algunas de las edificaciones que lo rodean. A finales de los años setenta el Ayuntamiento de Gijón le cambiará el nombre por la plaza de Arturo Arias en honor de un popular personaje local muy ligado al barrio, donde se le erigirá un busto, sufragado por suscripción popular.

Fuente visitada.
Aquellas Plazas, Aquellos Parques...  Joaquín Aranda.

sábado, 12 de mayo de 2012

LA MUJER EN LAS FÁBRICAS DE CONSERVAS


El personal de la fábrica estaba formado principalmente por mujeres, la mayoría esposas e hijas de pescadores, por cuyas manos pasaba todo el proceso de manipulación y tratamiento del pescado desde su entrada fresco en las naves hasta su salida transformado y enlatado en alguno de los diferentes productos listos para su comercialización y consumo.

 El número de hombres era reducido, sobre un 10% del total de la plantilla; su actividad se caracterizaba por ser fija durante todo el año y por su especialización: administrativo, latero, soldador, mecánico, fogonero, conductor..., por el contrario, el trabajo femenino era temporal, supeditado a las diferentes costeras durante las cuales, la abundancia o escasez de capturas sería determinante para su actividad, lo que implicaba que la mayor parte de las operarias fueran eventuales, siendo llamadas para trabajar sólo cuando en las fábricas entraba suficiente pescado para transformar.
 Diez eran las horas de trabajo ordinario hasta la implantación en octubre de 1.919 de la jornada de ocho horas diarias o cuarenta y ocho semanales, el horario de trabajo en una jornada normal, con suficiente pesca para transformar, era de nueve de la mañana a dos de la tarde y de tres a seis de la tarde, con entradas y salidas anunciadas por el puntual sonido de la sirena que se oía en todo el pueblo.

 La actividad de las operarias eventuales tenía una cierta especialización: había una encargada que supervisaba el trabajo de las mujeres durante las distintas fases del proceso y controlaba que todo funcionase adecuadamente; otras ejercían de cocineras preparando las distintas salsas (escabeche, pisto, tomate...); una labor importante era el empacado del pescado, operación crucial para la buena presentación y venta del producto que requería una gran habilidad manual, recayendo en las mujeres más diestras (empacadoras); había operarias que se encargaban del cebado con el aceite o las salsas, del cierre y revisado de las latas, de quitarles todo aceitoso con serrín, de pegarles la etiqueta y meterlas en estuches de cartón, de apilarlas ordenadamente en el almacén... Estas distintas tareas no tenían luego reflejo en el jornal, que era el mismo para todas.

Cobraban el sábado de cada semana, experimentando su salario diario una lenta evolución con el paso de los años: 2 pesetas (tras diez horas de trabajo) en 1.914; 2,25 pts en 1.920; 3 pts en 1.930; 4,20 pts en 1.940; 10 pts en 1.950; 37,6 pts en 1.960... En la primavera comenzaban a trabajar el bocarte, que habían dejado prensando en sal desde la temporada anterior, para hacer filetes de anchoa. Como esta actividad no requería la presencia de todo el personal eventual, con la finalidad de que todas las mujeres pudieran percibir algún ingreso, se dividía la plantilla en tres turnos de trabajo, acudiendo cada turno dos o tres jornadas por semana en función de las necesidades de la fábrica.
Distinto era cuando llegaba la temporada fuerte de las costeras, especialmente la del bonito en el verano, comenzaba entonces una dura y larga tarea en la que, en ocasiones, era necesario el trabajo simultáneo de toda la plantilla de mujeres. La llegada diaria de los barcos al muelle a últimas horas del atardecer, hacía necesario que a los cientos de bonitos adquiridos por la fábrica se les sometiera a un tratamiento inmediato, nada más entrar en sus instalaciones, con el objeto de impedir su deterioro y con ello la pérdida de calidad.

proceso consistía en descabezar y eviscerar los bonitos para posteriormente cortarlos en gruesas rodajas (ruedas) que se rebozaban en sal, evitando con estas simples operaciones su alteración y preservando su frescura y calidad hasta el posterior proceso de enlatado. Finalizaba esta agotadora tarea nocturna con la limpieza de los suelos totalmente cubiertos de sangre y despojos del pescado. Para esta labor fuera del horario normal, volvía a funcionar de nuevo el sistema de turnos de trabajo, de manera que que todos los días había un grupo de mujeres que tras la jornada habitual, con la entrada de las embarcaciones, retornaban a la fábrica por la noche donde permanecerían hasta acabar con el último bonito para, tras regresar a casa y después de unas pocas horas de descan
so, volver a la mañana siguiente a reincorporarse en la jornada ordinaria.

Fuente visitada.
Historia de Gozón-(A través de sus mujeres).  Lucía Fandos Rodrígez.

jueves, 10 de mayo de 2012

GIJÓN - PARQUE DE ISABEL LA CATÓLICA.


En la desembocadura del río Piles existían unas marismas de aguas estancadas que suponían un problema sanitario para la villa. A mediados del siglo XIX, Romualdo Alvargonzález Sánchez había intentado rellenarlas para convertirlas en una finca agrícola con una industria de conservas alimenticias y harina, La Hormiga, utilizando como centro un molino de grandes dimensiones, El Molinón, movido por las aguas de un pequeño río que desembocaba en el Piles. Su funcionamiento como tal duró poco tiempo, volviendo a transformarse en un lugar cenagoso y abandonado.

A principios de siglo el Spórting decide utilizar los terrenos a la vera del molino, como su campo de fútbol. En 1.917, construirá una tribuna de madera que en 1.928 será sustituida por otra metálica de mayor capacidad de espectadores, con motivo de la celebración del partido entre España e Italia que, con empate a uno, fue el primero internacional que se celebró en Gijón.

 Tras el encauzamiento del último tramo del río Piles a mediados de los años veinte, ya en el Plan de Mejoras del año 1.936 se recomendaba el saneamiento de toda esta zona y la construcción de un parque en ella. Pero habrá que esperar hasta 1.941 para que el Ayuntamiento tome este acuerdo encargando su relización a Ramón Ortiz, segundo jardinero del Ayuntamiento de Madrid y de la Casa de Alba. Será la margen izquierda la que primero se acometa. Distribuyéndose mediante parterres con un largo eje de circulación desde la Avenida de Castilla hasta el Gran Lago.

Gran variedad de árboles y arbustos, una importante rosaleda, dos lagos encauzando las aguas existentes, pajareras, juegos infantiles, y un sinfín de esculturas de diferente temática irán conformando los primeros años de su vida, dándole el nombre de parque de Isabel la Catolica en honor de la reina española y a uno de los sauces el de "Jovellanos" como recuerdo al cariño del prócer por estos árboles. Las grandes dimensiones del Parque han permitido que se hayan ido creando una serie de ambientes dentro de él. El más interesante es, sin duda, la citada zona de lagos, pues se ha convertido en lugar de anidada de ocas y cisnes y descanso invernal para otras aves silvestres como patos, porrones, garzas, tarros y gallinetas. En medio del pequeño se encuentra el grupo de "Las Dríadas" del escultor asturiano Manuel Álvarez Laviada (1.894-1.958), que con esta obra obtuvo la Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1.930 y que es autor también de la Diana Cazadora de este parque. La rosaleda es el centro del parque, con una tipología de jardín francés.
En esta parte del parque es frecuente ver a los machos de los pavos reales abrir sus alas en época de celo, zona en la que se encuentra la escultura de la Reina que le da nombre, obra de Marino Amaya, autor también de la "Maternidad", así como numerosos bustos y estatuas de otros personajes como los pintores Valle, Piñole, Marola o Álvarez-Sala, el escultor Laviada, el político Romualdo Alvargonzález o el poeta Rubén Darío.

Fuente visitada.
Aquellas Plazas, Aquellos Parques... - Joaquín Aranda.

miércoles, 9 de mayo de 2012

RECOGIDA DEL OCLE


En Gozón se denominó tradicional y genéricamente con la palabra ocle (excepto en Bañugues donde era conocido como cherba) a las algas marinas que formaban los arribazones: conjunto de algas de distintas especies que durante el otoño e invierno, tras ser arrancadas del lecho rocoso marino por la acción de los temporales, eran arrastradas por las mareas y corrientes hasta quedar depositadas en las playas y "pedreos" de donde eran recogidas por los lugareños para ser utilizadas, dada su riqueza en sales, nitratos y potasio, como abono para sus tierras.

 En el siglo XX, esta actividad perdurará hasta la aparición, en su segunda mitad, de nuevos abonos y fertilizantes, más efectivos y menos trabajosos de conseguir, que sustituirán los mantos de algas que tradicionalmente habían cubierto las tierras de labor y praderas del concejo. incluso el término ocle pasará a tener una nueva acepción, más limitada, desde principios de la década de 1.950 cuando con esta palabra empieza a denominarse un único género de las algas de arribazón, el "Gelidiun", que será recogido desde entonces, de forma selectiva de entre el conjunto de algas varadas, no para su uso tradicional como fertilizante de los campos o huertas, sino para su posterior venta con destino a la Industria química para la obtención de agar (práctica de la que ya se tienen datos en el concejo de Gozón desde 1.951 La recolecta se podía hacer a mano, pero era habitual el empleo de distintos utensilios como la pala de dientes, garabato,rastrillo... recogiéndose además del ocle que había quedado en seco durante la baja mar.

La recogida en los "Pedreos" presentaba un problema añadido a causa de las grandes pendientes o la inexistencia de caminos adecuados, lo que dificultaba su transporte. Esto obligaba a los recolectores a sacarlo mediante tendido o la inexistencia de caminos adecuados, lo que dificultaba su transporte. Esto obligaba a los recolectores a sacarlo mediante el tendido de cables que unían el pedreo Con el borde superior del acantilado; el el cable, que era movido movido con la ayuda de viejos motores de Gasoil, se enganchaba un cajón donde se cargaba y subía el ocle. Una vez recogido y "escogido" el Gelidiun de entre el resto de las algas, tenía lugar el proceso de secado que, normalmente, quedaba en manos de las mujeres quienes lo extendían con las manos o ayudadas de una pala de dientes sobre el suelo, bien en los prados o sobre las mismas calles del pueblo, quedando sometido a la acción del sol y el viento, dándole la vuelta con frecuencia hasta conseguir un secado adecuado.

 El kilo de ocle seco se pagó en Luanco a 3 pesetas en 1.952, manteniéndose en 4 pesetas entre 1.957 y 1.965, año a partir del cual su valor iría aumentando paulatinamente (en 1.966 se pagó a 5 pts, en 1.967 a 7 pts, en 1.968 a 11 pts..., hasta alcanzar su valor máximo, 260 pts en la década de los 70). A pesar de su carácter estacional, los ingresos obtenidos como resultado de su venta durante las décadas de 1.950 a 1.970 permitieron a las familias que se dedicaron a su recogida realizar aquellas inversiones (pagar la entrada de un piso, de un automóvil, los estudios de un hijo...) que de otra manera no estarían a su alcance.  Historia de Gozón (a través de sus mujeres)- Lucía Fandos Rodríguez.

martes, 8 de mayo de 2012

SENDA DEL RÍO GUADAMÍA

La senda se integra en la antigua ruta costera o Vía Marítima de Agripa que atravesaba antaño toda la costa cantábrica. El río Guadamía, entra las localidades de Llames de Pría y Cuerres, frontera natural de los municipios de Ribadesella y Llanes, se recorre con agrado sobre los restos de esta calzada (y de las calzadinas o ramales de la misma), atravesando tres puentes de piedra de época remota, modernizados en el medievo, y dejando atrás hasta cuatro molinos de agua de alto interés cultural.
 El río también es en sí mismo un museo natural al aire libre, tapizado por un bosque de ribera donde predomina la arboleda autóctona y pequeñas cascadas o torrenteras. En nuestro caminar observamos truchas, anguilas, reptiles y anfibios. Hace falta buen calzado por si hay barro o las piedras mojadas están resbaladizas. La ruta de pequeño recorrido PR-AS-264 (dedicada a su diseñador, ya fallecido, Samuel Cachero), tiene salida y llegada en la plaza de Llames de Pría, junto a su capilla, de donde partimos en dirección Sur, por la carretera que va al hermoso pueblo de Cuerres (aldea por la que discurre el Camino de Santiago).
Como a un kilómetro de ir pisando el asfalto, a la derecha sale un ramal señalizado. En poco tiempo cruzamos el río por un puente medieval (de base romana). Subimos una pequeña cuesta al Oeste dejamos el pueblo de Cuerres. Seguimos hacia el Norte pasando por una “saltadera”, cruzamos un prado y seguimos el río Guadamía por su orilla izquierda para llegar al poco tiempo a un antiguo molino. Cruzamos varias veces el cauce fluvial (por pasarelas modernas recién instaladas) y vemos otros dos puentes romanos medio cubiertos por la vegetación, además de viejos molinos de agua y algunos restos empedrados de la calzada romana. Tras algo más de media hora se llega a la playa fluvial de Guadamía, una playa poco común y de gran belleza que discurre entre dos cabos salientes al mar. Desde aquí, por un camino alquitranado podemos regresar a la plaza de Llames de Pría, de donde partimos, en apenas 15 minutos. Aunque una vez en la Playa merece la pena realizar un par de pequeños recorridos que nos acercan a enclaves únicos para admirar la abrupta costa de esta zona. Por un lado, al oeste de la playa, en el municipio de Ribadesella, podemos acecarnos a los acantilados de Castroarenes donde hay un área recreativa con mesas y parrillas.

Seguimos por un rato el camino marcado que sale de la propio área recreativa, al paso nos salen los llamados pozos secos que salpican la zona. Tienen un gran perímetro y las rocas, como almenas puntiagudas, se organizan de forma concéntrica dejando en el centro un negro fondo donde golpean las olas. El mar entra en estos espacios a pesar de que algunos guardan gran distancia con el acantilado. En algunos casos se forman verdaderas piscinas naturales. La segunda ruta que podemos emprender desde la playa nos lleva un poco hacia el Este, ya en el municipio de Llanes, la pista también continúa hasta estos segundo acantilados una vez dejada a trás la playa.

Aquí encontraremos paneles informativos de los afamados bufones o saltos de agua. Si el mar está en calma, los respiraderos de las cavidades subterráneas se limitan a expulsar el aire comprimido en las galerías por los golpes del oleaje. En los días de fuerte marejada, sin embargo, el agua y el aire son expulsados con gran fuerza alcanzado decenas de metros de altura. Bajo los magnificos acantilados se encuentran estrechas ensenadas con oleajes rompientes. Vemos las paredes rocosas de unos quince metros de altura Información de interés de Senda del río Guadamía Cómo llegar en coche a Llames de Pría: conduciendo por la A-8 tome la salida 319 (Nueva-Ovio, Cardoso, Pría) y continúe por la AS-263 en dirección Belmonte. Después de conducir unos 2 km hasta Belmonte, gire a la derecha en una estrecha carretera con señales hacia Llames y Garaña. Unos 1,7 km más adelante encontrará en la aldea de Llames una señal de "Bufones de Pría, Playa de Guadamía". La ruta se inicia desde aquí.

Fuente visitada.
desdeasturias.com

sábado, 5 de mayo de 2012

PARQUE DEL CERRO DE SANTA CATALINA


En la ladera sur del tómbolo de Santa Catalina, lo que permitía una fácil defensa al estar unida a tierra firme por una estrecha franja de agua que se cerraba con la marea, se ubicó durante la época flavia la primitiva fundación romana, génesis de la ciudad de Gijón. Su posterior amurallamiento consolidó sus características como villa romana. La zona más alta del tómbolo, la más expuesta a los fuertes vientos, quedará siempre sin edificar, donde ya en el sigloXIV la Cofradía de Mareantes erigirá en su cima una ermita dedicada a su patrona Santa Catalina, junto a la atalaya de los balleneros, en donde estos tenían establecida vigía permanente para divisar la presencia de estos cetáceos.

 En el siglo XVIII, en la guerra con Inglaterra, se refuerzan considerablemente las posiciones artilleros del Cerro, cuando la ciudad se sintió seriamente amenazada de ocupación por la poderosa marina británica. En el Plan de Mejoras de la Villa, Jovellanos propone, siguiendo los criterios ilustrados de la época, la creación de varios paseos arbolados en el Cerro, que no serán ejecutados, potenciándose en cambio su carácter militar a lo largo de todo el siglo XIX, en el que se convierte la ermita de Santa Catalina en un polvorín y se construye la nueva batería junto a la Casa de las Piezas.

 A finales del XIX se amplían extraordinariamente estas instalaciones militares con la construcción de las actuales casamatas y pabellones de acuartelamiento protegidos por los taludes del terreno,momentos en los que se demuelen tanto la ermita como el faro existentes, convirtiéndose en una zona prohibida para la vida cotidiana de la ciudad.


Habrá que esperar hasta 1.980 para que estos terrenos se reviertan al Ayuntamiento desde el Estado y su posterior conversión en parque, siguiendo la ordenación propuesta por el arquitecto Francisco Pol, que en ese momento estaba encargado del Plan Especial de Rehabilitación de Cimadevilla. Incorpora nuevos elementos para tratar de revitalizar su uso como es la escultura de Chillida, la cafetería o el auditorio. En la ladera oeste se recupera la Casa de las Piezas, restos de un primitivo enclave militar. Ante todo el Parque de Santa Catalina es un gran pulmón verde desde el que se divisa un buen paisaje de casi todo el concejo de Gijón.

Las construcciones más antiguas son las casamatas subterráneas. El elemento más destacado es la escultura de Eduardo Chillida, titulada Elogio del Horizonte. No debe visitarse sin sin introducirse dentro de ella pues desde este punto resuena, como una gran caracola, el ruido del mar. Su imagen ha sido utilizada desde entonces como reclamo turístico de la ciudad, como símbolo del veraneo gijonés que hasta entonces había sido representado por La Escalerona.

 Fuente visitada.
Aquellas Plazas, Aquellos Parques... Joaquín Aranda.

viernes, 4 de mayo de 2012

EL AZABACHE ASTURIANO

El azabache (impropiamente llamado ébano fósil) es una variedad de lignito. De color negro brillante, procede de una familia de árboles jurásicos que se extinguieron hace unos 60 millones de años, al mismo tiempo que los dinosaurios, según datos del primer estudio científico sobre el origen de este fósil de alto valor económico. Hasta hace poco tiempo se creía que el azabache provenía exclusivamente de una especie de Araucaria, pero recientes estudios paleobotánicos realizados por la Universidad de Oviedo han concretado que realmente procede de varias especies, no solamente de las Araucaráceas sino también de las Protopináceas. De tener que compararla con un árbol de nuestros días su equivalente sería parecido a un Ciprés.

De conformación compacta, suave al tacto, ligero y bastante duro (entre 3 y 4 en la escala de Mohs), tiene fractura concoidea y color de raya pardo oscuro. Arde produciendo mucho humo, despidiendo olor bituminoso y a veces fétido. Su densidad oscila entre 1,2 y 1,3 g/cm³. Es un material muy frágil, por lo que su extracción siempre ha sido artesanal, siendo de talla difícil cuando se intenta esculpir figuras con abundantes detalles y calados.
Esta circunstancia ha dotado al arte de la azabachería de escasos márgenes expresivos. Se trabaja con lima y torno, adquiriendo mediante una pulimentación adecuada un brillo intenso que no decrece con el paso del tiempo.

El nombre español azabache es de origen árabe. En Asturias se le llama acebache o azebache. En Galicia, acebiche o acibeche. En Euskera, atxabitxi. En catalán, gaieta (derivado de Gagas) y también atzabeja. En Aragón se le llama azabaya. Uso en restos neolíticos, en túmulos y bajo dólmenes; en algunos de ellos se recuperaron más de cien cuentas de azabache lo que confirma que esta madera fósil era una posesión de mucho valor al que atribuían un innegable carácter protector ya hace varios miles de años.

Las joyas de azabache fueron muy apreciadas por los Egipcios, Fenicios, Etruscos, Romanos y los Vikingos, aunque la cuenta más antigua aparece en un colgante de azabache en la -Cueva de las Caldas- en Oviedo-, en un nivel perteneciente al Solutrense Superior, fechable en torno al 17.000 BP -antes del presente-, o sea 15.000 años antes de Cristo. El mejor azabache del mundo, junto con el de Whitby, es el de Asturias, España. Con un color negro intenso, textura y dureza incomparable, es extraído en la zona denominada la Marina, en la Costa Jurásica Asturiana, entre Gijón y Ribadesella, en la zona de Oles, Villaviciosa, desde donde hace más de cien años se exporta a Inglaterra. Ha sido el Principado el mayor suministrador de la península de material en bruto a lo largo de los siglos.

Recientes estudios llevados a cabo por un equipo de investigación de la Universidad de Oviedo demuestran que el azabache español procede de una familia de árboles jurásicos, extinguida hace 65 millones de años, las protopináceas, además de las araucarias. La zona costera que va desde Gijón hasta Colunga es la que guarda mayores depósitos e, históricamente, donde se concentraron casi todas las explotaciones. Conocida hoy como la "Costa de los Dinosaurios", es un terreno jurásico con abundantes muestras de la fauna y flora de esta era. El azabache es el material fósil de origen vegetal más importante y representativo de toda ella. Fue, sin duda, el mejor de los españoles y de todo el continente europeo e igual al afamado de Whitby: ambos, el inglés y el asturiano, los mejores del mundo. La bondad del material fue preocupación constante de los artífices a lo largo del tiempo. No todo él es apto para la talla y mucho menos cuando ésta alcanza una regular dimensión.

El excavador conoce bien, dándole suaves golpes, si el trozo obtenido está vetado interiormente y, por el peso, sabe si contiene la más mínima porción de materia extraña. El azabache superior o bueno debe, pues, presentarse como bloque compacto, sin vetas y limpio de toda impureza. Admite cualquier tipo de talla, durante varios siglos fue la única calidad buscada. Hoy escasea en los viejos yacimientos, prácticamente agotados, y el que aparece es de pequeño tamaño. Por último, el azabache malo o “carbón” apenas sirve para nada pues en él aparecen todo tipo de inconvenientes; se resquebraja al secar, desmenuza ante la simple presión de los dedos y las impurezas le afectan casi por completo. No obstante a veces pueden ser aprovechadas pequeñas porciones sanas con las que únicamente se fabrican objetos de muy pequeña longitud (hasta dos centímetros). Abunda a nivel de superficie, en terrenos de arenisca blanda y en la zona costera.

Fuente visitada.
Wikipedia.
Azabachería Asturiana - Valentin Monte Carreño.

jueves, 3 de mayo de 2012

LOS BARES-TIENDA ASTURIANOS


Los Bares-tienda es un negocio típico de Asturias que aúna en un solo local las características de un bar y de una tienda de ultramarinos convencional, un estanco, etc. Este tipo de establecimientos, ahora en vías de extinción, ha sido uno de los comercios más representativos de toda la Asturias rural, existiendo aún más de trescientos bares-tienda repartidos por todo el Principado de Asturias. Sin embargo la desaparición de estos negocios se eleva a un 10% del total cada año. Muchos de ellos se verán obligados a cerrar sus puertas en los próximos diez años, debido a la elevada edad de sus propietarios, (en algunos casos han sobrepasado el límite de la jubilación). Los continuadores de estos negocios, más jóvenes, suelen cambiar la directriz del negocio, bien porque no es rentable, bien porque se inician en nuevas activiaddaes como las hospederías rurales.

 

miércoles, 2 de mayo de 2012

CARREÑO Y SUS RUTAS

Los municipios de Carreño y Gozón y sus respectivas capitales, Candás y Luanco, integran la Mancomunidad del Cabo Peñas. Ocupan un espacio geográfico privilegiado en el eje de la cornisa cantábrica del Principado de Asturias, al norte de la Península Ibérica. Desde la autopista A-66 (dirección Oviedo-Avilés) tomamos la desviación a Tabaza. Esta vía permite un rápido desplazamiento y nos conecta en todas direcciones: hacia el sur, la Meseta y la Ruta de la Plata , hacia el este, la Autovía del Cantábrico, y por el oeste, hacia Galicia. El aeropuerto de Asturias está a sólo 30 minutos por autovía. El ferrocarril de largo recorrido (RENFE) llega a Gijón y Oviedo, de donde parte una fluida oferta de transporte hacia el resto de poblaciones asturianas. Además, el ferrocarril de vía estrecha (FEVE) bordea toda la costa, sobre extraordinarios paisajes del mar Cantábrico.

 QUE VISITAR.
 MONTE AREO CON SUS DÓLMENES. El Monte Areo, justo en la línea divisoria con el vecino concejo de Gijón, es, además de la elevación más importante del concejo de Carreño, la concentración arqueológica más significativa del fenómeno megalítico en el Principado de Asturias. En la falda del Monte Areo se localiza el Aula del Neolítico. En este espacio expositivo se muestra al visitante la cultura del neolítico.

 IGLESIA DE SANTA MARÍA DE PIEDELORO.
 Iglesia románica del siglo XII situada a escasos kilómetros de Candás (Concejo de Carreño). Es uno de los mejores ejemplos del arte románico local.

 SAN JUAN DE PERVERA. Esta iglesia está situada en el concejo de Carreño.

 ESCUELA DE INDIANOS. SANTA MARÍA DE LOGREZANA. Situada en el concejo de Carreño.

 SAN FÉLIX DE CANDÁS.
 Iglesia ubicada en la Villa de Candás, Carreño. Sus restos arquitectónicos y decorativos medievales, en la Capilla de San Félix, situada detrás del altar, atestiguan la existencia de una primitiva construcción románica.

 MUSEO ANTÓN.
 Se encuentra en la plaza del Cueto, en Candás. En el se encuentra la obra artística del candasín Antonio Rodríguez García, además de interesantes exposiciones temporales.
RUTAS DE SENDERISMO. RUTA CLARINIANA

Distancia total: 27 Km . Concejo: Carreño. Dificultad: Medio. Catalogación: Ruta literaria. Un recorrido por los parajes descritos en la obra del ilustre escritor Clarín, que veraneo más de 40 años en su Quinta de la Rebollada (Guimarán).

 CAMÍN DE LES MUYERES DE LA PAXA.
Distancia total: 8,6 Km . Concejo: Carreño. Dificultad: Media. Catalogación: Ruta histórica. Esta ruta es el camino que tantas veces recorrían “les sardineres candasines”, popularísimas mujeres que recorrían el concejo de Carreño y los pueblos limítrofes llevando sobre sus cabezas “las paxas” (especie de cestos) repletas de pescado.

 SENDA VERDE XIVARES-ABOÑO.
Distancia total: 1Km. Concejo: Carreño. Dificultad: Fácil. Catalogación: Senda Verde. “EL TRANQUERU” (PERLORA-XIVARES). Distancia total: 1,6 Km . Concejo: Carreño. Dificultad: Fácil. Catalogación: Vía Verde. Esta Vía Verde une el núcleo residencial de Xivares con la Ciudad de Vacaciones de Perlora, recuperando el trazado de la antigua vía férrea de FEVE.

 RUTA ARQUEOLÓGICA DEL MONTE AREO.
 Distancia total: 7,4 Km . Concejo: Carreño. Dificultad: Fácil. Catalogación: Ruta Natural. CAMINO DE SANTIAGO. Concejo: Carreño. Dificultad: Fácil. Catalogación: Ruta Cultural. Partiendo de la parroquia gijonesa de Poago, se alcanza la antigua calzada romana procedente de Lucus Asturum, a las faldas del Areo. Trayecto señalado por la Consejería de Cultura y Asociación Asturjacobea de Avilés (mojones con la concha identificativa).

 LA FORMIGA : RUTA PANORÁMICA.
 Distancia total: 4,5. Concejo: Carreño. Dificultad: Fácil. Catalogación: Ruta Pintoresca.

 SENDA EL MOLÍN FUENTE LOS ÁNGELES.
Distancia total: 1 Km . Concejo: Carreño. Dificultad: Fácil. Catalogación: Ruta Recreativa.

 SENDA VERDE DE SAN ANTONIO.
Distancia total: 450 metros. Concejo: Carreño. Dificultad: Fácil. Catalogación: Ruta Recreativa Pintoresca.

RUTAS PROPUESTAS POR BERNARDO CANGA Y CARMEN PIÑÁN:
 Fuente visitada.
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