miércoles, 30 de enero de 2013

DEPORTE RURAL ASTURIANO


En Asturias se otorga la categoría de deporte a aquellos trabajos cotidianos del mundo rural que han sido reorientados bajo una buena dosis de rivalidad y competitividad. Para salir victorioso no basta con dominar la técnica, se precisa fuerza bruta y mucha resistencia física. Pruebas sólo al alcance de hombres forzudos, curtidos en las labores más duras del campo y de los bosques.

A lo largo de toda la geografía asturiana no es difícil presenciar alguna de estas exhibiciones en las que se miden distintos equipos que representan a sus municipios o localidades.

Competiciones del deporte asturiano.
La carrera de lecheres es otra prueba que no suele faltar. En ella se imita la resistencia de los ganaderos que antiguamente cargaban con las lecheras de 35 litros. Hoy en día, en las competiciones, las lecheras se han sustituido por unos cilindros de hierro macizo con asas de aproximadamente ese peso. La prueba consiste en recorrer con ellas la mayor distancia posible en un tiempo determinado sin apoyarlas en el suelo. En ocasiones es mayor el peso de las lecheras que el de los participantes: una prueba extremadamente dura.

Tiru de cuerda: dos equipos de entre 6 y 8 jugadores cada uno se sujetan con fuerza a una cuerda. En ella se han colocado tres cintas. La del medio indica la mitad de la cuerda, y al empezar tiene que coincidir con una marca en el suelo. El equipo ganador será el que haga pasar la cinta más cercana al otro equipo por la marca del suelo.

Tiru al palu, consiste en tirar de un palo situándose los dos contrincantes sentados en el suelo uno frente al otro y con las plantas de los pies apoyadas en una tabla. Gana el tirador que logra poner en pie al contrario.

Levantamiento yunque, consistente en levantar un yunque de 18 kilogramos de peso, golpeando abajo en una plataforma colocada a 20 centímetros del suelo y arriba en una chapa colocada a 30 centímetros por encima de la cabeza. Se puede realizar un número determinado de alzadas en el menor tiempo posible o en un tiempo determinado el mayor número de alzadas.

Carrera madreñes: deporte rural que consiste en completar un recorrido hasta alcanzar la meta corriendo; con la particularidad del calzado que emplea el deportista: madreñes, icono de la ruralidad asturiana.

Cucaña: un juego de locomoción en el que se prueba la destreza en la trepa. El juego consiste en trepar por el tronco hasta la cúpula del mismo, que se adorna con motivos festivos entre los que cuelgan los premios. Estos galardones varían según la costumbre local. Botellas de licor, jamones, chorizos o dinero en metálico. La trepa del deportista se ve dificultada debido a las sustancias deslizantes que, en la mayoría de los casos, se aplican a la superficie del tronco, como jabón o sebo.

En estas muestras de deporte no suele faltar tampoco una de las actividades agrícolas por excelencia en Asturias, al menos la más importante del verano en cuanto a intensidad y número de participantes: la recogida de la hierba. Un laborioso trabajo que incluye la técnica del afilado de la guadaña, la propia siega y la manipulación de los pesados fardos.

 No faltan modalidades en las que los animales tienen un papel fundamental. Los caballos, por ejemplo, son los protagonistas de pruebas como las carreras de cintas, el arrastre de peso y la doma en el caso de los asturcones. Los gües (bueyes) también son protagonistas de las pruebas de arrastre de peso.

Entre este repaso de las especialidades deportivas más autóctonas, no pueden faltar los bolos, en sus diferentes modalidades: cuatreada, batiente, palma (o birle), celta (o de Tineo), etc.

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En 1991 se fundó el equipo de deporte rural "Seis Conceyos" con el objeto de recuperar una serie de disciplinas que estaban a punto de extinguirse. Esta fecha marca el inicio del deporte rural como competición en plazas de pueblos, villas y ciudades de toda Asturias.
Una popularidad que se refrenda en el año 2000, cuando se funda la Federación de Deportes Tradicionales de Asturias.

 Actualmente esta institución salvaguarda la esencia del deporte astur organizando certámenes, registrando a los deportistas federados y promoviendo las virtudes de este deporte entre los más pequeños. También se encarga de marcar y perfilar las reglas de juego y las especialidades propiamente asturianas. El Principado presume de salvaguardar una modalidad de deporte que en España encabezan los vascos y en el mundo los neozelandeses.


Fuente visitada. desdeasturias.com

lunes, 28 de enero de 2013

LA ESCANDA ASTURIANA


Los asturianos panificaban seis cereales: tres de invierno y tres de estío. Los de invierno (Escanda Asturiana, trigo y centeno), y en verano (maíz, mijo y panizo).

Entre todos los cereales que se cultivan en Asturias, ninguno se identifica mejor con la diosa de la fertilidad (Ceres Asturiana) que la Escanda. Dicho cereal ha conservado todo su carácter original y conserva una cáscara que permanece en el núcleo. Se almacena y se envía con su cáscara para separarlo momentos antes de ser molido.

El trigo común puede ser sustituido por la escanda asturiana en panes, galletas, tortas, bollos preñaos, pastas, pizza, crêpes y pasteles, así como en la producción de pasta (macarrones, espaguetis, fideos,…). En comparación con el trigo cruzado por hibridación, la escanda contiene más proteína, más grasa, y mayor contenido en minerales y en aminoácidos. Una de las particularidades del pan de escanda es que mantiene en perfecto estado de consumo durante varios días después de su cocción. En cuanto al sabor no cabe comparación, la escanda Asturiana posee una agradable sensación que ofrece más sabor y es más digestivo que el trigo blanco.

En el Principado de Asturias hay, al menos, una decena de variedades: la escanda roja (de grano rojo y excelente calidad panadera); la azulada de Grado (de ciclo intermedio, grano rojo y poco ahijamiento); la negra (de espiga negra vellosa y grano color rojo); la de Somiedo (grano color rojo oscuro, y peor calidad panadera); la escanda blanca o de la abundancia, etc. Todas ellas de la especie Triticum spelta. Simultáneamente se llaman escandas en Asturias a la povia de Malvedo, la povia Roja, la “escanda de la abundancia” y otras, encuadradas en la especie Triticum dicoccum.

El cultivo de la escanda merece una especial mención en los concejos de Grado, Belmonte, Somiedo, Proaza, Yernes y Tameza y zonas limítrofes, al igual que algunas parroquias de Salas y Tineo, donde conservan este cereal tradicional y de verdadero interés etnológico.


Alberto López García-Asenjo
Fuente visitada. cofradias.net

miércoles, 23 de enero de 2013

SANTA EULALIA DE OSCOS


Tras pasar el Alto de la Garganta, el viajero se prepara para ver inundados sus sentidos. El verde le rodea, y el silencio sólo es roto por el fluir del agua en dirección al cercano mar. La piedra se eleva y toma forma de casonas, palomares, hórreos, molinos y otras construcciones que se mimetizan con el entorno.


En Santa Eulalia de Oscos o Santalla, capital del concejo del mismo nombre, la vida crece alrededor de su plaza principal, a la que asoma el Ayuntamiento. Cerca están la iglesia parroquial, el lavadero público y la Casona de La Pruida, que se levantó entre los siglos XVII y XVIII.

 Los pueblos circundantes merecen ser visitados porque permiten admirar cómo se combinan con sencillez piedra, pizarra y madera en busca de funcionalidad. Villamartín, Ventoso, Ferreira, Talladas, Teijeira, Lineras, Murias, A Valía, As Barreiras, Pumares con sus casonas o Barcia, donde se ubica la Casona de Aquel Cabo, pueden ser un buen comienzo.


El camino es también importante porque ofrece la posibilidad de detenerse en las fuentes, cabazos o pajares. En Pumares o Peizáis quedan todavía mazos, aunque el mejor conservado es el que se encuentra en el Conjunto Etnográfico de Mazonovo. Ferreirela es otro pueblo emblemático, patria del relojero Joannes Antonious Fernández Lombardero, y también del emprendedor Marqués de Sargadelos, cuya casa natal es un museo que recuerda su legado.


En busca de naturaleza, es imposible olvidar la Cascada La Seimeira a la que se llega por una ruta que parte desde el área recreativa de Pumares, o el bosque de robles A Carballeira A Salgueira, en la nueva Ruta Os Cortios.


Fuente visitada.
Revista fusionasturias.

sábado, 19 de enero de 2013

ARCHIVO DE INDIANOS-MUSEO DE LA EMIGRACIÓN


La fundación Archivo de Indianos-Museo de la Emigración, ubicado en la localidad de Colombres, en el concejo de Ribadedeva, es a buen seguro una muestra perpetua y muy completa de este pasado migratorio, en el que el visitante con interés descubrirá suficientes motivos para entender cómo numerosas edificaciones, incluso actos sociales y parte del folclore actual de Asturias son deudores de aquellas familias que cruzaron el charco.

La casa donde se ubica el archivo-museo fue construida por el que fuese emigrante a México Iñigo Noriega Laso, que volvió a su tierra cargado de dinero y con la intención de construir todo un recinto señorial en el quedase constancia de su fortuna.

El edificio data de 1906 y lleva el nombre de Quinta Guadalupe en honor de la esposa del fundador. Este palacete, un claro exponente de la arquitectura indiana, pasó sin embargo por varios usos antes de llegar al actual. Fue Casa de Reposo y Hospital de Sangre después de que su primer propietario falleciese en México. Más tarde, sería adquirido por el estado español y reconvertido en centro de Auxilio Social hasta 1986. Al año siguiente, por iniciativa del Principado de Asturias, Caja de Asturias y la Universidad de Oviedo, se destinó a sede de la Fundación Archivo de Indianos.


Su interior es absolutamente elocuente, habla por sí solo de una estética única, la indiana, que refuerza los sentidos con la solidez que aportan los mejores y más exóticos materiales de construcción. En esto eran muy perseverantes los indianos, llegándose a extremos de barcos cargados de madera cruzando el Atlántico por encargo, para construir una casa en Asturias con la madera más joven del trópico. En el museo se han reconstruido algunas dependencias con mobiliario de la época. El resto del edificio está ocupado por una exposición permanente sobre los distintos aspectos de la emigración: desde billetes que hablan de la salida de los emigrantes y los puertos de destino, hasta los grandes centros sociales de la emigración española que hoy en día tienen una gran actividad y que surgieron décadas después de que se adquiriesen aquellos billetes, y no con poco esfuerzo, por una buena parte de la clase campesina de Asturias. De esta forma, los recuerdos y objetos de aquella partida tienen tanto peso como el sentido de morriña que marcó al asturiano emigrante durante décadas en su exilio.

La fundación posee una biblioteca especializada y un importante archivo documental sobre los centros asturianos de México, Buenos Aires, Cuba y otros centros y sociedades asturianas y españolas en América. En su labor de investigación y documentación se preocupa por ser fiel a los motivos y las circunstancias que marcaron el viaje de ida, la estancia y la vuelta, y persigue la creación de una gran base de datos capaz, a su vez, de generar investigaciones de múltiple signo, relacionadas con la emigración a América durante los siglos XIX y XX.

Pasear por la casa es como pasear por la historia y el sentimiento de nostalgia de muchos. No faltan referentes historiográficos que contrastan esta primera impresión. La Fundación cuenta con un salón de actos que anualmente convoca a una serie de estudiosos del tema. De sus reuniones han salido ya numerosas consideraciones de peso y conclusiones sin margen de error, en muchos casos casi obvios pero con el respaldo preciso de datos y hechos.


Se sabe, por ejemplo, que la emigración asturiana fue más tardía que la del resto de Europa. Se comenzó a emigrar de forma notoria a comienzos del siglo XX, mientras que los flujos migratorios desde Europa ya se producían a lo largo del XIX y antes. Otra nota característica es la predilección de los asturianos, al igual que los españoles en general, por los países americanos, con la exclusión de los Estados Unidos, lugar que eligieron italianos, ingleses y alemanes en su mayoría, pero nunca los españoles como primer destino, pues tenían enormes trabas legales para instalarse allí. En su contra se palpaba toda una legislación que les marginaba y no alentaba el viaje a esas tierras. Hay que tener en cuenta, claro está, que España acababa de tener un conflicto bélico con los estadounidenses.

El grueso de los que se iban estaba formado por gente joven y solteros. También, y en general como en el conjunto del estado, se trata de una emigración en la que existe una mayor proporción de personas que pagan sus pasajes de forma más o menos voluntaria, bien con medios propios o sufragados por empresas o familiares de los lugares de destino. El emigrante siempre contaba con el respaldo de una familia, de unos parientes, que le invitaban y colaboraban económicamente en la emigración. En otros países, al contrario, se daban más los agentes de reclutamiento que enrolaban a la gente de pocos recursos y prácticamente les obligaban a emigrar.

Se sabe también que la expresión “hacer las américas” traduce la impresión, por parte de los que se quedan, de que los que se han ido han mejorado económicamente, de que han aprovechado las circunstancias de esos países al máximo. También es cierto que hay que combatir la idea de que todos tuvieron éxito en su viaje. No todos lo lograron, pero sí una mayoría, y esto se mide en las regiones de origen donde el prestigio de los retornados, los indianos, fue muy alto.


Esta circunstancia se puede observar sin ir más lejos en la localidad de Colombres, donde se encuentra el Archivo, pues se respira incluso un aire latinoamericano, con un ayuntamiento y una plaza circular que bien podría ser la réplica de un espacio público mexicano.

fuente visitada. desdeasturias.com

jueves, 17 de enero de 2013

PLAZA DEL FONTÁN (OVIEDO)


Su nombre procede del vocablo bable fontán que designa a un manantial en forma de charca. En el caso que nos ocupa existía efectivamente un fontán en esta zona de Oviedo, perteneciente al Monasterio de Santa María de la Vega, al que aportaban además sus aguas riachuelos del entorno, convirtiéndolo en una auténtica laguna que desaguaba en la parte baja de la Calle Rosal y seguía hasta los Pozos, sumiéndose en ellos. Los topónimos Fontán y Rosal figuran ya en un documento de 1237 recopilado más tarde por Jovellanos. Otro documento, fechado en 1376 y conservado en forma de pergamino en la Catedral de Oviedo hace también referencia al Fontán.

El 19 de agosto de 1523 los regidores de la Ciudad y el Concejo resolvieron desecar el Fontán por ser un foco de infecciones y por haberse ahogado allí varias personas; las labores de desecación no culminarían hasta 1559 construyéndose entonces una fuente y un lavadero, que al parecer se intentó trasladar a la Plaza Mayor en 1600.


 En 1576 Magdalena de Ulloa, viuda de Luis Méndez Quixada, ayo del bastardo Juan de Austria, promovió la fundación en Oviedo de un Colegio de Jesuitas. Se eligió el Fontán como emplazamiento y en 1587, ya concluida la obra, se aprovecharon los materiales sobrantes para aderezar la plaza, que quedó configurada como una plaza cuadrada adecuada para la realización de mercados y romerías. El edificio del colegio, consagrado a San Matías, se alzaba en el solar hoy ocupado por el mercado cubierto y contribuyó a formar la Calle Fierro y la propia Calle del Fontán, que se extiende desde la del Fierro a la Calle Rosal. Poco después de la erección del colegio se realizaron las escuelas municipales que todavía se conservan y en cuya fachada puede admirarse un escudo de la ciudad instalado aquí en 1673, procedente de la torre de Cimadevilla que sería derruida en 1834.


Tras la expulsión de los jesuitas por orden del Conde de Aranda, acusados de haber instigado el motín de Esquilache, el 2 de abril de 1767, su edificio fue destinado a alfolí y posteriormente, especialmente durante la Revolución Gloriosa de 1868, a cuartel. La iglesia del colegio se convirtió en la parroquia de San Isidoro por disposición del Consejo de Castilla en 1770.

Marcos de Velasco elaboró una normativa para edificar el frente Oeste de la Plaza, lo que después recibiría el nombre de Arco de los zapatos, en 1660, la normativa fue aprobada por el Ayuntamiento a pesar de lo cual sería conculcada repetidamente. En 1666 se proyecto la construcción de un patio de comedias, de un hospital para huérfanos y un mesón. La Casa de Comedias sufrió notables modificaciones y reconstrucciones entre 1799 y 1849, quedando dotado finalmente para albergar a seiscientos espectadores. Con la apertura del Teatro-Circo de Santa Susana y posteriormente del Teatro Campoamor se clausuró la Casa de Comedias llegando a pensarse en derribar hacia 1901; se ha conservado la fachada, situada al lado del Palacio del Marqués de San Feliz.

En 1792 se erigieron treinta y seis tiendas siguiendo el perímetro del Fontán y cuatro casas altas con torrecilla en sus ángulos, todos ellos con techumbre de pizarra y soportales al interior y exterior, según un diseño de Francisco Pruneda. Estas edificaciones estaban pensadas como comercios.

En 1814 se acuerda darle el nombre de Daoiz y Velarde a la parte Sur del Fontán en recuerdo de los héroes del 2 de mayo de 1808.

 En 1981 la Dirección General de Patrimonio Artístico se acometió una importante restauración de la Plaza el Fontán en la que algunos edificios dado su estado calamitoso fueron derruidos, con la consiguiente polémica, y sustituidos por réplicas.Un año antes el estado dio su aprobación para convertir la antigua Casa de Comedias en la Biblioteca Pública de Oviedo, que fue finalmente inaugurada en 1987 con el nombre de Biblioteca Pérez de Ayala.


 Fuente visitada. el.tesorodeoviedo.es

lunes, 14 de enero de 2013

PAISAJE Y ECOSISTEMA DEL CUERA


Al hablar de la Sierra de Cuera hablamos de una meseta elevada, tapizada de prados y coronada por picos de fácil ascenso. Abundan las brañas, algunas habitadas. Las majadas o vegas presiden los puertos de Cuera, desde siempre destinadas al pasto del ganado. También son visibles las huellas de las explotaciones mineras que funcionaron hasta los años 70 del siglo pasado. Además contiene en sus límites una gran riqueza prehistórica, datada en numerosas cuevas y simas. Sobresalía la actividad metalúrgica en torno al 2000 a.C. Se han localizado restos de diversas fases del proceso de transformación del cobre. El Cuera sirvió a la economía y la sociedad de la Edad de Bronce. Hoy en día muchas de sus oquedades de su vertiente meridional sirven para la curación del popular queso de Cabrales.


 El paisaje y ecosistema del Cuera-
Su paisaje se integra en la red de espacios protegidos del Principado de Asturias y abarca un extenso territorio del Oriente de Asturias. Laderas, bosques, valles y cimas se despliegan a lo largo de cinco municipios de esta comarca: Cabrales, Llanes, Peñamellera Alta, Peñamellera Baja y Ribadedeva. Un total de 40 kilómetros de longitud que se inician en las inmediaciones del río Sella por el Oeste y prosiguen a escasa distancia del mar, finalizando en el extremo oriental del Principado, junto al río Deva.


El Cuera es también un ecosistema bien nutrido. De su fauna destaca la presencia del zorro, la marta o el gato montes, así como la abundancia de corzos y jabalíes. Con suerte podremos atisbar el vuelo del águila real, buitres, alimoches y otras grandes rapaces. La foresta está constituida básicamente por hayedos, robledales y encinares. Si contemplamos la sierra desde la costa vemos que no hay apenas vegetación apreciable, sin embargo, rebasada la primera línea de cumbres, el Cuera se abre a estrechos valles, ciegos en muchas ocasiones, que albergan un sinfín de praderas y brañas orladas de fresnos, arces y espineras. El valle más ancho y productivo desde el punto de vista ganadero es sin duda la Llosa de Viango. En las laderas que circundan esta planicie y casi hasta la cumbre más alta de la Sierra, el Pico Turbina, se sitúa la masa boscosa más extensa de la sierra: un hayedo eútrofo orientado al norte, que recoge las frecuentes nieblas que vienen desde el mar y que en este punto no logran rebasar el cordal.


Para el ser humano, la sierra se levanta en aparencia infranqueable y delimita dos espacios geográficos que han tenido diferente evolución histórica y social: “la marina llanisca” y lo que se ha denominado el “trascuera”.
La relación entre ambos territorios ha venido marcada por las actividades ganaderas y los pastos comunes. Del lado litoral, en torno a Llanes, existen diversas sierras planas que son antesala del Cuera, como las de Cué y Pimiango, otras más al interior, como las de Purón, La Borbolla o Los Carriles. En todas estas sierras menores encontramos coquetas aldeas y alojamientos rurales de calidad desde los que iniciar una infinidad de rutas.


Al norte, la pendiente de la sierra no permite localizar caserío alguno, sólo la aldea de El Mazucu se atreve a asomarse a las primeras estribaciones siguiendo la hendidura de La Tornería. En su vertiente sur, cerca ya de los Picos de Europa, encontramos numerosas aldeas cabraliegas como Ortigueru, Pandiello, Puertas, Asiegu, Arangas… en todas ellas encontraremos reconfortantes casas rurales y buen alimento para realizar excursiones camino de las cumbres asequibles del Cuera.

El Pico Turbina, con 1.315 metros de altitud es la cota más alta de esta pequeña cordillera y quizás la ruta a pie más apetecible.

 Fuente visitada. e-llanes.com

sábado, 12 de enero de 2013

LOS DENTISTAS SACAMUELAS AMBULANTES


la labor odontológica fue llevada a cabo inicialmente por el barbero sangrador, que además de sus otros cometidos cumplía el de sacamuelas, "el oficio más maldito del mundo", como diría Quevedo, pero sí con el beneplácito de las gentes. Y en este menester ejercido en las calles, plazuelas y feriales por charlatanes, pícaros y truhanes, simples atrevidos prácticos, que ejercían al margen de toda ciencia.

este ejercicio gritesco y espectacular, casi folklórico, de los dentistas sacamuelas ambulantes, se prohibe en España a partir de la Real Orden del 28 de Mayo de 1876, si bien es cierto que la total erradicación de los charlatanes sacamuelas aún costó muchos años.

existen noticias de algunos de estos famosos que pasaron por nuestra región, como Eduardo Ciutti, apodado "el italiano"; "Manolo, "el de la chaqueta apretá", valenciano de origen y conocido como "el dentista de la serpiente", por utilizar un aceite de tal reptil para cohibir la hemorragia post-extracción.

Feijóo aconsejaba  la limpieza de los dientes con frecuencia y con polvos de xibia, o con los de pan quemado, o con sal común. En las enfermedades de los dientes se usaron procederes de magia simpática y así fue común la utilización de amuletos diversos, como dientes de lobo, jabalí etc. En los niños los dientes de leche no solían tirarse en cualquier lugar, por temor a que se derivasen males para el niño. Lo común era, y aun es, que, al menos en algunos lugares, para conseguir que la segunda dentición salga bien a un infante, que aquellos se arrojen a un tejado o al mismo cementerio.

Contra los dolores de muelas aconsejaron enjuagues con aguardiente o con infusiones de hierbas (beleño, acónito, tabaco, etc.). En Tereñes (Ribadesella) el saúco se utilizaba contra los dolores de muelas y se cantaba de esta forma.

"La flor de saúco, madre,
ya la tengo recogida,
del sereno de San Juan
que sirve de medicina"

Esta hierba, de flor de saúco, se hervía en una pequeña cantidad de leche y de este modo preparada se bebía en ayunas. también se aconsejó machacar la "hierba del sapu" y a guisa de cataplasma colocarla sobre la mejilla dolorida. El ajo fue utilizado, igualmente, en similar aplicación.
Otros procederes fueron la "camisa de la culebra, colocándola alrededor de la cabeza o la utilización de hojas de laurel , formando una cruz, en la planta del pie.
En Gijón se combatió el dolor de muelas untando las encias con la "grana" de una planta llamada "racimu de culebra", cuyos frutos rojos o "boles de culebra" se recogen en las sebes rurales.

pero sin duda, el más eficaz remedio contra el dolor de muelas fue la extracción. De ahí que se dijese: "al que le duele la muela, que se la saque". Y para combatir la hemorragia subsiguiente se hacía enjuagar con agua negra obtenida del pilón de piedra de la fragua, donde el herrero templa sus herramientas y que se admitía como beneficiosa, por su efecto hemostático y riqueza en hierro.

El mal estado de la dentadura en los habitantes de la región, aparte de otras razones higiénicas y alimenticias, la achacaba el vulgo en el pasado a que "el asturianu pierde los dientes por beber la sidra fría y comer les castañes calientes".

Fuente visitada.
Medicina Popular en Asturias.- E. Junceda Avello.

jueves, 10 de enero de 2013

HIGIENE POPULAR EN ASTURIAS


muy numerosos son los refranes asturianos entorno a la higiene y cuidados personales, de forma que a través de ellos podemos recoger una idea bastante aproximada de la cultura que las gentes poseían a este respecto y que aconsejaban poner en práctica para evitar la enfermedad, ya que ("el mal entra luego y sal muy mal"), o lo que es lo mismo es mejor prevenir que curar, pues ("quien bien se percura non i fai falta cura").

De siempre se aconsejó el no sestear bajo la sombra de un nogal (" Debaxo del nozal, non te pongas a pigaciar"). Es esta una superstición muy generalizada. La sombra de este árbol no es beneficiosa y puede ser causa de mal según las gentes, sobre todo si no se tiene la precaución de arrancar unas cuantas hojas para tirarlas al suelo. Recordemos como también  a las aguas que se filtraban o surcaban por debajo de estos árboles se les atribuyó la causa del bocio.


La benéfica acción que sobre la salud ejerce la alegría, el optimismo y la alta moral, se intuye en aquella sentencia que ("el que canta sus males espanta").

el ajo, bien conocido por sus propiedades terapéuticas (tónicas y estimulantes), se utilizó como condimento en la alimentación y verosímilmente con finalidades higiénicas, tal como reza el refrán: ("las sopas de ajo ponen guapo") (fuerte).

Se creía que comiendo castañas se tendrían piojos, pero así mismo se admitía, con igual convencimiento, que tomando castañas secas o "mayolas" el día primero de año, se conseguiría el evitar las picaduras y hasta incluso no tener "miseria" y también se prevendrían las picaduras de los mosquitos.

La práctica de la ebullición del agua, especialmente en casos de epidemia, se intuyó desde hace muchas centurias por el pueblo, si bien tal costumbre no se generalizó hasta finales del XIX. Igual pudiera decirse de la leche, cualquiera que fuese el estado sanitario del ganado, pues de antiguo se aconsejaba que ("la lleche hay que bebela al pie a la vaca, o´ena cuadra").


Es tradición muy higiénica muy antigua en la región aconsejar la ingestión de una manzana cruda por las noches antes de acostarse, pues favorecía a la piel y la conservación de la dentadura, ayudando al mismo tiempo a la digestión.

La preocupación higiénico-sanitaria es antigua en nuestro medio, ya recogida en las Ordenanzas municipales que se establecieron en el concejo de Oviedo en 1274 en relación con diversos alimentos, para que ("non tenga el Pescado enna villa maes de dos dies en verano, et tres en envierno") u ordenando a las panaderas, pues por entonces el pan lo fabricaban las mujeres, so pena de multa, señalen todas las piezas elaboradas con su marca o señal (" de guisa que se lea bien"), para así facilitar la misión inspectora.

Por las actas municipales ovetenses sabemos de las preocupaciones de los antiguos ediles para evitar que los excrementos e inmundicias humanas fuesen vertidas a la vida pública. De forma que ("ninguno vierta agua sucia de las ventanas, nin ensucie las calles con orines, nin aguas podres"), bajo pena pecuniaria de cien maravedís por cada infracción o falta de colaboración en la denuncia cuando se tuviese conocimiento del hecho.

Igualmente se prohibía, especialmente a los niños, el hacer las fisiológicas necesidades en las calles y para evitar las que se produjeran en el silencio, oscuridad y soledad de la noche se ordenaba ("a todos los vesinos de la dicha ciudat que de mañana en amanesciendo fagan barrer sus puertas e alimpiar las suciedades"), que delante de sus inmuebles existiesen bajo pena de diez maravedís ("a cada uno que no tuviese su puerta limpia y barrida quando tocare la campana de prima de la iglesia mayor...")


La purificación ambiental de cámaras y aposentos se llevaba a cabo con yerbas y plantas aromáticas (romero, espliego, laurel, etc.)
No se olvidó tampoco en épocas de pestes y epidemias el aspecto psicológico de las gentes, proscribiéndose el toque de campanas y el consiguiente toque de difuntos y aún más llegó en este campo el municipio ovetense cuando acordó que saliesen ("los instrumentos de gayta y atabales y música a dar las alboradas") con lo que nuestros municipios se anticipan al uso de la música en sus efectos psicoterápeuticos.

Fuente visitada.
Medicina Popular en Asturias. E. Junceda Avello.


martes, 8 de enero de 2013

EL CASCO HISTÓRICO DE OVIEDO


El casco histórico de Oviedo guarda un sabor decimonónico difícil de encontrar en otras ciudades españolas. A parte de que su patrimonio sea realmente considerable, rehabilitaciones y reconstrucciones de la última década se han preocupado en exclusiva de enfatizar este carácter histórico. Las calles peatonales, sin presencia de coches y apenas otro tipo de vehículos contemporáneos, hace que la sensación de volver atrás en el tiempo sea más efectiva si cabe.

El paseo que a continuación les proponemos es un retorno a la mirada de ese Oviedo que Leopoldo Alas “Clarín” retrató. El lo conoció casi de igual manera que hoy se nos presenta, y le sirvió de escenario inevitable para su famosa novela “La Regenta”.


Bien, pues nos acercamos a las inmediaciones de la catedral por la calle González Abascal. A nuestra izquierda se abre la Plaza Porlier, reformada no hace muchos años. Actualmente el punto de atención se centra en la escultura de un viajero cargado de maletas en actitud de descanso. Hablamos de “El regreso de Willians B. Arrensberg”, sugerente título para un hombre pétreo creado por el artista Úrculo en 1993. Parece que acaba de llegar a Vetusta, posiblemente como nosotros, y se detiene un rato ante el palacio de Camposagrado, fechado en el siglo XVIII. A nuestra derecha, cerrando la plaza, se levanta el palacio del Conde de Toreno, del siglo XVII, casa natal del ilustre diputado de las Cortes de Cádiz, y no menos ilustre historiador, José Mª Queipo de Llano. Actualmente este inmueble es sede del Real Instituto de Estudios Asturianos, preocupado por el estudio y la divulgación de la etnografía, cultura y literatura asturiana.

A
vanzamos por la calle González Abascal y llegamos a la Plaza de la Catedral (que bien merece una visita a parte), presidida por la monumental torre de su basílica y una amplio espacio abierto en el que antiguamente existían casas de bellos soportales. Allí se celebraba el famoso mercado de “les madreñes”, constituyendo uno de los epicentros sociales del Oviedo antiguo. Desde este lugar vemos el Palacio de los Valdecárzana Heredia, del siglo XVII. Un inmueble mítico para la sociedad ovetense y para la ficción novelesca, pues allí estuvo emplazado hasta el año 1931 el célebre Casino de la Regenta. Catedral y Casino, una pareja indisoluble en la novela que hoy en día encuentra una seña de identidad más: la figura esculpida de Ana Ozores, la Regenta. Como una transeunte más pero de naturaleza escultórica, con orígenes imaginados y también realistas.


Del complejo entramado de callejuelas peatonales que salen a nuestro paso tomaremos inicialmente la calle Cimadevilla, que junto a la Rúa y la calle Magadalena constituían la arteria vital de la sociedad ovetense. Establecimientos comerciales, cafés para tertulias, bazares, etc. A nuestra izquierda, con una ligera pendiente hacia abajo transitamos un calleja que desemboca en la Plaza Trascorrales. Una pausa obligada para apreciar en su conjunto una pequeña estancia de la ciudad, recogida y silenciosa, donde se respiran los aires de la historia y el carácter de Vetusta.


Ahora retomamos por un momento nuestra ruta anterior, volvemos a la calle Cimadevilla, y al fondo se encuentra el arco que debemos cruzar. En realidad es la puerta más importante de la antigua muralla medieval. Sobre él se erige la torre con el reloj del Ayuntamiento, y nos abre paso a la Plaza de la Constitución, circundada por joyas arquitectonicas, a la vez humildes, que dan una belleza extra al conjunto. En la plaza también se encuentra la Iglesia de San Isidoro el Real, del siglo XVII y con un toque personal.

La vamos dejando a nuestra derecha y tomamos la calle Magdalena camino ya de El Fontán, plaza emblemática del Oviedo Antiguo que se ha reconstruido por completo con premisas arquitectónicas más modernas. La reconstrucción resultó controvertida y no vamos a juzgarla aquí. Acérquense y saquen sus propias conclusiones. Si se hacen con una foto de la antigua plaza ya tendrán las dos partes del juicio. El Fontán y su plaza anexa, la Plaza Daoiz y Velarde constituyen un punto de encuentro de la ciudad y uno de los lugares elegidos para tomarse unas tapas, darse una vuelta por el rastro o el mercado de las flores. En Daoiz y Velarde se encuentra La Casa de las Comedias, de estilo neoclásico, que actualmente alberga la Biblioteca Pública Pérez de Ayala, muy bien abastecida y muy frecuentada por los ciudadanos. Al lado de este centro cultural destacan por su factura uno de los mayores palacios existentes en la ciudad, el Palacio del Duque del Parque, de estilo barroco.


Recordemos que habíamos descendido la calle Magdalena, y posiblemente ahora nos encontremos dando una vuelta en redondo a la Plaza del Fontán. Aparece entonces la calle Fierro, por la que debemos subir. Llegamos de nuevo a la Plaza de la Constitución y esta vez dejamos la Iglesia a nuestra izquierda, camino de otra calle que baja, la calle El Peso. Nos conduce irremediablemente a nuestro final del trayecto por el casco viejo de Oviedo, dejándonos en uno de sus límites más ilustres: la Plaza del Riego, que toma nombre del General asturiano Liberal que con sus sublevación forzó el trienio liberal (1820-1823) frente al absolutismo de Fernando VII. Una pequeña plaza que es lugar de charla y reunión en las tardes y noches de los meses de buen tiempo, sobre todo en las populares fiestas de San Mateo, cuando se llena de música y chiringuitos.


En este apacible lugar podemos tomarnos algo tranquilamente antes de regresar al Oviedo contemporáneo.

 Fuente visitada. desdeasturias.com

domingo, 6 de enero de 2013

EL TEJO "TEXU"


Los tejos son un género de árboles coníferos, propios de las zonas montañosas, con ambientes frescos y húmedos, y que prefieren los terrenos calizos.

Pueden alcanzar una altura de hasta 20 metros. Aunque con frecuencia se desarrolla de manera desigual, su copa es piramidal con abundantes ramas que salen del tronco de manera horizontal. El tronco es grueso y con una corteza delgada de tiras pequeñas de color pardo rojizo o grisáceo, alcanzando diámetros de 1,5 metros. Son muy longevos, pudiendo superar los 1.500 años de vida. Tiene hojas perennes de 10 a 30 mm. dispuestas en dos hileras opuestas, de color verde oscuro por la cara superior y amarillento o glabro por el envés. Es una especie dioica, con pies masculinos o femeninos. Fructifica en forma de arilo carnoso que rodea la simiente, de intenso color rojo y sabor agradable. Maduran en otoño y cada seis o siete años el árbol tiene una producción abundante de frutos. Raramente forman bosquetes, siendo lo común encontrar a los ejemplares aislados. Casi todas las partes de la planta son ricas en alcaloides tóxicos: taxina, taxol, y baccatina, siendo el primero el más peligroso, pues puede llevar a la muerte en pocos minutos. El arilo o baya es la única parte libre de taxina, pudiendo ser ingerido con la precaución de retirar la semilla.

Su madera es muy dura, de grano fino y apretado, lo que la hace muy apta para ebanistería y talla, aunque la escasez de piezas de suficiente grosor, debido a su crecimiento muy lento, limita su uso.


En España ha sido plantado profusamente en la Cornisa Cantábrica al abrigo de ermitas, iglesias y cementerios desde tiempos remotos, como símbolo de la trascendencia de la muerte, y es habitual encontrarlo en las plazas de los pueblos bajo el cual se realizaba el concejo abierto. Todo esto es lo que le ha permitido perpetuar ese halo de misterio y sacralidad que envuelve lo relacionado con esta especie.

Para la tradición y cultura asturiana este árbol ha constituido un auténtico vínculo de su pueblo con la tierra, los antepasados y la religión antigua. En Asturias era costumbre el llevar a los difuntos una rama de tejo el Día de Todos los Santos, para que ella les guiara en su retorno al País de las Sombras. Durante la Noche de San Juan era asimismo usual que los mozos asturianos depositaran estas mismas ramas en las ventanas o puertas de la casa de sus pretendidas, mientras ellas les tiraban bayas de este mismo árbol.


Fuente visitada.
Wikipedia.

viernes, 4 de enero de 2013

EL AGÜEYAMIENTO EN ASTURIAS


Se entiende por mal de ojo, aojamiento o agüeyamientu, a todo supersticioso mal o enfermedad ocasionada a una persona o animal por influjo demoníaco brujeril o por mujer embrujada, y realizado con la mirada preñada de ira o envidia.

La capacidad del aojamiento no reside indistintamente en ambos ojos, sino en uno de ellos; razón por la cual la persona con tal innato y maligno poder, acostumbraba a tapar el ojo mefítico o provocador del agüeyamiento, cuando su capacidad maléfica no era innata y si voluntaria, no miraba de frente ni insistentemente y usaba siempre gafas; de ahí, como dice Lis Quiben, que sean gente de "mala vista" y por ello llevan gafas. Individuos a quienes hoy, con palabra de la misma raíz, les llamaríamos gafes.

los síntomas del mal de ojo más típicos y característicos son: anorexia, astenia, depresión, cefaleas, raquitismo, desnutrición, consumición, etc.
En la profilaxis de este mal, además de la invocación a Dios o a san Antonio, podría evitarse mediante  amuletos diversos. Primitivamente se emplearon a este fin dientes de ciervos,y colmillos de felinos, osos, huesos y dientes de peces. la mano disecada de del tejón o comadreja, "manina de melandru", colgada del cuello, fue costumbre de nuestros ancestros asturianos en evitación de toda clase de hechizos. Así también fue costumbre posterior en los bautizos asturianos que la madrina obsequiase al neófito con la cigua de azabache o puñesin, que se colgaba de la muñeca del niño. Y también era habitual cuando se llevaba a los niños a bautizar, para evitar el embrujamiento de los mismos se les proveía de un trozo de pan de centeno que comúnmente lleva dos cruces marcadas.

Otras veces el presente bautismal eran los evangelios, incluidos en una pequeña bolsita, que se sujetaba a modo de escapulario sobre las ropas del niño. También se utilizaba la medalla de San Benito u otras , en busca de la protección maléfica.
Se creía que con estos medios protectores, en caso de riesgo de aojamiento, la cigua, como amuleto preservador, se rompería de que se produjese el "agüeyamiento" y que los Evangelios en su caso, aumentarían de tamaño.

Cuando el mal de ojo del ganado se trataba, se acudía no solo a la invocación de San Antonio, sino también a la colocación de una esquila al cuello de la res, para que ahuyentase a los malos espíritus o bien una caracola o cuerno marino, como es común en los pueblos costeros de nuestra provincia.
Las esquilas o campanillas llevan grabadas sobre el metal una cruz, en otros lugares se les colocaba un cordel bendito, un collar de bayeta amarilla, se introducía ruda en la campanilla o se le colgaba al animal la "dómina" o "nómina", pequeña bolsa o saco que contenía alguna planta olorosa (añil, hinojo, sándalo, ajo, etc., o la cabeza de una culebra cortada cuando está viva o simplemente incienso).

De la misma manera se acudió a colocar sobre la parte superior de la puerta del establo un pantalón con las perneras abiertas y separadas, para que la vaca saliese de la cuadra por debajo del pantalón "esparnau", el cual después se quemaba. Es curioso advertir que este ritual de paso, tendría que hacerse a la salída del animal y no a la entrada, por temor a que penetrasen en la cuadra los espíritus maléficos y se posesionasen de ella.
Los calzones, más preferibles si son viejos y bien usados.

El "afumar" el ganado es otro remedio contra el aojamiento del mismo, como también cortándole unas cerdas de la cola y arrojándolas al fuego.
La venta del animal "agüeyao" es un valioso medio terapéutico, al desaparecer el aojamiento con el cambio de dueño. La venta simulada y a un precio mínimo y simbólico, permite la cura del animal, que luego el nuevo dueño entrega a su antiguo propietario.

El aojamiento se puede curar, buscando a la bruja o agüeyador y pedirle que ante el emfermo o animal pronuncie el "Dios le bendiga" o "San Antonio le guarde", y, como esto no es posible en muchos casos, no habrá más solución que el sacerdote los bendiga.

Otra costumbre muy difundida fue la de guardar en la casa, colocándola sobre paredes, puertas o ventanas, ramos o manojos de hierbas de San Juan, con el fin de librar a sus moradores, personas y animales, del mal de ojo y otros maleficios. En Asturios se utilizó especialmente, el saúco o "binterio", recogido en la visperia del día de San Juan.

Fuente visitada.
Medicina Popular en Asturias.- E. Junceda Avello.