sábado, 7 de abril de 2012
EL AGUA EN GIJÓN
Hasta el 22 de marzo de 1.890, momento en el que comienzan a efectuarse las primeras acometidas domiciliarias de la traída de Llantones, el ir por agua a la fuente era actividad cotidiana, e incluso profesión. A parte de ser una de las labores propia de la servidumbre femenina, o del ama de casa en la mayoría de los hogares modestos, queda constancia del servicio de aguadoras que traían a los domicilios gijoneses más pudientes el producto de los manantiales de la periferia urbana en pipas cargadas a lomos de burros, actividad aún en práctica a finales del siglo XIX.
En todo caso, “ferraes” primero y calderos después-más el obligado rodete para la cabeza-, fueron los aperos básicos para esta labor; mientras la visita al lavadero, tarea para la que también existían lavanderas de pago, se hacía con el “baño” “barcal” o barreño de chapa o metal esmaltado, la tabla de lavar y el jabón, más, claro está, la propia colada.
Algunos domicilios gijoneses conocieron, a partir del 22 de marzo de 1.890, la implantación de dos elementos que en este momento suponían una acusada novedad: el grifo y el contador.
EL OCASO DE LAS FUENTES URBANAS.
(“Como co´l agua Llantones
Ya nun habrá mas ferráes,
Tan lloques de contentes
Les ames y les criáes”)
Esta copla popular muestra claramente cómo el inicio del servicio de agua a domicilio implicó el ocaso de las fuentes públicas urbanas.
De la serie de fuentes históricas gijonesas, la primera en desaparecer fue la de La Barquera, con motivo de la construcción del monumento a Pelayo en 1.891, si bien esta incluyó en su base una fuente de adorno. La fuente de San Lorenzo fue eliminada, poco después, por la construcción del mercado del Adobo, mientras la Fuente Vieja desaparece definitivamente de la plaza del Seis de Agosto en 1.898, derivándose su caudal directamente al alcantarillado.
Según un informe de la Comisión Municipal de Aguas fechado en 1.901, 23 fuentes públicas abastecen a casi 19.000 vecinos del casco urbano; número que –ya en 1.912- parece quedar reducido dentro de esta zona a las fuentes del Carmen, Capua y Contracay.
La del Carmen parece que es la última en desaparecer, haciéndolo en una mañana de mediados de diciembre de 1.926 tras ser arrollada por el vehículo de un vecino de Avilés, dejando totalmente inservible el bombillo al que había quedado reducida.
EL AGUADOR OFICIO DE ASTURIANOS.
El oficio de aguador constituyó casi un auténtico monopolio de los emigrantes asturianos que se instalan en la villa y Corte.
Se calcula que unos 900 de ellos aún ejercían este oficio en la primera mitad del siglo XIX, y múltiples grabados nos dejan constancia de que llegaron a convertirse en uno de los tipos populares de la ciudad. Según escribe Pío Baroja:
Daban cierto aire campesino a las calles de Madrid. Eran casi todos asturianos. Vestían calzón corto, con un trozo de cuero rectangular sobre el muslo, para apoyar la cuba, siempre mojada, antes de subirla al hombro. La chaqueta era pequeña y llevaban la cabeza cubierta con una montera.
La traída de aguas de Lozoya, inaugurada en 1.858, fue el comienzo del fin de este oficio.
Fuente visitada.
La Ciudad del Agua. (Historia del abastecimiento público de agua de Gijón).
HÉCTOR BLANCO.
Muy interesante, los aguadores de Madrid no los conocía.
ResponderEliminarInteresante.
ResponderEliminarCon eso del agua a domicilio se ha perdido la oportunidad que tenía la gente para verse y hablar. Las fuentes y los lavaderos eran siempre un punto de encuentro sobre todo para las mujeres.
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