Hizo las funciones del vaso actual durante muchos años, aunque hubo que arrinconarla debido a su incomodidad por el peso. En Faro y en Somió describían esta pieza como “… un poco más pequeña que la jarra común, de una sola asa, panza alta, base estrecha y a veces con marcas de capacidad y propiedad”.
La medida de las jarras de sidra, de las más corrientemente usadas, se acercaba a los tres cuartos de litro y no llevaba señales, pero si las que se consideraban algo más grandes: la que contenía dos jarras pequeñas llevaba marcadas en la panza, dos rayitas verticales, la que contenía tres, tres rayas y así sucesivamente pero sin sobrepasar nunca las seis marcas. Además de las marcas de bebida existían las marcas de propiedad. En alguna ocasión se llegó a grabar el mismo mote o apodo con el que los parroquianos se bautizaban entre si. En cuanto al precio, cada pieza en el alfar rondaba hacia 1920 las 0,20 pts. En 1930 subieron a 0,40 pts y a
1,75 en 1946, alcanzando las 2 pts.
Fuente:
Sidra y Manzana de Asturias. Vasijas para la sidra-José Manuel Feito Alvarez.
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