


Dos solas calles tenía la reducida población, semejando la forma de unos pantalones, según mortificante comparación de localidades vecinas. Sus religiosos habitantes oraban en la iglesia de Santa María y en las conventuales de monjas Clarisas y padres Franciscanos, corporaciones bien amadas de los moradores, recordándose todavía el guardián padre Frutiño, al predicador famoso padre Ron y al alegre fray Miguel, queridísimo de los niños. Frailes y vecinos vivían en estrecho consorcio.
Los principales habitantes eran propietarios, modestos vinculistas, nobles de solar conocido y de armas poner y pintar, en casas de lindas huertas detrás de las dos únicas calles, una del Sol(que en lo antiguo se llamó de la Herrería, hacia su término) y otra del Agua, por donde corría el "regatu" con sobrantes del típico y abundante "cañu".
La cárcel vacía y, poco menos el hospital.
La vida toda muy tranquila y uniforme, patriarcal; la alimentación sin adulteraciones posteriores y menos en el castellano vino de Pericañes; el lujo, apenas conocido, no permitía muchas expansiones sobre la "sarasa"; las íntimas tertulias, los honestos y bailes y las divertidas y extraordinarias funciones por San Juan y la Virgen del Portal, animaban aquella pacífica localidad, que era para el resto de la provincia como Toledo y Sevilla, por sus procesiones del Corpus y Semana Santa.
Así pintaba a Villaviciosa el distinguido escritor. Cuando Ahora visito y recorro Villaviciosa, recuerdo que la alcancé con poco más de dos calles, la del Sol, y las casas solariegas con héraldicos con heráldicos escudos, ya no está "el cañu")enfrente del ensangrentado "Ecce Homo", y le renplazan dos fuentes construidas a la ültima moda; nuevos y populosos son el barrio de la Oliva; el mercado "viejo" ya no lo es, y si "nuevo", mejor que el de muchas capitales; se abrieron calles y carreteras por sitios de abundantes huertas y prados cercados con setos de zarzamoras; y, en una palabra, todo cambió a impulso del progreso. Quedan, como recuerdo del pasado, la bizantina iglesia, la antigua y reducida cárcel sobre restos de las viejas murallas, la casa de los Hevia, donde se hospedó Carlos I; el antiguo ayuntamiento con el escudo concejil del águila austriaca; el ex convento con variadas dependencias; el tranquilo de las Clarisas; y las moradas donde nacieron Solares, Peón, Pidal, Caveda y otros ilustres asturianos... Pero desaparecerán y cambiarán estas memorias, así como miro transformados o desiertos los sitios de alegres esparcimientos, la Alameda, las Carbayeras, las Cascadas de Sorribas, la Barquerina, la Sinagoga con espumosa sidra, y mil rincones de aquella floreciente villa y de su hermoso valle, sin igual en la provincia.
Fuente visitada.
Obras completas,I. (Asturias, concejos y comunicaciones)
Fermín Canella y Secades.
Me ha parecido precioso.
ResponderEliminarPreciosa villa, con historia propia e interesante.
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