jueves, 19 de septiembre de 2013

LA VILLA DE LLANES


La villa de Llanes, capital del concejo que lleva su nombre, es el referente urbano de un territorio extenso y rural que crece de forma alargada en paralelo al mar cantábrico. Un mar que se mete por todos los rincones en esta villa y que nos regala su sabor en medio de edificaciones antiguas y modernas, plazas, plazoletas.


Nos adentramos en el casco urbano, perdemos la perspectiva de conjunto pero la ganamos en detalles. Las callejuelas del casco antiguo, en las que prolifera la actividad comercial de la villa, dan lugar a un circuito caprichoso cargado de motivos y empedrados en los que se inscriben una arquitectura a medida, de proporciones justas y respetuosas con un urbanismo mimado.


Llegamos a la ría, mínima y singular, adentrándose con sus lanchas y sus redes en el centro neurálgico de la sociedad llanisca. Desde aquí hasta el mar abierto nos espera un paseo de solera marinera y trajín acuático.


En el tramo incial esperan los botes y las gaviotas, los reflejos de la villa que abraza su ría con fuerza en un calado menor. El agua y la tierra buscan más profundidad un poco más al norte, camino de un puerto moderno, restaurado y protegido por una férrea escollera reciente.


Desde estos muros últimos de la villa marinera, vuelve a resurgir esa estupenda estampa de una costa infinitamente verde y azul que ya habíamos descubierto en nuestra primera ruta por el paseo de San Pedro.

Y justo en este sitio vemos ya de cerca aquellos colores que adivinábamos desde más alto. Son los colores atrevidos de los Cubos de la Memoria, que el pintor vasco Ibarrola empleó para rescatar la escollera de su existencia gris y convertirlos en lienzo inmenso de tres dimensiones.


Las huellas del medievo proliferan en el casco antiguo. De ello deja constancia el recinto amurallado, un cercado defensivo que comenzó a construirse como consecuencia de la Carta Puebla otorgada por Alfonso XII a la villa en el primer tercio del siglo XIII. Se conservan en buen estado el paño norte y otros restos dispersos en distintas periferias del casco histórico. En algún caso, la muralla se ha fundido con construcciones más recientes, edificios bajos pero altaneros, de galerías curtidas por el salitre y alma de pesca.


En el núcleo de la historia también encontramos el Torreón, sólido y esquemático símbolo del pasado que hoy acoge la Oficina de Turismo. El resto de Llanes muestra muestras excelentes del paso de los siglos hasta la actualidad. Existen prácticamente detalles de todas las épocas.


Apenas hay década en falso. Edificios renacentistas, inmuebles marineros como la Casa de la Ballena, lugar este último donde se reunía el gremio de mareantes y que hoy se ha rehabilitado para dar paso a una sugerente “Aula del Mar”; palacios y palacetes barrocos, una basílica gótica, un puñado de capillas, un casino modernista, y un goteo incesante de la denominada arquitectura de Indianos que encuentra en Llanes su verdadero sentido y las muestras más sorprendentes y numerosas, con jardines de ensueño y galerías acristaladas. 

Fuente visitada. e-llanes.com

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