jueves, 12 de febrero de 2015

EL ASESINO MISTERIOSO DE LAS ABEJAS


Los apicultores citan con frecuencia una frase atribuida a Einstein: «Si la abeja desapareciera de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida; sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales ni hombres». En Asturias se elabora desde hace siglos miel de brezo, de castaño y de mil flores. Lo de las mil flores no es una metáfora. Los científicos han constatado que las abejas asturianas polinizan más de novecientas especies de plantas. La llegada del eucalipto también proporcionó nuevas variedades. Precisamente el principal encanto de la región reside en la existencia de diferentes zonas de producción, que dan lugar a varios tipos de miel. En el Occidente predomina la de brezo, recolectada por los «abejeiros» en municipios como Boal, Allande y Cangas del Narcea. En las Cuencas y en la zona central de Asturias la reina es la miel de castaño, y en la franja costera, la de mil flores y de eucalipto. Los apicultores defienden que las abejas aseguran la fecundación del 60 al 80 por ciento de las especies vegetales. Desde hace millones de años estos insectos obtienen su ración de alimento de las flores y realizan una tarea silenciosa y poco valorada: la polinización. La apicultura en Asturias es una tarea tradicional. El primer censo de colmenas en Asturias data del siglo XVIII. Está incluido en el catastro del marqués de la Ensenada y en esa centuria anota más de 65.000 colmenas. En aquella época sus pobladoras eran las abejas silvestres que se encontraban por todos los montes. Ahora apenas quedan. 
Oviedo, M. J. IGLESIAS-  ****************************************************************


las abejas están desapareciendo. Lo que hoy recibe el nombre de «Síndrome de Desabejamiento» o «Trastorno del Colapso de las Colonias (CCD)», es la lenta pero permanente desaparición de las abejas obreras, sin las cuales la colmena no puede sobrevivir y acaba muriendo de inanición. Las buscadoras del néctar o pecoreadoras salen en busca de comida -su tarea habitual desde los comienzos de la especie- pero no regresan a su hogar, dejando abandonada a su suerte a la abeja reina y a la cría. No se ha descubierto aún al letal asesino, que no deja rastros mortales en las inmediaciones de la colmena.
El misterio de las abejas volatilizadas ha hecho desaparecer un cuarto del total de las poblaciones de las colmenas en Estados Unidos. Mientras se intenta descifrar el enigma, los científicos norteamericanos manejan varias causas: desde la sequía a los pesticidas, pasando por el estrés (debido al desplazamiento de las colmenas portátiles en trailers con el fin de polinizar cultivos) o las ondas de los teléfonos móviles. A pesar de esto, hasta hoy no dejan de ser meras especulaciones, todas ellas pendientes de comprobación científica.


Los apicultores españoles se apercibieron de los primeros síntomas del "asesino silencioso" a comienzos del año 2.000, fecha en la que los científicos calculan que el mal se introdujo en nuestro país. España es el país europeo con mayor población de ganado apícola, con una cifra aproximada de 2,5 millones de colmenas repartidas por todo el territorio nacional, según el último censo de diciembre de 2011, elaborado por el antiguo Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM). El problema afecta a más de 23.000 apicultores, de los cuales el 25% son profesionales (con más de 150 colmenas) y el 75% aficionados. La mayoría viene sufriendo pérdidas del 40%, sobre todo de septiembre a enero.
En el laboratorio del Centro Apícola de Guadalajara tienen una respuesta a esta incógnita. Luego de analizar más de 10.000 muestras de abejas de España y otros países de la Unión Europea en los últimos diez años, los científicos de este laboratorio están convencidos de que el parásito Nosema ceranae es el asesino invisible de las abejas. Y confirman cifras escalofriantes. Sostienen que más de la mitad de las colmenas españolas están afectadas y que si no se las trata, pueden morir en un año.
¿De dónde procede y cómo entró el parásito en España? Procede de Asia. La abeja asiática o cerana es muy resistente a las enfermedades, pero poco productiva. Por este motivo se llevaron abejas europeas o melíferas a Asia, para producir más miel. Al entrar en contacto con ésta, el parásito la arrasó, saltó a su nuevo hospedador y pasó a Occidente. El parásito las elimina en tres días, es por eso que las abejas que salen a buscar el polen mueren exhaustas en el campo sin que queden restos mortales en las cercanías de la colmena. otras voces apuntan también a otras causas que explicarían el fenómeno de desaparición de las abejas. Según los científicos que estudian el tema en la Universidad de Córdoba, las causas podrían ser una nutrición deficitaria de la abeja (debida a la baja cantidad y calidad del polen, sobre todo en época de sequía), los plaguicidas (fundamentalmente el imidacloprind y friponil) y el protozoo Nosema ceranae. Para ellos, la aparición del parásito puede ser más consecuencia que causa, debido a que la colmena se debilita y da paso a la beligerancia del "asesino silencioso".

Los ecologistas también tienen algo que decir en el debate. Ellos sostienen que las abejas, como indicadores medioambientales de precisión frente a los cambios del entorno, nos están recordando que el actual modelo agrario y ganadero es insostenible. Denuncian que los tóxicos, los transgénicos, la erosión de la biodiversidad y la contaminación industrial, así como el manejo comercial de las colmenas, que genera altos niveles de estrés en las abejas, pueden haber favorecido la aparición del parásito. El cambio climático es, para muchos, un factor que está incidiendo en el despoblamiento de las abejas. El tiempo las engaña con floraciones tempranas y a destiempo, alterando su reloj biológico, etc

 Fuentes  www.ine.es
apolo.entomologica.es

1 comentario:

  1. interesante articulo, nos estamos cargando toda la naturaleza, siempre me ha gustado ese maravilloso mundo de las abejas, este año he notado bastante la ausencia de abejas en el huerto.Espero nos pongamos las pilas.

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