lunes, 29 de marzo de 2010

VASIJAS PARA TRASIEGO Y DEGUSTACION









con la instalación en el Natahoyo (Gijón) en 1.827 de la fábrica de vidrios y posteriormente La
Industria en Begoña, en el año 1.843, se inicia la fabricación de la típica botella de sidra natural también de color topacio cuyo formato se mantiene en la actualidad. Esta botella está formada por tres piezas o cuerpos y se llamaba molde de madera.
A partir de entonces la sidra se transportaba en botellas. Se reunían varios chigreros, compraban cierto número de barricas, se trasladaban al lagar y embotellaban la sidra. El transporte se realizaba en carros de bueyes, colocando las botellas entre " pación" o hierba seca para que no rompiesen. Solía llevar cada carro una o dos pipas de sidra (600-1.200 botellas) que una vez en el chigre se colocaban en bandejas de madera de 100 botellas.
La " xarra de sidra ". Hizo las funciones del vaso actual durante muchos años, aunque hubo que arrinconarla debido a su incomodidad por el peso y, sobre todo, por lo que concierne a la limpieza de la misma.
En Faro y en Somió describían esta pieza como "...un poco más pequeña que la jarra común, de una sola asa, panza alta, base estrecha y a veces con marcas de capacidad y propiedad ".
Existe en bable el verbo XARRIAR. " sacar sidra o vino con la jarra ". (vigón: Vocabulario del Concejo de Colunga).
La medida de las jarras de sidra, de las más corrientemente usadas, se acercaba a los tres cuartos de litro y no llevaba señales, pero sí las que se consideraban algo más grandes, de la siguiente forma: la que contenía dos jarras pequeñas llevaba marcadas en la panza dos rayitas verticales, la que contenía tres, tres rayas y así sucesivamente pero sin sobrepasar nunca las seis marcas.
Hubo algunos alfareros que trabajaron la técnica del moldeado de jarras con lo cual las marcas quedaban impresas desde el mismo momento del prensado del barro. Otras veces era el propio lagarero quien marcaba con pintura la capacidad de la vasija con números bien a la vista.
Valentín Monte nos refiere, en su trabajo, algunas de las "trampas" llevadas a cabo en las jarras
en comandita entre el comprador y el artesano, tales como dejar más barro del normal en la base de la vasija, con lo cual, a idéntico tamaño correspondía menos capacidad. No deja de ser curioso el hecho que en casi todos los alfares se hayan fabricado, como una pieza más, los famosos botijos e incluso jarras de trampa por las que el incauto bebedor no podía beber sin derramar el líquido.
Además de las marcas de medida existían las marcas de propiedad. Si esto se llevaba acabo por moda o costumbre señalar con marcas de propiedad las jarras del lagar era imprescindible puesto que frecuentemente se las prestaban unos lagareros a otros se hacía necesario una clara señal de identificacion.
Como la jarra era una mercancía frágil cada cinco o seis años había que renovar una gran parte o casi todas las piezas del zafariche. De ahí que siempre hubiera trabajo para los tarreros de Somió, alfareros de Siero, de Faro y de Villayo.
El vaso de sidra- otra de las piezas que anda unida y confundida con la xarra es el vaso. Era una vasija parecida a nuestros vasos de vino , de paredes relativamente finas, un poco abombadas y de poca calidad escasamente los 300 centímetros cúbicos. Alguno de estos vasos conservan en la boca una extraña forma elíptica, practicada, al parecer, por el alfarero a instancias de algunos bebedores, para facilitar la degustación de la sidra. Pero su uso fue muy limitado y se ceñía a casos particulares: niños y a personas de poco beber.
También estuvo extendida la toma de sidra en escudillas al estilo como se toma hoy el "vino de Ribeiro", y acaso fueron las fabricadas en madera por cunqueiros y artesanos del ramo las primeras vasijas en las que se degustó nuestra bebida regional.
Hoy existen artesanos de la madera herederos de aquellos cunqueiros y fabricantes de "caziplos", "xarras"y "zapicos" que aún siguen manteniendo la tradición de fabricar estas vasijas de madera más con fines decorativos que utilitarios.
Tuvo que ser el barro quien cumpliera esta misión hasta que vino a ser sustituido por los modernos vasos de cristal que desde los llamados franceses, de casi 500g. de peso y con una capacidad para cincuenta centilitros, se pasó al moderno vaso grande de paredes muy finas y lisas que también se fabricó en Gijón.
(Sidra y manzana de Asturias) José Manuel Feito Alvarez.

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