martes, 25 de febrero de 2014

EL PASADO BALLENERO DE LUARCA


Se sabe a ciencia cierta que en las aguas valdesanas se cazaban ballenas desde el año 1420, pero es posible que esta actividad se remonte a tres siglos atrás.
Era una lucha a vida o muerte que requería mucha destreza y trabajo en equipo. Hasta que los vascos iniciaron la pesca de la ballena, en Valdés sólo se aprovechaban estos animales cuando quedaban varados en la arena, aunque llevasen días muertos. Eso nos da idea de la valoración que se tenía de ellos y la riqueza que suponía cobrarse una pieza. Pero los vascos idearon un sistema para pescar ballenas desde las chalanas, y todo el mar Cantábrico se llenó de estos pescadores. La tarea no era sencilla y precisaba de gran arrojo, puesto que es fácil imaginar cómo se sentirían estos hombres en una barca a merced del animal que, aunque pacífico, reaccionaba golpeando violentamente con la cola cuando era arponeado y podía conducir la barca mar adentro o directamente volcarla. Las chalanas llevaban seis u ocho hombres: tres remeros a cada banda, un arponero y un timonel que también actuaba como segundo arponero. Desde las atalayas -que hoy siguen existiendo en los concejos, pero se emplean como miradores-, se oteaba el horizonte por turnos hasta dar con estos cetáceos.


 Cuando estaban a la vista, la chalana salía con todos los cazadores, además de pertrechos, arpones, tabletas de boya y muchos cabos preparados para ser unidos rápidamente. En cuando el arponero alcanzaba a la ballena, ésta se sumergía, con lo cual había que atar rápidamente los cabos al arpón, a fin de alargar la cuerda y que la barca no se fuese hacia las profundidades con el animal. Paralelamente había que seguir remando y, si el cetáceo no estaba malherido, asestarle con las lanzadas para desangrarlo más. Para cansar a la ballena se enganchaban al cordel de arpones flotamientos de madera que agotasen al animal, sin olvidar la boya que señalase su posición cuando se sumergía e indicase a su vez quiénes eran los pescadores que la perseguían. Si la noche llegaba en plena faena, era imprescindible llevar un farol para que las demás chalupas viesen el rumbo que se seguía. Cuando el cetáceo daba bramidos comparables a un trueno sordo, y levantaba la cola tres o cuatro veces, era cuando sabían que se hallaba moribunda.


Una vez llevada a tierra, la ballena era despiezada. La actividad febril requería hogueras encendidas y muchas personas separando y cociendo la grasa, que luego se convertía en saín y era almacenada en toneles y separada por calidades. La carne se cortaba y repartía. El reparto era sagrado: había que dar las aletas -y en algunos casos, parte de los flancos- a la Iglesia, después elegía el arponero primero y la cofradía, luego el atalayero y por último los descarnacederos.


Este es el recuerdo de una forma de vida que constituye el pasado de Luarca, pero también pone de manifiesto la importancia de preservar a estos bellos animales, que han visto dramáticamente diezmada su población desde que en 1868 se inventó el arpón explosivo para cazarlas. Se calcula que desde entonces han muerto casi dos millones de cetáceos y muchas de sus especies están en peligro de extinción.

 Fuente visitada. Revista: fusionasturias.com

miércoles, 5 de febrero de 2014

ANTIGUOS ARCHIVOS DE CARREÑO


El fondo documental del Ayuntamieto de Carreño, uno de los mejor conservados en el ámbito de los archivos municipales de Asturias, se caracteriza por la notable continuidad de sus series, algunas de las cuales se remontan hasta el siglo XVI. El documento más antiguo que encontramos data de 1568 y corresponde a la serie de expedientes de hidalguía, que se extiende hasta 1831; los padrones de distinción de estados se conservan desde 1584 hasta 1835 y los padrones de habitantes desde 1840 hasta 1970. Se conserva, asimismo, la documentación de registro civil del periodo 1835 a 1864.


Destacan los libros de actas, que presentan una notable continuidad desde 1587 hasta 1696 y se conservan casi íntegramente desde 1746. Asimismo, se conserva un conjunto de disposiciones emanadas tanto de la autoridad real como de instituciones de ámbito regional -Real Audiencia, Junta General del Principado, Intendencia Provincial de Rentas, Gobierno Civil y Diputación Provincial- que arrancan en 1588 y se extienden hasta 1844. De muchas de ellas se conservan varias copias y algunos conjuntos de órdenes, enlegajadas y cosidas, cuentan con índices analíticos de la época. La serie de expedientes generales de reemplazo y, en general, la documentación de quintas, se conserva, con escasas lagunas desde 1813 hasta 1977, así como la serie de expedientes de elección de cargos municipales desde 1736 hasta 1909.


En la sección de Secretaría General encontramos una nutrida serie de correspondencia, de libros-registro de entrada de documentos, que se extienden desde 1898 hasta 1988 de forma ininterrumpida y de libros-registro de salida de correspondencia de 1865 a 1987. Dentro la sección de Servicios Sociales, se conserva una serie de padrones de beneficencia muy extensa (1888-1967). La sección de Obras y Urbanismo presenta un significativo volumen de documentación, con expedientes que arrancan desde 1866, y entre las que sobresalen las series de obras mayores y menores. La sección de Hacienda presenta igualmente un destacable volumen de documentación, con series documentales bastante completas, algunas de las cuales comienzan a mediados del siglo XIX: hay presupuestos ordinarios desde 1842, libros-diarios de intervención de ingresos y de gastos desde 1926, amillaramientos y sus apéndices (1894-1961), repartimientos y padrones (1866-1970) y las matriculas de contribución industrial y de comercio (1820-1956).


En Depositaría encontramos libros de caja desde 1886 y libros auxiliares de gastos e ingresos desde 1893. Muy interesante es un expediente de contratación que incluye el expediente de interrogatorio a que deben someterse los testigos en el pleito sostenido con los herederos del maestro de obra Juan de Cerecedo el mayor, por las obras de reparo del Cay. Del mismo modo es de destacar que dentro de Secretaría General existen tres inventarios del propio archivo, datados respectivamente en 1881 (copia del que se elaboró en 1876), 1905-1919 y 1945, así como una relación de contenido de los archivadores de Secretaría de 1983. 

Fuente visitada. archivosdeasturias.info