martes, 27 de enero de 2015

LA VÍA VERDE DEL TRANQUERU - PERLORA.


Desde aquel antiguo tren minero hasta la actual Vía Verde del Tranqueru, han pasado ya muchos años. En aquel entonces, el ferrocarril del Carreño (Gijón-Avilés), línea ferroviaria de Feve, era un modesto tren minero entre los apeaderos de Perlora y Xivares.


Este era un tramo complicado a la par que espectacular por su camino pegado a las rocas de los acantilados, volando casi sobre el mar en algunos puntos a una altura de 1.420 m junto a la costa. Curvas y contracurvas del trazado planteaban serios problemas de explotación al ferrocarril. Por ello, a finales de los setenta se procedió a construir una variante que evitaría el paso por esta zona.


Años más tarde, en 1999, el Principado de Asturias fue el encargado de recuperar este trazado como vía verde, de inigualable valor botánico y panorámico. A sus valores paisajísticos se une su potencial como eje de comunicación entre Perlora y Xivares y su entorno, uniendo dos zonas de playas de gran demanda de uso en el ámbito del litoral gijonés.


Podemos comenzar el paseo por el lado de Perlora, dirección Gijón. A través de un túnel perfectamente iluminado. Tras el túnel comienza nuestro camino por el tramo acantilado que sobrevuela la playa del Tranqueru.


Localización: Entre Perlora y Xivares.
Asturias Longitud: 1,2 km.
Usuarios: Ciclistas y senderistas
Tipo de firme: Tierra acondicionada
Medio Natural: Acantilados
Infraestructura: Vía Verde. 3 túneles
Cómo llegar: Perlora y Xivares: Feve, línea Gijón – Pravia.


Fuente visitada. www.feve.es/recursos/

lunes, 12 de enero de 2015

LA PRIMERA MENCIÓN DEL HÓRREO


La primera mención del hórreo en una figura legal concerniente a la protección del Patrimonio tiene lugar en el Real Decreto Ley de 9 de agosto de 1926, que le otorga al hórreo la consideración de bien inmueble. Hay que tener en cuenta que desde 1863 la jurisprudencia le confería la consideración de bien mueble. Este cambio de estatus, le abrió la puerta al hórreo para ser considerado Monumento Histórico-Artístico, con la protección legal que esta figura implica.


Posteriormente, la caída de los hórreos en desuso llevó al legislador a emitir un Decreto específico para intentar su protección, ya que eran cada vez más frecuentes su transformación, su destrucción, su venta y su traslado por piezas, incluso al extranjero. De este modo todos los hórreos gallegos y asturianos de más de un siglo quedaban bajo la protección del Estado español, que debería autorizar cualquier obra o modificación.


Asturias dispone de un régimen específico de protección de hórreos, paneras y cabazos recogido en la Ley del Principado de Asturias 1/2001, de 6 de marzo, de Patrimonio Cultural, en la que se prohíbe la construcción de hórreos desvinculados de la vivienda, que los de nueva factura deberán adecuarse a los materiales y características constructivas y morfológicas tradicionales de estas edificaciones, y establece diversas regulaciones respecto a los hórreos construidos con anterioridad a 1900, incluso de los que no hayan sido declarados Bien de Interés Cultural ni incluidos en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias.


fuente visitada. Wikipedia.

jueves, 8 de enero de 2015

SAN PEDRO DE NORA-LA CÁMARA SOBRE EL ÁBSIDE.


En San Pedro de Nora, y en otros muchos edificios del prerrománico asturiano, se encuentra una pequeña cámara sobre el ábside central -a veces también sobre los laterales- que se encuentra aislada del resto del edificio, y a la que tan sólo se puede acceder con dificultad y utilizando una escalera de mano.


A excepción de la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave (El Campillo, Zamora), este espacio tan sólo se encuentra en algunas de las iglesias del prerrománico asturiano. Lo encontramos en las iglesias de San Julián de los Prados, San Tirso, Santa María de Bendones, todas ellas del periodo de Alfonso II (791-842), San Salvador de Valdediós, San Adriano de Tuñón, de la época de Ramiro I (842-850) y en San Salvador de Priesca, que pertenece a la última etapa constructiva del prerrománico asturiano. En todos estos ejemplos a la cámara solamente se puede acceder desde el exterior, aunque hay tres excepciones: San Pedro de la Nave, que se encuentra tan sólo comunicada con el interior de la iglesia, Santullano, que presenta accesos desde el interior y el exterior, y San Salvador de Valdediós, cuyas cámaras situadas sobre los ábsides laterales no presentan ningún tipo de comunicación.


En San Pedro de Nora la cámara se sitúa encima del ábside central, y su acceso sólo es posible atravesando la estrecha ventana que se abre al exterior encima del ábside.  Desde un punto de vista práctico, se ha dicho que quizás fue construida como cámara del tesoro, pero lo cierto es que se encuentra demasiado a la vista como para ser así.


También se ha dicho que pudo ser una especie de prisión, un lugar de meditación de los monjes, un almacén de grano o quizás algún tipo de espacio simbólico donde conservar las reliquias. No hay duda de que estos espacios tienen una función estética, pues contribuyen a regularizar los diferentes volúmenes, por lo que quizás, fue éste su destino. Desde el punto de vista estructural estas cámaras compensan la altura, y contribuyen a distribuir mejor los diferentes empujes de los muros, por lo que tampoco hay que descartar esta solución. Desde luego, la función estética y estructural no está reñida con cualquiera de los usos utilitarios que se han planteado. En cualquier caso, es necesario enfrentarse a su interpretación con una amplitud de miras, siempre teniendo en cuenta que no ha llegado hasta nosotros ninguna fuente documental contemporánea que apoye o desmienta ninguna de las hipótesis mencionadas.

Tal y como ha llegado a nosotros, San Pedro de Nora presenta muchas similitudes con San Julián de los Prados, pero hay que tener en cuenta que ha sufrido varias campañas de restauración a lo largo del siglo XX, y que algunas han sido muy agresivas. Los documentos gráficos que se conservan de principios del siglo XX nos muestran el edificio había sido muy alterado en su conjunto. En uno de sus laterales tenía adosado un cementerio, rodeado mediante un pequeño muro, y en el cuerpo de la iglesia se habían hecho diversos añadidos, como una espadaña de gran tamaño, así como algunos edificios que ocultaban el edificio original, del que tan sólo se conservaba el cuerpo de la iglesia y los tres ábsides.


En el año 1935 Alejandro Ferrant, asesorado por Manuel Gómez Moreno, emprendió una primera campaña de reformas. Sin embargo, poco después, en el año 1936, la iglesia sufrió un aparatoso incendio que la dejó herida de muerte, destruyendo todas sus cubiertas y debilitando los muros. A partir del año 1952 hasta 1964 el arquitecto Luis Menéndez Pidal inició la primera de una serie de campañas de restauración, que en gran medida configuraron el aspecto actual del edificio.

Sus mayores críticas derivan de la construcción de una torre campanario entre los años 1963 y 1964, que fue construida de nueva planta. No se conservan restos de cimientos de una estructura similar en la primitiva iglesia, y su edificación fue realizada en un emplazamiento elegido al azar sin ningún tipo de evidencia arqueológica ni fundamento tipológico.


 Fuente visitada. www.arteguias.com