lunes, 30 de abril de 2012

LA HIGA O CIGÜA CONTRA EL MAL DE OJO

El mal de ojo, cuyos orígenes antiquísimos parecen ser comunes a diversos pueblos, es una superstición universal que en Asturias-al igual que en muchas otras regiones-prendió con bastante fuerza. Aunque hubo quien pensó que el aojo-aquí llamado "agüeyu"-era (cosa natural y no hechicería), por lo general no se creía en esta explicación, atribuyendo a quienes producían el mal una fuerza especial y peligrosa. Dichas personas solían poseer algún defecto físico o moral y algunas de ellas ignorar su facultad. Así,estaban singularmente dispuestas a producir el mal las lisiadas, las personas que tienen dos niñas en cada ojo, las que poseen la vena del entrecejo muy abultada y las solteronas, por ejemplo, originándose el aojo por envidia, por maldiciones, por alabanzas abusivas o exceso de cariño, pudiendo ser contraído en cualquier lugar, abierto o cerrado, quedando sujetos a él personas y animales sanos y hermosos y exentos de tal posibilidad los feos. A veces, quien producía el aojo podía anularlo y el proceso daba inicio con un desmejoramiento del aojado quien, perdiendo todo tipo de estímulos para vivir, adelgazaba y se consumía hasta sobrevenir la misma muerte. más si quien recibe el hechizo es portador de ciertos objetos, sus efectos quedan anulados, no causando trastorno alguno por ser dichos objetos receptores del daño que, si es muy fuerte, los puede incluso quebrar en algunos casos. en la prevención del aojo se han utilizado infinidad de amuletos variados. Hubo infinidad de amuletos contra el mal de ojo (cuernos, colmillos...)más la que interesa en este trabajo es la higa, llamada en Asturias "cigua": la figuración de la mano cerrada en la que el dedo pulgar pasa por entre el índice y el del medio. Afirma Carmen Baroja que la de azabache es amuleto genuinamente hispánico, habiéndose utilizado en otros países la mano en diferentes posturas, con fines parecidos, como en Italia la llamada "mano cornuta", generalmente de coral y, entre los musulmanes y pueblos orientales, la mano abierta, la "jansa"o "mano de "fatma". Aunque las de azabache fueron en España las más abundantes, no fueron las únicas. También se hicieron de coral, nacar, hueso y cristal. El principal centro proveedor de las higas fue Santiago de Compostela-en Galicia."figas"-donde desde el siglo XV, la industria del azabache alcanzó un notable desarrollo, más no conviene olvidar que los talleres artesanales de Villaviciosa y Gijón elaboraron gran número de ellas, buena parte de las cuales eran exportadas a tiendas santiaguesas. El "agüeyu" fue creencia muy extendida en Asturias y el uso de la "cigüa" práctica muy común.

("Pero fáltate la cigua:
¿Y quién sin ella le trai,
Andando pel mundu bruxes,
Que te pueden agüeyar?

Tengo yo una de azabache,
Bien curiosina en verdá,
Que la punxe munches veces
De pequeñucu al mió Xuan:
Has atála na muñeca
Con medides de Candás
Y pondraste más llozanu
Que cuantos neñinos hay...")

-José Caveda y Nava-.

Fuente visitada.
Azabachería Asturiana.- Valentin Monte Carreño.


sábado, 28 de abril de 2012

LAS MARISCADORAS DE BAÑUGUES

Un caso especial de mujeres que se dedicaron a vender lo capturado en la mar por sus familiares fueron las "Mariscadoras de Bañugues", sobrenombre con el que se conocía a las mujeres de los pescadores (madres, hermanas, esposas o hijas) de Bañugues y Viodo que, invariablemente, una o dos veces a la semana, agrupadas en un número superior a la decena, atravesaban las calles de Luanco cargadas con el marísco que aquellos habían cogido, camino a Gijón donde intentarían su venta. Hasta el año 1.910 cuando, tras su inauguración, empezaron a utilizar el ferrocarril entre Candás y Aboño, estas mujeres recorrían andando los veinte kilómetros del trayecto, transportando el marisco en cestas forradas con hojas de helecho que cargaban sobre sus cabezas. Incluso las hubo que para ahorrarse el gasto del billete del tren, continuaron yendo y regresando a pie. A partir de los años 20, empezará a ser habitual que cada una de estas mujeres dispusiera de un burro en cuyas alforjas colocaban los cestos con el marisco. Normalmente salían todas juntas de Bañugues antes del amanecer, formando una ruidosa y llamativa caravana. Muchas personas mayores aún recuerdan y cuentan lo curioso que era observar a primeras horas de la mañana el paso por Luanco de estas bañugueras con su recua de burros cargados de marisco, rompiendo el matinal silencio de esas horas con el ruidoso y acompasado sonar de sus madreñas y las herraduras de sus caballerías al contacto con el empedrado de las calles. Una vez en Candás, tras pagar un módico alquiler, dejaban los burros en una cuadra y subían con su cargamento al tren que las llevaría hasta El Musel, donde completaban su trayecto cogiendo el tranvía que las dejaba en el mismo Gijón en cuya plaza del pescado intentarían vender su marisco. Estas mujeres no solo finalizaban la labor de sus maridos con la venta de las capturas sino que también la iniciaban al ser ellas las encargadas de conseguirles la carnada necesaria para poder cebar sus nasas. Para ello, cargaban las alforjas con latas vacías y se dirigían a las instalaciones conserveras de Luanco y Candás en busca de los despojos del pescado en ellas elaborado, restos que posteriormente utilizarían sus maridos como señuelo para atraer y capturar el marisco en la mar. En este caso, las caravanas, con distinto cargamento, más bulliciosas aún por el ruido de las latas al entrechocar en su caminar, eran conocidas como "las de la carnada". Generalmente, dos días a la semana, se acercaban a las fábricas para comprar la carnada, formada en verano por cabezas de bonito principalmente. Llegaban con sus burros al atardecer y los ataban en las inmediaciones de las fábricas donde esperaban pacientes a que tras la llegada de los barcos al muelle y la entrada de los bonitos en la fábrica éstos se descabezaran. Mientras en los puertos de Bañugues y Llumeres, los pescadores aguardaban su regreso para poder encarnar las nasas y salir a la mar.
En la primera mitad de los años 20 empezarían a instalarse motores de gasolina en las embarcaciones. En 1.934 ya contaba Bañugues con catorce embarcaciones provistas de motor; la obtención del combustible para su funcionamiento era también misión de estas mujeres quienes transportaban en garrafas, de nuevo a lomo de sus burros. Estas originales caravanas y el práctico transporte a lomo de burros, bien fuera marisco, carnada o gasolina, perdurarían hasta el establecimiento de los autocares de línea. Fuente visitada. Historia de Gozón (a través de sus mujeres)- Lucía Fandos Rodríguez.

miércoles, 25 de abril de 2012

COMARCA OSCOS-EO

Donde resuena el aullido del lobo y late el corazón del bosque. Allí donde se escucha la respiración del mar y el murmullo del río. En ese lugar se encuentra la comarca Oscos-Eo, un caleidoscopio de colores, texturas y sabores que ha sido nombrado recientemente Reserva de la Biosfera. Déjate llevar por ese sexto sentido que sabe reconocer dónde permanece lo auténtico, porque siguiéndolo seguro que tus pies te llevarán hasta Oscos-Eo. Entre mar, ríos y montañas se esconde de las miradas este espacio de transición entre Asturias y Galicia, ubicado en el Occidente del Principado. Para comenzar el viaje, déjate seducir por una naturaleza que no ha sido mancillada por la mano del hombre, y que permanece virgen en playas de arena blanca, bosques autóctonos de los que se extraen maderas nobles, o ríos donde se capturan los salmones más grandes de la región. Seguirás la estela de los siete concejos que forman la comarca: Castropol, San Martín de Oscos, San Tirso de Abres, Santa Eulalia de Oscos, Taramundi, Vegadeo y Villanueva de Oscos. A través de ellos se llega a pueblos y aldeas donde se conservan tradiciones y etnografía: casas, pajares, hórreos, cabazos, molinos o cabanones levantados con materia prima de la zona, como piedra, cuelmo o irregulares lascas de pizarra tratadas con esmero. Bellísimas y resistentes construcciones que se funden en el paisaje, y que han llegado hasta hoy no sólo por motivos estéticos sino por la utilidad que prestan. Son sus habitantes parte indisoluble de esta comarca, que viven en simbiosis perfecta con la naturaleza. Ellos son los verdaderos artífices de que hoy conozcamos Oscos-Eo sin adulteraciones, porque llevan siglos guardando este templo natural y convirtiéndolo en su modo de vida. Suyo es también el éxito de acercar la artesanía, la gastronomía y el paisaje a los visitantes sin comprometer su propia identidad en ello. Así pues, existen variados restaurantes y alojamientos que tienen en común la hospitalidad de sus gentes.
El paraíso del pescador El río Eo recorre parte del concejo como una cinta de plata, dejando en su camino destellos saltarines de salmones y truchas. Ellos son el indicador de la limpieza de estas aguas. El Eo es en San Tirso de Abres modo de vida y fuente de recursos, pero también el punto unificador en el cual los habitantes se reconocen. En torno al río se desarrolla todo. La agricultura y ganadería perviven gracias a la fertilidad de la tierra y a los verdes pastos regados por sus aguas.
Pero hoy el ocio y el turismo ganan terreno y en ello también tiene mucho que decir el Eo, porque gran parte de los que llegan lo hacen siguiendo la llamada de sus corrientes cristalinas que hablan de buenas capturas. Por ello la pesca deportiva de salmón y trucha adquiere aquí una relevancia de primer orden, lo cual genera turismo más allá de la temporada estival. Rodeados de espesa vegetación puede verse al pescador camuflado entre las ramas de los árboles que inclinan sus ramas para que sus hojas sean acariciadas por el río. Una posta discreta, conocimiento del pez y maestría con la caña son las tres condiciones imprescindibles para convertir el lance en un éxito, y lograr engañar al salmón o la trucha.

Fuente visitada. fusionasturias.com

martes, 24 de abril de 2012

GIJÓN-BARRIO DE CIMADEVILLA

Cimadevilla es testigo y protagonista de los acontecimientos históricos más significativos de Gijón: desde la fundación romana, los conflictos medievales, la creación del puerto, el nacimiento y la obra de Jovellanos o los inicios de la industrialización. Cimavilla, el barrio alto de Gijón, guarda en sus calles monumentos e historias personales que son huellas imborrables de pescadores, cigarreras, militares, artesanos que aquí nacieron, vivieron y trabajaron. En definitiva, hombres y mujeres playos, que es como se conoce a los nacidos en este barrio, que de Gijón es lo mejor.
Nuestro recorrido por el antiguo barrio de Pescadores llamado Cimavilla, comienza en uno de los lugares más entrañables de la ciudad, se trata de La Iglesia Mayor de San Pedro, de origen gótico y reconstruida en los años cuarenta. Está situada al fondo del espacio ajardinado conocido como Campo Valdés y es elemento aglutinador entre las gentes de Cimadevilla (los playos propiamente dichos) y del resto de Gijón, pues fue durante muchos años la única iglesia con la que contó la villa. Casi en el subsuelo del templo, debajo del Campo Valdés, se encuentran las Termas Romanas. Un interesante museo municipal donde un vídeo explicativo y una serie de pantallas interactivas nos ofrecen una completa visión, tanto del conjunto termal, como del pasado romano de Gijón. Saliendo del museo, en el centro del Campo Valdés, intuimos en el suelo la trama de la muralla romana. Una muralla que circundaba, a lo largo de 850 m. de longitud, el barrio en su parte baja y que, en la siguiente plaza, vemos parcialmente reconstruida. Encontramos también, a nuestra derecha, el Palacio de los Valdés, que da nombre a la zona. Es un ejemplo de palacio asturiano, construido en 1570 sobre los cimientos de la propia muralla, con dos torres, un cuerpo central y una capilla en su extremo izquierdo. Sus dependencias fueron en tiempos pasados residencia de esa familia, primer asentamiento de la Fábrica de Tabacos a comienzos del siglo XIX y Aduana, siendo en la actualidad un centro educativo. Desde la mencionada capilla, bajo la advocación de la Virgen de Guadalupe, divisamos otra plaza en la que la muralla, antes soterrada, se levanta rehecha en ladrillo con las primeras hiladas, las originales, de piedra.
Preside el lugar el Museo Casa Natal de Jovellanos. En sus salas, además de recuerdos jovellanistas, se guardan importantes muestras de la pintura asturiana de los siglos XIX y XX, esculturas contemporáneas y se organizan diversas exposiciones de carácter temporal a lo largo del año. Destaca, en la segunda planta, el Retablo del Mar, obra en madera del escultor ovetense Sebastián Miranda. Un primer Retablo realizado por Miranda en el año 1933 fue destruido durante la Guerra Civil y éste que podemos ver es una versión del anterior, realizada por el propio autor en los años 70 y considerado como su obra maestra. En él se ensalza la tradición pesquera y marinera de Cimadevilla al representar una escena habitual en el barrio: la subasta del pescado en la rula o lonja local. Salimos del Museo y en el edificio de enfrente nos encontramos con un establecimiento hotelero que tiene el honor de haber sido la primera sede del Instituto de Náutica y Mineralogía que fundara Jovellanos, como bien recuerda una placa en su fachada.
Adosada al Museo Casa Natal de Jovellanos, a la izquierda, se encuentra una de las dos advocaciones marianas que veremos en el barrio: La Capilla de los Remedios cuyo interior alberga el sepulcro de Melchor Gaspar de Jovellanos. El citado museo jovellanista y la capilla están anexos a un antiguo Hospital de Peregrinos que ahora es un restaurante. Se sabe que aquí se alojaban quienes, siguiendo la ruta norteña del Camino de Santiago, se dirigían a Oviedo para visitar en la Catedral ovetense la venerada imagen del Salvador. El Hospital funcionaría hasta 1836.
Frente a él, la Casa de Nava, un caserón sobrio, cúbico, de escasa ornamentación, construido a principios del siglo XVIII como residencia del Vizconde del Campo Grande, otro de los palacios nobiliarios de Cimavilla y actualmente propiedad municipal. A la izquierda llama nuestra atención una torre de tono rosado. Es la Torre del Reloj que, edificada sobre la base de una antigua torre romana, fue cárcel del partido judicial de Gijón hasta principios del siglo XX, además de campanario y, durante un tiempo, Casa Consistorial. La torre que hoy vemos, reconstruida en el año 1995, flanquea la antigua entrada romana a la ciudad.
Dejando la Torre del Reloj a nuestra espalda, subimos por la calle Vizconde de Campogrande que nos conducirá hasta otra plaza, la mayor en dimensiones de todo el barrio. Se trata de la plaza de Arturo Arias, popular periodista (Gijón, 1920-1975) del diario local El Comercio y cuyo busto preside el lugar. Los vecinos la conocen como la plaza la Tabacalera o el Campu les Monxes (Campo de las Monjas), ya que el edificio de grandes proporciones que destaca en la plaza fue, hasta su desamortización en el siglo XIX, convento de las Madres Agustinas Recoletas, más tarde Fábrica de Tabacos. Esta plaza, en el mismo corazón de Cimavilla, es uno de los lugares más populares del barrio de pescadores. En ella llaman la atención dos casas de sabor marinero muestra de otras del barrio: la que vemos en el número 4 es una casa típica de pescador, pequeña, de dos plantas y con la escalera al exterior. Al otro lado destaca otra casa de la misma tipología, aunque mayor en dimensiones, con piedra vista y que repite escalera al exterior.
Alegre y colorista este Campu les Monxes no ha perdido popularidad ni ha dejado de ser transitado. Los pescadores, las rederas trabajando al sol, las cigarreras y las mujeres que acudían diariamente al Lavadero que había en la plaza, han dado paso a multitud de jóvenes que se reúnen en torno a ella los fines de semana y días de verano, a disfrutar del sol, la sidra y de la charla al aire libre.

Fuente visitada. gijon.info

viernes, 20 de abril de 2012

NICANOR PIÑOLE


Pintor español nacido en en Gijón el 6 de enero de 1878. Pocos meses después de su nacimiento falleció su padre, el capitán de Marina Mercante Nicanor Piñole Ovies, que se hundió con el vapor Asturias frente a la costa de Tarragona, tras haber puesto a salvo a toda la tripulación. Su madre Brígida Rodríguez Prendes se traslada con el pequeño huérfano a la vivienda de su hermana Manuela, casada con Manuel Prendes quien ejercerá de padre de Nicanor.
A los cuatro años comienza a asistir al colegio de monjas de Santo Angel en Gijón y a los nueve años comenzará a recibir sus primeras clases de dibujo. Un año después ingresa en el Instituto Jovellanos , pero su bajo rendimiento escolar hizo replantearse a su familia la línea de estudios que debía seguir.
Con catorce años su tío lo traslada (con aprobación materna) a Madrid (1892), donde ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, permaneciendo seis años en dicha escuela, convirtiéndose pronto en alumno aventajado y recibiendo, por votación de sus compañero el Primer Premio de Paisaje de la Escuela. Es en Madrid donde pinta sus primeros cuadros y su primer autorretrato (1894), iniciando una serie que continuará el resto de su vida. Se trata del pintor que cuenta con un número mayor de autorretratos, número que supera el centenar.
Con diecinueve años concurre a la Exposición Nacional con el cuadro Un borracho, logrando por el mismo una Mención Honorífica (1897). Esta misma distinción logra, en el mismo certamen, el joven Picasso que tenía en ese momento 16 años. Toda su vida presentó Nicanor Piñole sus obras a la Exposición Nacional, no consiguiendo jamás el Primer Premio. El máximo galardón que consiguió en dicho certamen nacional, fue la Segunda Medalla, con el Retrato de Manuel Prendes en 1917.
En 1900, finalizado su aprendizaje en San Fernando, comienza a trabajar con Ferrant, un importante pintor del momento. Pero pronto Piñole se traslada a Roma, a fin de adquirir nuevos conocimientos, permaneciendo en Italia hasta la edad de 24 años, regresando a la casa materna, donde permanecería hasta el final de su vida.
A su regreso, se encontró con las críticas de Adeflor, crítico de El Comercio que ya había apadrinado al joven pintor Ventura Álvarez Sala y a éste dirigía sus buenas críticas mientras que Piñole era el objeto de sus ataques.
El carácter de Piñole era reservado y prefirió siempre trabajar cerca de su madre en lugar de buscar el reconocimiento y fama por parte del gremio artístico, rehuyendo siempre los servilismos derivados de los actos sociales enfocados a encumbrar a determinados artistas.
Durante los acontecimientos bélicos (revolución de 1934 y guerra civil) Piñole permanece en su casa de Gijón mientras el resto de su familia se refugia en la finca de Carreño. Sus continuas salidas por Gijón durante este periodo hizo que más de una vez fuese detenido sin mayores consecuencias. El paso de la guerra por Gijón quedó impreso en muchos de los lienzos de Piñole como en El refugio o La retirada de Simancas.
En 1951, pinta el último retrato de su madre, que a juicio de los críticos es el mejor de todos. Un año después muere doña Brígida con noventa y siete años. El mismo año de 1952 el Ayuntamiento de Gijón rinde homenaje a Piñole colocando un busto suyo en el parque Isabel la Católico junto al busto de su amigo el pintor Evaristo Valle. Recibe este año también el nombramiento de miembro del Instituto de Estudios Asturianos.
A la edad de 94 años se casa con Enriqueta Ceñal, la persona que desde treinta años antes había entrado en su casa como asistenta y acompañante. Este hecho ha sido interpretado como la solución que el pintor encontró ante los posibles problemas de herencia aunque también se ha querido ver que se trató de una compensación al cuidado que Enriqueta le dedicó a él y a su madre. Con ella viajará de nuevo por las principales ciudades españolas, recibiendo galardones y homenajes honoríficos. Es condecorado con la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes y recibe el título de Hijo Predilecto de Gijón.
Murió en su ciudad natal el 18 de enero de 1978 a escasos doce días de haberse celebrado el centenario de su nacimiento.


(LA CALLE CORRIDA)


(EL BORRACHO)


(LA HIJA DEL PATRON)

Fuente visitada.
el.tesorodeoviedo.es

jueves, 19 de abril de 2012

LAS AVES DE LA RÍA DE VILLAVICIOSA


La estrategia más habitual para observar las aves presentes en la ría de Villaviciosa consiste en asomarse a puntos estratégicos o recorrer cortos trayectos (para lo que siempre será recomendable utilizar botas de agua por zonas con distintas características ambientales, lo que permitirá descubrir un mayor número de especies.
Los fangales que se descubren en bajamar frente a la fábrica de sidra de EL GAITERO son siempre un buen punto de partida. En esa situación mareal, se pueden observar allí pequeños grupos de limícolas, garzas, cormoranes y martines pescadores. También podemos seguir las sendas que parten a ambos lados de la nave industrial, atentos a los bandos de zorzales y estorninos que se alimentan en los pastizales. Junto a ellos es fácil que haya alguna garza o algún zarapito y, si se ha formado algún encharcamiento, se pueden ver anátidas.

Pero si llegamos a la ría durante la pleamar, entonces es mejor avanzar un poco más, hasta un pequeño apartadero a la izquierda de la carretera, justo antes de tomar el desvío de Rodiles. Desde allí accedemos a un camino que discurre por lo alto del dique que aísla el canal del arroyo de Sebrayo de los porreos, encharcados y cada vez más repletos de juncos. Hay que avanzar con cuidado para no espantar a los archibebes y andarríos que remontan la orilla del riachuelo picoteando incansablemente los fangos. Al final llegaremos al borde de la ría, en un punto de observación muy interesante que da vista a la amplia "ensenada de el Bornizal". Durante la pleamar, excepto con algunas mareas vivas, quedan expuestos en el centro de esta ensenada algunos bancos de arena cubiertos de vegetación halófila, a los que acuden masivamente las aves limícolas de la ría en busca de reposo en este momento en el que sus zonas de alimentación permanecen inundadas. A medida que van quedando de nuevo al descubierto al bajar la merea, podemos observar cómo las aves se van repartiendo en pequeños grupos por todo el estuario.

una tercera zona de gran interés es la "ensenada de Misiego", formada por extensos arenales que constituyen la prolongación de El Bornizal hacia la salida de la ría. En este caso podemos partir desde la playa de Misiego caminando por la orilla hacia el canal de la desembocadura. Conviene aguzar la vista para descubrir a los pequeños correlimos y a los chorlitejos en medio del fango, hay que mirar también hacia las praderas limítrofes en busca de las bandadas de avefrías y no hay que olvidarse de escrutar el cielo regularmente si no queremos que se nos pase desapercibida alguna interesante rapaz migradora como el águila pescadora o el aguilucho lagunero. En todo caso, en La Ría siempre existe la excitante posibilidad de observar algún ave rara o escasa, apartada de su área de distribución normal o desplazada de sus habituales rutas de migración.

Fuente visitada.
Guía de la Costa Asturiana, Playas, Pueblos, Paisajes y Paseos.
Fotografía: Luis. (fotofilatelia.blogspot.com)

miércoles, 18 de abril de 2012

LA BRAÑA DE MUMIAN


En Asturias aún quedan brañas con sus típicos cabanones de teito, estando ahora dentro de un régimen de protección oficial estas construcciones de techumbre vegetal, al igual que los hórreos y cabazos. Aunque los lugareños dicen que las ayudas económicas que reciben de la Administración, por ahora, son pequeñas.
Las cabanas de teito gozan de cierta protección (aunque poca), pero peor suerte tienen los ancestrales corros (de tipo castreño y por tanto más antiguos), dado que, al parecer, no tienen mucho apoyo por parte de las autoridades, lo mismo que esa desidia terminará pronto con los escasos restos de calzadas romanas.
Las principales brañas que conservan en buen estado un considerable numero de estas "cabanas" están en tierras somedanas, aunque hay también otras en los concejos de Allande, Tineo, Teverga, Cangas del Narcea, Degaña e Ibias... Pero entre todas se pueden destacar las de La Mesa, La Pornacal y Mumián, en el Parque Natural de Somiedo. Son poblados que parecen perdidos en el tiempo.

La ruta recomendada hoy es a la braña Mumián -o Momian- que posiblemente es la menos conocida de las tres citadas y está en una zona osera (sin embargo hay una nueva pista trazada en esa zona, curiosamente). Muchas personas creen que las "capturas" de los osos "Cuervo" y "Pascualín", fueron en estos montes. Por eso se lleno la zona de "esquelas" por ellos. Desde la capital del concejo, Pola de Somiedo (en la AS-227) se toma la sinuosa carretera que va al Valle del Lago, y antes de llegar al pueblo de Urria, se coger en una curva el ramal que conduce a Coto (o Coutu). Este bello pueblo se conoce también por Coto de la Buena Madre, en recuerdo de una famosa madre religiosa que allí vivió hace muchos años.
De Coto, y bordeando la sierra y bosque del mismo nombre, se asciende por la pista o "caleya" en dirección Suroeste, entre frondosos árboles autóctonos, principalmente hayas. La subida dura , a paso tranquilo, poco más de una hora, hasta llegar a la fuente del Cañu (o El Canu). De ella parten senderos, a la braña de Sousas (aún con "corros"), por las praderas del Fuexu y fuentes de Los Chanos y Chandelagua; y a las brañas de Mumián y Valdecuelebre. Entre piornos tomamos el sendero que va en dirección Oeste, pasando por el collado que se forma entre los contrafuertes de los picos Molinón, Penalba y Gua.

A los pocos minutos estaremos dando vista a la magnífica braña de Mumián. Con la sierra del Páramo al Oeste, y su cimera cumbre, El Mocosu; y el pueblo, de La Peral. Y por el medio el impresionante valle central somedano, donde discurre el río Somiedo, formando varios desfiladeros. Este valle esta surcado por la carretera que conduce al Puerto de Somiedo (AS-227), donde se asienta el famoso pueblo de alzada de Santa María del Puerto (otro lugar a visitar).
En Mumián hay una buena fuente en el centro de la braña (y las antiguas "Ocheras" para dejar la leche). Estando diseminadas sus cabañas, entre prados, a diferencia de otras brañas que tienen sus teitos muy juntos. El poblado y el paisaje son de gran belleza. De esta zona y de la restauración de las cabanas nos hablaron los jóvenes somedanos Iván López, Roberto Caunedo, Felipe García, Nerea Santiesteban y Mario Lorences... De Mumián parten senderos al pueblo de Caunedo y a la aldea de LLamarda(al Suroeste). Por ese último lugar también se sube bien, en una hora.


COMO LLEGAR:
Por la carretera comarcal a Puerto de Somiedo (AS-227). En La Pola tomar el ramal a Valle de Lago (un poco antes de Urria hay una desviación a El Coto). Cerca de La Peral está la aldea o braña de Llamardal, en la subida a Santa María del Puerto (por la AS-227).

Fuente visitada:
descubreasturias.com

lunes, 16 de abril de 2012

EL AGUA EN LA MITOLOGÍA


La XANA es, sin duda, el personaje mitológico astur que mantiene un vínculo más estrecho con el agua. Esta ninfa menuda, repartida por toda la región, habita en las cercanías de los ríos, pozos y fuentes; derivando de su supuesta presencia multitud de topónimos.
Los relatos las presentan como tejedoras que elaboran sus telas con madejas de oro, metal del que también suelen ser sus cabellos. Este mismo material precioso constituye gran parte de su ajuar-desde peines a bolos, pasando por gallinas con polluelos igualmente de oro-, sin faltar auténticos tesoros en forma de alhajas.
Encantadas algunas, peligrosas todas por su afición a cambiar a sus retoños-los XANINOS-por los de las campesinas para que estas los amamanten, celosas de sus bienes que exigen vehementemente cuando les son hurtados, habitualmente visibles en las fuentes las mañanas de San Xuan y generosas con sus benefactores y con quienes se prestan a hacerles favores, constituyen uno de los seres mitológicos más queridos.

Alberto Álvarez Peña da fe de testimonios que recuerdan la existencia de XANES en la FONTICA y en la fuente de VILLAMANÍN, en Somió. En ambos casos quien se encuentre con ellas y busque recompensa debe recordar que es preceptivo decirles: (“Xana, Xaneta dame la tu riqueza y toma la mió pobreza…”)

La SIRENA o SERENA, de agua dulce, al igual que las marinas, se trata de mujeres con medio cuerpo de pez, que habitan en pozos y ríos. En determinadas zonas se las tiene por culpables de los ahogamientos que allí se producen, entendiéndolos como tributos o trofeos que se cobran las aguas mediante su mediación.
Más temible es la figura del CUÉLEBRE, culebra macho hipertrófica convertida en dragón alado, presente también en muchos lagos, cuevas y ríos por los que puede llegar al mar. Guardián habitual de tesoros y XANES, su furia sólo se doblega mediante ofrendas en especie que, de no cumplimentar debidamente, le llevan a embalsar ríos e inundar pueblos, arrasar cosechas y atacar ganados.

Sin duda es la noche de San Xuan cuando más significado cobra el agua. Coger la “FLOR DEL AGUA”, esto es, ser el primero en beber de un manantial pasada la media noche, implica recibir diversos poderes curativos y benéficos. También en el agua cogida en un vaso a media noche de S. Xuan, en la que se rompa un huevo puesto por una gallina negra, puede verse al alba bien el dibujo de un barco o bien la forma de un ataúd, signos que revelan el pujante o funesto destino que nos espera para el próximo año. Es cuando también se “ENRAMEN LES FUENTES”, en parte por quienes dejan un ramo para indicar que ya se cogió de ella la “FLOR DEL AGUA”.
Dentro de los múltiples usos medicinales del agua, propios de la tradición asturiana, existen diversas fórmulas de adición de sustancias que le confieren valor terapéutico. Agua en la que se cuece la espina de una culebra, cura la sarna, el reuma y hasta puede sanar tullidos; la disolución de ceniza es útil para los cólicos o el dolor de cabeza al igual que resulta benéfica aquélla en la que se haya sumergido un hierro candente.

Fórmulas y conjuros más complejos sirven para evitar el mal de ojo-el habitual sistema de pasar el agua-para potabilizarla-la más acostumbrada era hacer tres veces la señal de la cruz sobre el recipiente o recitar: Jesucristo me dio el vino/ Santa María me dio el agua:/ Si tien dalguna gafura/ De tres soplíos se me vaya-, o para imponderables como la caza de marido, según recuerda el dicho popular respecto a una fuente ubicada bajo la gruta de Covadonga, de que la moza que d´ella bebe n´el añu se casa.

:: aguas del Casaño from Juanjo Alonso on Vimeo.



Fuente visitada.
La Ciudad del Agua.- Héctor Blanco

sábado, 14 de abril de 2012

LA PRODUCCIÓN DE LA SIDRA EN LA LITERATURA


El proceso de fabricación de la sidra ha quedado lo suficientemente reflejado en los documentos literarios. Entre los testimonios destaca el de A. Palacio Valdés, que de manera sintética refleja todo el proceso de elaboración de la sidra en LA ALDEA PERDIDA:
("Pero Entralgo era celebrado en todo el país por sus bellas, frondosas pomaradas. La fabricación de sidra era aquí un asunto de capital interés. Primero se recoge la manzana de los ärboles, y en esta tarea no hay quien aventaje a las zagalas. Nadie desprende con más cuidado el fruto y lo coloca con delicadeza en su delantal, ni distingue con más fina perspicacia la reineta del repinaldo, el balsaín de la balvona, ni sabe cantar mientras trabaja coplas más divertidas, ni retoza con tanta gracia, ni ríe de mejor gana, ni muestra al reír unos labios más rojos, unos dientes más blancos...

¡Ea!, ya está formado el montón. Se guarda unos días a que "siente el fruto", y mientras tanto, bárrese el lagar, se revisa y arregla la prensa, la viga, el huso, friéganse los toneles y barricas, y se renuevan los arcos que se han perdido. Un grato aroma de manzana madura se esparce por todo el lugar. Llegado el momento de pisarla, Regalado envía recado a Nolo de la Braña y Jacinto de Fresnedo, hijos de sus primos Pancho y Telesforo, avisa a algunos inteligentes labradores de Canzana.
Y ayudado de Quino, Bartolo y otros mozos de Entralgo se comienza solemnemente la fabricación de la sidra. Los mozos, empuñando sendos mazos, machacan el fragante fruto en los duernos de madera. Después de machacado se transporta a la prensa, y cuando hay bastante, se oprime.

Mientras dura esta faena no cesan los cánticos y las bromas. El grande y oscuro lagar dormido, despierta y retumba con risas y gritos").
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Sobre la recogida y el almacenamiento de la manzana A. Camín ha dejado un magnifico testimonio:

("Después de la recogida de la manzana: Una que es la sidrera, puede tirarse con un palo o sacudiendo de abajo arriba el pomar. El suelo se llena materialmente de manzanas y repica la tierra como un tambor. Muchas de ellas amarillas, encarnadas, ruedan hasta los bardales, saltan hasta el regato. Pero la otra, la de mesa, llamada de cuchillo, peramingan o reineta, ha de tomarse del árbol con la mano, la cesta al brazo y como si dieran huevos en las ramas. Estas son las que se guardan, aroman el hórreo y la casa durante el invierno o se venden para guardar. Mientras que uno sube al pomar y va cogiendo la manzana, una muchacha o una moza se quedan abajo para agarrar el cesto y colocar las manzanas en la medida, si es que son para la venta. Inclusive la sidrera se pone en la medida. La medida es cuadrada, como una artesa, más corta, hecha de ex profeso, y por ella se sabe la cantidad de manzana que dan un año y otro las pomaradas.

La manzana de mesa se guarda en casa, se pone entre hierba a madurar, se conserva y preserva de la humedad y de los fríos del invierno, la sidrera va al lagar de casa o de fuera.

Por allí tenían lagar propio los Trabancos, Lin de Pondal y Pepón de la Abadía. Yo también le di al torno y ayudé a pisar la manzana. Vi correr la sidra del duerno.
Del duerno va a las pipas y a los toneles. Allí se guarda hasta que llega la hora de espitarla, de venderla para afuera o de beberla en casa, entre amigos de la villa y labradores del concejo").

Fuente visitada.
Las Representaciones de la Sidra. Luis Benito García Álvarez.

viernes, 13 de abril de 2012

"IROBA" - MONTE AREO


El Monte Areo, situado en el conceyu de Carreño, es un territorio funerario neolítico correspondiente a los milenios V a III antes de nuestra era.
Fue catalogado por primera vez en 1801 por el historiador candasín Carlos González de Posada y Menéndez aunque el yacimiento ya era de sobra conocido por los paisanos del contorno que atribuían los túmulos a tumbas de los moros, y decían que en uno de ellos estaba enterrada una gallina con su pollerada, toda de oro, y muchos intentaban encontrarla lo que ocasionó el expolio de algunos túmulos. Una leyenda local, actualmente casi olvidada habla de un mendigo que pidió albergue a una familia de Valle. De noche, mientras el hombre de la casa atendía al ganado, sorprendió al mendigo mirando al Monte Areo, por aquel entonces llamado Iroba, y diciendo: “Monte Iroba, Monte Iroba, tierra rica y xente boba”. Al preguntarle el porqué de aquellas palabras, el mendigo explicó que bajo uno de los túmulos había un tesoro compuesto por una gallina, doce polluelos y doce barras, todo de oro. Además explicó que él solo no podía buscar el tesoro, así que bajo sus indicaciones hallaron el tesoro. La familia pobre de Valle pasó a ser muy rica, compró grandes extensiones de tierra y construyó dos palacios que todavía existen, uno en Valle y otro en Candás, en este último existía una capilla adosada conocida como “La capilla de los doce”, donde hicieron pintar en los dos laterales del altar una gallina, doce polluelos y doce barras. Sus descendientes llegaron a ser “Señores de Pendón y Caldera” pero por reveses de la historia fueron perdiendo sus riquezas, los palacios pasaron a otras manos y el altar de la Capilla de los Doce fue totalmente retocado, desapareciendo las alusiones al mítico tesoro hallado en los dólmenes del Monte Areo.

Fuente visitada.
Revista fusionasturias.com

jueves, 12 de abril de 2012

LA TORRE DE LA CATEDRAL EN "LA REGENTA"


El catedrático Leopoldo Alas, pese a que "le nacieron" en Zamora, es una representación insuperada del espíritu ovetense, no solo por él, sino porque, gracias a él, los ovetenses son más ovetenses. Éste es un país de extremosidades, y una vez más lo ha demostrado con "LA REGENTA" novela que produjo malestar, y hasta polémicas (el famoso enfrentamiento entre Clarín y el obispo fray Ramón Martínez Vigil, que se resolvió en una respetuosa relación entre ambos), para caer posteriormente en el olvido. Lamentaba Azorín, uno de los pocos que permaneció fiel a Alas cuando nadie se acordaba de él, que en otro país con mayor atención hacia la literatura, Alas sería un escritor más considerado, pero supongo que no contaba con que lo fuera tanto como empezó a serlo a partir de la decada de los sesenta, en que una edición popular de "LA REGENTA" redescubrió, o descubrió por completo, la gran novela decimonónica a los lectores españoles.

La "REGENTA" es ahora algo tan de Oviedo como la torre de la catedral, el Naranco, la Escandalera. Es inconcebible escribir sobre Clarín sin mencionar "LA REGENTA", y sobre la "REGENTA" sin mencionar Oviedo.
Las descripciones de Vetusta en "LA REGENTA" son de sobra conocidas. No podríamos omitir, el famoso arranque de la novela:

("La heroica ciudad dormía la siesta. El viento del sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que se hiban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas migajas de la basura, aquellas sobras de todo se juntaban en un montón, parábanse como dormidas en momentos y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegados a las esquinas, y había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días, o para años en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo.

Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacia la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana del coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la santa basílica. La torre de la catedral, poema romántico en piedra, delicado himno, de dulces líneas de belleza muda y perenne, era obra del siglo dieciséis, aunque antes comenzada, de estilo gótico, pero cabe decir, moderado por un instinto de prudencia y armonía que modificaba las vulgares exageraciones de esta arquitectura. La vista no se fatigaba contemplando horas y horas aquel índice de piedra que señalaba al cielo; no era una de esas torres cuya aguja se quiebra de sutil, más flacas que esbeltas, amaneradas, como señoritas cursis que aprietan demasiado el corsé sin perder nada de su espiritual grandeza, y hasta sus segundos corredores, elegante balaustrada, subía como fuerte castillo, lanzándose desde allí en pirámide de ángulo gracioso, inimitable en sus medidas y proporciones. Como haz de músculos y nervios la piedra enroscándose en la piedra trepaba a la altura, haciendo equilibrios de acróbata en el aire; y como prodigio de juegos malabares, en una punta de caliza se mantenía, cual imantada, una bola grande de bronce dorado, y encima otra más pequeña, y sobre ésta una cruz de hierro que acababa en pararrayos.

Cuando en las grandes solemnidades el cabildo mandaba iluminar la torre con faroles de papel y vasos de colores, parecía bien, destacándose en las tinieblas, aquella romántica mole; pero perdía con estas galas la inefable elegancia de su perfil y tomaba los contornos de una enorme botella de champaña. Mejor era contemplarla en clara noche de luna, resaltando en un cielo puro, rodeada de estrellas que parecían su aureola, doblándose en plieges de luz y sombra, fantasma grande que velaba por la ciudad pequeña y negruzca que dormía a sus pies").

Fuente visitada.
Oviedo En Los Libros.
José Ignacio Gracia Noriega

martes, 10 de abril de 2012

DESDE LOS LOS PICOS DE EUROPA



Desde el alto de Acebal o Los Carriles, se divisan extraordinarias panorámicas de los Picos de Europa y costa llanisca.
Los Picos de Europa, ahora importante y extenso parque nacional (el mayor de España), son un sistema montañoso de roca caliza, que está perfectamente delimitado y definido del resto de la Cordillera Cantábrica. Ese núcleo orográfico tiene una poderosa y accidentada configuración y sus aguas van todas al Norte, al Mar Cantábrico. Fueron los marinos los que, al llegar cerca de las costas de Ribadesella y Llanes, los empezaron a denominar con ese nombre... Son peñas, picos y torres desnudas, surcadas por ríos que forman grandes desfiladeros. En ellos hay numerosos "jous" y depresiones del terreno, así como dolinas, o cuencos de origen glaciar, que a veces constituyen pequeños o grandes lagos. También cuentan con amplias vegas y majadas. Así como restos de bosques de especies autóctonas, donde la fauna es numerosa, tanto en los altos riscos (rebecos, águilas y buitres), como en los profundos valles (zorros, mustélidos y jabalíes), en los espesos bosques (urogallos, corzos y venados) o en ríos y lagos (patos salvajes, garzas, truchas o salmones). Así como ganado doméstico; aunque el pastoreo y la ganadería en general está disminuyendo, por la mala política que se sigue desde aquí y desde fuera, según afirman los sufridos lugareños. ¡No se mira nada para el campo!, aseguran.

En el macizo occidental de esas montañas se ubicó durante 77 años el otrora Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, el primero de los espacios naturales españoles que, con marcada protección oficial, fue decretado por ley en 1918. Su superficie era de unas 17.000 hectáreas. Ese parque nacional fue absorbido de forma muy particular por el nuevo Parque Nacional de los Picos de Europa, creado en la primavera de 1995; y paso a tener 70.000 hectáreas. Actualmente el parque nacional depende del Ministerio de Medio Ambiente, como ocurre con los otros espacios similares españoles; y comprende tierras de Asturias, León y Cantabria, asentadas en los tres macizos de este sistema montañoso.

Los Picos de Europa siempre fueron considerados sagrados. Ya desde la época de los celtas, que veneraban a los elementos naturales y aquí tenían el "Dios Vindius". Después los romanos trazaron muchas vías de acceso. Luego Pelayo y su famosa victoria contra el ejército musulmán (gracias a la acción divina, personificada en La Santina de Covadonga) terminó por consagrarlo como el más importante símbolo religioso y cultural de Asturias.
Desde el mirador del alto Acebal se puede ver bien su cumbre más emblemática, el Picu Urriellu o Naranjo de Bulnes, así como la cota más elevada, la Torre de Cerredo (Torrecerreu) de 2.648 metros, que es la mayor altitud de los Picos de Europa; y también de Asturias y Cornisa Cantábrica.
Fue un acierto que, para ver estas montañas, se construyese un mirador en la Sierra Plana de San Jorge (o San Xurde) desde donde, en día despejado, se produce un bello y maravilloso placer a todo el que las contempla.



Fuente visitada.
descubreasturias.com

lunes, 9 de abril de 2012

EL ACANTILADO DEL CABO PEÑAS



Cualquier lugar de la Tierra se determina con dos números, su latitud y su longitud. Los números del Cabo Peñas son estos: 43º 39.4′ Norte ; 5º 50.8′ Oeste. Frías coordenadas que, sin embargo, ya nos indican un cosa a tener muy en cuenta: nos encontramos en el punto más septentrional de Asturias. Más al norte imposible. Lo que los números no delimitan es el vértigo y el abismo que convoca uno de los cabos más impresionantes de la geografía española. Todo el mundo se asoma, algunos hasta temerariamente, pero no es para menos, la ocasión no se puede dejar escapar.
Son más de 100 metros sobre el nivel del mar, una experiencia excepcional en un acantilado tan afilado que parece la proa de un trasatlántico gigante. El crucero al que nos invita el Cabo Peñas no es cualquier cosa, los vientos azotan, nos traen el mar con toda su rabia, y sobre nuestras cabezas vuelan las gaviotas. El oleaje se parte a la mitad contra la proa de nuestra nave imaginaria que en realidad es una coraza saliente y poderosa de la misma tierra. El mar se escinde contra el mascarón de proa; una figura cuarcítica, abstracta y geométrica. Misteriosa también.

Geográficamente el Cabo Peñas se encuentra en la zona central de la costa asturiana, entre Gijón y Avilés, en el municipio de Gozón. La superficie real de este saliente, a vista de satélite, es de 19,2 km2 y contiene toda una serie de compartimentos estancos plenamente naturales; hasta el punto de tratarse de un espacio protegido, principalmente a nivel biológico por su importancia como hábitat de aves marinas y otras especies migratorias. Se hallan aquí también todas las variedades de brezo existentes en la región, así como relevantes formaciones geológicas. Hacia el interior, a babor, el relieve es muy poco pronunciado, con valles fluviales de poca entidad que han permitido que esta península llana no haya sido consumida ni arrinconada por el agua terrestre. De esta forma también mantiene altura y personalidad propia frente al Cantábrico. El Paisaje en derredor se alcanza con un golpe de vista, y en un día despejado se puede divisar los pliegues constantes de la costa central de Asturias hasta localizaciones francamente lejanas. Desde la cruz y buzón de cumbres, en lo alto de La Gaviera (94 ms.), la pica más septentrional de todo el cabo, podemos vislumbrar el Cabo Vidío e incluso el Cabo Busto hacia el oeste (a 100 Kms. de distancia, en el municipio de Luarca); y al este, la Punta del Castro, Punta de la Narvata, Punta el Paguión, Punta la Vaca, llegando la vista hasta la Punta Tazones (a unos 60 Kms, en Villaviciosa).

El Espacio propio del Cabo Peñas recoge principalmente acantilados y playas con valiosos sistemas dunares, destacando de oeste a este: el arenal de Xagó, la playa de Portezuelos, la de Verdicio, la de Ferrero, la de Llumeres o la de Bañugues. También se incluye el islote de La Erbosa, el de mayor tamaño del litoral asturiano tras el de la Isla de Deva.
El cabo está Coronado por el Faro de Peñas, el más importante y de más alcance del litoral asturiano. Da luz desde 1852 y es una guía básica de los marineros norteños. Con buen tiempo el haz de luz alcanza las 41 millas, con bruma las nada desdeñosas 18 millas. Con anterioridad a 1852 se señalizaba con fuego, quemando troncos en una pantalla de piedras que iluminaba la noche en Peñas e indicaban el camino de casa a los marineros. Retrotarerse en el tiempo e imaginar una señalización tan primitiva, nos permite imaginar una navegación realmente cruel, dura en prácticamente todas las condiciones. Qué no pensarían los marinos al ver de cerca, de repente, la mole de este cabo que ya nos sobrecoge plenamente a nosotros. Y eso que estamos sobre él, con los pies en el suelo y sin sufrir las marejadas.

("Información de interés de El Cabo Peñas:
Accedemos al cabo desde Avilés por la Comarcal AS-238 hasta Luanco. Desde Gijón por la Regional AS-19, hasta El Otero, y luego por la Comarcal AS-239 hasta Luanco.

En el concejo de Gozón podemos optar por acercarnos al Cabo a pie gracias a la Senda del Cabo Peñas (PR-AS-25), bien señalizada, que transcurre a través de esta rasa costera, muy cerca del borde del mar. Recorriendo por el Oeste de Peñas las parroquias de: Laviana, Podes, Verdicio y Viodo. Por el Este de Peñas: Bañugues, Heres y Luanco").

Fuente visitada.
desdeasturias.com

sábado, 7 de abril de 2012

EL AGUA EN GIJÓN


Hasta el 22 de marzo de 1.890, momento en el que comienzan a efectuarse las primeras acometidas domiciliarias de la traída de Llantones, el ir por agua a la fuente era actividad cotidiana, e incluso profesión. A parte de ser una de las labores propia de la servidumbre femenina, o del ama de casa en la mayoría de los hogares modestos, queda constancia del servicio de aguadoras que traían a los domicilios gijoneses más pudientes el producto de los manantiales de la periferia urbana en pipas cargadas a lomos de burros, actividad aún en práctica a finales del siglo XIX.
En todo caso, “ferraes” primero y calderos después-más el obligado rodete para la cabeza-, fueron los aperos básicos para esta labor; mientras la visita al lavadero, tarea para la que también existían lavanderas de pago, se hacía con el “baño” “barcal” o barreño de chapa o metal esmaltado, la tabla de lavar y el jabón, más, claro está, la propia colada.
Algunos domicilios gijoneses conocieron, a partir del 22 de marzo de 1.890, la implantación de dos elementos que en este momento suponían una acusada novedad: el grifo y el contador.


EL OCASO DE LAS FUENTES URBANAS.

(“Como co´l agua Llantones
Ya nun habrá mas ferráes,
Tan lloques de contentes
Les ames y les criáes”)

Esta copla popular muestra claramente cómo el inicio del servicio de agua a domicilio implicó el ocaso de las fuentes públicas urbanas.
De la serie de fuentes históricas gijonesas, la primera en desaparecer fue la de La Barquera, con motivo de la construcción del monumento a Pelayo en 1.891, si bien esta incluyó en su base una fuente de adorno. La fuente de San Lorenzo fue eliminada, poco después, por la construcción del mercado del Adobo, mientras la Fuente Vieja desaparece definitivamente de la plaza del Seis de Agosto en 1.898, derivándose su caudal directamente al alcantarillado.
Según un informe de la Comisión Municipal de Aguas fechado en 1.901, 23 fuentes públicas abastecen a casi 19.000 vecinos del casco urbano; número que –ya en 1.912- parece quedar reducido dentro de esta zona a las fuentes del Carmen, Capua y Contracay.
La del Carmen parece que es la última en desaparecer, haciéndolo en una mañana de mediados de diciembre de 1.926 tras ser arrollada por el vehículo de un vecino de Avilés, dejando totalmente inservible el bombillo al que había quedado reducida.



EL AGUADOR OFICIO DE ASTURIANOS.
El oficio de aguador constituyó casi un auténtico monopolio de los emigrantes asturianos que se instalan en la villa y Corte.
Se calcula que unos 900 de ellos aún ejercían este oficio en la primera mitad del siglo XIX, y múltiples grabados nos dejan constancia de que llegaron a convertirse en uno de los tipos populares de la ciudad. Según escribe Pío Baroja:
Daban cierto aire campesino a las calles de Madrid. Eran casi todos asturianos. Vestían calzón corto, con un trozo de cuero rectangular sobre el muslo, para apoyar la cuba, siempre mojada, antes de subirla al hombro. La chaqueta era pequeña y llevaban la cabeza cubierta con una montera.
La traída de aguas de Lozoya, inaugurada en 1.858, fue el comienzo del fin de este oficio.

Fuente visitada.
La Ciudad del Agua. (Historia del abastecimiento público de agua de Gijón).
HÉCTOR BLANCO.

jueves, 5 de abril de 2012

UN DULCE RECUERDO


Recordatorios candasinos. Díaz y Paz dos fotógrafos que hicieron de su profesión su vida y que gracias a ellos conocemos un poco mejor nuestro pasado y que formaron parte de la vida de este pueblo.



GRACIAS JOSE ANTONIO.

miércoles, 4 de abril de 2012

LA TORRE DE LA CATEDRAL



El diseño inicial del pórtico se remataba con dos torres, de las cuales finalmente se decidió por la construcción de sólo una.

La construcción de la torre de estilo gótico y renacentista se inicia en 1508 bajo la dirección de Rodrigo Gil de Hontañón sobre planos de Juan de Badajoz y se finaliza en 1587. Durante su construcción también colaboraron en mayor o menor forma Pedro de Buyeres, Pedro de la Tijera y Juan de Cerecedo.

Con una altura de 80 metros está dividida en cinco cuerpos que van disminuyendo en tamaño según se asciende. La torre se inicia integrada al pórtico sobre los cuatro pilares que forman la arcada. Se remata con un templete formado por torres cilíndricas que finalizan en la flecha del pináculo.

En la torre podemos encontrar un reloj en el segundo piso, en el último piso el escudo del obispo de Oviedo Cristóbal Rojas Sandoval que ostentaba el cargo a la finalización de la torre y en cada sección una ventana con mainel que sostienen trenzados ojivales de piedra.

Torre famosa en la literatura española del siglo XIX pues es una de las protagonistas inertes de la novela de Leopoldo Alas «Clarín» La Regenta. Desde su altura y con ayuda de un catalejo, vigilaba la ciudad Don Fermín de Pas, el Magistral.
El Campanario
La sala de campanas de la torre contiene a la Santa Cruz (fundida en 1539 con un peso de 1384 kilos), Santa Bárbara (1818 y 116 kilos), el Esquilón (1678 y 481 kilos de peso) y la más importante de todas ellas, Wamba. Destaca además de las campanas el mecanismo que también es antiguo.

Otras campanas situadas en las salas de campanas son:

Timbal 2º: Fundida en bronce en 1893 por José Sota tiene un diámetro de 52 cm, una altura de bronce de 40 y un peso de 81 kilos.
Timbal 1º: Fundida en bronce en 1830 tiene un diámetro de 54 cm una altura de bronce de 47 cm y un peso de 91 kilos.
De posar: Fundida en bronce en 1817 por José de Venero, tiene un diámetro de 78 cm, una altura de bronce de 70 cm un borde de 7 y un peso de 275 kilos.
La Campana Wamba fue fundida en 1219 y es la campana más antigua en funcionamiento en España. Su creación se remonta a la basílica anterior a la iglesia gótica actual. Sigue en activo dando el toque de las horas a pesar de estar rajada, circunstancia que merma su sonido. Encargada por el canónigo de la catedral Pedro Peláez Cabeza en 1219 bajo el mandato del obispo Juan González está hecha en bronce con un peso de 833 kilogramos, un diámetro de 130 cm, una altura de bronce de 105 cm y un borde 13 cm.

Fuente visitada.
asturnatura.com

lunes, 2 de abril de 2012

LA RELIGIOSIDAD POPULAR


Las comunidades rurales de Asturias, como sucede en casi todas las sociedades rurales de orden cíclico, eran profundamente religiosas, de manera que su cultura estaba mediatizada por ritos de signo muy diverso. El desamparo en el que se encontraban, tanto la gente como sus animales y cosechas, los temores infundados y transmitidos de generación en generación, la labor de los clérigos, la escasa información y el aislamiento, el subdesarrollo económico y tecnológico, serían algunas de las razones que fomentaban y alimentaban la religiosidad y los ritos populares. En las sociedades rurales tradicionales había tres espacios en los que aparecía lo religioso. En el económico en forma de rogativas, conjuros, bendiciones. Desde que la planta brotaba de la tierra, la religión la acompañaba. Era la religión instrumental. En el social con las cofradías, las fiestas. La religión acompañaba el ritmo individual o familiar. Era la religión purificadora. En el espacial creando lugares liminares entre lo profano y lo sagrado. Desde la primavera hasta principios del otoño, y también en multitud de ocasiones menores en las que estaban en juego intereses económicos de la familia. Todas estas expresiones rituales y religiosas podrían clasificarse en tres grupos: rogativas, ofrendas y conjuros. De cualquier manera, parece que existía un denominador común en todos ellos, los ritos trataban de ayudar a la naturaleza y a los productos naturales a que cumpliesen su cometido.

A lo largo del año, se solían celebrar algunas rogativas para recordar al cielo su obligación de germinar las plantas y llevar a buen término las cosechas. Estas rogativas eran ritos de carácter religioso, presididos por el sacerdote, y consistían en el canto, o simplemente las letanías de todos los santos. Se celebraban en el interior del templo y también en el exterior a través de los campos. Cuando se hacía en el exterior, salía el sacerdote revestido, tres monaguillos y detrás todos los asistentes. Las rogativas más comunes eran las que imploraban la lluvia. La comitiva se detenía de vez en cuando y el sacerdote asperjaba los campos con el hisopo, un gesto de magia simpática, pues parecía imitar a la lluvia que debía caer sobre la tierra.

Por otra parte, a lo largo del año también, coincidiendo con determinadas épocas-fiesta en honor de un santo, recogida de cosechas, época de siembra-, las casas de Asturias solían hacer a los santos de su devoción-San Antonio, Santa Rita, la Virgen, San Isidro-ofrendas de productos valiosos-lacones, morcillas, pollos, pan, “panoyas” de maíz y hasta riestras, mantecas-, significando o rogando así que el santo protegiese al animal o llevase a buen término el producto del que procedía la ofrenda-la vaca, el cerdo, las gallinas, el trigo, la escanda, el maíz-El simbolismo de la ofrenda era bien claro: le damos una parte al cielo para que nos proteja el todo.

Finalmente, a lo largo también del ciclo anual, la casa, a través del sacerdote, realizaban gran número de conjuros a los santos o ritos para la protección de sus bienes. Estos conjuros combinaban diferentes elementos: la palabra y el gesto con sustancias naturales enculturizadas. Así, en abril el ama iba a las tierras de pan y pronunciaba algunas fórmulas, mientras esparcía agua bendita.


(“Salí, sapus ya mundicia, qu´ahí vus vei l´agua bendita
Salí sapus ya toupus pa las tierras de lus outros
Marcha ratu, marcha ratu, ya toda la comisión
Qu´aquí vus traigo l´agua del Sábado de Pasión")


Clavando un ramo de laurel en la tierra, todo ello bendecido el día de Ramos, el Sábado Santo. Con ello trataba de defender al fruto de las tormentas y de las pestes. Esto mismo hacía también en las cuadras para defender a los animales domésticos de cualquier mal. Cuando había tormenta, el ama de casa quemaba ramos de laurel bendito en el fuego doméstico para ahuyentar el rayo y sacaba la “pala´l pan y el traedor” a la puerta de casa para evitar las riadas y el pedrisco que podían dañar la cosecha del pan. Cuando una mujer amasaba, además de la preparación casi ritual a que se sometía, en los momentos claves del proceso-usaba conjuros para conseguir una hornada abundante de buen pan, tales como cruces y oraciones. Igualmente sucedía cuando se preparaba la carne de la matanza. Asimismo, cuando se sembraba una cosecha, la persona que lo hacía, casi siempre el amo o el ama, se santiguaba y rogaba a los santos y a las ánimas que protegiesen y velasen la cosecha. Del mismo modo, en muchas zonas de Asturias se pintaban o grababan cruces en las puertas de las casas para defender a sus moradores de las brujas. Finalmente, cuando las vacas pasaban por un trance importante, como era el parto, se imploraba y se hacían promesas al santo protector para que “veniese pur bien” (pariese bien). Del mismo modo, cuando iban para los puertos, los vaqueiros de alzada realizaban ritos y colocaban objetos o amuletos al cuello en sus mejores animales para protegerlos.

Todo este patrimonio cultural que configura la casa tradicional asturiana, creado y perpetuado por ella misma, y que constituye la esencia más genuina de la identidad cultural de nuestra región, se encuentra en grave peligro, desde hace algunas décadas.

Fuente visitada:
La casa Asturiana: Una Estructura Económico Social - Adolfo García Martínez.