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miércoles, 16 de diciembre de 2015
EL INDIANO
Los indianos se convirtieron en líderes locales en la época del caciquismo (finales del XIX y comienzos del siglo XX), periodo en el que grandes contingentes de jóvenes, especialmente de regiones con fácil salida al mar, como Galicia, Asturias, Cantabria, el País Vasco, Cataluña y Canarias, se vieron obligados en esa época a lo que se denominaba hacer las Américas: emigrar en busca de una mejor fortuna en países iberoamericanos como Brasil, Cuba, Argentina, Uruguay, Chile Venezuela o México.
En algunos casos acudían reclamados por sus familiares ya establecidos en esos lugares, formándose negocios familiares de notable éxito. La mayor parte no tuvieron tanta fortuna, y no encontraron mejor destino en América que la pobreza de la que huían.
Los que lograron amasar verdaderas fortunas y decidieron volver años más tarde a sus lugares de origen, procuraban prestigiarse adquiriendo algún título de nobleza, comprando y restaurando antiguas casonas, o construyendo palacios de nueva planta, en un estilo colonial o ecléctico muy vistoso, que pasaron a llamarse "casonas" o "casas de indianos" (en algunas zonas, como la localidad asturiana de Somado, son particularmente abundantes).
A menudo incorporaban en sus jardines palmeras como símbolo de su aventura en tierras tropicales. También establecían su mecenazgo en instituciones de beneficencia o culturales, subvencionando la construcción de escuelas, iglesias y casa consistoriales, construyendo y arreglando carreteras, hospitales, asilos, traídas de agua y de luz eléctrica, etc.
La literatura y arte hizo referencia muchas veces a la historia de la emigración a América y al retorno de los indianos.
. Fuente visitada.
wikipedia.
sábado, 21 de febrero de 2015
MUERTE DE UN PALACIO (BERNALDO DE QUIRÓS- CARREÑO)
En la actualidad, la finca tiene una extensión aproximada de 70.000 m2 y está cercada con muro de mampostería. Los jardines, de gran riqueza botánica, están trazados según el gusto inglés y romántico, y poblados de árboles centenarios: entre ellos un gran pino que figura en varios cuadros del pintor Nicanor Piñole. Dispersos por el parque hay varios edificios auxiliares: establos, cocheras, casa de guardas y una torre palomar.
El edificio principal es de planta rectangular, cubierto a dos aguas y de cuatro alturas: semisótano, dos plantas nobles y desván. Éste se ilumina con dos pequeños balcones situados en los hastiales y con ventanas rebajadas que se abren bajo los amplios aleros, sostenidos por jabalcones y rematados en puntillas. Los vanos se distribuyen simétricamente por las fachadas, que están enlucidas y decoradas con molduras clasicistas en recercos e impostas.
La puerta principal se abre al este. Se accede a ella por una doble escalinata y queda protegida por un balcón de mucho vuelo, a modo de porche sostenido por dos columnillas de hierro fundido. Flanqueando este balcón, dos oquedades con mechinales delatan el lugar que ocuparon sendas piedras armeras: una ostentaba el escudo de Bernaldo de Quirós, con la leyenda «Después de Dios la casa de Quirós», y otra el de Carrió con la leyenda «El Noble linaje de los Carrió es de mucha antigüedad y nobles hidalgos».
Los escudos fueron retirados en 1995. Por el lado norte tiene adosada una capilla que comunica con el sótano y el bajo. De estilo neogótico, con graciosas ventanas geminadas ojivales, está dedicada a Nuestra Señora de los Dolores. Durante casi todo el siglo XIX albergó el cuerpo incorrupto de Santa Clementina, traído de Roma por el Cardenal Cienfuegos junto con la cabeza de San Justo, soldado y mártir romano, y otras valiosas reliquias que permanecieron en esta capilla hasta finales del XX. La planta principal del palacio se distribuye entre recibidor, tres salones, comedor, una amplia biblioteca, y el acceso a la parte superior de la capilla. Se conserva en buen estado la amplia escalera de madera.
A principios del XVIII la casa solar de Carrió pertenecía a Jerónimo de Carrió y Bernaldo de Quirós, nacido en ella a mediados del siglo anterior. Pertenecían a este señor los derechos de barcaje para cruzar el río Aboño, así como el patronato y presentación de la cercana iglesia parroquial de San Lorenzo, donde tenía derecho de sepultura y asiento preeminente con estrado. Casó con María de Miranda y ambos fueron enterrados en el pavimento del presbiterio, donde se conserva su lápida fechada en 1713.
Les sucedió su hijo José Jerónimo de Carrió y Miranda, y a éste su hija Bernarda Jacinta de Carrió y Argüelles, bautizada en dicha iglesia el 23 de agosto de 1744. Casó el 20 de agosto de 1775 en la capilla de San Juan Bautista de Carrió, ante el cura de San Lorenzo, con Rodrigo González de Cienfuegos y Velarde, VI conde de Marcel de Peñalba, hermano consanguíneo del Cardenal Francisco Javier de Cienfuegos y Jovellanos, Arzobispo de Sevilla. El Cardenal trajo de Roma las reliquias de Santa Clementina y San Justo y las instaló en la capilla del palacio. En 1786, los condes de Peñalba fueron anfitriones del reverendo Joseph Townsend, quien se refiere a esta finca como «una casa de campo que pertenece a la condesa, y no al conde, pues en España las propiedades de cada uno de los cónyuges se mantienen claramente diferenciadas».
Sucedió a los anteriores su hijo el Brigadier Juan Martín González de Cienfuegos y Carrió, VII Conde de Marcel de Peñalba, fallecido en 1854, que casó con Ana María de Navia Osorio y Cray Winkel, hija de los marqueses de Santa Cruz de Marcenado. Su hijo Ignacio Javier González de Cienfuegos y Navia Osorio, VIII conde de Marcel de Peñalba poseía la casa en 1878, y poco después la cedió a su hermano Rodrigo. Éste no tuvo hijos, y por su testamento legó el cuerpo de Santa Clementina a la iglesia de Santa María de Luanco. En 1896 sus sobrinos cumplieron la manda trasladando la reliquia a Luanco, donde recibió culto público durante 40 años, hasta que en 1936 fue profanada y destrozada por los marxistas.
Heredó la finca su sobrino Carlos Bernaldo de Quirós y Cienfuegos, hijo de José María Bernaldo de Quirós y Llanes, VI marqués de Campo Sagrado, y de Josefa de Cienfuegos y Navia Osorio. Este propietario reformó totalmente el palacio por los años 1880, y construyó las instalaciones ganaderas, dotadas de los últimos avances técnicos y que fueron inauguradas por la Reina Isabel II. Casó con María de Canga-Argüelles y López-Dóriga, hija del II conde de Canga-Argüelles y biznieta del hacendista y misnistro. Tuvieron doce hijos, entre ellos a José María, que heredó el palacio, a Carlos, que fue Alcalde de Carreño, y a Concepción Bernaldo de Quirós y Canga-Argüelles, que casó con el bibliófilo Roque Pidal y Bernaldo de Quirós, su primo carnal, último particular que poseyó el códice del Poema del Mío Cid.
José María Bernaldo de Quirós y Canga-Argüelles reformó de nuevo el palacio después de la Guerra, encargando el proyecto a Manuel del Busto. Y la última dueña hereditaria fue su hija Magdalena Bernaldo de Quirós y Sela, que lo enajenó en 1995 y falleció en Oviedo el 21 de marzo de 2002. Esta señora donó la cabeza de San Justo y las demás reliquias, imágenes y ajuar de la capilla a la iglesia de San Julián de Somió (Gijón).
El inmueble perteneció después a Hidroeléctrica del Cantábrico y actualmente es propiedad de la cementera Tudela-Veguín, del grupo Masaveu, que lo tiene en un lamentable estado de abandono.
La asociación Hispania Nostra para la defensa del patrimonio cultural español, presidida por S.M. la Reina y filial de Europa Nostra, denuncia que este palacio se encuentra «semiabandonado», «bastante deteriorado», y que «precisa una urgente reparación», por lo que lo ha incluido en su Lista roja de patrimonio en peligro, que «aspira a recoger aquellos elementos del Patrimonio Histórico español que se encuentren sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores».
Fuente visitada. es.wikipedia.org
sábado, 19 de enero de 2013
ARCHIVO DE INDIANOS-MUSEO DE LA EMIGRACIÓN
La fundación Archivo de Indianos-Museo de la Emigración, ubicado en la localidad de Colombres, en el concejo de Ribadedeva, es a buen seguro una muestra perpetua y muy completa de este pasado migratorio, en el que el visitante con interés descubrirá suficientes motivos para entender cómo numerosas edificaciones, incluso actos sociales y parte del folclore actual de Asturias son deudores de aquellas familias que cruzaron el charco.
La casa donde se ubica el archivo-museo fue construida por el que fuese emigrante a México Iñigo Noriega Laso, que volvió a su tierra cargado de dinero y con la intención de construir todo un recinto señorial en el quedase constancia de su fortuna.
El edificio data de 1906 y lleva el nombre de Quinta Guadalupe en honor de la esposa del fundador. Este palacete, un claro exponente de la arquitectura indiana, pasó sin embargo por varios usos antes de llegar al actual. Fue Casa de Reposo y Hospital de Sangre después de que su primer propietario falleciese en México. Más tarde, sería adquirido por el estado español y reconvertido en centro de Auxilio Social hasta 1986. Al año siguiente, por iniciativa del Principado de Asturias, Caja de Asturias y la Universidad de Oviedo, se destinó a sede de la Fundación Archivo de Indianos.
Su interior es absolutamente elocuente, habla por sí solo de una estética única, la indiana, que refuerza los sentidos con la solidez que aportan los mejores y más exóticos materiales de construcción. En esto eran muy perseverantes los indianos, llegándose a extremos de barcos cargados de madera cruzando el Atlántico por encargo, para construir una casa en Asturias con la madera más joven del trópico. En el museo se han reconstruido algunas dependencias con mobiliario de la época. El resto del edificio está ocupado por una exposición permanente sobre los distintos aspectos de la emigración: desde billetes que hablan de la salida de los emigrantes y los puertos de destino, hasta los grandes centros sociales de la emigración española que hoy en día tienen una gran actividad y que surgieron décadas después de que se adquiriesen aquellos billetes, y no con poco esfuerzo, por una buena parte de la clase campesina de Asturias. De esta forma, los recuerdos y objetos de aquella partida tienen tanto peso como el sentido de morriña que marcó al asturiano emigrante durante décadas en su exilio.
La fundación posee una biblioteca especializada y un importante archivo documental sobre los centros asturianos de México, Buenos Aires, Cuba y otros centros y sociedades asturianas y españolas en América. En su labor de investigación y documentación se preocupa por ser fiel a los motivos y las circunstancias que marcaron el viaje de ida, la estancia y la vuelta, y persigue la creación de una gran base de datos capaz, a su vez, de generar investigaciones de múltiple signo, relacionadas con la emigración a América durante los siglos XIX y XX.
Pasear por la casa es como pasear por la historia y el sentimiento de nostalgia de muchos. No faltan referentes historiográficos que contrastan esta primera impresión. La Fundación cuenta con un salón de actos que anualmente convoca a una serie de estudiosos del tema. De sus reuniones han salido ya numerosas consideraciones de peso y conclusiones sin margen de error, en muchos casos casi obvios pero con el respaldo preciso de datos y hechos.
Se sabe, por ejemplo, que la emigración asturiana fue más tardía que la del resto de Europa. Se comenzó a emigrar de forma notoria a comienzos del siglo XX, mientras que los flujos migratorios desde Europa ya se producían a lo largo del XIX y antes. Otra nota característica es la predilección de los asturianos, al igual que los españoles en general, por los países americanos, con la exclusión de los Estados Unidos, lugar que eligieron italianos, ingleses y alemanes en su mayoría, pero nunca los españoles como primer destino, pues tenían enormes trabas legales para instalarse allí. En su contra se palpaba toda una legislación que les marginaba y no alentaba el viaje a esas tierras. Hay que tener en cuenta, claro está, que España acababa de tener un conflicto bélico con los estadounidenses.
El grueso de los que se iban estaba formado por gente joven y solteros. También, y en general como en el conjunto del estado, se trata de una emigración en la que existe una mayor proporción de personas que pagan sus pasajes de forma más o menos voluntaria, bien con medios propios o sufragados por empresas o familiares de los lugares de destino. El emigrante siempre contaba con el respaldo de una familia, de unos parientes, que le invitaban y colaboraban económicamente en la emigración. En otros países, al contrario, se daban más los agentes de reclutamiento que enrolaban a la gente de pocos recursos y prácticamente les obligaban a emigrar.
Se sabe también que la expresión “hacer las américas” traduce la impresión, por parte de los que se quedan, de que los que se han ido han mejorado económicamente, de que han aprovechado las circunstancias de esos países al máximo. También es cierto que hay que combatir la idea de que todos tuvieron éxito en su viaje. No todos lo lograron, pero sí una mayoría, y esto se mide en las regiones de origen donde el prestigio de los retornados, los indianos, fue muy alto.
Esta circunstancia se puede observar sin ir más lejos en la localidad de Colombres, donde se encuentra el Archivo, pues se respira incluso un aire latinoamericano, con un ayuntamiento y una plaza circular que bien podría ser la réplica de un espacio público mexicano.
fuente visitada. desdeasturias.com
lunes, 22 de octubre de 2012
EL CASTILLO DE PRIORO-BALNEARIO DE LAS CALDAS
Situado en una colina sobre el valle del Nalón, es una almenada fortaleza de leyenda, con dos altivas torres flanqueándola, semioculta por la arboleda y rodeada por el río Gafo.
Sirvió, como refugio al noble insurrecto Gonzalo Peláez. Fermín Canella (El Libro de Oviedo, Oviedo, 1887) escribe respecto de él: «Se levanta en el término de esta parroquia San Juan de Priorio el castillo de Priorio, que pertenecía a la Mitra de Oviedo. Siguió siempre perteneciendo a los prelados ovetenses, y, en 1381, García Alvarez de Palomar, rindió pleito-homenaje, como alcalde del castillo, al obispo don Gutierre».
Leyenda-
Arrastra una leyenda: los desgraciados amores de Irene, hija de Rodrigo, señor de Priorio y dueño del castillo, con un paje, Pablo. Enterado el padre de la fémina de tal circunstancia, atacó con su espada a Pablo, quien, al verse acosado, se defendió y mató a su amo. Irene lo maldijo por eso; entonces, Pablo, desesperado, se arrojó al río. Según cuentan los más viejos del lugar, una roca todavía aparece manchada con sangre de Rodrigo.
("La fortaleza de Priorio, asentada sobre una pequeña colina rodeada por el río Gafo, ha pasado por muchas manos hasta llegar a las de la familia Quijano -los nombres de todos sus dueños están inscritos en una lápida, en uno de sus muros- y su legendaria historia enlaza con el reinado de Alfonso II, que fue quien construyó un primer fuerte en el que, según cuentan, se refugió huyendo de las huestes de Hixem I a finales del siglo VIII; pero el edificio actual poco tiene que ver con aquel fortín") ***************************************************
BALNEARIO.
En Las Caldas, pueblo de la parroquia de San Juan de Priorio en Oviedo.
A la izquierda del río Gafo, en una cueva, formada por calizas del carbonífero, brotan unas aguas que en el siglo XVII fueron analizadas por varios médicos y químicos que les dieron la categoría de termales azoadas y bicarbonatadas, con un ligero sabor salino y que llegan a alcanzar una temperatura de 43º. Ya eran conocidas desde tiempos prerromanos.
Sus cualidades terapéuticas, recomendadas para reumatismos, gota, pulmonías, etc., llevaron a la Junta General del Principado en 1772 a construir una Casa de Baños en Las Caldas. El proyecto se encargó a Ventura Rodríguez y las obras, finalizadas en 1776, las llevó a cabo el arquitecto Manuel Reguera González. Posteriormente, la antigua Casa de Baños fue comprada por José González Alegre en 1860 quien hizo una serie de ampliaciones y reformas dando lugar al balneario que hoy conocemos.
El edificio original, la Casa de Baños, es de planta de medio ovalo y se prolonga en dos alas laterales de tramo recto. Inicialmente constaba de dos pisos pero en 1863 se construyó un tercero. Éstos están separados por hiladas de sillería. Aquí estaba la fuente neoclásica, en el centro de un patio alargado, de donde brotaban las aguas termales. Pero además el edificio contaba con galería de baños, gabinetes de chorros, salas de estufas e inhalaciones con aparatos de lo más modernos para la época. También tenía consultas médicas, oficinas, capillas, habitaciones, cocinas y comedores, si bien éstos últimos pasaron al nuevo inmueble que se construyó en 1878. Ambos se unían por una galería de hierro y cristal, sobre la carretera de Las Caldas-Oviedo que los separaba. El nuevo edificio u hotel tenía tres plantas. En la primera se instalaron las cocinas y comedores además de un billar, una sala de juegos y un salón de bailes. Los dormitorios para huéspedes si distribuían por el resto del edificio.
Dada la afluencia de público, las instalaciones del hotel estaban sobrepasadas y se trasladaron las salas de recreo a un pabellón destinado a casino que se construyó junto al hotel, hacia 1896. Su arquitecto fue J. M. de la Guardia. Se trata de un edificio de dos plantas: un café y una sala de billar ocupan el piso inferior y, el superior, cuenta con una sala de lectura y otra de juegos además de un gran salón de baile.
El balneario llegó a estar muy de moda y ganó varios premios en algunas exposiciones nacionales e incluso en la Exposición Universal de París. Esto hizo que fuera muy frecuentado por la burguesía ovetense durante la temporada de apertura, que se extendía desde el 1 de junio hasta el 30 de septiembre. Pero también era muy usado por todas las clases sociales, por lo que las instalaciones se veían desbordadas y las casas del entorno llegaban a dar habitaciones. Incluso había un hospital para pobres.
En la década de los veinte del siglo pasado comenzó a entrar en decadencia y paulatinamente se fueron cerrando sus instalaciones. Pero, en el 2006, el Ayuntamiento de Oviedo se incorpora a la sección Villas Termales de la Federación Española de Municipios y Provincias e inicia la restauración de estas instalaciones para aprovechar el único recurso hidromineral de importancia de Asturias y satisfacer un nuevo tipo de demanda: el llamado turismo de salud. Este proyecto pretende, en una finca de 80.000 metros cuadrados, crear un gran complejo integrado por el balneario y un gran hotel y por otros equipamientos complementarios como: Salones para Congresos y Reuniones, Centro Deportivo, Club de Golf y amplias zonas verdes. La apertura de Las Caldas Villa Termal se realizó durante el año 2008.
Fuentes visitadas.
Wikipedia.
el.tesorodeoviedo.es
lunes, 27 de febrero de 2012
LAS CASAS INDIANAS- COLOMBRES

Fachadas monumentales, verjas ornamentadas, galerías, patios, balcones, portadas de ensueño, capillas privadas, jardines exuberantes, grandes pilares, exquisitos detalles, artesanías esplendorosas, laboriosos trabajos de cantería, alfices, pilastras, recercados, escaleras voluminosas, miradores, cúpulas… Son elementos propios de una arquitectura ecléctica y ostentosa que, guardando las formas y la simetría, pusieron de moda aquellos hombres y mujeres que hicieron las Américas y que, al contrario de los llamados “indianos de alpargata” que sufrieron el infortunio de la emigración, consiguieron forjar una gran fortuna en el nuevo continente. De vuelta a su hogar practicaron una competición no conocida hasta entonces en su humilde entorno rural: plasmar en viviendas de nueva planta toda la riqueza de la que hacían gala, tratar siempre de que su casa fuese la más bella y llamativa.
En Colombres, Ribadedeva, los indianos enriquecidos transformaron radicalmente la pequeña aldea rural en una villa moderna, con una arquitectura colorista y exótica. Los principales referentes urbanísticos de la villa, las que se aglutinan en torno a su plaza elíptica, como la Casa Consistorial, la Iglesia de inspiración barroca, o la Quinta de Guadalupe se deben al dinero americano.
En las casonas que salpican este municipio encontramos habitualmente una llamativa palmera, símbolo de clase que contribuía a no dejar dudas del origen de tanto dinero: América. Y las torres, que desde el Medievo asturiano son un claro elemento de distinción, de recuerdo nobiliario, de poder, las reutilizó el indiano para ennoblecer su reciente ascenso social. El deseo de evidenciar lujo y riqueza, hacía que las fachadas se llenasen de referentes clásicos, barrocos, aunque también regionalistas.
Se trata, en suma, de singulares palacetes y mansiones modernistas; una mezcla inédita en la que se empleaba a prestigiosos arquitectos que sabían encontrar el equilibrio entre los elementos dispares y construir inmuebles con nombre propio. La arquitectura indiana no es calcada de ninguna otra, es una nueva entidad que merece la pena descubrir. En Ribadedeva, uno de los concejos con mejores muestras de estas casonas, se han propuesto enseñarlas a través de una ruta en la que descubriremos más de una decena de construcciones harto representativas y muy bellas. Al tratarse de casas particulares no están abiertas al público, pero se sabe que en muchos casos se conservan a la perfección y nos permiten tener una idea exacta de la decoración que estaba de moda por aquel entonces. Papeles pintados, sedas, cortinajes, espejos, muebles de maderas nobles, lámparas y bronces o importantes labores de carpintería.
Para hacernos una idea de cómo eran por dentro, en Colombres sí podremos acceder a la Quinta de Guadalupe, así como en la casa consistorial, o en la Casa de Piedra, hoy en día Casa de Cultura Municipal y Biblioteca.
El conjunto patrimonial de Colombres, uno de los más interesantes de todo fenómeno de la Arquitectura de Indianos, justificó que en una de estas mansiones, La quinta de Guadalupe, se inaugurase en 1987 la Fundación Archivo Indianos y Museo de la Emigración, que trabaja para conservar y exponer la memoria histórica y las creaciones de las sucesivas generaciones de emigrantes, y que es una visita obligada. Esta quinta, con un gran patio interior y dos pisos de arquerías de madera policromada y de gusto árabe, fue en su momento el símbolo más claro de la riqueza y el poderío de D. Iñigo Noriega. Su magnífico parque es uno de los jardines mejor conservados de Asturias, tanto en su diseño como en las especies de árboles exóticos que alberga.
Desde Colombres hay una salida que va a Bustio, debajo de la iglesia, y otra a Villanueva, atravesando la población. Al Norte se edificaron casas de viviendas de moderna factura pero uniformes, que contrastan con la opulencia y el individualismo de las construcciones de los indianos. Y por el Sur, hacia Villanueva, las casas van perdiendo altura, hasta quedar en construcciones de una sola planta y blanqueadas, con un vago aspecto andaluz, en vivo contraste con el colorido y variedad de los palacios indianos.
Información de interés de Ruta de las casonas de indianos
1 Quinta de Guadalupe
2 Casona de Iñigo Noriega Mendoza
3 Ayuntamiento de Ribadedeva
4 Casa Roja
5 Casa de Piedra y anexa
6 Finca Las Raucas
7 Casa de Los Leones
8 La Solana
9 Casas Gemelas de Florencio Noriega
10 El Cantu
11 Iglesia Parroquial de Santa María
12 Quinta Buenavista
13 Villa Delfina (Bustio)
14 La Quinta de Villanueva (Villanueva)
15 La Palmera (Noriega)
Fuente visitada.
desdeasturias.com
martes, 17 de mayo de 2011
QUINTA CLARÍN

Situada en el BºLa Rebollada nº54, de Guimarán. Se accede a la misma desde la AS-19, Gijón-Avilés, P.K. 11,300, se toma a la derecha camino particular asfaltado y tras circular por él unos 300 m. se llega de manera directa a la Quinta Clarín.
Leopoldo Alas "Clarín" pasó largas temporadas en Carreño. Fruto de esas estancias veraniegas en Guimarán, se convirtió en perspicaz observador de la vida y el paisaje de este concejo campesino y marinero, marcado también por la servidumbre y la emigración a América. Los prados, los campesinos, los clérigos, las familias infanzonas y las aldeas carreñenses pasaron con sus mismos nombres o con otros supuestos a las páginas inmortales de la narrativa clariniana. El espíritu de Leopoldo Alas y la sombra de Doña Berta de Rendaliego habitan todavía en los valles de Carreño "sordos de los rumores del mundo".
Solar de la familia García-Alas, la Quinta fue reedificada por su hijo Adolfo en 1911 sobre los cimientos de la vieja casona o Palacio de los Señores de Alas.
Tiene tres pisos y una superficie aproximada de 173 m2. Está orientada al mediodía, al Sur, con una amplia visión del Valle delimitado por el histórico Monte Areo, (Monte de las Aras), a lo largo del cual discurría una pequeña calzada romana que unía “Lucus Asturum” (Lugo de Lanera), con las famosas “Aras Sextianas” de la Campa Torres, levantadas en honor del emperador César Augusto.
Pese a los cambios sufridos, aún conserva la casa central de dos plantas, con su viejo corredor, capilla de piedra con altar modernizado y la caseta sobre el mirador. Antiguamente existió una panera pero al derrumbarse ésta fue reconstruida como hórreo, por sus actuales propietarios.
Desde mediados del siglo XX, esta casa ya no pertenece a la familia Alas. Muerto el escritor, pasó a manos de su hijo y a la muerte de éste a manos de la nuera de Clarín y esta última por razones económicas, tuvo que desprenderse de la propiedad, pasando a ser adquirida por José Sánchez Cima, fallecido éste la actual propietaria es su viuda.
Frente a la Casa, hay una pequeña capilla con el exterior cuidadosamente cuidado desde los tiempos del escritor. Esta capilla data de 1871 y está dedicada a la Purísima Concepción, conservada como en la época de Clarín.
El hórreo fue reconstruido en 1975 a partir de una panera de 6 pegollos. Es un hórreo centenario de puerta tallada y en cuyo frente se recuerda que fue renovado en 1868, cuando Alas tenía 16 años.
También se conserva “el cenador”, mirador con escaleras y barandillas de piedra, construido sobre la loma, justo encima de la barandilla se alza la caseta o belvedere, que es de planta cuadrada haciendo una especie de invernadero en miniatura de ladrillo con ventanas y puerta.
Fue utilizada por Clarín, como refugio donde reflexionaba, leía y escribía. Debajo del mirador una mesa de mármol, que no conoció Alas, la mesa fue traída de Almería por su hijo Adolfo en 1920, cuando estuvo en dicha provincia de director de la empresa “Mármoles Chercos”. Con el paso del tiempo la pieza superior se ha deteriorado, y sus actuales propietarios la han cambiado por otra.
ayto-carreno.es
domingo, 15 de mayo de 2011
PARROQUIA DE LOGREZANA. (CARREÑO)

Santa María la Real de Logrezana, la iglesia parroquial, conserva una portada románica al oeste. Se encuentra en el lugar de Posada, donde se halla la Casa de los Pola o de los Solís Carreño. Construida en el S. XVIII. Se la conoce como «Casa Muñiz de Pola». Casi en ruinas, situada en el término de Posada, al lado de la Iglesia. En el dintel de la puerta principal, está grabada la siguiente inscripción:
CASA SOLIS DE CARREÑO, AÑO DE 1765
ESCUDO: Arrimado a la pared del E. sobre el suelo. Simple. Ha sido parcialmente destruido, faltándole la parte central que pudiera ser un ´guila o un león, que tenían acolado un ángel, cuya cara y alas se conservan perfectamente. Distribuidos, por toda la piedra se hallan banderas, pendones, estandartes, espadas, lanzas, cañones de barcos, remos, hachas, un barril y un ancla. En esta localidad se conservan además algunas paneras con decoración estilo Carreño.
Destaca en La Arena el Palacio de Espriella o de Rojo. Construido en el S. XIX en el lugar de la Arena. No tiene emblema Heráldico. Además de una excepcional panera de estilo Carreño.
En el lugar de La Barrera podemos mencionar la presencia de un castro en el que fue hallada un hacha de talón y anillas, desaparecida en la actualidad.
Encontramos también un castro en Cardoso, sobre un promontorio que limita con el concejo de Gozón.
En Castiello se conservan varias casas de estilo tradicional, con casas de corredor y magníficas paneras de estilo Carreño. En este lugar se halla la Casa del Busto, de finales del siglo XVIII.
Se encuentra ubicada en el Caleyo, barrio Castiello, Logrezana. Se accede al lugar desde la AS-110, Candás-Tabaza, en el P.K. 8,900 se coge la CE-2, La Barrera-Perán y a unos 1500 m. de ese cruce existe un camino de tierra que conduce al lugar, situado a la izquierda y de unos 350 metros de longitud.
Es del siglo XVIII. Es una casa rural blasonada. Tiene un escudo cuartelado, y en la bordura se puede leer el siguiente lema: “aunque non sooi toda de oro, en lo alto está el tesoro”. La propiedad está compuesta por una panera y casa o palacio rodeado por un muro de piedra. Su estado es de abandono, rozando la ruina.
La Casa Llantero, de estilo ecléctico y construida a finales del siglo XIX. En el fondo del valle se localizan los restos de la capilla del Espíritu Santo. Fundada en 1737 por D. Juan Rodríguez Matiella, cura párroco de Santa María de Logrezana. Se encuentra ubicada en el barrio de Castiello. Pronto cesaron en ella toda clase de cultos por lo que se arruinó, posteriormente fue arreglada y acondicionada para escuela de niñas en el año 1912, misión esta que desempeñó durante unos años. Se ha vuelto a inutilizar completamente. Su estado actual es ruinoso.
Fundial conserva entre su caserío una casa solariega del siglo XVIII, de estilo tradicional, perteneciente a la familia Fernández Porley. Construida en el S. XVIII no tiene escudo.
El lugar de Sebades conserva viviendas con paneras y hórreos, destacando la casa solar de una rama familiar de los Carreño.
miércoles, 12 de enero de 2011
PALACIOS DE MIERES

El palacio de los Vázquez Prada o Palacio del Valletu es un conjunto arquitectónico formado por palacio, lagar, cuadras, palomar, panera, casa de los caseros y fuente de piedra labrada. El monumento, declarado bien de interés cultural en enero de 1985 se alza en Valdecuna. La construcción principal es la casona del siglo XVIII. La fachada del edificio destaca porque mira hacia una antojana cerrada en la que se abren tres amplios arcos de sillería apoyados en gruesos pilares. En la planta noble hay cinco balcones. El alero central tiene forma de frontón con el fin de alojar el escudo, que actúa de remate. Las fachadas sur y trasera están dominadas por una gran galería acristalada, y la norte tiene un pórtico de madera. El palacio del Valletu es uno de los mejores exponentes de la arquitectura palacial barroca del concejo de Mieres.
El palacio del Vizconde de Heredia de Villarejo fue declarado bien de interés cultural el 15 de enero de 1985. El edificio es una construcción palacial rural que data, probablemente en los siglos XVII y XVIII. La armonía de volúmenes y el entorno natural que lo rodea hacen del palacio de Villarejo una de las construcciones más importantes y bellas del concejo de Mieres. Se trata de un edificio compacto de planta cuadrangular y una torre de cuatro alturas. El cuerpo central, en dos alturas, abre en el piso superior huecos adintelados, mientras que los vanos de arco del piso inferior fueron abiertos en época reciente.
En el barrio mierense de Villa de Arriba se levanta otro interesante ejemplo arquitectónico que ha merecido la declaración de bien de interés cultural (BIC): el palacio de los Marqueses de Camposagrado, propiedad de la familia Bernaldo de Quirós. El inmueble es testigo de la historia de la arquitectura gracias a una torre medieval de planta circular que cumplía una función de vigía en la linde del camino de Castilla y junto al río Caudal, a la que, con el tiempo, se fueron añadiendo otras construcciones de tipo residencial. La torre se hallaba en estado de ruina a comienzos del siglo XX y fue sustituida por otra igual en 1942. En la casa se alojaron personalidades tan relevantes como la reina Isabel II, en 1858, o Jovellanos. Desde1960 el palacio alberga un Instituto de Enseñanza Secundaria -IES Bernaldo de Quirós-. El palacio se ordena en torno a un patio central rodeado por cuatro torres angulares de planta cuadrada. En la portada un lema que demuestra la importancia de la casa «Después de Dios, la Casa de Quirós». En su interior se conserva un notable museo. En la actualidad el edificio se encuentra en medio de unas obras de remodelación que se incluyen dentro de la ampliación del campus de Mieres.
Situado en las inmediaciones de Insierto, el santuario de San Cosme y San Damián es un edificio de planta de cruz latina, con pórtico en tres fachadas y torre a los pies. Un estudio llevado a cabo por el experto Magín Berenguer apunta que conserva, bajo el retablo actual, otro oculto, del siglo VII u VIII. La ermita conserva imaginería de bastante antigüedad, como la imagen románica del martirio de San Esteban. Uno de los aspectos más peculiares de este edificio es su popularidad. El templo acoge, cada 27 de septiembre, la famosa festividad -de interés turístico- de los Santos Mártires de Insierto.
www.lne.es
El palacio del Vizconde de Heredia de Villarejo fue declarado bien de interés cultural el 15 de enero de 1985. El edificio es una construcción palacial rural que data, probablemente en los siglos XVII y XVIII. La armonía de volúmenes y el entorno natural que lo rodea hacen del palacio de Villarejo una de las construcciones más importantes y bellas del concejo de Mieres. Se trata de un edificio compacto de planta cuadrangular y una torre de cuatro alturas. El cuerpo central, en dos alturas, abre en el piso superior huecos adintelados, mientras que los vanos de arco del piso inferior fueron abiertos en época reciente.
En el barrio mierense de Villa de Arriba se levanta otro interesante ejemplo arquitectónico que ha merecido la declaración de bien de interés cultural (BIC): el palacio de los Marqueses de Camposagrado, propiedad de la familia Bernaldo de Quirós. El inmueble es testigo de la historia de la arquitectura gracias a una torre medieval de planta circular que cumplía una función de vigía en la linde del camino de Castilla y junto al río Caudal, a la que, con el tiempo, se fueron añadiendo otras construcciones de tipo residencial. La torre se hallaba en estado de ruina a comienzos del siglo XX y fue sustituida por otra igual en 1942. En la casa se alojaron personalidades tan relevantes como la reina Isabel II, en 1858, o Jovellanos. Desde1960 el palacio alberga un Instituto de Enseñanza Secundaria -IES Bernaldo de Quirós-. El palacio se ordena en torno a un patio central rodeado por cuatro torres angulares de planta cuadrada. En la portada un lema que demuestra la importancia de la casa «Después de Dios, la Casa de Quirós». En su interior se conserva un notable museo. En la actualidad el edificio se encuentra en medio de unas obras de remodelación que se incluyen dentro de la ampliación del campus de Mieres.
Situado en las inmediaciones de Insierto, el santuario de San Cosme y San Damián es un edificio de planta de cruz latina, con pórtico en tres fachadas y torre a los pies. Un estudio llevado a cabo por el experto Magín Berenguer apunta que conserva, bajo el retablo actual, otro oculto, del siglo VII u VIII. La ermita conserva imaginería de bastante antigüedad, como la imagen románica del martirio de San Esteban. Uno de los aspectos más peculiares de este edificio es su popularidad. El templo acoge, cada 27 de septiembre, la famosa festividad -de interés turístico- de los Santos Mártires de Insierto.
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domingo, 9 de enero de 2011
LA ASTURIAS DEL SIGLO XVI

El tópico de la escasa actividad artística en la Asturias del siglo XVI debe ponerse en cuestión. Si la obra conservada no es abundante, la documentación permite reconstruir una realidad bien diferente.
Las novedades estilísticas y tipológicas tienen siempre su origen en la iniciativa de personas e instituciones concretas. La relación directa de determinados personajes con la política de los Reyes Católicos dará origen a las primeras empresas artísticas de interés.
También será decisiva la actividad de los regimientos o ayuntamientos; Oviedo y Avilés comienzan a cobrar paulatinamente aspecto de urbes modernas: Se inicia la construcción de las traídas de agua; se elaboran los primeros proyectos de casas de ayuntamiento, se edifican mataderos, mercados (carnicerías y pescaderías), alhóndigas, etc. Además se abren plazas, se instalan fuentes y se mantiene una labor continuada de empedrado de las calles.
El incendio de Oviedo destruyó gran parte del caserío y obligó al ayuntamiento a dictar una normativa para evitar que se repitieran desastres similares. Aunque esa normativa no tuvo demasiado efecto, en los contratos de construcción de casas vemos cómo los ovetenses más ricos (clerecía, comerciantes) aspiran a contar con viviendas más dignas (varios aposentos, sala con chimenea francesa y necesarias o letrinas). En las fachadas un modelo repetido es el piso alto.
Los nobles manifiestan un claro interés por renovar sus antiguas casas-torre rurales y por contar con residencias en las ciudades, especialmente en Oviedo. El origen de posteriores palacios barrocos está en estas primeras edificaciones, así sabemos que ya en 1.568 don Pedro Valdés construía sus casas en Gijón. En cuanto a los edificios conservados, el palacio de Dóriga de Salas o el de Omaña, en Cangas del Narcea, son muestras destacadas en las que se apunta la organización con patio interior. Casas sin aspiraciones netamente palaciales son las de Cutre en Ribadesella o Covián en Colunga.
Caminos, puertos y puentes, tan necesarios para el comercio, son constantemente reparados y reconstruidos. La ruta de León a Oviedo fue ya una preocupación de don Diego de Muros. A mediados del siglo se propone construir un camino para carros que, desde León y pasando por Oviedo, diera salida a las mercancías a través del cay, o muelle, que se construía en Gijón. También se mencionan en la documentación las salidas hacia Galicia y Santander, además de otras rutas, como la de Ventana hacia Babia y la de Tarna. Algunas obras que podemos citar son las de los puertos de Candás, Cudillero, Lastres y Avilés y las de los puentes de Olloniego, Gallegos, Mieres, Ujo, Arco, Colloto, Caramedo, Prada, Grandas de Salime, Porcira, Cornellana, Sobrayo, Espinaredo, etc., que aparecen en contratos de obra y reparación.
Los monasterios y conventos, reconstruyen sus casas o iglesias. Especial mención merece el convento del Rosario de Oviedo. Se funda en 1.515 y sabemos que el edificio estaba iniciado en 1.528, año en el que se sacaba piedra de la cantera de Laspra, destinada a esa obra.
También se levantan iglesias en diferentes poblaciones. Algunas por iniciativa popular, como San Pedro de Cudillero, y otras por iniciativa particular, como la de Sietes, en Villaviciosa.
Además de las obras arquitectónicas, ligadas sobre todo a maestros y canteros cántabros, tenemos noticias de la presencia en Asturias de pintores y escultores y de varias obras que desgraciadamente han desaparecido en su mayor parte.
-Historia de Asturias-
martes, 4 de enero de 2011
PALACIO DE CIENFUEGOS DE PEÑALBA

El palacio de Cienfuegos de Peñalba surge espectacular sobre una colina próxima a Pola de Allande, en el concejo de Allande (Asturias, España). Se trata de un edificio con origen en el Siglo XV, pero tan sólo se conserva de época gótica la parte baja por haber estado sometido a diversas remodelaciones.
Perteneció al linaje de los Ponce, después a los condes de Luna y , desde 1515, hasta el siglo pasado, a los Cienfuegos. Parte de él fue construido en el siglo XIV. Pero repasemos la historia de los moradores del palacio que es repasar la historia del concejo.
A fines del siglo XIII aparecen en escena los Ponce, señores del que era por entonces señorío de Alllande, titilados señores de La Pola en el siglo XIV. En 1369, el rey Enrique II hace merced en encomienda del lugar de Allande al adelantado de Asturias y León, Pedro Suárez de Quiñones y a su Hermano Arias, comenzando la andadura de la estirpe de los Quiñones en el concejo. En 1462, el rey Enrique IV concedió a don Diego Fernández Vigil de Quiñónez, el título de Conde de Luna.
Se mantuvo en los condes de Luna el señorío de Allande hasta que don Fancisco Fernández de Quiñones, en 1515, vendió su jurisdicción a don Rodrigo González de la Rúa y Cienfuegos, contador de los Reyes Católicos y de Carlos V. Desde entonces Allande fue en su mayor parte señorío de los condes de Peñalba, o sea de lo Cienfuegos. A esta Casa le correspondía la jurisdicción de todas las villas y lugares del señorío y en concepto de vasallaje, un maravedí por cada vecino. Nombraban, asimismo escribanos, alcaldes mayores, merinos, etc.
De todos los huéspedes que ha tenido la casa palaciega de Cienfuegos, hay que destacar a los siguientes: Pedro Ponce, mayordomo de Alfonso V y Adelantado de la Frontera. También don Gutierre González de Cienfuegos, corregidor de Medina, Salamanca y Granada en el reinado de Felipe II. José González de Cienfuegos y Rúa, graduado en leyes por la universidad de Oviedo, Colegial del mayor de Cuenca, catedrático de la universidad de Salamanca, oidor de Valladolid y fiscal del Consejo de Hacienda, en el primer reinado de Felipe V.
El Palacio tiene planta en forma de L sobre el que resaltan tres sólidas torres no almenadas que imprimen una fuerte monumentalidad al edificio. Con un aspecto exterior muy sobrio por su carácter defensivo.
Reformado en el siglo XVIII para adaptarlo a residencia palaciega del conde de Peñalba, el aspecto de total desornamentación sólo se atenúa en el patio rectangular y sin pórticos, en cuyos ángulos se adosa al primer piso una galería corrida de madera, apoyada en gruesa y tosca columna de mampostería.
De las tres torres las dos más antiguas son de planta cuadrada, siendo la más moderna de planta rectangular. A esta última torre por ser la más adecuada a vivienda se le añadió una galería en el S. XIX.
El alzado exterior ofrece una fuerte austeridad decorativa, mientras que en el patio posterior se conservan diversos elementos decorativos de carácter renacentista.
En los últimos años se están realizando arreglos parciales, habiéndose finalizado en 2008 la rehabilitación y la recuperación de las formas y colores originales de la galería adosada a la torre principal, que data de en torno a 1888.
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domingo, 2 de enero de 2011
ÍÑIGO NORIEGA LASO*COLOMBRES*

La vida del indiano ribadedense Íñigo Noriega Laso es propia de una película de acción y, además, en tiempos de la revolución mexicana. Comerciante de éxito y aventurero, el protagonista emigró de Colombres hacia México en 1868, junto a dos hermanos y cuando sólo tenía 14 años. Atrás dejaba unas condiciones difíciles, que hicieron que cientos de convecinos emprendiesen un viaje hacia América en busca de fortuna. La suerte de unos y otros fue desigual. Algunos se hicieron ricos y regresaron, construyendo hermosas casas y mejorando las condiciones de sus pueblos de origen. Otros desaparecieron sin dejar rastro, y hasta hubo alguno que volvió sin un duro y fracasado.
Íñigo Noriega Laso fue un caso especial porque, a pesar de convertirse en una de las personas más ricas de México, no fue de los que regresó a casa para disfrutar de un retiro lujoso. Para resumir su historia, se puede hacer referencia a tres o cuatro leyendas que versan sobre él, y de las que el propio Ignacio Gracia Noriega, el escritor llanisco que acaba de publicar un libro sobre el personaje, duda sobre su total veracidad, pero afirma que «bien pueden servir para conocer su carácter: ingenio, desafío, generosidad, ambición...». Quizás la más conocida, ya recogida en algún que otro libro, sea la de que, cuando regía una cantina -tras casarse con la hija del primer propietario- hubiese mandado arrancar las puertas de la misma, llamada El Borrego Degollado, para evitar la prohibición de que éstas estuviesen abiertas después de las doce de la noche. Si no hay puertas, la cantina podría estar abierta toda la noche.
Esta decisión hizo que, por primera vez, reparase en él el presidente de la República, Porfirio Díaz, que más tarde sería derrocado en la revolución mexicana. La relación entre ellos sería realmente fructífera, ya que mientras Íñigo Noriega llenaba sus arcas, las iniciativas puestas en marcha por él suponían desarrollo y empleo para el país que dirigía Porfirio Díaz. De hecho, el gran nivel de producción que alcanzaron más tarde las haciendas del indiano hicieron bajar los precios de algunos alimentos básicos. Noriega era ambicioso, y sabía que estar cerca del poder podía beneficiarle. En ese sentido, también se hizo rodear de algunos periodistas que, de vez en cuando, narraban en la prensa de la época las evoluciones de sus empresas y la riqueza que se generaba alrededor de ellas.
La segunda anécdota que puede dar idea de la personalidad de Íñigo Noriega versa sobre Villa Guadalupe, la quinta que mandó construir en Colombres, rodeada de jardines y con una simbólica palmera. Una muestra muy elegante de la arquitectura típica de los indianos, que regresaban a casa y querían mostrar a sus vecinos lo bien que les habían ido las cosas en América. En principio era para su retiro final -que nunca llegaría a producirse-, pero una vez derrocado Porfirio Díaz, Noriega se la ofreció como residencia, aúnque éste prefirió retirarse a París. De todas formas, por aquellos tiempos, la casa tenía a todos sus criados, el jardín arreglado y dos coches esperaban listos la llegada de alguno de sus visitantes, que finalmente nunca se produjo de forma definitiva.
Íñigo Noriega Laso fue un caso especial porque, a pesar de convertirse en una de las personas más ricas de México, no fue de los que regresó a casa para disfrutar de un retiro lujoso. Para resumir su historia, se puede hacer referencia a tres o cuatro leyendas que versan sobre él, y de las que el propio Ignacio Gracia Noriega, el escritor llanisco que acaba de publicar un libro sobre el personaje, duda sobre su total veracidad, pero afirma que «bien pueden servir para conocer su carácter: ingenio, desafío, generosidad, ambición...». Quizás la más conocida, ya recogida en algún que otro libro, sea la de que, cuando regía una cantina -tras casarse con la hija del primer propietario- hubiese mandado arrancar las puertas de la misma, llamada El Borrego Degollado, para evitar la prohibición de que éstas estuviesen abiertas después de las doce de la noche. Si no hay puertas, la cantina podría estar abierta toda la noche.
Esta decisión hizo que, por primera vez, reparase en él el presidente de la República, Porfirio Díaz, que más tarde sería derrocado en la revolución mexicana. La relación entre ellos sería realmente fructífera, ya que mientras Íñigo Noriega llenaba sus arcas, las iniciativas puestas en marcha por él suponían desarrollo y empleo para el país que dirigía Porfirio Díaz. De hecho, el gran nivel de producción que alcanzaron más tarde las haciendas del indiano hicieron bajar los precios de algunos alimentos básicos. Noriega era ambicioso, y sabía que estar cerca del poder podía beneficiarle. En ese sentido, también se hizo rodear de algunos periodistas que, de vez en cuando, narraban en la prensa de la época las evoluciones de sus empresas y la riqueza que se generaba alrededor de ellas.
La segunda anécdota que puede dar idea de la personalidad de Íñigo Noriega versa sobre Villa Guadalupe, la quinta que mandó construir en Colombres, rodeada de jardines y con una simbólica palmera. Una muestra muy elegante de la arquitectura típica de los indianos, que regresaban a casa y querían mostrar a sus vecinos lo bien que les habían ido las cosas en América. En principio era para su retiro final -que nunca llegaría a producirse-, pero una vez derrocado Porfirio Díaz, Noriega se la ofreció como residencia, aúnque éste prefirió retirarse a París. De todas formas, por aquellos tiempos, la casa tenía a todos sus criados, el jardín arreglado y dos coches esperaban listos la llegada de alguno de sus visitantes, que finalmente nunca se produjo de forma definitiva.
Porque de lo que sí hay constancia es de alguna visita de Noriega a Santander, y de facturas a base de langosta que conservaron los pescaderos de la zona, y que bien podría haber degustado en su casa de Colombres. Aún así, Íñigo Noriega no pudo disfrutar de su palacete -al que nombró Villa Guadalupe en honor a su mujer- porque tras la revolución mexicana, que le privó de todas sus haciendas y propiedades, se quedó pleiteando contra el nuevo gobierno para tratar de recuperarlas. Algo normal si se tiene en cuenta que el indiano asturiano se había convertido en el mayor propietario del norte de México. Su idea de desecar la laguna de Chalco para dedicarla a plantar maíz, además de suponer trabajo para cientos de personas y desarrollo para el país, le trajo una enorme fortuna. Algunas de sus nueve enormes haciendas contaban con ferrocarril propio, y eran vigiladas por su ejército personal. Fue propietario de negocios textiles, minas y hasta prestamista del presidente de la República. Mandó edificar palacios y fundó ciudades, una con el nombre de Nueva Colombres, pero acabó su vida carente de la fortuna que había amasado. Comentaban también que Zapata había utilizado en más de una ocasión alguna de sus haciendas para ocultarse, cosa no demasiado difícil, porque era prácticamente imposible recorrer México sin adentrarse en alguna de sus propiedades. De hecho, algunas películas de cine también pudieron haber utilizado como escenario sus terrenos. Curiosamente, en la película 'Viva Zapata' el terrateniente se llama don Nacho, y algunos han querido ver en esa referencia un homenaje a Íñigo Noriega. Comenta Ignacio Gracia Noriega en su libro que «cuando se le preguntaba a cualquiera, casi en cualquier punto del norte de México, sobre el origen de las tierras que labraba, éste decía sin dudarlo 'son tierras del señor don Íñigo'».
Aventurero
Pero su historia no acaba en México. Una vez desposeído, se sabe que se fue a Estados Unidos, donde llegó a ser sheriff de Cameron County, en Tejas. Como ayudante del sheriff titular, Íñigo Noriega dio muestras de su afán aventurero. «Hay una foto de él con un gran pistolón», confirma el autor del libro. Y recuerda otra anécdota en la que hizo frente a tiros a los asaltantes que trataron de robar su diligencia cuando viajaba con una de sus hijas.
En todo ese tiempo, Íñigo Noriega Laso fue padre de once hijos legítimos, aunque se le atribuyen docenas de hijos más. Los más exagerados aseguran que un centenar. Corrieron ríos de tinta sobre la trágica muerte de dos de ellos, cuando la prensa mexicana reflejó que Ínigo -hijo de nuestro protagonista- se había suicidado tras matar a su propia hermana. Combustible para la leyenda.
Dicen también que declinó el indiano negar su amistad con Porfirio Díaz ante el nuevo gobierno mexicano, lo que le hubiese devuelto parte de sus propiedades. De tenerlo todo pasó a tener menos, pero nunca le faltó de nada. En aquella época viajó a Nueva York, Europa y Cuba. Y dejó en su testamento dinero para construir una escuela en Colombres, entre otras obras de interés para los vecinos.
Murió el 4 de diciembre de 1920 en Ciudad de México, dejando tras de sí una historia apasionante.
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martes, 30 de noviembre de 2010
COLOMBRES - EL ARCHIVO DE INDIANOS

Esta villa de verdes y surtidos jardines en los que no faltan las palmeras ni otros árboles llegados del Nuevo Mundo, recibe hoy a turistas interesados en la arquitectura indiana y en la emigración que hizo posible esos esbeltos palacetes que se levantan a lo largo de la cornisa cantábrica. En el pasado, fue símbolo de ostentación y lujo, pero no llegó a ser, sin embargo, un auténtico hogar.
La casa de veraneo que mandó construir Íñigo Noriega Laso, aquel chaval de Colombres que en 1867 tomó rumbo a México para hacer fortuna, nunca tuvo mucha vida. Pese a los muebles importados de Londres y París, las colecciones de pintura y porcelana y hasta la recargada decoración árabe del patio, lo cierto es que la casa apenas sí fue disfrutada por el indiano y los suyos. Y eso que la villa es más que un edificio de talla. Obra del arquitecto santanderino Lavin Casalis, uno de los mejores de la época, no es sólo un lugar confortable con todo tipo de servicios, no es sólo un palacete de inmensas escaleras y ricos artesonados, es también en cierta forma un retrato de la aventura de quien quiso levantar una casa en su pueblo después de hacer las Américas.
Íñigo Noriega hizo mucho dinero en México, y su azarosa vida se tiñe de leyenda. Cuentan que su fortuna tuvo un principio de lo más peliculero: para burlar una ley que ordenaba el cierre de las puertas de las cantinas a las doce de la noche, optó por quitarlas de su establecimiento. Así de fácil. A grandes males, grandes soluciones debió pensar el de Colombres, que más tarde afrontó la difícil empresa de desecar el lago Chalco para hacer una gran explotación agrícola. Se hizo con haciendas, con minas, con fábricas de textiles, con ferrocarriles e incluso bautizó en el país azteca una ciudad con el nombre de su pueblo. Cuentan que era un hombre sin miedo, con el aire pendenciero del oeste americano al que nada se le ponía por delante. Pero además de negocios, también tuvo tiempo para otros menesteres. Guadalupe, la mujer con la que se casó, le dio once hijos, aunque dicen las malas lenguas que pudo llegar a ser padre de un centenar de críos, a siete de los cuales reconoció en su lecho de muerte.
El caso es que ese hombre osado -que, por cierto, tuvo como patrón en una de sus minas a Emiliano Zapata y cuando visitaba la hacienda, el revolucionario era el encargado de sujetarle el estribo- tenía grandes amistades en el México de la época, empezando por el presidente. Porfirio Díaz nunca llegó a visitar Colombres pese a que la casa siempre estuvo preparada y llena de sirvientes para recibirle.
Era Noriega un hombre fiel al presidente que montó un sinfín de compañías e incluso se encargó de construir el ferrocarril entre Puebla y Ciudad de México. Con su propio ejército y con una de las mayores fortunas de la segunda mitad del siglo XIX, la revolución acabó en 1913 con su suerte y comenzó su decadencia. Vio cómo expropiaban sus bienes y tuvo incluso que emigrar a Nueva York, antes de morir en 1920 después de construir una casa espléndida que casi no disfrutó.
Huella en la tierra
Claro que antes de que todo eso ocurriera dejó huella en su pueblo. «Cuando se construyó la casa, Colombres era una aldea que no tenía servicios de ningún tipo», relata Alejandro Reimóndez, alcalde de Ribadedeva, quien añade que la quinta marcó un antes y un después: «A partir de la casa se construyeron los servicios de alcantarillado, de agua, de electricidad... Colombres llegó a tener los mismos servicios que Oviedo o Santander, algo que era realmente increíble para un pueblo hace cien años», relata el alcalde, sabedor de que la centenaria quinta continúa siendo un elemento clave como reclamo turístico.
Y es que Colombres, aunque con más arquitectura indiana que mostrar, ha crecido con esa casa que oculta en sus paredes mucho más de lo que parece de la aventura americana. Están sus piedras llenas de simbolismos que retratan la vida y milagros de su dueño. El comercio, la industria, la agricultura, la mar, América y Asturias están presentes en la decoración a través de alegorías, como una mujer con una rueda dentada, que representa el mundo fabril, y se puede ver en el frontón. Hay más guiños en la quinta que incluso ofrece un itinerario geográfico que va desde Asturias a América y que muestra el mar -con especial presencia en toda la casa- y alusiones a la navegación. Son infinidad los detalles grabados en estucos o relieves y todos tienen un porqué.
El caso es que tanta ornamentación, tanto derroche y tantas habitaciones, balcones y vidrieras en una casa azul que tenía hasta un cuarto de madreñas, no las gozó don Íñigo, sino otros, los que llegaron después. A su muerte, se convirtió la finca en un sanatorio neuropsiquiátrico. «El sanatorio Quinta Guadalupe cumple sobradamente todas las condiciones de higiene y de confort que exige la índole de padecimientos a cuyo tratamiento se destina», se leía un folleto de los años veinte que anunciaba los servicios de un lugar idílico, «situado en plena campiña y sobre una hermosa altiplanicie de 200 metros de elevación sobre el nivel del mar...». Todo un lujo, sin duda, con precios nada asequibles: «En primera clase, 25, 30, 40 y 50 pesetas diarias según habitación».
Pero el viejo inmueble que por fin fue habitado aún tenía más avatares por vivir. No se quedó en clínica y se convirtió después en orfanato hasta que, en 1986, se creó la Fundación Archivo de Indianos.
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lunes, 22 de noviembre de 2010
UN PEQUEÑO VERSALLES EN ASTURIAS

La Fundación Selgas-Fagalde tiene sus instalaciones y patrimonio en la Quinta de “El Pito”. Los jardines, edificios y colección de arte han llegado hasta nosotros tal y como los hermanos Ezequiel y Fortunato Selgas y Albuerne los proyectaron. Ambos dedicaron buena parte de su vida a construir un significativo conjunto arquitectónico y reunir en él una magnífica colección de obras de arte.
A finales de de 1860 inició Ezequiel una sistemática labor de compra de obras de arte tanto en España como en diversos países de Europa. La colección de pintura se compone de más de un centenar de obras pertenecientes a las escuelas italiana, francesa y española de los siglos XV al XIX
Lo que más llama la atención, es la increíble pulcritud que domina toda la Quinta. Existen zonas en las que incluso es requisito calzarse una especie de protectores para evitar dañar el más mí¬nimo detalle del interior de las habitaciones. No obstante la experiencia bien merece una pequeña molestia. Seguro que nunca habrán visto nada igual, salvo en las colecciones y edificios pertenecientes al Patrimonio Real Español o de otras monarquías europeas.
El palacio, edificado según diseño de estilo neoclásico debido a Fortunato Selgas, pero firmado por el arquitecto Vicente Lampérez. Consta de tres plantas principales, con algunas variantes en las distintas fachadas, y una gran escalinata hacia uno de los jardines, el de estilo versallesco.
El interior es de gran luminosidad y posee una gran riqueza ornamental, con suelos de maderas nobles, techos pintados al fresco con alegorías de gusto modernista, salones con vitrinas y suntuoso mobiliario, objetos artísticos y una magnífica colección de libros de filosofía, ciencia e historia. Pero lo más admirado de las colecciones del palacio son los excelentes cuadros que cuelgan de sus paredes, entre los que hay dos obras de extraordinario interés: el general Ricardos, de Goya, y La Asunción, del Greco.
A finales de de 1860 inició Ezequiel una sistemática labor de compra de obras de arte tanto en España como en diversos países de Europa. La colección de pintura se compone de más de un centenar de obras pertenecientes a las escuelas italiana, francesa y española de los siglos XV al XIX
Lo que más llama la atención, es la increíble pulcritud que domina toda la Quinta. Existen zonas en las que incluso es requisito calzarse una especie de protectores para evitar dañar el más mí¬nimo detalle del interior de las habitaciones. No obstante la experiencia bien merece una pequeña molestia. Seguro que nunca habrán visto nada igual, salvo en las colecciones y edificios pertenecientes al Patrimonio Real Español o de otras monarquías europeas.
El palacio, edificado según diseño de estilo neoclásico debido a Fortunato Selgas, pero firmado por el arquitecto Vicente Lampérez. Consta de tres plantas principales, con algunas variantes en las distintas fachadas, y una gran escalinata hacia uno de los jardines, el de estilo versallesco.
El interior es de gran luminosidad y posee una gran riqueza ornamental, con suelos de maderas nobles, techos pintados al fresco con alegorías de gusto modernista, salones con vitrinas y suntuoso mobiliario, objetos artísticos y una magnífica colección de libros de filosofía, ciencia e historia. Pero lo más admirado de las colecciones del palacio son los excelentes cuadros que cuelgan de sus paredes, entre los que hay dos obras de extraordinario interés: el general Ricardos, de Goya, y La Asunción, del Greco.
Joyas en sus paredes
La Quinta de la familia Selgas es toda ella una joya. No sólo por sus jardines inspirados en los de Versalles, sino por las valiosas piezas que cuelgan de las paredes del palacio y del pabellón de tapices. En este último se encuentra una serie de incalculable valor que ilustran la historia bíblica de José.
Todos los tapices de este pabellón, excepto el de los 'Dos amantes en el bosque', proceden de las manufacturas de Bruselas, principales abastecedoras de la Corona Española.
De los que ilustran la historia de José, hay dos que destacan del resto: 'Los desposorios de José' y 'El encuentro de José con el rey de Egipto'. Ambas datan de la primera mitad del siglo XVI y son representativos de las tapicerías flamencas del primer Renacimiento, con cenefas vegetales de escaso desarrollo y representación simultánea de diferente cronología.
También cuelgan de sus paredes otro grupo compuesto por tres piezas pertenecientes a la serie de la historia de Jacob y Raquel, también de Bruselas, y de la segunda mitad del XVI.
Bajo los tapices se expone una colección de indumentarias religiosas -casullas y dalmáticas- con bordados litúrgicos españoles que la familia Selgas fue reuniendo desde el siglo XVI hasta el XVII. Completa la muestra una exposición de reclinatorios decorados.
Además de estas importantes piezas, en el pabellón de los tapices también se encuentran dos importantes obras pictóricas. Una de ellas es el Ecce Homo de Luis de Morales, figura cumbre del Renacimiento. Otra, es una pareja de tablas que representa La Anunciación. Se trata de una obra perteneciente a la escuela renacentista del Norte, en concreto de la zona alemana.
Henri Rigoreau Jouvert: jardinero formado en la escuela de Versalles y reclamado en España por la nobleza madrileña; hizo una combinación de jardín francés —éste dispuesto delante de las fachadas principal y posterior del palacio— y su opuesto, el jardín pintoresco. En su composición resaltan el lago, los invernaderos, la gruta y la exótica arboleda.
El parterre Norte o jardín italiano, es la conexión de la parte posterior del palacio con el jardín. Se cierra en su extremo Norte por los invernaderos, de los que queda separado por un extraordinario conjunto de araucarias.
La zona Este desciende hacia el río y está elaborada a la manera de un parque inglés. Caminos irregulares y multitud de especies exóticas lo convierten en un verdadero jardín botánico. Hay especies de países lejanos que constituyen un auténtico “arboretum”
www.educastur.princast.es
www.elcomerciodigital.com
Todos los tapices de este pabellón, excepto el de los 'Dos amantes en el bosque', proceden de las manufacturas de Bruselas, principales abastecedoras de la Corona Española.
De los que ilustran la historia de José, hay dos que destacan del resto: 'Los desposorios de José' y 'El encuentro de José con el rey de Egipto'. Ambas datan de la primera mitad del siglo XVI y son representativos de las tapicerías flamencas del primer Renacimiento, con cenefas vegetales de escaso desarrollo y representación simultánea de diferente cronología.
También cuelgan de sus paredes otro grupo compuesto por tres piezas pertenecientes a la serie de la historia de Jacob y Raquel, también de Bruselas, y de la segunda mitad del XVI.
Bajo los tapices se expone una colección de indumentarias religiosas -casullas y dalmáticas- con bordados litúrgicos españoles que la familia Selgas fue reuniendo desde el siglo XVI hasta el XVII. Completa la muestra una exposición de reclinatorios decorados.
Además de estas importantes piezas, en el pabellón de los tapices también se encuentran dos importantes obras pictóricas. Una de ellas es el Ecce Homo de Luis de Morales, figura cumbre del Renacimiento. Otra, es una pareja de tablas que representa La Anunciación. Se trata de una obra perteneciente a la escuela renacentista del Norte, en concreto de la zona alemana.
Henri Rigoreau Jouvert: jardinero formado en la escuela de Versalles y reclamado en España por la nobleza madrileña; hizo una combinación de jardín francés —éste dispuesto delante de las fachadas principal y posterior del palacio— y su opuesto, el jardín pintoresco. En su composición resaltan el lago, los invernaderos, la gruta y la exótica arboleda.
El parterre Norte o jardín italiano, es la conexión de la parte posterior del palacio con el jardín. Se cierra en su extremo Norte por los invernaderos, de los que queda separado por un extraordinario conjunto de araucarias.
La zona Este desciende hacia el río y está elaborada a la manera de un parque inglés. Caminos irregulares y multitud de especies exóticas lo convierten en un verdadero jardín botánico. Hay especies de países lejanos que constituyen un auténtico “arboretum”
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domingo, 21 de noviembre de 2010
LAS AGUAS DE LAS CALDAS

Las Caldas pueblo de la parroquia de San Juan de Priorio en Oviedo. A orillas del río Gafo, arroyo que nace y atraviesa la parroquia ovetense de Santiago de la Manjoya para continuar por las de Latores y Priorio hasta desembocar en el Nalón en su margen derecha. Según Tolivar Faes, el nombre de Gafo vendría de su proximidad a la antigua Malatería de San Lázaro y a la creencia de que los leprosos podían contaminar las aguas.
A la izquierda del río Gafo, en una cueva, formada por calizas del carbonífero, brotan unas aguas que en el siglo XVII fueron analizadas por varios médicos y químicos que les dieron la categoría de termales azoadas y bicarbonatadas, con un ligero sabor salino y que llegan a alcanzar una temperatura de 43º. Ya eran conocidas desde tiempos prerromanos.
Sus cualidades terapéuticas, recomendadas para reumatismos, gota, pulmonías, etc., llevaron a la Junta General del Principado en 1772 a construir una Casa de Baños en Las Caldas. El proyecto se encargó a Ventura Rodríguez y las obras, finalizadas en 1776, las llevó a cabo el arquitecto Manuel Reguera González. Posteriormente, la antigua Casa de Baños fue comprada por José González Alegre en 1860 quien hizo una serie de ampliaciones y reformas dando lugar al balneario que hoy conocemos.
El edificio original, la Casa de Baños, es de planta de medio ovalo y se prolonga en dos alas laterales de tramo recto. Inicialmente constaba de dos pisos pero en 1863 se construyó un tercero. Éstos están separados por hiladas de sillería. Aquí estaba la fuente neoclásica, en el centro de un patio alargado, de donde brotaban las aguas termales. Pero además el edificio contaba con galería de baños, gabinetes de chorros, salas de estufas e inhalaciones con aparatos de lo más modernos para la época. También tenía consultas médicas, oficinas, capillas, habitaciones, cocinas y comedores, si bien éstos últimos pasaron al nuevo inmueble que se construyó en 1878. Ambos se unían por una galería de hierro y cristal, sobre la carretera de Las Caldas-Oviedo que los separaba.
Dada la afluencia de público, las instalaciones del hotel estaban sobrepasadas y se trasladaron las salas de recreo a un pabellón destinado a casino que se construyó junto al hotel, hacia 1896. Su arquitecto fue J. M. de la Guardia. Se trata de un edificio de dos plantas: un café y una sala de billar ocupan el piso inferior y, el superior, cuenta con una sala de lectura y otra de juegos además de un gran salón de baile.
El balneario llegó a estar muy de moda y ganó varios premios en algunas exposiciones nacionales e incluso en la Exposición Universal de París. Esto hizo que fuera muy frecuentado por la burguesía ovetense durante la temporada de apertura, que se extendía desde el 1 de junio hasta el 30 de septiembre. Pero también era muy usado por todas las clases sociales, por lo que las instalaciones se veían desbordadas y las casas del entorno llegaban a dar habitaciones. Incluso había un hospital para pobres.
En la década de los veinte del siglo pasado comenzó a entrar en decadencia y paulatinamente se fueron cerrando sus instalaciones. Pero, en el 2006, el Ayuntamiento de Oviedo se incorpora a la sección Villas Termales de la Federación Española de Municipios y Provincias e inicia la restauración de estas instalaciones para aprovechar el único recurso hidromineral de importancia de Asturias y satisfacer un nuevo tipo de demanda.
lunes, 25 de octubre de 2010
PALACIO DEL CARDENAL CIENFUEGOS (AGÜERINA)

Descripción:
Se trata de un palacio que dispone de torre, capilla, terrenos y habitaciones destinados al uso agrícola, de donde le venía el poder económico, patio interior y piso noble en la casa.
Son curiosidades la estancia de relleno situada en el piso inferior, debajo de la cocina, la estancia superior por encima de la misma cocina, sin puerta de acceso y la disposición en el extremo sur occidental de la casa de habitaciones con paramento de 90 cm posiblemente destinado a soportar una segunda torre que no se construyó.
Ofrece el mismo aspecto desde su construcción como puede verse en grabados como el de Townsen, incluso con la capilla que no es posterior como puede demostrar D. Juan Uría actual propietario de la casa. El único añadido es el piso sobre elevado de la fachada sur, de alrededor de 1880, proyectado por D. Salvador Pujó como dejó constancia por escrito.
Las galerías son de comienzos del siglo XX y se disponen a naciente y poniente respectivamente. Desde entonces las sucesivas reformas y rehabilitaciones se encaminaron para mantener el aspecto de la casa, tratando de no alterarlo para concebir como fue en su origen la visión de la misma.
Al interior las distintas dependencias conservan los nombres de sus primeras funciones como el granero, la bodega, las caballerizas. Existe una hermosa escalera que comunica ambos pisos desde el zaguán hasta el corredor superior y desde allí se pueden pasa a las habitaciones privadas, despacho y salón.
El mobiliario que conserva la casa mezcla el gusto clásico rural asturiano con grandes arcones, bancos de nogal y cerezo, piso de castaño... con el gusto importado por D. Salvador Pujó con mueble de maderas nobles como la caoba de un gusto francés. También se adorna el salón con dos retratos de la época del Cardenal y de un familiar suyo abad de Teverga.
En las chimeneas también se diferencian aquellas que son de forma más grande con una función mucho más práctica y aquellas más adornadas con una estilización notable que a la vez adornan con una mayor sentido de la verticalidad.
El tejado destaca por las diferentes alturas y vertientes que alcanza, llegándose a contar hasta 19 caídas distintas. El tejado está abierto a dos aguas, con distintas inclinaciones, excepto en la torre que se dispone a cuatro aguas. También hay alguna intrusión del casetón del desván en la fachada oriental.
Se trata de un palacio que dispone de torre, capilla, terrenos y habitaciones destinados al uso agrícola, de donde le venía el poder económico, patio interior y piso noble en la casa.
Son curiosidades la estancia de relleno situada en el piso inferior, debajo de la cocina, la estancia superior por encima de la misma cocina, sin puerta de acceso y la disposición en el extremo sur occidental de la casa de habitaciones con paramento de 90 cm posiblemente destinado a soportar una segunda torre que no se construyó.
Ofrece el mismo aspecto desde su construcción como puede verse en grabados como el de Townsen, incluso con la capilla que no es posterior como puede demostrar D. Juan Uría actual propietario de la casa. El único añadido es el piso sobre elevado de la fachada sur, de alrededor de 1880, proyectado por D. Salvador Pujó como dejó constancia por escrito.
Las galerías son de comienzos del siglo XX y se disponen a naciente y poniente respectivamente. Desde entonces las sucesivas reformas y rehabilitaciones se encaminaron para mantener el aspecto de la casa, tratando de no alterarlo para concebir como fue en su origen la visión de la misma.
Al interior las distintas dependencias conservan los nombres de sus primeras funciones como el granero, la bodega, las caballerizas. Existe una hermosa escalera que comunica ambos pisos desde el zaguán hasta el corredor superior y desde allí se pueden pasa a las habitaciones privadas, despacho y salón.
El mobiliario que conserva la casa mezcla el gusto clásico rural asturiano con grandes arcones, bancos de nogal y cerezo, piso de castaño... con el gusto importado por D. Salvador Pujó con mueble de maderas nobles como la caoba de un gusto francés. También se adorna el salón con dos retratos de la época del Cardenal y de un familiar suyo abad de Teverga.
En las chimeneas también se diferencian aquellas que son de forma más grande con una función mucho más práctica y aquellas más adornadas con una estilización notable que a la vez adornan con una mayor sentido de la verticalidad.
El tejado destaca por las diferentes alturas y vertientes que alcanza, llegándose a contar hasta 19 caídas distintas. El tejado está abierto a dos aguas, con distintas inclinaciones, excepto en la torre que se dispone a cuatro aguas. También hay alguna intrusión del casetón del desván en la fachada oriental.
domingo, 12 de septiembre de 2010
CARTA DE VENTA-( 5DE ABRIL DE 1.708 )

5 de abril de 1078: Carta de venta de Doña Mayor Froilaz junto a sus hijos (Froila Díaz y Antonino Díaz; hijos de Diego Pérez y nietos del Conde Pedro Lainez), a favor de D. Pedro Muñiz, obispo de Astorga. Este es un interesantísimo documento (desde el punto de vista histórico y cultural) pues se trata de una escritura privada de compraventa, en la que la mencionada Mayor Froilaz vende al Obispo de Astorga (Pedro Muñiz, quizás su hermano), una villa que hereda de sus padres. Esta heredad se llamaba Villa-Ataulio y se situaba en el territorio de Gijón, a orillas del Océano.
En nuestra opinión se trata de un documento de compraventa y cesión de una cuñada (Mayor Froilaz), al Obispo de Astorga Pedro Muñiz, hermano de su marido. Así lo consideramos porque en el documento anterior veíamos que Mayor Froilaz era la esposa de Froyla Muñiz, quien creemos quizá hermano de este obispo asturiano que pudo comprar la heredad compartida al enviudar su cuñada. Ello explicaría el tipo de redacción que tiene el escrito, tanto como el bajo coste, y la escritura señalada con ese final tan «dramático»; por el cual, a todo de la estirpe que se le ocurriera reclamar esta villa de Ataulio, quedaría condenado para siempre a los infiernos. En ello asimismo vemos que tiene en parte un sentido de cesión o regalo a la iglesia, de una villa y terrenos que verdaderamente se escrituran en un precio irrisorio (a nuestro juicio). Algo que afirmamos, porque dos años mas tarde, el obispo de Astorga que la adquiere, la cede a la Iglesia de Oviedo.
En opinión de muchos expertos (entre ellos Jovellanos) Ataulio procede etimológicamente de Ataulfo y proviene de la voz germana Wolf (lobo). A juicio de estos expertos, puede proceder del primer obispo de Oviedo que así se llamó (Ataulfo del siglo IX). En nuestra opinión sería mas acertado buscar su origen en el recuerdo del primer rey Godo —Ataulfo—, pues es posible que en esta época y en la zona asturiana, las leyendas godas y visigodas fueran narradas por trovadores y se conservaran de modo «romántico» en la memoria; evidentemente, Ataulfo es un rey con una historia mas que legendaria, casado con Gala Placidia, princesa romana a la que secuestra y que era de origen hispano, hija del emperador Teodosio, que se dice nació en Coca (Segovia). Existe en Castilla, igualmente, un pueblecito que se dice de origen visigodo llamado Atauta y cuyo nombre creemos que procede del recuerdo de Ataulfo.
El emplazamiento de dicha villa de Ataulio la sitúa Somoza en el actual barrio gijonense de Santa Olaya [sic por Olalla], al que pensamos quizá dio hasta su nombre (pues no está muy lejos Ataulio de Olaya). Este barrio en el siglo XVII se llamaba Santa Eulalia del mar y pertenecía al Señor de Contrueces, Menen Pérez de Valdés, y de la casa Menéndez de Valdés paso luego a los Ramírez de Jove (emparentados con Jovellanos).
En este siglo XVIII se confirmó como el límite de Natahoyo, coto señorial; nombre que testifica su relación con las voces de Ataulfo y Atauta (como ya hemos dicho antes). Sus salinas y pesquerías fueron desecadas en el siglo XVIII, aunque antes se llamaron el humedal de Ataulio.
Al total que paga el obispo por la heredad, se suman unos regalos que fueron un traje nuevo, de piel... un caballo rojo... y un vaso de plata pura... La valuación de todo aquel pago es de mil trescientos Sueldos de pura plata excelentes, en una suma que es 350 sueldos en monedas, 800 sueldos en los que se valora el traje, 150 sueldos del caballo con arreos y silla, 75 sueldos del vaso de plata pura, 1375 sueldos en total; Somoza tasa estos 1375 Sueldos de 1078 en 1145 pesetas del año en que edita su libro, Gijón en la Historia General de Asturias: 1908. Ello nos lleva a calcular con una inflación de un 4000 x 100 desde ese año de 1908 hasta el día de hoy, habida cuenta el precio del pan desde entonces hasta hoy, cuando escribimos el presente estudio (2010). De lo que el valor estimado por Julio Somoza sería de unos 4.600.000 de las antiguas pesetas, que se corresponden con unos 28.000 euros. Evidentemente es un valor irrisorio y creemos que nos habla de dos cosas: En primer lugar, de la capacidad desde antiguo de escriturar bienes a precios muy inferiores al suyo (para evitar diezmos, tasas e impuestos) y en segundo término, de que sea una heredad compartida. Partiendo del caso que fuera una herencia compartida entre el obispo y su hermano (esposo? fallecido? de Doña Mayor Froilaz, que sabemos era viuda de Diego Pérez y casada en segundas nupcias con Froyla Muñiz), tampoco es un precio imaginable por una finca de estas características veintiocho mil euros, aunque éste fuera la mitad de su valor. Ello seguramente responde a haber realizado un precio muy rebajado en la venta, al ser el comprador un pariente y (sobre todo) al hecho de que posteriormente, se fuera a legar a la Iglesia de Oviedo esta Villa de Ataulio. Por cuanto se entiende ese final en el que se dice que cualquiera de la familia o extraño, que reclamase más dinero o la posesión de esta villa, será excomulgado e irá al infierno (como hecho que deja a entender que se había entregado a aquel precio esa villa, como una forma de pago para alcanzar el cielo).
Nos llamaron siempre la atención estos precios tan sumamente bajos que en los bienes inmuebles se mencionan, con toda seguridad para evitar tasas e impuestos. Siendo aún una costumbre que se tenía como normal en los años en los que Somoza escribe el libro del que hablamos (principios del siglo XX), cuando aún permitían escriturar los inmuebles por un valor hasta cincuenta veces más bajo al de mercado. De ello que al escritor no le llame apenas la atención este hecho de infravalor en escritura de la villa de Ataulio.
Finalmente, muy curiosa es la valoración del traje, que duplica en precio calculado a todo cuanto paga en monedas el obispo, quien aporta 350 Sueldos en plata por un traje de mujer usado, valorado en 800 Sueldos. Casi el total de esta heredad se paga con la mencionada prenda de mujer, que por muy de piel que fuera y por muy forrado en paño que estuviera, llama muchísimo la atención que pudiera valer casi tanto como una Villa con pesquerías, salinas, acueductos, montes y fuentes. Igualmente, en esta tasación del traje, uno de los motivos que menciona y le hacen muy valioso, es que fuera a modo griego bordado. Ello nos habla, sin duda, de la moda de Bizancio y de los tejidos orientales (posiblemente conteniendo sedas que eran apreciadísimas y no existen en Europa hasta la llegada de Marco Polo).
(Enciclopedia de Oviedo.)
el.tesorodeoviedo.es
jueves, 12 de agosto de 2010
OLLONIEGO (CAMINO REAL A CASTILLA)




Olloniego jugó un papel importante en la época medieval. El río Nalón, a su paso por la localidad, era una importante ruta de intercambio comercial entre León y Oviedo. Para cruzarlo había que atravesar el puente, que ahora sólo conserva tres arcos, y pagar el correspondiente peaje. La primera referencia documental del puente data de 1145, fecha en la que Alfonso VII donó al monasterio de San Pelayo «la tercera parte del portazgo de Olloniego», según escribe García Cuetos. Las otras dos eran para la Catedral y el monasterio de Santa María de La Vega.
Sin embargo, el cobro por el paso del puente no siempre fue tarea fácil. De hecho, la torre, cuyo origen se data en el siglo XIV (García Cuetos cree que es probable que sea del XIII) se construyó para vigilar el puente. Alfonso X también intervino: «Ordenó al adelantado mayor de León y a los merinos de Asturias que hicieran respetar los derechos». La torre de Muñiz, «de estructura circular, con muros de mampostería y vanos reducidos al mínimo», facilitó la labor recaudatoria sobre el puente. Recientemente, ha sido restaurada, aunque no con pleno acierto porque, según la historiada que leyó su tesis doctoral sobre el conjunto, «presenta pandeos notables».
Primero se construyó el puente, después la torre defensiva, en tercer lugar llegó el palacio. En el siglo XV, los dos elementos patrimoniales pasaron a manos de «Ibán Bernardo Miranda, cuyo hijo, el capitán Lope Estrada, edificó junto a la torre el primer palacio de los Quiros». Corría el siglo XVI, y se construyó con «una torre cuadrada y una fachada con portada de grandes dovelas despiezadas radialmente y tres ventanas». Completaba el conjunto la iglesia de San Pelayo que, «a principios de este siglo se conservaba intacta». Ahora sólo queda en pie un ábside del templo románico, convertido en capilla del cementerio de Olloniego «y en un estado de conservación tan lamentable como escandaloso», según la experta. También en el XVI, el puente experimentó varias reformas. La de 1575 es obra de una cuadrilla de canteros dirigida por Juan de Cerecedo, 'El mozo', maestro de la Catedral. Un siglo más tarde, en 1676, recuerda García Cuetos, el río Nalón alteró su curso y se quedó seco, lo que obligó al arquitecto Manuel Reguera a construir otro puente en el siglo XVIII. Y el afán recaudatorio proseguía, así que en el XIX llegó la oficina de peaje
(Elcomerciodigital.com)
Sin embargo, el cobro por el paso del puente no siempre fue tarea fácil. De hecho, la torre, cuyo origen se data en el siglo XIV (García Cuetos cree que es probable que sea del XIII) se construyó para vigilar el puente. Alfonso X también intervino: «Ordenó al adelantado mayor de León y a los merinos de Asturias que hicieran respetar los derechos». La torre de Muñiz, «de estructura circular, con muros de mampostería y vanos reducidos al mínimo», facilitó la labor recaudatoria sobre el puente. Recientemente, ha sido restaurada, aunque no con pleno acierto porque, según la historiada que leyó su tesis doctoral sobre el conjunto, «presenta pandeos notables».
Primero se construyó el puente, después la torre defensiva, en tercer lugar llegó el palacio. En el siglo XV, los dos elementos patrimoniales pasaron a manos de «Ibán Bernardo Miranda, cuyo hijo, el capitán Lope Estrada, edificó junto a la torre el primer palacio de los Quiros». Corría el siglo XVI, y se construyó con «una torre cuadrada y una fachada con portada de grandes dovelas despiezadas radialmente y tres ventanas». Completaba el conjunto la iglesia de San Pelayo que, «a principios de este siglo se conservaba intacta». Ahora sólo queda en pie un ábside del templo románico, convertido en capilla del cementerio de Olloniego «y en un estado de conservación tan lamentable como escandaloso», según la experta. También en el XVI, el puente experimentó varias reformas. La de 1575 es obra de una cuadrilla de canteros dirigida por Juan de Cerecedo, 'El mozo', maestro de la Catedral. Un siglo más tarde, en 1676, recuerda García Cuetos, el río Nalón alteró su curso y se quedó seco, lo que obligó al arquitecto Manuel Reguera a construir otro puente en el siglo XVIII. Y el afán recaudatorio proseguía, así que en el XIX llegó la oficina de peaje
(Elcomerciodigital.com)
PUENTE DE OLLONIEGO-
Este puente antiguo de San Pelayo de Olloniego, junto la Torre y palacio Muñiz, fueron declarados Bien de Interés Cultural, con categoría de conjunto histórico, el 30 de mayo de 1991.
Se levantó, para salvar el Nalón, sobre los cimientos de uno anterior romano. Aunque ya figura en las fuentes diplomáticas del siglo XII, su construcción es atribuible al XIV y, además, se hicieron algunas reformas dos centurias después. Realizado con mampostería, se reservan los sillares regulares para sus cinco arcos y bóvedas. Solamente cuenta con tres en la actualidad, siendo el central de clave gótica. Además, después de una gran ríada en 1676, el puente está seco puesto que se desvió el cauce del río hacia la izquierda.
Este puente fue usado por numerosos viajeros y peregrinos que transitaban por el Camino Real a Castilla. Por ello, después de la ríada del siglo XVII, y quedar en desuso el antiguo puente, tuvieron que recurrir para pasar el Nalón al empleo de barcas y se levantó un puente de madera con carácter provisional. La estructura de éste, localizado más arriba que el que más tarde construyó Manuel Reguera, no era la más adecuada por lo que sufrió diversas reparaciones y desplazamientos. Una nueva riada, un siglo después, destruyó el puente de madera y se levantó otro provisional. Éste también se vio afectado por el numeroso tránsito que llevó consigo la construcción de la Carretera a Castilla que se inició en 1771 y se prolongó durante varios años. Finalmente, Manuel Reguera, levantó en 1780 uno de cantería de 3 arcos en el lugar conocido como El Portazgo. Además de la carretera se iniciaron las obras de algunas infraestructuras complementarias a ésta como un poste leguario que indica la distancia de una legua y media a Oviedo y la Fuente de la Arqueta o de Los Llocos, con decoración barroca, atribuida a Francisco Pruneda en 1775.
Había también en Olloniego otro puente de piedra y con una sola arcada, sobre el arroyo de San Frechoso. Se levantó a fines del siglo XVIII y fue demolido cuando se realizó la autovía Campomanes-Oviedo.
CASTILLO DE TUDELA-
Se levantó, para salvar el Nalón, sobre los cimientos de uno anterior romano. Aunque ya figura en las fuentes diplomáticas del siglo XII, su construcción es atribuible al XIV y, además, se hicieron algunas reformas dos centurias después. Realizado con mampostería, se reservan los sillares regulares para sus cinco arcos y bóvedas. Solamente cuenta con tres en la actualidad, siendo el central de clave gótica. Además, después de una gran ríada en 1676, el puente está seco puesto que se desvió el cauce del río hacia la izquierda.
Este puente fue usado por numerosos viajeros y peregrinos que transitaban por el Camino Real a Castilla. Por ello, después de la ríada del siglo XVII, y quedar en desuso el antiguo puente, tuvieron que recurrir para pasar el Nalón al empleo de barcas y se levantó un puente de madera con carácter provisional. La estructura de éste, localizado más arriba que el que más tarde construyó Manuel Reguera, no era la más adecuada por lo que sufrió diversas reparaciones y desplazamientos. Una nueva riada, un siglo después, destruyó el puente de madera y se levantó otro provisional. Éste también se vio afectado por el numeroso tránsito que llevó consigo la construcción de la Carretera a Castilla que se inició en 1771 y se prolongó durante varios años. Finalmente, Manuel Reguera, levantó en 1780 uno de cantería de 3 arcos en el lugar conocido como El Portazgo. Además de la carretera se iniciaron las obras de algunas infraestructuras complementarias a ésta como un poste leguario que indica la distancia de una legua y media a Oviedo y la Fuente de la Arqueta o de Los Llocos, con decoración barroca, atribuida a Francisco Pruneda en 1775.
Había también en Olloniego otro puente de piedra y con una sola arcada, sobre el arroyo de San Frechoso. Se levantó a fines del siglo XVIII y fue demolido cuando se realizó la autovía Campomanes-Oviedo.
CASTILLO DE TUDELA-
Fortaleza altomedieval en ruinas situada entre las parroquias de Agüeria y Santianes, en el concejo de Oviedo.
Los restos del castillo, erigido en opinión de algunos expertos encima de un primitivo castro prerromano, se ubican sobre un promontorio rocoso denominado Pico Castiello. Su edificación data de la época romana, como se deduce de la argamasa empleada en su construcción y a partir de los fragmentos de una pica y de un brazal claveteado que se descubrieron dentro del recinto. Fue reconstruido en el siglo IX, como ocurriría en Asturias con otras edificaciones de este tipo en aquel periodo, atribuyéndosele la iniciativa a Alfonso III, el Magno, dado su vital interés estratégico como defensa del Nalón y a efectos de guarecer el paso entre Asturias y Castilla, uno de los más importantes.
Fue el escenario de varios episodios muy célebres: en él se hizo fuerte Gonzalo Peláez quebrando la tregua de dos años que Alfonso VII de León se vio forzado a concederle ante la guerra con los almorávides, e incumpliendo la exigencia de entregarle precisamente esta fortaleza; el rey tuvo entonces que emprender viaje a Asturias y poner sito al castillo para reducir al conde. A comienzos del siglo XIV perteneció al obispo de Oviedo, que se había adueñado de la comarca entorpeciendo enormemente el tráfico comercial entre Oviedo y los asentamientos y regiones del sur de la capital. En 1316, Rodrigo Álvarez de las Asturias cercaría el castillo, con el apoyo del Concejo de Oviedo, consiguiendo finalmente neutralizar a los hombres del obispo. Con ocasión del enfrentamiento entre Alfonso Enríquez y el bastardo Enrique II de Trastámara, el Castillo de Tudela se convertiría nuevamente en uno de los focos de la rebelión. Finalmente, en 1383, Juan I ordena su demolición, junto con la de otras fortificaciones asturianas.
Se conservan restos de los muros pertenecientes al cuerpo central, restos de un torreón, su doble foso y algunas garitas. Fue declarado monumento histórico-artístico el 22 de mayo de 1965.
TORRE Y PALACIO MUÑIZ-
Los restos del castillo, erigido en opinión de algunos expertos encima de un primitivo castro prerromano, se ubican sobre un promontorio rocoso denominado Pico Castiello. Su edificación data de la época romana, como se deduce de la argamasa empleada en su construcción y a partir de los fragmentos de una pica y de un brazal claveteado que se descubrieron dentro del recinto. Fue reconstruido en el siglo IX, como ocurriría en Asturias con otras edificaciones de este tipo en aquel periodo, atribuyéndosele la iniciativa a Alfonso III, el Magno, dado su vital interés estratégico como defensa del Nalón y a efectos de guarecer el paso entre Asturias y Castilla, uno de los más importantes.
Fue el escenario de varios episodios muy célebres: en él se hizo fuerte Gonzalo Peláez quebrando la tregua de dos años que Alfonso VII de León se vio forzado a concederle ante la guerra con los almorávides, e incumpliendo la exigencia de entregarle precisamente esta fortaleza; el rey tuvo entonces que emprender viaje a Asturias y poner sito al castillo para reducir al conde. A comienzos del siglo XIV perteneció al obispo de Oviedo, que se había adueñado de la comarca entorpeciendo enormemente el tráfico comercial entre Oviedo y los asentamientos y regiones del sur de la capital. En 1316, Rodrigo Álvarez de las Asturias cercaría el castillo, con el apoyo del Concejo de Oviedo, consiguiendo finalmente neutralizar a los hombres del obispo. Con ocasión del enfrentamiento entre Alfonso Enríquez y el bastardo Enrique II de Trastámara, el Castillo de Tudela se convertiría nuevamente en uno de los focos de la rebelión. Finalmente, en 1383, Juan I ordena su demolición, junto con la de otras fortificaciones asturianas.
Se conservan restos de los muros pertenecientes al cuerpo central, restos de un torreón, su doble foso y algunas garitas. Fue declarado monumento histórico-artístico el 22 de mayo de 1965.
TORRE Y PALACIO MUÑIZ-
La Torre y Palacio de Olloniego, junto al puente antiguo que se encuentra en las proximidades, fueron declarados Bien de Interés Cultural, con categoría de conjunto histórico, el 30 de mayo de 1991.
Los siglos XIV-XV son tiempos de inestabilidad, pero también es el momento en el que se desarrollan y ascienden muchos grupos nobiliarios que van acumulando grandes patrimonios. La familia de los Muñiz, primera propietaria, pronto se unió con la de los Quirós Benavides por lo que esta construcción es conocida por ambos nombres. A esta familia perteneció Rodrigo Bernaldo de Miranda quien compró el coto de Olloniego en 1583 tras la desamortización de Felipe II.
Esta familia levantó una torre circular de cuatro pisos que constituye el núcleo original de todo el conjunto. En los muros de mampostería se abren estrechas saeteras y una puerta de acceso enmarcada con dovelas que da al camino que se dirigía la puente. Su construcción se remontaría al siglo XIV. En las siguientes centurias se le van añadiendo distintos cuerpos por lo que encontramos tanto elementos góticos, como renacentistas o barrocos.
A fines del siglo XV-principios del XVI se construyó otra torre, de sección cuadrada, también realizada en mampostería con sillares en esquinas y en la que la puerta principal de arco de medio punto se enmarca con dovelas y las ventanas con alfices. En su interior aún se aprecian restos de una antigua escalera monumental de piedra.
Con la pacificación del territorio, hacia el siglo XVI, los edificios señoriales comienzan a perder su función defensiva a la vez que va ganando en importancia el carácter residencial. Habrá un cambio en la arquitectura de estas construcciones, en las que predominaba hasta entonces el desarrollo en vertical, a medida que se van introduciendo elementos renacentistas. De este modo se realizan sucesivas ampliaciones en el conjunto hasta la definitiva en el siglo XVIII cuando se levanta un cuerpo que une las dos antiguas torres.
Contaba con capilla exenta que según algunos autores es la construcción de mayor antigüedad de todo el conjunto. Quizás tuviese un origen prerrománico si bien, tal como se aprecia hoy día, lo que se conserva es de la misma fecha que la torre circular y con posteriores reformas.
El Palacio de los Muñiz o Quirós Benavides se levantó a la orilla del Camino Real a Castilla.
El Camino de Santiago atraviesa la localidad; en el barrio de La Fuente de Abajo se localiza la casa del hospital de peregrinos de Nuestra Señora de los Remedios.
Los siglos XIV-XV son tiempos de inestabilidad, pero también es el momento en el que se desarrollan y ascienden muchos grupos nobiliarios que van acumulando grandes patrimonios. La familia de los Muñiz, primera propietaria, pronto se unió con la de los Quirós Benavides por lo que esta construcción es conocida por ambos nombres. A esta familia perteneció Rodrigo Bernaldo de Miranda quien compró el coto de Olloniego en 1583 tras la desamortización de Felipe II.
Esta familia levantó una torre circular de cuatro pisos que constituye el núcleo original de todo el conjunto. En los muros de mampostería se abren estrechas saeteras y una puerta de acceso enmarcada con dovelas que da al camino que se dirigía la puente. Su construcción se remontaría al siglo XIV. En las siguientes centurias se le van añadiendo distintos cuerpos por lo que encontramos tanto elementos góticos, como renacentistas o barrocos.
A fines del siglo XV-principios del XVI se construyó otra torre, de sección cuadrada, también realizada en mampostería con sillares en esquinas y en la que la puerta principal de arco de medio punto se enmarca con dovelas y las ventanas con alfices. En su interior aún se aprecian restos de una antigua escalera monumental de piedra.
Con la pacificación del territorio, hacia el siglo XVI, los edificios señoriales comienzan a perder su función defensiva a la vez que va ganando en importancia el carácter residencial. Habrá un cambio en la arquitectura de estas construcciones, en las que predominaba hasta entonces el desarrollo en vertical, a medida que se van introduciendo elementos renacentistas. De este modo se realizan sucesivas ampliaciones en el conjunto hasta la definitiva en el siglo XVIII cuando se levanta un cuerpo que une las dos antiguas torres.
Contaba con capilla exenta que según algunos autores es la construcción de mayor antigüedad de todo el conjunto. Quizás tuviese un origen prerrománico si bien, tal como se aprecia hoy día, lo que se conserva es de la misma fecha que la torre circular y con posteriores reformas.
El Palacio de los Muñiz o Quirós Benavides se levantó a la orilla del Camino Real a Castilla.
El Camino de Santiago atraviesa la localidad; en el barrio de La Fuente de Abajo se localiza la casa del hospital de peregrinos de Nuestra Señora de los Remedios.
En el barrio de La Estación se encuentra la fuente de los Llocos, de estética barroca, atribuida a Francisco Pruneda en 1775.
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