jueves, 28 de febrero de 2013

LA CARRETERA MAS ALTA - "SALIENCIA-LA FARRAPONA"


Aunque al Gamoniteiru llega una pista o “caleya” a 1.782 metros de cota, actualmente es la de “Saliencia-La Farrapona” la vía asfaltada más elevada del Principado.

La ruta Prehistórica más usada entre tierras asturianas y leonesas (y el Sur de España) fue la de La Mesa; que era un ramal de la Vía de La Plata... En Asturias hay restos de 40 vías romanas, o caminos históricos, pero el principal y, posiblemente, más antiguo, es el de La Mesa. A lo largo de esta calzada hay brañas que cuentan aún con ancestrales corros de piedra. La misma comunicaba La Babia con la costa asturiana. Se cree que unía Astorga con la Campa Torres gijonesa. Atravesando, por cotas cercanas a los 2000 metros, la Cordillera Cantábrica, para entrar en Asturias por el Cordal de La Mesa (del que toma el nombre). Había una ruta de invierno por el collado La Farrapona y valle de Saliencia, como lo atestiguan aún varios puentes de esa época (en Saliencia, Arbeyales y Veigas). Por esta vía “bajera”, discurre ahora la carretera más alta de Asturias.

Luego la calzada seguía por las sierras de Cueiro y Porcabezas o de Tameza y Alto La Cruz, según el final deseado, pues va igual a Dolia, que a Sama de Grado, o a Linares, Perlavia y Trubia. En realidad el verdadero ramal era el que enlazaba con Gijón (Gigia o Noega) a través de Lugo de Llanera (Lucus Asturum) y en Biforcos de Cuero (bifurcación de la vía) se unía con el camino a Flavio Navia (Pravia). Por el Cordal de La Mesa, sin embargo, solo va una ruta, allí van unidos los senderos hasta Cueiro. Aunque esta calzada era un tramo de la que unía el Sur y el Norte de España… Por el ramal de Gijón pasó Jovellanos en 1792, pues era el principal; y por eso él siguió a través de Marabio, Sierra Tameza, Linares, Castañedo del Monte y Trubia.

El Cordal de La Mesa tiene al Norte el puerto de San Lorenzo y el Cordal de Cueiro. Al Sur el valle de Torrestio y San Emiliano de Babia. Al Oeste el valle del Saliencia. Y al Este Monte Grande y el valle tevergano del Privilegio. Para llegar a La Mesa, el itinerario más cómodo es el que parte de Torrestio, subiendo en una hora por el valle de Las Partidas, hasta el Alto del Muñón (a 1.782 metros de cota) donde esta la divisoria de Asturias y León, como señala un mojón. La calzada baja por camperas, para llegar en seguida a Braña La Mesa (comentada por Jovellanos). En ese lugar abundan más los corros que las cabanas de teito. Los corros son más antiguos y se cree que tienen su origen en otros de Extremadura, de donde vienen desde hace siglos los pastores por la vía romana. Al puerto de La Mesa también se puede ir por un sendero que parte cerca del pueblo de Saliencia, a través de la Foz de Los Arroxos; o bien por la pista de La Mortera de Saliencia y El Muro.

Curiosamente pocos asturianos saben que el túnel más largo de la región es el de Nievares (pues el Negrón la mitad es de León); o que el pico más alto de nuestra comunidad y limítrofes es el Torres de Cerredo; que el mayor complejo lacustre de la Cordillera Cantábrica está en Somiedo (además la mayor zona osera de España); o que el mayor lago es el del Valle y el más profundo La Calabazosa. Y ahora, asimismo, la carretera asfaltada más alta de Asturias va por tierras somedanas, desde hace un par de años, pues se construyó sobre una antigua pista minera (antaño vía romana, dado que era el ramal invernal o “bajero” de la Calzada de La Mesa). La antigua calzada enlazaba el pueblo de Saliencia y el alto de La Farrapona con Torrestio. La nueva carretera de 7 kilómetros (denominada SD-2) tiene ancho suficiente para permitir el paso de cualquier vehículo, incluso camiones o autocares. El collado de La Farrapona, o Balbarán (citado por Jovellanos) está a 1.708 metros de altitud. Casi a la misma altura llega la nueva pista que sube por La Mortera de Saliencia a Braña La Mesa, a 1.650 metros de cota. El Alto La Cubilla, en el Macizo de Ubiña, se encuentra a 1.680 metros; y el Picu Gamoniteiru, en la sierra del Aramo, a 1.782 metros; aunque la otrora carreterina de montaña que llegaba a las instalaciones de RTVE en ese pico (entonces la más alta de Asturias) ahora no deja de ser una mala pista o “caleyón”.

 Desde La Farrapona se puede ir en poco tiempo paseando, por pista, a los Lagos de Saliencia. El primero es La Cueva, al que se accede en media hora. Desde él se sube, bordeando las viejas minas de Santa Rita, al lago La Calabazosa o Negro, en algo más de tiempo, por marcado camino (antes se cruza junto a la laguna La Almagrera o La Mina). Como decíamos, es el más profundo de Asturias, con 60 metros de calado. Desde él, en dirección Norte, se va en pocos minutos, por senda, al lago Cerveríz. Sobre este lago están los Picos Albos y, al otro lado de ellos, el mayor lago de la región, el del Valle; pero ir hasta él requiere más tiempo.

Fuente visitada. www.descubreasturias.com

martes, 26 de febrero de 2013

SANTA EULALIA DE OSCOS


 La Historia de Santa Eulalia de Osco (Santalla) está íntimamente ligada a la de la totalidad del territorio de Los Oscos. Al tratarse de un espacio relativamente pequeño con unas características geográficas, demográficas, sociales y culturales prácticamente idénticas, el devenir histórico de cada concejo guarda grandes similitudes y cada cambio significativo repercute con semejante intensidad en cualquier punto de la comarca.

Así, los primeros pobladores se encontraron con un entorno físico similar desarrollando una misma cultura relacionada con una vida dedicada al pastoreo, a la recolección de frutos y el posterior paso al desarrollo de tareas agrícolas. Una nueva etapa conduce a los asentamientos estables y al contacto con la cultura de los metales. La invasión romana, en busca de la riqueza aurífera, significa un importante proceso de aculturización. La organización del territorio medieval y la influencia ejercida en el plano administrativo y cultural por el Monasterio de Santa María de Villanueva proporciona una nueva concepción social.


Con la llegada de la Edad Moderna se abren nuevas perspectivas económicas que acabarán consolidándose en el Siglo XVIII debido a la incidencia de la metalurgia que aprovecha las óptimas condiciones del entorno para su implantación. Incluso en la actualidad el desarrollo del turismo rural es un valor que la comarca comparte.

El siglo XVIII-
Sin duda, el siglo XVIII, representó para Santalla su época de mayor esplendor económico auspiciado por la industria del hierro. Los datos estadísticos recogidos en el Catastro del Marqués de la Ensenada dan buena fe de ello. Sesenta y ocho herreros y diez aprendices trabajan en Santalla a mediados de siglo, llegando a contar en 1795 con 104 fraguas censadas. La buena marcha económica permite a los mayorazgos que poseen la titularidad de los mazos vivir de rentas, mediante el arriendo a los vecinos.


La excelente producción de calderos, c1avazón, cerrajería, herraduras y herramientas genera un importante intercambio comercia hacia el exterior aumentando el número de arrieros que además de dedicarse a este transporte realizan transaciones con otros productos, dinamizando el pequeño comercio.

Otro estamento social que prolifera en la época es el de los criados que atienden las labores agrícolas y domésticas de las casas más pudientes.

Gracias a este despegue económico la demografía de Santalla crece considerablemente, muy por encima de los concejos vecinos, logrando en apenas un siglo un aumento de un 65 % de los hogares independientes.


No hay que olvidarse tampoco de la producción agrícola que sigue siendo un importante elemento de la economía de la época según se deriva de los diezmos efectuados: 250 fanegas de centeno; 75 de mijo y otras tantas de maíz junto con 8 fajos secos de lino y 40 cañadas de vino, valorado todo ello en 5.470 reales y 14 maravedíes.

Este esplendor propicia un acondicionamiento de las casas con la aportación de materiales de calidad y mejorando las condiciones de habitabilidad. Las personas pudientes reconstruyen sus casonas o edifican otras nuevas. La administración eclesiástica remoza la iglesia de Santa Eulalia y construye un buen número de ermitas repartidas por cada pueblo del concejo. La instrucción pública imperaba entre la mayoría de los habitantes, contando con escuela de primeras letras y maestros itinerantes, por lo que en Santalla había un reducido número de analfabetos.

Importantes familias que se habían asentado en Santalla alcanzan gran notoriedad gracias al desarrollo de sus industrias, como es el caso de los Fernández Lombardero, ligados a la industria metalúrgica y a la fabricación de relojes. Su espíritu emprendedor y su relación con los ambientes ilustrados les proporcionan una merecida fama.

Un caso singular lo representa Antonio Raimundo Ibáñez, de procedencia humilde, que desarrolla una de las más importantes tareas relacionadas con el mundo Ilustrado mediante la creación de importantes empresas como la Real Fábrica de Sargadelos, para la fabricación de hierro, y posteriormente la Fabrica de Loza de Sargadelos. Carlos IV le propone para los títulos de marqués de Sargadelos y conde de Orbaiceta pero la invasión francesa pone fin a su vida, trágicamente, en las calles de Ribadeo en 1809.


Siglo XIX-
La primera parte del siglo es un periodo plagado de graves dificultades económicas provocadas por las constantes guerras e incrementadas por las sucesivas malas cosechas. Estos avatares provocan un resquebrajamiento de las viejas estructuras que acaban en significativos cambios sociales.

La Guerra de la Independencia origina cuantiosas aportaciones económicas a los vecinos y la merma de la población más joven, alistada al famoso Regimiento de Castropol que combate a los franceses.

En el año 1834 los tres Oscos se integran en el partido de Grandas de Salime, siendo Santalla en 1835 la cabecera de la circunscripción de Oscos, Taramundi, Pesoz y Grandas de Salime, con capacidad para elegir un apoderado de los tres a que tenía derecho el antiguo partido de Castropol.
En 1837 se produce en Santalla el ajusticiamiento de 13 vecinos acusados de simpatizar con los carlistas.


A pesar de todo este panorama lleno de revueltas y dificultades económicas a mediados de siglo el concejo cuenta con 2.119 vecinos que siguen con sus explotaciones agrícolas y las de la industria del hierro, logrando de esta forma mantener un pequeño comercio y subsistir ante tantas adversidades.

A finales de siglo la situación sigue siendo precaria a pesar del intento de los santalleses por mantener su espíritu emprendedor, con la instalación de una fábrica de curtidos y otra de chocolate. Los mazos y fraguas atendían una pequeña demanda de herramientas que no se extendía mucho más allá de la comarca.

La instalación de altos hornos en la zona central de Asturias atrajo a la cualificada mano de obra que se había formado en el trabajo metalúrgico de Los Oscos, que veía así incrementado su salario, iniciándose un rápido despoblamiento.


La diáspora de los mayorazgos también es acusada, buscando acomodo en las zonas costeras y capitales más importantes, dedicándose principalmente a actividades comerciales y dejando sus propiedades rurales en arriendo..


Fuente visitada. santaeulaliadeoscos.es

sábado, 23 de febrero de 2013

LOS ENTERRAMIENTOS EN MADRE BONA (PERLORA)


 En el 2004, iniciamos una campaña de excavación en tres zonas de la sala, resultando solamente con materiales, una poza/sima a la que entraba el agua durante la marea alta, y que estaba iluminada por una de las ventanas de la sala. No pudimos llegar al final de la misma por su estrechez, alcanzando hasta una base de “arenas” claramente introducidas por las mareas. De este sector se extrajeron más de 100 fragmentos humanos, que corresponderían a dos individuos adultos uno femenino y otro masculino; el individuo femenino tendría una estatura de 151 cm y un peso ideal de 58 kg.; y el masculino mediría entorno a 160 cm y pesaría alrededor de 67 kg. Las piezas arqueológicas que acompañaban dichos restos son: un posible remache y/o adorno; dos fragmentos de un regatón o lanza de hierro; un fragmento de vaina de un puñal de “Tipo Simancas”; una posible lámina de plomo que estaba incrustada en la roca; un aplique óseo decorado; una placa de hierro que estaba pegado a un diente de jabalí de tono exterior verdoso; y 5 fragmentos de hierro. Este conjunto de piezas sigue apuntando a la baja-romanidad. En concreto, el puñal “tipo Simancas” aparece en las necrópolis de la Meseta entre los siglos IV y V. Una datación calibrada sobre carbones localizados en esta misma, dio las fechas de: 460 a 480 dC (s. V) y 430 a 620 dC (s. V a VII).


Los enterramientos de época tardoantigua no son frecuentes en Asturias, y mucho menos en cuevas. Pero es que desde la Edad del Hierro, hasta el s. IX, el mundo funerario astur y por ende Castreño, es muy poco conocido ante la escasez de hallazgos. En Asturias, entre los siglos IV y V, se cita otra cueva funeraria como la de “Chapipi” (Grado) en donde aparecieron monedas de oro romanas (s. IV y V), y vestigios humanos que no fueron ni recogidos ni estudiados. También en la Cueva de Valdedios (Villaviciosa), aparecieron restos humanos asociados a una fíbula anular similar a la de Entrellusa. Esta tradición de inhumación en Cuevas en época romana, es bastante común en el resto de la Cornisa Cantábrica, pero muy infrecuente en el territorio astur. Por eso llama la atención que en la misma Punta de Entrellusa, se localizaran otras cavidades con enterramientos, como recoge el inédito Diccionario geográfico de Asturias de Martínez Marina del siglo XVIII.

 
La pareja de l’Alborá, podría mostrar la tumba de un “guerrero” del s. V, a tenor de las armas localizadas: un puñal “Tipo Simancas” y una lanza, propia de estos tiempos tardorromanos, y que desaparecerán como ajuar en la mayor parte de las necrópolis visigodas posteriores; al que acompaña un mujer con elementos del atuendo femenino, como el ungüentario de cristal, la fíbula de la saya y el aplique decorativo en hueso con motivos geométricos incisos. Pero también llama la atención este carácter dúplice, hombre y mujer, que se aleja de los cánones unitarios de las tumbas. Aunque no podemos asegurar que ambos fuesen enterrados en el mismo momento, sí compartieron el mismo espacio calcáreo (¿unidad familiar?). Su ubicación costera, vía de comunicación marítima y posible puerto, y sin una población cercana, parece normal en estas sociedades rurales (V al VIII), donde las necrópolis no tienen una clara relación a un hábitat propio, y éstas se caracterizan por una gran variedad tipológica.

 Sin embargo es el topónimo de “Madrebona”, cercano a esta posible necrópolis de varias grutas, lo que más llama nuestra atención. Madrebona es un término poco habitual, que podría sugerir un lugar de culto cristianizado y relacionado con la devoción a una diosa de la antigüedad, si bien se precisan más testimonios para corroborar esta hipótesis. Ciertamente, en el panteón astur de época prerromana y romana son escasos, por no decir inexistentes, los teónimos relacionados con divinidades femeninas, a excepción del ejemplo de Fortuna Balnearis, hallado en los alrededores de Gijón. Si consideramos el caso romano, encontramos la expresión de Mater en algunos teónimos.


Sin embargo, de la palabra Madrebona llama la atención el calificativo de bona, que parece resaltar la idea de ser benefactor. Esta interpretación se ligaría entonces a cultos muy difundidos en el Occidente del Imperio romano, con algunos testimonios en la zona celtibérica de la Península Ibérica, pero sobre todo en la Galia, donde abundan las inhumaciones en cuevas, y en la que gozó de extraordinaria popularidad la devoción a las Matres, en bastantes casos concebidas como seres benéficos o protectores en general, pero también con divinidades que estaban presentes en todo el ciclo de la naturaleza, que contemplaba la vida y la muerte. Los restos funerarios, único testimonio fiable de los hallados en Entrellusa, unidos al topónimo Madrebona quizá puedan indicar la existencia de un lugar de culto a una divinidad femenina, benefactora o protectora del lugar – al igual que la mayoría de las deidades del mundo antiguo -, pero también ligada a creencias de ultratumba a la vez que propiciadoras de la vida.

( Autores de la comunicación: G.E. Adán; R.Mª Cid; A. García; R. García; C. Ibáñez; L. Rodríguez; M. Arbizu; J.M. Carretero; D. Álvarez y X. Palacios).

viernes, 22 de febrero de 2013

LOS PICOS DE EUROPA



Los Picos de Europa, Parque Nacional, hacen honor a su nombre y son por altura y espectacularidad uno de los más bellos parajes del continente. El paisaje es abrumadoramente cárstico, e incluye desfiladeros y gargantas, ríos y valles inmaculados y grandes masas forestales autóctonas.

Los Picos, como se les conoce habitualmente, albergan también una inusual densidad de fauna salvaje y flora, subalpina por encima de los 1.600 metros. Por debajo de esta cota encontramos bosques de hayas y majadas de ensueño. Por el medio también está la cultura del hombre de media y alta montaña, que habita núcleos rurales pequeños y hospitalarios y que vive de la agroganadería en perfecta armonía con el medio. La regulación medioambiental de este entorno humano y natural viene dada por un plan gestor exclusivo para este Parque Nacional.

 Esta gran formación de caliza se extiende aproximadamente 40 Km. de largo (este-oeste) y unos 20 Km. de ancho (norte-sur). Su constitución la obliga a someterse continuamente a la erosión exigente de la lluvia y las nieves, que hacen mella en su constitución y escavan profundas simas muy atractivas en el mundo de la espeleología. Algunas llegan a alcanzar los 1.400 metros de profundidad.


Morfológicamente encontramos en Los Picos tres macizos claramente diferenciados: El macizo occidental (El Cornión), el macizo central (Los Urrieles), y el macizo oriental (Andara). Quedan delimitados físicamente por los desfiladeros de los ríos salmoneros Sella, Cares, Duje y Deva. El macizo occidental, con su cota más alta, Peña Santa de Castilla (2.596m), es el más grande y más variado de los tres, y es particularmente apropiado para el senderismo. En este macizo están situados Los lagos de Enol y Ercina, y muy cerca el área de Buferrera, el centro de interpretación medioambiental del Parque Nacional de los Picos de Europa. La forma más sencilla de acercarse a él es desde la localidad de Covadonga, ascendiendo por una carretera local y sinuosa hasta los famosos lagos, 12 kilómetros más arriba, de donde parten un buen número de rutas recomendadas para todos los públicos. Conviene indicar que el final del verano y principios del otoño, así como la primavera suelen ser los mejores momentos para una caminata de este tipo, ya que ni es excesivo el calor ni la presencia de excursionistas.


El macizo central es él más deshabitado, en él encontramos el punto más alto de los tres macizos y del norte de España: Torre Cerredo (2,648m.) EL límite con el macizo occidental lo dibuja la famosa y espectacular ruta que discurre por el desfiladero del Cares. Bulnes el último pueblo de Asturias sin comunicación externa, también se encuentra en este macizo y siempre fue paso obligado para los alpinistas de camino al Picu Urriellu o Naranjo de Bulnes (2.519m), uno de los mayores retos para los escaladores nacionales e internacionales por sus extremas paredes verticales. El pueblo que da su nombre al singular Naranjo estuvo comunicado con el resto del concejo de Cabrales por un camino de mulas, pero recientemente fue inaugurado un tren funicular hasta el pueblo, acompañado de un buen número de polémicas, que venía a romper drásticamente el aislamiento de la aldea. El acceso al punto norte del desfiladero del Cares y Bulnes es vía Poncebos, a escasos kilómetros de la localidad de Arenas de Cabrales.


A la cara sur de los Picos de Europa se llega desde Potes, en Cantabria, y Posada de Valdeón, en León. Desde Potes se puede ir hasta Fuente Dé y coger el teleférico hasta una altitud de 1.800m. En toda la zona ésta es la manera más fácil de ganar altura rápidamente para excursiones de un carácter más alpino. Posada de Valdeón está situada en el punto sur del desfiladero del Cares, después del pueblo de Caín.



Fuente visitada. desdeasturias.com

miércoles, 20 de febrero de 2013

LAS CASTAÑAS



En Asturias, cuando llega el otoño no sólo caen las hojas. Por numerosas carreteras comarcales y por infinidad de caminos vecinales y senderos mal trazados, un fruto acorazado cual erizo, cargado de espinas defensivas, duerme plácidamente en el suelo mientras continúa madurando y abriéndose en dos. Sus púas se muestran más abatidas, relajadas. De el verde pasa al marrón y en sus entrañas espera la rica castaña, la que nos reconforta el cuerpo en los meses más fríos del año.


Nutritiva y sabrosa, del tamaño de la nuez, la castaña, ya sin el manto espinoso, sigue siendo tímida e introspectiva, y se protege todavía con una cáscara correosa de color pardo oscuro que cuando se ha secado al humo se la denomina “pilonga”. En este estado puede ser almacenada todo el año.

Hace ya tiempo que ha convertido la castaña en objeto de culto gastronómico sacándola de su ostracismo y de los vericuetos. Todos los años, a mediados de noviembre, organiza el popular Festival de la Castaña. El “castañazu”, como algunos lo conocen en relación sobre todo al ambiente nocturno de ese fin de semana festivo, congrega durante el día multitud de aficionados desde hace 12 años.


Unas cuantas toneladas de sabrosas castañas se venden en este certamen. Se trata de una de las escasas versiones comerciales de un ritual: el de la recolección de la castaña, que apenas ha perseguido otros mercados potenciales que los del consumo casero. En realidad, en la región no hay productores, sino recolectores. Estos últimos abundan por doquier, puede serlo cualquiera. Todo el aficionado a este fruto sabe dónde ir a buscarlo en temporada. Ir a la gueta es ir a “apañar” castañas del suelo por los caminos o caleyas, o los castañeos próximos a las fincas amuralladas. El rito de la castaña comienza en un lugar común, es de todos, y finaliza de forma común también, en consumos públicos y populares.

Existen iniciativas, casi de corte experimental, que tratan de enfocar el cultivo del castaño a una futura economía, sustentada en la comercialización rentable de la castaña. Así ocurre en el centro de La Toya, en el mismo Parres, donde se trata, en primer lugar, de estudiar las enfermedades prolijas que afectan al castaño y a su cosecha posterior. El mercado al que se aspira comienza cuidando y conociendo el árbol, subsanando las epidemias comunes que se ceban en él, tal y como décadas antes comenzó a hacerse con el manzano.


Sea como fuera, y a la espera de que los aspectos fitosanitarios se consoliden y la economía coja la batuta, la castaña ha sido y sigue siendo una disculpa preferencial para actos sociales o rituales del otoño astur. Los famosos amagüestos llevan celebrándose en todas las quintanas y aldeas asturianas desde tiempos inmemoriales. El castaño llegó con los romanos a Asturias, y durante mucho tiempo, antes de la llegada de la patata americana, era el principal nutriente calorífico durante el invierno. Algo tan importante en la dieta pasada no puede pasar desapercibido en los tiempos modernos por muy variada que sea la alimentación. En torno a la castaña se celebran verbenas, alguna misa y panderetas, gaitas y trajes regionales. Un tributo que les sale del alma a los asturianos.

Tradicionalmente las castañas se calentaban sobre una plancha de hierro, antes servían a este propósito la plancha de las cocinas tradicionales, que además solían consumir troncos del propio castaño. Los amagüestos en casa se acompañan con sidra, normalmente dulce. Esta tradición castañera ha dejado huella, además de en Parres, en otros numeroso pueblos y municipios asturianos como Candamo, Navelgas, Llanes, etc, etc.

La esencia de esta afición hay que ir a buscarla al meollo mismo del fruto, a sus cualidades intrínsecas. Cualidades que son numerosas y buenas para el organismo: alto contenido de carbohidratos (40%), poca grasa (2-3%), alta calidad de proteínas (5-10%), y sin colesterol. Todas las asociaciones y organismos interesados por la salud pública la recomiendan en la dieta.


La castaña española, y con ella la asturiana, es una de las más apreciadas de todo el mundo por su sabor. A pesar de que continentes enteros como Australia hace ya tiempo que se han especializado en su comercialización, puede decirse que lo han hecho a fuerza de hacerlas menos sabrosas, empleando técnicas de conservación un tanto artificiales y alejadas del truco de la pilonga, citado aquí.

La gastronomía asociada a la castaña supera también la sencillez casi rudimentaria de los amagüestos y la convierte en reina de platos exquisitos que llevan su nombre. Sopa de castañas, por ejemplo, donde se mezclan con caldo de pollo, apio, sal y pimienta, limón… macarrones con castañas. Como postre dulce: compota de castañas.

Sea en estado puro o en platos sofisticados, la castaña atesora un alto valor nutritivo y un valor social que en regiones como Asturias sirven para perpetuar la amistad y los lazos vecinales con los estómagos satisfechos.


Fuente visitada. desdeasturias.com

viernes, 15 de febrero de 2013

LOS CIELOS EN LA MITOLOGÍA ASTURIANA


En Asturias las constelaciones reciben nombres peculiares: por ejemplo, la Osa Mayor es conocida como "el carriquín del Rey" y las Pléyades son "la pita y los pitinos". Pero además existían algunas creencias sobre ellas, se decía que contar las estrellas traía como consecuencia el nacimiento de verrugas, pero además las lluvias de estrellas fugaces, como las conocidas "Lágrimas de San Lorenzo", traían presagios, casi siempre funestos. De hecho son muchos los ancianos que todavía afirman que la Guerra Civil fue presagiada por una lluvia de estrellas. La creencia en estos presagios ya viene de antiguo, baste recordar la leyenda según la cual un cometa anuncia el nacimiento de Jesucristo. Josefo y Eusebio escribían que tras la muerte de Jesucristo, la destrucción de Jerusalén había sido anunciada por varios signos, entre ellos un "espantoso cometa en forma de espada reluciente". El poeta romano Claudiano aseguraba: "Jamás se ha visto cometa en el cielo sin que nos traiga algún mal". Y en las "Historias Prodigiosas" de Boaistuan se habla de un cometa de color sangre que apareció en el cielo de Westrie el 9 de octubre de 1528, tan sobrecogedor que "algunos murieron de espanto y otros cayeron enfermos".


Otros fenómenos atmosféricos también tienen su leyenda. Por ejemplo, la llamada "Bóvida Santa" era una apertura que se hacía en el cielo ennegrecido de nubes, y a la cual había que invocar diciendo: "Bóvida Santa dame la gloria pa mi y la mio familia toda" (Villayón). En Boal cuando una estrella fugaz cruzaba los cielos se decía que estaba "la Bóvida abierta" y si hacía frío se pedía: "Bóveda santa, dame una manta, bóveda santa dame la gloria a mi y a la mio casa toda".


El arco iris es conocido con el nombre de "Arcu la Vieya" y se creía que introducía uno de sus extremos en los ríos para "beber agua". También se creía que en el extremo que se hundía en la tierra había un pote de oro. Se le invocaba para evitar la lluvia, diciendo: "Arcu la Vieya, revira na tierra col dedín monín que nun llueva por min". En Villayón se hablaba del Arcu la Vieya y el Arcu la Nuova, este último mucho más brillante. "La Vieya" es un antiguo daimón femenino, un numen relacionado con los fenómenos atmosféricos, no solamente en Asturias sino en el resto de Europa. En Provenza, por ejemplo, se le llama Vieio y se le atribuyen los espejismos solares. En Asturias se dice: "Cuando llueve y fae sol anden les bruxes alredor" o "Cuando llueve y fae sol cásase la fía del diablu mayor". También era frecuente hablar de extrañas lluvias, que también eran tomadas por augurios. En el 989, cerca de Venecia cayó nieve roja como la sangre; en el 989, reinando el emperador Otón III, llovió trigo del cielo; y en el 458 en Italia llovieron trozos de carne.


En Asturias, en algunos pueblos de Cangas del Narcea, se dice que graniza y, a veces, dentro de las piedras heladas aparecen pelos de cabra. Esto es atribuido al Nuberu, ser maligno que provoca las tempestades y previamente se entretiene tosquilando las cabras. Lo mismo se dice si llueven ranas y sapos. La creencia en estos personajes que gobernaban las tempestades a su antojo estuvo generalizada en toda Europa. En Las Galias eran llamados "magos tempestiarios" y se suponía provenían de un país lejano y desconocido llamado "Magonia". El Nuberu asturiano se supone que vive en la misteriosa ciudad de Brita, Lita o Griga, o en el lejano Egipto, y recibe el sobrenombre de "Xuan Cabrita"

Escrito por Alberto Alvarez Peña.
Fuente visitada. fusionasturias.com

miércoles, 13 de febrero de 2013

EL CONCEJO DE ALLER



Limita al norte con Mieres, al sur con la provincia de León, al este con Laviana, Caso y Sobrescobio y al oeste con Lena. forma parte junto a Lena y Mieres de la cuenca minera del Caudal. Su principal actividad económica ha sido durante más de un siglo la minería del carbón, sobre todo la parte baja del valle, siendo compaginada con la agricultura y la ganadería. El curso bajo del río Aller, al confluir con el Caudal, forma un valle profundo. Río arriba se llega a Cabañaquinta, capital del concejo desde 1869. El valle de alta montaña que lo forma culmina en el puerto de San Isidro (1.520 m), límite de Asturias con León. El sector turístico ha crecido mucho en los últimos años, destacando la localidad de Felechosa, a 13 kilómetros de altura.

Entre las bellezas naturales se encuentran las Hoces del Pino y las del Aller, profundas gargantas excavadas por las cuencas de los ríos en la caliza de montaña. También se puede acceder a cumbres emblemáticas como el Torres (2.100 m), el Toneo, Peña Redonda, el Retriñón, Peña Mea... Sus fiestas principales son los Humanitarios de San Martín de Moreda, el 11 de noviembre, la de San Antonio de Piñeres, celebrada el último domingo de agosto y la romería de Miravalles en Soto el 8 de septiembre.

También se celebran varias ferias de ganado en Cabañaquinta, entre las que destacan en importancia la del viernes de marzo anterior al día de San José, la del Rosario el primer viernes de octubre, la de Todos los Santos y el Mercaón o feria de San Andrés que tiene lugar el tercer viernes de noviembre.

 Historia-
La romanización del lugar dejó una vía romana que divide los concejos de Lena y Aller conocida como vía Carisa, entre Lena y Lugo de Llanera. Otros vestigios son un casco de cobre con varios relieves, monedas de plata anteriores a Tiberio y otros restos arqueológicos.

La Alta Edad Media nos aporta el primer documento sobre Aller en la catedral ovetense: en el año 857 un documento hace referencia a un afluente del río Aller. Las fuentes arqueológicas hablan de poblamientos en los siglos IX y X, como atestiguan las inscripciones de la iglesia de San Vicente de Serrapio (894) y la iglesia de San Julián de Llamas (940). A partir del siglo XI se define la organización espacial de la comarca, gracias a un documento en el que un tal Senior y su mujer Olimpia ceden una serie de propiedades para fundar un hospital.

En el periodo bajomedieval hay modificaciones en el poblamiento del valle. Durante el reinado de Alfonso X la puebla de Aller es fundada. La corporación allerana comienza a funcionar de forma regular a partir de entonces. A partir del siglo XVIII los datos de Hacienda y del Archivo Histórico Nacional nos revelan un gran sector ganadero. El comercio despegó gracias a su situación de enclave en el itinerario entre Asturias y la Meseta. El Puerto de San Isidro, en el siglo XIX, aumenta aún más su importancia, al unir la carretera el valle principal con la cuenca del Caudal. Con esta infraestructura viaria comienzan las explotaciones carboníferas de Aller, paralelamente a la aparición del ferrocarril, que comunicó su valle con los del Caudal y Lena.

Pasada la guerra civil española, en la que el concejo de Aller fue parte del bando republicano, la posguerra y la autarquía económica favorecieron el resurgir de la actividad minera con nuevas modalidades de extracción. Debido al progresivo agotamiento de las minas de montaña se comenzaron las explotaciones de los pozos, lo que hizo que la población se concentrase en el fondo de los valles, con la construcción de barriadas de protección oficial. Muchos pueblos, como Boo, fueron abandonados en las laderas de las montañas, y se crearon nuevas parroquias como Caborana. La crisis económica del carbón dará lugar a la creación de Hunosa en 1967, cayendo en un declive que sólo se ve frenado por el sector turístico.

Arquitectura-
La iglesia de San Vicente de Serrapio destaca por su estilo románico, con pinturas del siglo XVII. La iglesia de San Juan de Llamas, de estilo románico rural del siglo XII, es Monumento Histórico Artístico. La iglesia de San Juan de Santibáñez de la Fuente, tienen una mezcla de restos tardorrománicos y del gótico rural. La iglesia de San Félix en el Pino, en ella hay que destacar sus retablos barrocos. Es Monumento Histórico Artístico. El Santuario de Miravalles de 1745 en Soto. Destacan también palacios y castillos en diferentes zonas del valle de Aller, como el palacio de Ordóñez y Villademoros, el de Arias Prieto en Boo, el de Arias Cacheros, García de Vega, o el castillo del Soto, con un torreón del siglo XIV-XV.

 Fuente visitada. el.tesorodeoviedo.es

sábado, 9 de febrero de 2013

EL CULTIVO DE LA ESCANDA


La escanda, “Triticum espelta”, es un cereal con pedigrí, antiquísimo y auténtico. Un trigo salvaje cultivado casi desde tiempos prehistóricos. Su molienda data al menos de 22.000 años antes de Cristo en Israel. Se trata de una planta bien adaptada al medio asturiano, ya que desde la antigüedad es fiel a regiones montañosas y muy resistente al frío, al exceso de humedad, así como al ataque de los pájaros e insectos por su vaina (gluma), que no se desprende después de la trilla sin la ayuda de molinos especiales.

Tras un declive continuado de este cultivo desde el siglo XVI, los nuevos tiempos y las nuevas pautas de mercado, decantadas por la producción ecológica y la calidad alimenticia, colocan a la Escanda asturiana ante un nuevo renacimiento y una paulatina extensión de tierras para su cultivo. Lejos de intervenciones transgénicas, la escanda mantiene sus orígenes intactos, y se aleja por tanto de ese dominio paulatino de productos sin personalidad, faltos de aroma, sabor e incluso nutrientes.

La escanda asturiana tiene un 50 por ciento más de proteínas que el trigo común, un alto valor nutricional que se concreta en numerosas características saludables, muchas más que cualquier otro trigo modificado.

 En Asturias preocupa especialmente que la espelta cultivada conserve su esencia genética, y con ello se consigue un cereal que cuyo contenido en proteína es superior al 14%, destacando la presencia de los 8 aminoácidos esenciales; también tiene más sabor y es más digestivo que el trigo blanco; al ser la semilla original produce menos síntomas alérgicos, además aporta mucha fibra y ácido silícico: uno de los nutrientes más necesarios en nuestro organismo ya que ayuda a la reconstrucción de tejidos y órganos. La escanda asturiana estimula el sistema inmune del cuerpo, ya que tiene un alto contenido en vitamina B. Entre los minerales que aporta figuran el sodio, potasio, hierro, magnesio y calcio. Por si esto fuera poco, la grasa que contiene la espelta es fundamentalmente del tipo insaturado. No contiene colesterol y es rica en ácidos grasos esenciales. Su alto contenido en Triptófano tiene efectos positivos en el bienestar general del cuerpo y de la mente ya que contribuye a la producción de serotonina.


Casi exclusivamente en Asturias se está iniciando un esfuerzo para la replantación de la espelta, y la reciente mecanización en el proceso recolector, desgranado y molienda ha permitido que la escanda amplíe su mercado sin renunciar a su carácter ecológico. Esto a la vez propicia un resurgimiento en panadería y confitería. El trigo común puede ser sustituido por la escanda asturiana en panes, galletas, tortas, bollos preñaos, pastas, pizza, crepes y pasteles, así como en la producción de pasta.

 En cuanto al pan de escanda propiamente dicho, se sustenta en una harina fina, esponjosa, de tono grisáceo y poco denso. Presenta gran estabilidad al amasado. Una vez fuera del horno, el pan se caracteriza por su corteza lisa, blanda y fina, de color entre anaranjado y tostado; su aspecto es homogéneo al corte, su textura esponjosa dependiendo del porcentaje de escanda empleado. Se puede mantener durante varios días sin perder los atributos del pan fresco. Su sabor y aroma es muy peculiar, con un ligero toque a nuez.


El cultivo de la escanda merece una especial mención en los concejos de Grado, Pravia, Belmonte, Somiedo, Proaza, Yernes y Tameza y zonas limítrofes, al igual que algunas parroquias de Salas y Tineo, donde conservan este cereal tradicional y de verdadero interés etnológico.

 Actualmente una empresa del concejo de Pola Lena, Speltastur, producen en torno a 300 toneladas anuales de harina regional y su éxito sirve para echar por tierra una mla racha, ya que a finales de los años noventa se encontraba casi al borde de la extinción. En la actualidad, la escanda es una alternativa sólida para la agricultura asturiana cien por cien ecológica. A los ganaderos les permite hacer rotación de cultivos en sus tierras y sacar rendimientos con la producción de grano, con el aprovechamiento añadido de la paja para los animales. En la transformación de la escanda todo se aprovecha: no hay residuos.

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Ruta de la Escanda-
El ritmo tradicicional del cultivo, recolección, desgranado y horneado es un auténtico lujo etnográfico, que no deja indiferente a quién asiste paso a paso a su proceso. Desde que en el mes de agosto se recogen manualmente las espigas con “les mesories”, pasando por el desgranado más auténtico en el pisón o molín de rabilar, hasta el tiempo lento del amasado y la preparación del horno tradicional. 

Asistir a esta especie de rito ancestral, es hoy posible si recorremos la denominada Ruta de la Escanda, donde preguntando a los lugareños podremos ir asistiendo a estas actividades al calor de auténticas aldeas y paisanos de la tierra. 

A lo largo de la ruta se pueden ver in situ diversos artilugios que servían para la transformación de este producto, como pisones a rabil y eléctricos, molinos hidráulicos y fornos. También se puede disfrutar de impresionantes vistas de las cuencas fluviales del Cubia y del Narcea. La primera parte de la Ruta parte desde Grado hasta El Fresno, coincidiendo con el Camino de Santiago del interior; el tramo siguiente de la ruta, desde El Fresno hasta Las Cruces, es coincidente con una parte del Camín Real de La Mesa, una de las principales vías de comunicación con la Meseta desde tiempos prehistóricos y hasta el siglo pasado.

 Ruta: Grado - Alto de la Cabruñana - El Fresno - Alvaré - Moutas Sierra del Pedrorio - Los Lodos - Las Cruces - Vigaña - Villandás - Valle de Seaza - San Pedro - Agüera - Villanueva – Grado

 La villa de grado se encuentra a escasos 27 kilómetros de Oviedo. Se llega a ella a través de la autovía A-63 "Oviedo - La Espina" y la carretera nacional N-634. Grado está muy bien comunicado también con Pravia, el Aeropuerto y Avilés, a través de las comarcales AS-235 y AS-237.

 Fuente visitada. desdeasturias.com

jueves, 7 de febrero de 2013

MUSEO DEL PUEBLO DE ASTURIAS (GIJÓN)



Recorrer El Muséu del Pueblu d’Asturies -Museo del Pueblo de Asturias- supone descubrir o redescubrir la vida cotidiana de nuestros antepasados, saber en qué ocupaban sus horas de trabajo y de ocio, cómo se relacionaban, cómo eran sus casas, su alimentación, sus aficiones, sus preocupaciones. Su objetivo es conservar la memoria tradicional del pueblo asturiano en su conjunto, en los tres espacios geográficos que habitan desde hace siglos los asturianos: los pueblos, las villas y las ciudades.


Este centro garantiza el estudio y el desarrollo de trabajos historiográficos. Custodia más de 12.000 documentos catalogados y repartidos en diferentes fondos, como el fondo de documentos personales y familiares integrado por archivos de casas de nobles, burguesas y campesinas, además de diarios, memorias y correspondencias familiares; o el fondo de empresas, comercios y profesionales, o el extenso archivo gráfico que comprende desde diseños de mobiliario hasta calendarios y almanaques, pasando por carteles, álbumes de cromos, carnés, recetas de cocina, escrituras notariales, testamentos o material escolar. También forma parte del museo el Archivo de la Tradición Oral que cuenta con un fondo de 20.000 etno-textos así como con una fototeca que alberga alrededor medio millón de fotografías antiguas. Es tal la importancia de sus colecciones que El Muséu del Pueblu d’Asturies encabeza y ejerce de coordinador de la compleja Red de Museos Etnográficos de Asturias, integrada por catorce centros más; velando para que las colecciones distintivas de esta Red funcionen como una sola y se eviten las repeticiones excesivas de materiales.


Las instalaciones del Museo no van a la zaga de su archivo, pues ocupa un recinto de casi 35.000 metros cuadrados en su mayor parte al aire libre. El edificio central fue el pabellón de Asturias en la Exposición Universal de Sevilla de 1992, trasladado al museo en 1994, y en él se encuentran la recepción, las salas de exposiciones, sala de actos y proyecciones audiovisuales. El museo en su conjunto se ubica junto al recinto de la Feria de Muestras. La idea original para organizar este gran espacio fue el de crear un pueblo asturiano in situ, dotándole de todos los elementos típicos de la región.


Las primeras construcciones que se trasladaron aquí fueron un conjunto de hórreos y paneras de los siglos XVII al XIX. Entre 1970 y 1975 se trasladaron también dos edificios característicos de la arquitectura hidalga asturiana: la casa de los Valdés, del siglo XVII (actualmente sede del Museo de la Gaita), y la casa de los González de la Vega, de 1757.


Además se construyeron una casa campesina, dos tendejones donde se exponían un mazo para trabajar el hierro, un lagar de sidra y una bolera para “cuatreada”. En el año 2000 se amplía la casa de los Valdés para destinarla a Fototeca de Asturias; se finaliza un espacio nuevo de construcciones rurales y tres pabellones para exponer aperos agrícolas. En 2007 se levanta el “tendayu”: cuatrocientos metros cuadrados destinados a la celebración de conciertos y eventos de carácter festivo. En 2011, el desarrollo del museo continúa con la construcción de un edificio administrativo polivalente, con espacios de trabajo, almacenamiento y consulta. El entorno natural es el que realmente integra y concede armonía a todos estos inmuebles dispares, con bosquete de árboles autóctonos incluido y una charca de agua salobre, único resto del paisaje de marisma que dominaba esta zona de Gijón.


Baste como ejemplo del meticuloso desarrollo de este espacio, el hecho de que en la casa campesina se tomó la decisión de no colocar luz eléctrica, solo luz de velas y candiles de aceite. El llar encendido aporta el humo imprescindible para conocer cómo eran las condiciones de vida hacia 1880 en una casa que carecía de chimenea.


 Cerca de 10.000 mil objetos tradicionales adorna este rico patrimonio y lo complementa de forma creciente: ajuar doméstico, mobiliario, aparejos de caballería, aperos de labranza, piezas obsoletas de la industria asturiana, medios de transporte preindustriales (arados, sechorios, cambiellas, mesories para recolectar la escanda, hoces, manuales, carros del país y narrias, medidas antiguas), y un largo etcétera.


En las últimas décadas el museo ha incrementado considerablemente sus colecciones y ha propiciado diversas investigaciones y editado numerosas publicaciones. Una de sus labores más frecuentes es organizar exposiciones temporales (más de de una treintena producidas por el propio museo y con sus fondos) y jornadas de formación relacionadas con sus ámbitos de estudio. En la actualidad tiene firmados varios convenios de investigación con universidades y fundaciones privadas con el fin de promover el estudio de la antropología y la historia social en Asturias.

 Fuente visitada. .desdeasturias.com