lunes, 31 de enero de 2011

GAITA Y GAITEROS


No se conoce con claridad el origen de la gaita, el conocimiento que tenemos de su aparición es anterior al cristianismo. También se cree que, posiblemente, tuvo su origen en un ambiente pastoril, al añadir a una flauta o caramillo un odre de piel de cabrito, cordero u otro animal. La definición del vocablo “gaita”, viene del gótico gaits, que significa cabra, ya que de la piel de este animal se realiza el fuelle de dicho instrumento (aunque el término aún no está muy demostrado).

Las primeras representaciones de la gaita asturiana que se conocen en Asturias son las de un capitel de la iglesia de Plecín, el de la localidad de Alles (siglo XIII), y en un capitel de la iglesia de Santa María de la Oliva, en Villaviciosa (siglo XIII).
En el Libro de la Regla Colorada, que se encuentra en la catedral de Oviedo y data del siglo XVI, aparece una miniatura con un conejo tocando la gaita. También, en la sillería gótica del coro de dicha catedral (siglo XV) están representados otros animales gaiteros, como caballos o jabalís.

En Asturias la gaita se empleaba, primero para festividades y celebraciones paganas y posteriormente, con la llegada de cristianismo, la iglesia asimiló los elementos musicales de la cultura autóctona y los introdujo en la liturgia, como acompañamiento en misas, procesiones e incluso entierros.

Ya a partir del siglo XVI hay gaiteros profesionales, constatado por los Libros de Fábrica de las parroquias de Asturias. Finalizado el siglo XIX, la gaita adquiere un gran auge. Surgen los gaiteros más famosos en la memoria de mucha gente: Aladino’l d’Amandi y el Gaiteru Llibardon. Este último participó en la Exposición Universal (EXPO) de París en 1889 representando a España en su pabellón, y más tarde grabó en Milán el primer disco de Gaita Asturiana conocido.

En el presente siglo la gaita perdió paulatinamente su importancia y sólo se mantuvo gracias a la afición y a la vocación de unos cuantos gaiteros. Entre ellos podemos citar a José Remis Ovalle, que obtuvo el título del Gaitero Mayor de España (Titulo que concedía el Rey de España al mejor gaitero del país en su época) o a José Antonio García Suárez, el Gaiteru Veriña.
Contra lo creído por mucho tiempo los gaiteros en Asturias no eran pocos a lo largo del siglo XX, sino que había pocos gaiteros de renombre, se contabiliza de uno a dos gaiteros por pueblo.

La gaita Asturiana de hace un siglo tiene multitud de formas, en función del constructor, pero la gaita de la cual la gran mayoría de las actuales copian la estética y afinación, es la de Cogollu.
La gaita asturiana tiene una variante en la zona occidental de Asturias, la cual es una mezcla entre la gaita gallega y la asturiana.
A comienzos de los años 80 un resurgir hizo recuperar y que la gaita asturiana llegase a su máximo esplendor, gracias a gaiteros como Xuacu Amieva y Pedro Pangua. Se construyen gaitas con nuevas técnicas, entre ellas la utilización de Gor-Tex, sustituyendo el fuelle de cabritu, esto es utilizado por algunos de los constructores de hoy en día. Aparecen las bandas de gaitas, se introduce el solfeo en el aprendizaje, aparecen Métodos de aprendizaje, grupos Folk.

http://www.viajaraasturias.com/


domingo, 30 de enero de 2011

LA COCINA DE ASTURIAS


EL ORIGEN DE LA FABADA

Aunque cuenta la leyenda que Pelayo alimentó a sus exiguas tropas con una monumental fabada, que tuvo efectos energizantes tan notables que hicieron posible el rechazo del invasor, es lógico pensar que o la fabada se hizo con habas o que se recurrió a otros ingredientes, diferentes a las alubias, en la elaboración del rancho previo al combate.
Las “fabes” llegaron de América, aunque hay asturianos que afirman que siempre existió en Europa una variedad de alubia autóctona, de la que no quedan rastros y aunque esta teoría tenga el apoyo de algunos autores franceses, que buscan el origen del cassoulet meridional, plato estrella de la cocina francesa, en las mismas habichuelas, todo parece demostrar que la fabada no empezó a cocinarse en Asturias hasta bien entrado el siglo XIX, porque hasta entonces la legumbre básica de los pucheros de la región fue el garbanzo, al que, según parece, se le agregaban ingredientes muy similares a los actuales, procedentes de la chacinería asturiana.
Asturias tiene la suerte de disponer de las necesarias condiciones para producir la mejor alubia del mundo, la de más elegante sabor, la más suave, la de menos piel, de textura mantecosa, y de composición ideal para armonizarse con el compango, absorbiendo los sabores. Es una alubia maravillosa, grande, blanca, que se cría casi en su totalidad en pequeños huertos, en los que se han de seguir unas muy estrictas reglas de producción, tratamiento, recolección y selección para poder disfrutar del distintivo del Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida.

El compango, de matanza, es un componente fundamental de la fabada clásica, pero no hay una norma fija en su enumeración, que se adapta perfectamente a la disponibilidad de componentes, a los que solo se les exige la coherencia necesaria para obtener armonía, que debe ser mucha, en la obtención de este plato. Pueden ser muy sencillos, solamente tocino y morcilla, que fue durante mucho tiempo la típica de la región, a la que alude Antón Rubín que se deshace en elogios sobre su sabor y poder nutritivo y reconfortante, pero también hay fabadas “de lujo”, cada vez más frecuentes, en las que alternan con las chacinas anteriormente mencionadas el chorizo, el jamón, la oreja y el rabadal. Se puede prescindir de alguno e incluso no debe cerrarse la admisión de alguna chacina nueva, pero lo que es imprescindible es que sean de la calidad adecuada, que tengan la oportuna maduración y que sobre todo la morcilla, tenga un cuidado punto de ahumado.

LOS PESCADOS ASTURIANOS

El rape está presente en todas nuestras costas, pero el “pixín negro” que se pesca en Asturias es distinto, porque su textura es más firme y su sabor más intenso. La preparación culinaria de elección es a la cazuela, en la que el vino blanco participa notoriamente. Es muy superior a las elaboraciones en salsa, estofado, con mejillones o alangostado.

La merluza tiene muchas preparaciones típicas asturianas y entre todas ellas destaca cuando la hacen a la sidra, porque entonces resulta excelente. Aunque no es fácil de encontrar; si le ofrecen una chopa a la sidra, aproveche la oportunidad, porque este bellísimo pescado, de tonos verdes y azules, que tiene la particularidad de que cambia de sexo con la edad (cuando dejan de ser fértiles como hembras se convierten en machos), es una joya de la cocina asturiana, que se prepara mejorando la textura con una yema de huevo cocido y unas almendras machadas en mortero, que se añaden a la chopa cortada en rodajas y se cuece todo, lentamente, en una cazuela a la que se le añade la sidra necesaria para cubrir el pescado.

La furagaña es la lubina pequeña y la robayiza, la grande; las dos, en caldo corto, acompañadas con verdura, guisadas con patatas o a la plancha, están buenísimas. Besugo, mero, sardinas, xarda (caballa), rodaballo, palometa, mero y una lista muy larga de pescados tienen su sitio destacado en una cocina que respeta siempre al producto, resaltando los valores tradicionales de frescura, calidad y punto de cocción, conformando una gastronomía muy honesta, natural y de altísima calidad.
Con los pescados de más espinas (escorpenas, maragotas, gallinetas, cabrillas, etc.), que son muy sabrosos, aunque de difícil comercialización, se hacen unas excelentes calderetas, que fueron la comida tradicional de pescadores, hoy convertida en plato de lujo, iniciales por otras como la langosta, los langostinos, el bogavante, etc.
Mención especial merece el salmón, que en primavera remonta los ríos asturianos. Llega perfectamente cebado en un excelente estado de carnes y cuando se puede disponer de uno de ellos se celebra una auténtica fiesta. Cuentan que antes había más. Tantos que llegaron a ser una comida de recurso que se proporcionaba a los mineros continuadamente, por lo que éstos, hartos de repetir plato, reivindicaron, mediante huelga, la aportación de otras elaboraciones culinarias. No está claro que sea verdad, ni siquiera parece probable, porque desde que se tienen estadísticas no se observa que las capturas de salmón hayan disminuido, aunque sí es cierto que, por razones poco conocidas, entre las que siempre se alude a la contaminación de los cauces fluviales, la afluencia difiere entre unos años y otros.

Las aguas, casi siempre muy batidas, del litoral asturiano son muy propicias para la cría de los diferentes moluscos y crustáceos. Los percebes son excelentes; la ñocla, que es el nombre local del buey de mar, sabrosísima; la centolla unas delicadas andaricas (nécoras) excelentes. Quisquillas, cigalas, carabineros, gambas, langostas y los bugres (bogavantes) de caparazón duro y carnes prietas son un auténtico manjar. Hay muy buenas almejas, berberechos, navajas y longueirones, sepias, pulpos, calamares y potas, pero como especialidad son prioritariamente recomendables los oricios (erizos de mar), que en ningún sitio como en esta costa concentran el sabor yodado, que deja un recuerdo imborrable.

LOS INTERESANTES POSTRES

No hay mucha fruta en Asturias, pero la que hay es excepcional. Comenzando por la manzana mingán, seguramente la más sabrosa de todas las que ofrece la naturaleza; los nisos (ciruelas), de pequeño tamaño, que destacan por su sabor intenso, aroma y textura; los también reducidos piescos (melocotones), de sabor concentrado y olor profundo. De las avellanas asturianas se dice que son las mejores del mundo.

De entre todos los postres merece destacarse el arroz con leche que, por supuesto, no es exclusivo de Asturias pero sí es en donde se hace mejor, porque la leche es muy buena, porque se cuece muy lentamente y porque las recetas, transmitidas a través de generaciones, han hecho posible que los asturianos tengan “una mano” especial para obtener una joya culinaria, a la que a veces se le agregan unas gotas de anís.
La repostería es variada y entre ella destacan los carbayones, los casadielles, de hojaldre, los suspiros de Cudillero, los frixuelos, los formigos, los turrillos, los manolitos, los quesos de almendras y los carajitos del profesor de Salas.

ISMAEL DÍAZ YUBERO-
www.mercasa.es

FOTÓGRAFOS EN CANDÁS







Breve reseña de los fotógrafos profesionales en Carreño (1938-1.970).
Entre todos los fotógrafos aficionados y profesionales que realizaron sus trabajos en el concejo de Carreño, sin duda el más destacado, por los años de profesión y por la ingente obra realizada, fue José Feliciano Álvarez Díaz "La Karaba". Nacido en Benavente (Zamora) en el año 1900, al inicio de la década de los treinta se trasladó a Gijón a trabajar como fotógrafo ambulante realizando las denominadas "fotos al minuto", y poco antes de la Guerra Civil ya realizaba algunos trabajos en Candás y Luanco.
En Candás tendría su primera "cabina" en un portal de la calle Braulio Busto, frente al Café de Braulio (en el solar que actualmente ocupa el edificio de Garmoré), y desde finales de 1937 ya trabajó de forma permanente, abriendo en los años cuarenta un pequeño local en uno de los huecos del desaparecido bar Casa Lastra, en el nº 19 de la citada calle, auqnue continuaría avecinado en la gijonesa calle Avilés nº 3. Desde el mes de abril de 1949 figuraba en la lista de altas de la Matrícula Industrial y de Comercio de Carreño con su establecimiento fotográfico, y en marzo de 1962 realiza nueva alta por cambio de domicilio, pues debido al derribo del edificio que ocupaba pasa a otro local ubicado en el nº 12 de la misma calle de Braulio Busto, en donde trabajaría hasta su fallecimiento en 1971.
Durante su larga etapa profesional en la villa candasina realizaría todo tipo de trabajos y reportajes fotográficos, destacando además la edición de varias series de tarjetas postales fotográficas de diversos acontecimientos y principalmente de vista de la villa y sus alrededores, que el mismos vendía; fotografías y postales que mostraba al público en un curioso expositor instalado en la fachada de su pequeño estudio que era permanente objeto de atención del vecindario local.
Al principio firmaba sus fotos como Foto Díaz, más tarde como La Caraba o la Karaba-Foto Díaz, y desde 1964 como Foto Díaz y Paz (nacido en Méjico era hijo de un emigrante de Villaviciosa que regresaría a España en 1932), que continuaría con el oficio y negocio fotográfico en el local del último domicilio ya citado bajo el nombre comercial de Foto Paz, hasta su jubilación a principios de los años ochenta.

Fuente: La tarjeta postal en Carreño 1901-1963
-Manuel Ramón Rodríguez-

viernes, 28 de enero de 2011

LA CIUDAD RESIDENCIAL DE PERLORA

Las fotografías pertenecen a Yolanda Alvarez Diáz

Fue un verano largo, tanto que duró más de cincuenta años. Pero como todos los veranos, tenía que llegar a su fin. Y ese final ya ha llegado. Todo empezó el mes de julio de 1954 cuando, por iniciativa de la Organización Sindical de aquel entonces, y bajo el impulso del piloñés Servando Sánchez Eguíbar, empezó a funcionar un innovador proyecto: una ciudad de vacaciones en la localidad de Perlora para que los trabajadores con menos recursos pudiesen disfrutar, al menos, de un merecido descanso junto a sus familias en la costa asturiana. Las cuotas de los trabajadores y los empresarios sirvieron para levantar un complejo en el que el buque insignia era la Residencia Jacobo Campuzano, con más de 90 habitaciones. A su alrededor, hasta 273 chalés que, en manos de instituciones y empresas, servirían para el disfrute compartido de trabajadores de toda España. La minería e industrias asturianas fueron las principales beneficiarias del complejo turístico.

Pero para que todo funcionase se emplearon allí camareros, cocineros, responsables de mantenimiento y limpieza, conserjes... En el mayor momento de esplendor de Perlora, en las décadas de los sesenta y los setenta del siglo pasado, llegaron a trabajar 220 trabajadores al servicio de los veraneantes. En ocasiones llegaban a atender a la vez a 1.500 personas, que eran tratadas a cuerpo de rey.

Algunos de esos trabajadores empezaron allí siendo niños y allí se hicieron mayores. Se casaron y siguieron trabajando juntos hasta la jubilación. Ahora, el complejo turístico dejará de ser lo que fue y su explotación saldrá a concurso próximamente. Los trabajadores, ahora funcionarios del Principado, serán reubicados en otros puestos. Aquel verano que empezó en 1954 se acaba definitivamente. Cierto es que en noviembre de 2005, cuando el edificio principal fue derribado (aquejado de aluminosis, explicaron), muchos advirtieron ya el principio del fin. «Cuando se derribó la residencia fue como si se me cayera el mundo encima», lamenta casi llorosa Maruja Aparicio Alonso.

Visitantes ilustres

En su memoria, como en la de muchos otros, conserva imágenes de multitud de familias de trabajadores anónimos que pasaron allí sus vacaciones y también el recuerdo de visitantes ilustres. «Vinieron un par de veces los reyes, cuando aún eran príncipes», rememora. También el padre de don Juan Carlos se sentó a 'su mesa' (allí trabajó como camarera primero y como gobernanta después durante 48 años), acompañado de un espectacular séquito. Entre ellos, ministros como Fernández Sordo, López-Bravo o Arias Navarro, siendo ya presidente, entre muchos otros directores de empresas, gobernadores civiles y diputados. De menú disfrutaron de fabes con almejes, merluza con salsa de calamar y arroz con leche.

Una gran familia

Y es que esa es una idea fija en la mente de todos los que compartieron esos años en Perlora, que identifican con una gran familia a todos los que allí trabajaban. «Cuando se preguntaba cuantos había para comer, contestábamos: 500 y la familia», recuerda Juan Hevia. La primera cifra era la de los residentes de ese día. «La familia», los trabajadores del centro. Hevia empezó a los 17 años a trabajar en Perlora, donde aún hoy se ocupa del mantenimiento. Como otros, piensa que la relación entre todos ellos tenía algo especial. «Ahora nos quedaremos sin nada», lamenta.

Todo son vivencias, anécdotas y recuerdos, la mayoría buenos. Uno tras otro, los trabajadores de Perlora rememoran detalles. Desde aquellos comedores repletos, en los que cada familia tenía asignada siempre la misma mesa colmada de comida casera, con una atención digna de un hotel de cinco estrellas. Junto al edificio principal se construyó otro pabellón a finales de los años 70, con 30 habitaciones más. También había una clínica, servicio de correos para los residentes, bares y chiringuitos que, en un principio, eran atendidos por el personal... Y, como no, la playa. Una pequeña ciudad pensada para que el que llegase, se sintiese como en casa.

A partir de 1974 puede decirse que el desarrollo cesó. El esplendor de Perlora ya había pasado. Tras un periodo de transición, con la llegada de la democracia la gestión pasó primero al Ministerio de Trabajo y, posteriormente, al Principado de Asturias. A partir de ahí, bien por la falta de rentabilidad o bien por la falta de inversiones, todo se fue deteriorando. Luego se derribó la residencia, se anunció el cierre y la puesta en marcha del concurso de explotación.

http://www.elcomerciodigital.com/

El 23 de octubre de 2007, el Gobierno del Principado hizo público el informe preliminar de adjudicación de la gestión de la Ciudad Residencial Perlora a un consorcio de empresas asturianas por un periodo de 50 años y con una inversión prevista de casi 83 millones de euros, afirmando que se convertirá en un complejo turístico de referencia.
Diferencias entre la administración pública y el consorcio adjudicatario mantuvieron bloqueado el proyecto hasta Agosto de 2010, fecha en la que la administración revocó la licencia de explotación alegando el incumplimiento de los plazos previstos.
El complejo actualmente se halla en un estado de semi-abandono. No obstante, sigue congregando a multitud de visitantes todos los veranos que se acercan a disfrutar de sus playas y sus áreas de recreo. Deportistas y vecinos de Candás, que se acercan a pasear, son también usuarios habituales de las instalaciones, en las que pese a la situación actual, aún resisten algunos negocios de hostelería en época estival.

Wiquipedia.

jueves, 27 de enero de 2011

SOMIEDO *PARQUE NATURAL*






En el Parque Natural de Somiedo encontramos toda la diversidad de sustratos geológicos de la Cordillera Cantábrica, ya que combina rocas calcáreas y silíceas. Sin embargo, los menos entendidos en geología no necesitan fijarse en los detalles, y reconocerán sin lugar a dudas un paisaje clásico de altas cumbres, verdes prados, bosques frondosos y una peculiaridad: aquí encontramos la mejor muestra de lagos de montaña de toda España, sólo superada por los Pirineos. Se trata de lagos glaciares que se nutren de las nieves invernales. El complejo de Saliencia, formado por varios lagos, es uno de los más conocidos. En otra zona, el Lago del Valle es el mayor de todos: con casi 24 hectáreas y un islote en el centro, crea una de las postales más características de la zona.

Las cotas más altas del lugar llevan el nombre de Pico Cornón, Peña Orniz, Picos Albos o Sierra Pelada, todos rondando 2.200 metros, y son lugar de peregrinación de cientos de montañeros. Más abajo, los bosques de robles y hayas se consideran de los mejor conservados de la Cordillera Cantábrica. En menor medida se encuentran rebollos, abedules, serbales, acebos, arces, fresnos, tilos y olmos, que hacen del paisaje otoñal un despliegue de colores. Muchos de estos bosques son de acceso restringido para proteger a la fauna, de modo que antes de planear un paseo o ruta de montaña es aconsejable informarse en el Centro de Interpretación del Parque.

Las brañas somedanas son la muestra de una tradición pastoril que aún sigue viva. Se utilizaban en primavera y otoño, ya que en invierno el ganado se guardaba en los pueblos, y en verano pastaba en lugares más altos, donde los pastores construían otras cabañas más sencillas llamadas corros, que aún pueden verse en Sousas, Murias Llongas y La Mesa.
Las brañas, con una estructura directamente emparentada con la de los castros prerromanos, están formadas por un conjunto de cabanas de teito. Su nombre viene dado por los techos de matorral, principalmente escoba (Cytisus Scoparius). Para sorpresa de los visitantes, estos teitos son absolutamente impermeables, y pueden soportar el peso de las intensas nevadas de la zona. Para ello hay que renovar periódicamente la techumbre vegetal, en lo que se conoce como teitado, técnica según la cual se van removiendo las partes más deterioradas y sustituyéndolas por escoba nueva.

Por desuso, muchas de estas brañas se estaban perdiendo, pero hace unos años comenzó un programa de recuperación que permitió restaurar muchas de ellas, de modo que Somiedo posee un conjunto de estas edificaciones que puede verse en muy pocos lugares de Europa. Actualmente se cuentan 370 cabanas de teito, de las cuales 240 están en buen estado de conservación. Se reparten en cuarenta brañas por todo el territorio somedano, y son uno de los signos de identidad del Parque. Algunas cabañas pueden visitarse, y otras incluso se han reciclado en originales alojamientos de turismo rural.

Pero las brañas no deben dar lugar a la nostalgia, ya que en Somiedo aún se mantienen los modos de vida tradicionales. Los vaqueiros de alzada son familias trashumantes que, siguiendo al ganado, se desplazan cada estación con sus rebaños de vaca autóctona, la asturiana de los valles o vaca roxa, y miden el año según los ciclos que marcan los animales: la recogida de la hierba, el riego y estercolado de los prados, la subida a las brañas... La ganadería sigue proporcionando el mayor activo económico de la zona, aunque en los últimos tiempos esto se completa con los recursos derivados del turismo, siempre sostenible, que ha empezado a repuntar como sector económico de importancia.

La etnografía está íntimamente relacionada con esta actividad, y hoy en día se mantienen varias ferias de ganado tradicionales de gran renombre, entre las que destacan las dos que se celebran en Santa María del Puerto, así como un certamen anual de rebaños de Asturiana de los Valles, en Pola de Somiedo. Estas citas son auténticos eventos sociales, donde los vecinos aprovechan para reunirse y ponerse al día.

Para conocer ésta y otras facetas de la zona, existen doce rutas señalizadas que se pueden recorrer a pie, en bicicleta de montaña o a caballo. Sea cual sea el modo elegido, hay que tener en cuenta que Somiedo debe visitarse con calma, aceptando el ritmo tranquilo que marca aquí la naturaleza.


www.fusionasturias.com/espacios-naturales/parque-natural-de-somiedo

miércoles, 26 de enero de 2011

CAMINO DE SANTIAGO POR AVILES


El camino de Santiago confluye en Avilés a través de dos rutas. Por un lado el Camino del Norte, que recorre la costa de la cornisa atlántica uniendo las villas marineras del mar Cantábrico. Por otro la ruta que, partiendo del Camino Francés en la ciudad de León, se interna en Asturias para visitar en la catedral de Oviedo a San Salvador y las reliquias de la Cámara Santa; desde Oviedo la ruta sigue hasta Avilés para unirse al camino costero y seguir viaje hasta Santiago de Compostela. Ambas rutas se unen en el acceso al centro la ciudad, en el punto donde está ubicado en la actualidad el Albergue de Peregrinos.

Avilés, considerada la ciudad medieval de Asturias, reúne en su extenso casco antiguo un importante legado histórico y patrimonial declarado Conjunto Histórico Artístico Monumental en 1955. Los dos kilómetros cuadrados que abarca el Casco Histórico acogen calles jalonadas de soportales, plazas, iglesias y palacios donde se reflejan estilos arquitectónicos que, remontándose al siglo XII, permiten realizar un paseo por la historia entre edificios, representativos de los estilos románico, gótico, barroco y modernista.

En época medieval la villa marinera de Avilés tuvo un destacado papel en la Ruta Jacobea. A causa de la inseguridad de los caminos europeos por la guerra de los cien años la villa se convirtió en el principal puerto marítimo de Asturias para acoger a los peregrinos procedentes del norte y noroeste del continente. Los peregrinos desembarcaban en Avilés para proseguir a pie el camino hacia Santiago, visitando previamente las reliquias de la Cámara Santa en la Catedral de Oviedo.

Desde principios del S. XVI la ciudad disponía de Hospedería y Hospital de peregrinos.
El camino se introduce en la ciudad antigua por la Calle de Rivero. Su trazado se remonta al S. XVII, cuando la antigua villa amplia su extensión fuera de las murallas medievales. A lo largo de su recorrido se encuentra el Parque de Ferrera con 81.000 m² de extensión, la fuente de los Caños de Rivero y la Capilla de San Pedro, dando paso al tramo soportalado que acompañan al caminante hasta la Plaza de España.

La Plaza de España, corazón del Casco Histórico, acoge tres palacios de arquitectura barroca del S. XVII: El edificio del Ayuntamiento, el Palacio de García Pumarino y el Palacio de Ferrera. En sus aledaños se encuentra igualmente la fuente de los caños de San Francisco, las calles soportaladas de San Francisco y Galiana y el antiguo convento franciscano, que originario del S. XIII ha sufrido diversas modificaciones para ser en la actualidad la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari
Por el lado derecho de la plaza de España el camino continúa a través de la Calle Ferrería, denominada así por ser en el pasado lugar de asentamiento de las herrerías. La calle es de origen medieval, ubicada dentro de las antiguas murallas, estando íntegramente soportalada. En su trazado se ubican la casa de Valdecarzana, estilo gótico del S. XIV, la Iglesia de de los Padres Franciscanos, estilo románico del S XII, y la capilla funeraria de los Alas S. XIV.

El camino sigue a la sombra del Palacio de Camposagrado, estilo barroco del S. XVII, y limites de la Plaza del Mercado, para internarse en el barrio Marinero de Sabugo por la calle soportalada de Bances Candamo hasta llegar la Plaza del Carbayo. En esta plaza, centro del antiguo barrio marinero, se encuentra la Iglesia Vieja de Sabugo, estilo románico del S. XIII. En un lateral del exterior de la iglesia se encentra la Mesa de los Mareantes, en torno a ella antiguamente los pescadores organizaban las campañas pesqueras y dirimían asuntos de interés colectivo.
A partir de la plaza del Carbayo el camino sale del Casco Histórico dirigiéndose a los altos de San Cristóbal para seguir ruta hacia el próximo concejo de Castrillón.



JARDINES PRIVADOS DE GIJÓN


Gijón es una de las ciudades de la franja costera cantábrica que conserva mayor número de jardines privados de interés histórico y artístico. En cantidad y calidad, los espacios verdes en régimen de propiedad privada pueden codearse por sus valores estéticos y medioambientales con los de urbes como Bilbao, San Sebastián y Santander. Y, dentro de Asturias, la hegemonía en esta materia es indiscutible por el tamaño de su población y la extensión de algunas de sus parroquias rurales.

El nuevo catálogo urbanístico protegerá más de un centenar de estos jardines que, en la actualidad, sólo pueden ser entrevistos, tras los cierres de las fincas, desde la vía pública. La mayoría de dichos vergeles privados que tienen vedado el acceso se encuentran localizados fundamentalmente en Somió, lugar habitual de residencia de las clases más pudientes, Cabueñes, Jove, Deva, Caldones. Porceyo, Granda y Bernueces.
Los tres más extensos

Entre los jardines con mayor superficie sobresalen tres vinculados a la antigua nobleza local: la Quinta de los Condes de Revillagigedo en Deva, con 255.000 metros cuadrados; la Quinta de los Condes de Rodríguez San Pedro, con más de 214.000 metros cuadrados, y el Palacio del Recuestu, perteneciente a la Condesa de Riansares en Roces, con unos 112.000 metros cuadrados.

Entre los pertenecientes a la antigua burguesía gijonesa, el vergel que se conserva en mejor estado y sin proceso de segregación es La Concepción o Quinta Bauer, también conocida como finca de los Figaredo en Fuejo-Somió, con más de cinco hectáreas. En segundo lugar se encuentran los jardines de la Fundación Evaristo Valle, con una extensión próxima a las dos hectáreas donde, a juicio de los autores del catálogo urbanístico, se conserva la mejor obra de jardinería de la ciudad.

La vegetación asturiana compuesta de hayas, robles, castaños, nogales, acebos y tilos, entre otros, aparece bien representada en los jardines privados gijoneses donde hay una simbiosis de estilos muy grande. Incluso existen algunos ejemplos de fincas que albergan retazos de bosques antiquísimos dentro de la propiedad en la zona alta de la parroquia de Somió. Para localizar estas fincas privadas hay que acudir a los barrios de La Corolla y San Lorenzo.

La introducción de palmeras exóticas con fines ornamentales está ligada a la ostentación del poder social y al recuerdo de los indianos que regresaban a su tierra natal en el siglo XIX y comienzos del XX.

ANTIGUA QUINTA ANSELMO CIFUENTES

La parcela histórica era muy superior en extensión a la actual. Parece ser que su perímetro estaba bien marcado por la propia carretera de Ribadesella a Canero N-632, el camino de la Escuela, el de la Xigal y la pequeña carretera que enhebra con el camino de la Mangada. Inicialmente, perteneció a Don Anselmo Cifuentes (1822-1892), pionero de la industrialización gijonesa, quien fundara, con otros avanzados, la fábrica de vidrios «La Industria» en el año 1844, la
también del diario local «El Comercio» en el año 1878, entre otras iniciativas.
La primera es la parcela que mejor representa la historia del total. Bautizada como «La Pontica», da nombre al barrio de Cabueñes. También se conoce como «Los Tejos» y suponemos que será por el gran número de ejemplares que alberga. Conserva rasgos auténticos de la época de Don Anselmo. Los tejos son las especies mejor representadas y destaca un túnel arbolado que culmina con una gran secuoya.

Además de estos árboles, que se encuentran situados con cierta aleatoriedad sobre el terreno, hay reminiscencias de haber tenido parterres de setos podados. Al fondo, detrás de las edificaciones, podemos encontrar una antigua cancha de tenis y una pequeña piscina o estanque circular.

La segunda, conocida como «El Raitán» fue la morada de Don Eduardo Herrera Bueno, más conocido como «Herrerita» y considerado por los entendidos como el mejor futbolista asturiano de todos los tiempos.
En 1957 la propiedad fue comprada por Don Rafael Paquet quien cargó con la rehabilitación de la casa y el jardín. Seguramente, el nombre actual de la finca viene de este momento. Además de la magnífica edificación, en gran parte aprovechada de la original de Anselmo Cifuentes, que se ubicaba más septentrionalmente, alberga una hermosa capilla traída de Castiello, cuando ésta estaba en ruina, a través de un acuerdo con el Arzobispado. Trazado por Don Rafael con la ayuda de su mujer María Elena López Acevedo y mantenido por un jardinero de nombre Manuel, la parcela, con forma de punta de lanza, tiene varios rincones diferenciados para el jardín.

La entrada, después de atravesar el portón de acceso, nos descubre un pequeño paraíso en el que el agua y lo verde nos envuelven en una atmósfera muy especial. Existen multitud de fuentes ornamentales de las que sólo una es original de la época de Don Anselmo. El resto fueron instaladas por Don Rafael, inspirándose en los canales de la Alhambra. Todas ellas están interconectadas, el agua pasa de la fuente de la rana a la del caballo, de ésta a otra que fue traída de Salamanca, al igual que una antigua pila bautismal de la que crecen cintas, y al final, desaguan en un largísimo estanque con varios saltos que producen un rumor líquido incomparable.

Botánicamente, en primer término, hay grandes plátanos, nogales, magnolios, tejos y abedules, repartidos de forma aleatoria, pero racional, entre la capilla, el invernadero, los canales y las fuentes. Hay un espacio dedicado a rododendros y otro a frutales donde destacan un viejo peral y un membrillo. Aquí, a la entrada, también había un cedro que por desgracia cayó. Al Norte, crece un pequeño bosquete de robles americanos que parecen contar entre 35 y 40 años. Cerca está la piscina, también al fondo. A su alrededor crecen varios macizos de rosas inglesas, hortensias y buganvillas trepadoras. El cierre es de laurel.

Los actuales propietarios, descendientes de Paquet, han dedicado un roble (Quercus robur) a cada uno de sus hijos. Entre otros árboles curiosos tenemos que contar una auténtica secuoya traída del Parque Nacional de Yosemite en los Estados Unidos, un raro árbol de Katsura o Cercidiphyllum japonicum, un haya purpúrea, una glicinia trepadora en una de las fachadas, un ceanotos, una magnolia china o árbol lirio, un ginkgo y varias tuyas o árboles de la vida, una de ellas enorme y antiquísima, que aparece podada por su lado más occidental para permitir el acceso a la casa por el camino.
En un rincón del jardín, cercano al bosquete de robles americanos, hay una preciosa figura hecha por Christa Beissel, escultora nacida en 1927 en la ciudad bávara de Friburgo (Alemania) que vivía en la casa de la parcela contigua a «El Raitán» junto con su marido Don Enrique Alvargonzález.

VILLA GARCÍA-SOL

Los herederos de García-Sol, un emigrante que había amasado una fortuna en ultramar, concretamente en Cuba, deseaban estar a la altura del resto de familias de buena posición e influencia del Gijón de la época.
La monumental edificación es de principios del siglo XX y es obra de Manuel del Busto. El jardín, sin ser un prodigio en cuanto al trazado, se supo vestir con todo tipo de elementos enriquecedores, logrando una perfecta armonía y equilibrio con el lujoso edificio al que habrían de acompañar.
Los jardines de García-Sol eran de sobra conocidos por sus fiestas y agasajos. El mismo Príncipe de Asturias, que luego sería el Rey Alfonso XIII fue uno de sus asistentes más sonados con ocasión de su visita a la ciudad para la inauguración de la primera Feria de Muestras en 1924.
José Valdeón, cuenta una anécdota en su obra Jardines Clásicos de Asturias, y dice que “aquella noche de agosto Su Alteza Real y el resto de la comitiva se encontraban cómodamente instalados en los jardines cuando, de pronto, una falta en el fluido eléctrico dejó a oscuras toda la finca. El señor García-Sol tranquilizó rápidamente a sus invitados
instándoles a que no se preocuparan del asunto. De inmediato comenzaron a aparecer lacayos vestidos con librea y portando en su mano candelabros de plata con velas encendidas. Se dice que salieron ciento cincuenta, con lo que la fiesta continuó sin más sobresaltos hasta altas horas de la madrugada.
Imaginamos el efecto de sorpresa entre las personas allí congregadas y el eco que este acontecimiento tuvo en la sociedad gijonesa, la cual llegó a sospechar de la intencionalidad del evento, con el fin de aumentar el prestigio del anfitrión. No sólo fueron personas de alto rango las que gozaron de la generosidad del propietario de estos jardines:
se sabe que los niños que asistían a la catequesis de la iglesia de Granda, muy próxima a la finca, eran invitados cada año a una merienda de la que salían con regalos y juguetes” .

Se supone que estos jardines fueron obra de D. Pedro Múgica, el más respetado jardinero de toda Asturias en esos años. Se compone de un parterre de “broderie”, al más puro estilo barroco francés, que combina con varios cipreses podados según el eclecticismo de la época. Los terrenos que hay al otro lado del muro se corresponden con la tendencia paisajista inglesa.
Sobreviven dos Cycas resoluta, ejemplares arbóreos muy valiosos por su edad y por pertenecer a un grupo botánico casi extinguido y muy antiguo en la escala evolutiva pues se trata de una palmera cruzada con un helecho
arborescente.
De gran valor también encontramos un grandioso ciprés de Lambert y varios cipreses de Lawson, algunos sesgados a la altura de una persona, con formas esféricas o cilíndricas, por podas regulares. El resto de la imagen se completa con vistosos castaños de Indias, una secuoya gigante, en cedro azul del Himalaya, varios tilos y plátanos, un bosquecito de bambú, unos ciruelos japoneses, unos tejos recortados,…También hay arriates de rosales, evónimos, boneteros, bojes,… y parterres en forma de estrella o de pez.
Existe una clara intención de correspondencia entre el jardín, el edificio y la pérgola. También armoniza con la entrada para carruajes, caballerizas y dependencias del jardinero. El mobiliario del jardín se compone de una pérgola de azulejo (azulejos y azulejados de gran valor artístico), barandillas jalonadas con jarrones de hierro, fuentes situadas estratégicamente con elementos escultóricos, una es de mármol y estilo neoclásico, una pista de tenis, bancos de cerámica, un estanque que cuenta con una pequeña isla conectada a tierra firme con un puentecito rústico, una réplica en terracota de la “Diana” de Gabies y una gran mesa para meriendas y cenas íntimas.
Actualmente, la posesión es una casa de retiros del “Opus Dei” llamada “Solavieya”. Tanto el jardín como el resto de la propiedad se mantiene en perfecto estado de conservación.

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lunes, 24 de enero de 2011

ULTIMOS MOLINOS Y BATANES


Hay dos símbolos de la agricultura tradicional en el campo asturiano que han ido desapareciendo de su paisaje: los molinos y los batanes.
Entre finales del siglo XVI y principios del XVII se introdujo el maíz en Asturias hasta entonces, se molía escanda, mijo y panizo. En el caso de la escanda, se rabilaba (trillaba) en los molinos de rabilar para después triturarla en molinos primitivos circulares de mano. Era una actividad común ejercida principalmente por mujeres cada vez que necesitaban harina para los alimentos. En los casos del panizo y el mijo, se trituraban en pisones de piedra con mazos de madera a base de golpes. El polvo harinoso resultante se cocía en leche. En el siglo XVIII, agricultura, ganadería y pesca,conjuntamente con el comercio y la artesanía, formaban las principales fuentes de riqueza de los concejos ribereños.

El maíz se convertiría a lo largo de ese siglo en el cultivo intensivo generalizado, que haría del molino un instrumento productivo de primer orden por cuanto ofrecía muchas prestaciones a bajos costes y aportaba a sus propietarios importantes ingresos en especie. Además de la industrial estaba la función social que cumplía el molino, convertido en un espacio de unión, fiesta, diálogo, casino, chismorreo y generador de folclore (Cabal, 1992).

En los registros fonológicos y bibliográficos asturianos se cuentan con canciones dedicadas a la molienda, a los molineros y especialmente a las molineras. Se trata de canciones llenas de picardía que la mayoría de los asturianos mayores de 40 años conoce sobradamente y tararea desde los primeros compases. También el molino es un espacio liberado para la mitología. Era el lugar frecuentado por el Trasgu, ser mitológico que hacía todo tipo de travesuras, asustaba a mujeres y hombres, revolvía y cambiaba de lugar objetos y piezas relacionadas con la molienda. Desde los inicios del siglo XX hasta la actualidad, la molinería fue desapareciendo paso a paso. Después de la guerra civil aparecieron los problemas fiscales para los molineros, que se vieron obligados a pagar un impuesto al Sindicato del Trigo que repercutiría en el preciode las semillas y en las faenas de la molienda.

Las causas del declive del molino pueden explicarse por razones derivadas de las nuevas tecnologías que favorecieron la sustitución de los molinos de agua por molinos eléctricos caseros. Aunque se explican mejor por el abandono progresivo de la agricultura en general y del cultivo del maíz particularmente desde los años 70 del siglo pasado.

En los batanes, al contrario que en los molinos, el agua no se desviaba directamente del río, se tomaba del desagüe del molino situado aguas arriba. Entonces era conducida por una presa hasta el cubu (cubo) de piedra labrada, saliendo a presión por el sálibu o saliu(canal). Un pequeño cuerno de madera proyectaba el agua contra les aspes (palas) hechas de madera de aliso o humero (aliso, humero, carbayo y castaño resisten mejor el agua). Las palas formaban la rueda motriz vertical cuyo movimiento hacía girar el eje horizontal (árbol) en el que había dos pestañas que movían rítmicamente los mayos (mazos) abatanando telas bastas de lana y sarga que colocadas en un arcón (cajón de madera) cerrado por tres de los lados, eran golpeadas, desengrasadas y enfurtidas para transformarlas en sayales, escarpines, faldas o pantalones.

A mediados del siglo XVIII había en Asturias cerca de 200 batanes funcionando, según
datos recogidos en el Catastro del Marqués de la Ensenada. En la actualidad sólo quedan algunos restos diseminados por la geografía asturiana cuya existencia queda reflejada en la toponimia de los pueblos o en el recuerdo de las personas más ancianas del lugar donde se asentaban. Hasta comienzos de los años 60 del siglo pasado

funcionaron batanes en Allande y en Cangas del Narcea. El de Parada de Navelgas (Tineo), tuvo como últimos clientes a los vaqueiros de las brañas cercanas que pagaban al pisador o batanero 8 pesetas (0,05 €) por cada vara de tela abatanada (Asociación Cultural Manxelón, 2000). En el oriente asturiano a los batanes les llaman Trillones en consonancia con el último batán en uso, el de la Quintana de los Trillones (Cangas de Onís).

EL CARNAVAL ASTURIANO


UN POCO DE HISTORIA:

En Asturias se conoce el Carnaval como el “Antroxu”, si bien también son usados algunos otros nombres según dónde. Así en los concejos de Aller y de Quirós, se le llama “Antroxo”, en tierras occidentales se dice Antroiro, y entre Luarca y el río Eo dicen “Antroido”.
Todos estos términos asturianos tienen su base etimológica en el antiguo vocablo del castellano “Antruejo”, derivado a su vez del latino “introitus” cuyo significado es entrada, por estar a continuación la Cuaresma.
Este mismo nombre de Antroxu sirve igualmente en Asturias para denominar el tiempo carnavalero que para nombrar a las máscaras utilizadas para disfrazarse. Del mismo modo se utiliza para designar a las personas desordenadas o mal curiosas en su forma de vestir, sin duda por la influencia de “zaparrastros” o “destrozonas”, personajes que más adelante les presentaremos.
Como indicaremos posteriormente, el Antroxu es tiempo de comer abusivamente, así que a los “tragones” que comen en exceso y sin medida, también son llamados “antroxos”.
Antiguamente este tiempo de Antroxu era mucho más prolongado en el tiempo que hoy en día, casi reducido a tres jornadas. Se celebraba con tiempo el triunfo, la muerte y el entierro del antroxu, en algunas localidades desde enero incluso.

GASTRONOMÍA DE TEMPORADA:

Las fiestas de carnaval traen consigo una época de hartazgo en el comer, anteponiéndose a la Cuaresma en que la abstinencia y el ayuno tomaban su protagonismo. Así el carácter pagano del primero se opone al fervor religioso de la segunda. Esta fuerte influencia de los asuntos religiosos, del ciclo litúrgico, marcaba la despedida a las carnes en las mesas de los hogares asturianos, especialmente a las del “gochu”, en vísperas de la obligada abstinencia pascual.
En las tierras del occidente asturiano se observa claramente ese abuso en el yantar, también en el beber, durante los días del antroxu. Muy típico para los postres es el “rapón” (que se dice rapois en su plural o rapo en el concejo de Boal), muy extendido entre el río Eo y Luarca. El rapón es una torta hecha de maíz y amasada con agua, sal, cebolla y trozos de chorizo y tocino, recubierta con hojas de berza y cocida en el horno.
Por el oriente también el carnaval es una fiesta eminentemente gastronómica. Buena muestra es que las boronas en este tiempo son “preñadas”, esto es, rellenas de chorizo. El postre más generalizado por esta zona son los buñuelos de viento rellenos de crema, o los rustidos, sabrosos trozos de pan remojados en leche y huevo, fritos y rocíados con azúcar.
En el resto de la región los platos más representativos del antroxu se preparan con carnes de cerdo principalmente y por norma general frisuelos de postre (también llamados fereixolos, foyuelos, fayuelas o fayuelos). Estos se preparan con huevo, harina, leche y sal. Antiguamente se tomaban mucho los frisuelos que se hacían de harina de centeno fritos con el unto del cerdo.
Lo mismo que en la Navidad eran frecuentes los grupos de aguinalderos que recorrían las calle y caleyas de las aldeas, para pedir a vecinos huevos, chorizos, tocino, ... con los que se preparaban una buena cena o comida de carnaval.

COMADRES Y COMPADRES:

En principio puede que la celebración de compadres y comadres no tuviera nada que ver con el Antroxu, pero terminaron quedando enmarcadas en tiempos carnavaleros. En su sentido original hacen referencia a personas allegadas, familiares o vecinas. Así celebran las personas compañeras o amigas que en jueves se convidan las unas a las otras. En un principio los compadres se reunían el antepenúltimo jueves antes de Pascua, quedando reservado para las comadres el último. Posteriormente la celebración de compadres se cambió al Domingo de Pascua, cuyo significado litúrgico y religioso terminó por llevar al olvido la fiesta de compadreo. No ocurrió lo mismo con las comadres, fiesta cada vez más popularizada sobre manera en Pola de Siero y en Gijón, aunque muy generalizada en toda la comunidad asturiana.

MÁSCARAS DE CARNAVAL:

Hoy en día los recursos para disfrazarse son más numerosos que en tiempos de nuestros abuelos y sus antepasados. Antes se tiznaban la cara, con hollín por ejemplo, y se ponían unas ropas viejas para celebrar los carnavales. Más adelante aparecieron las caretas de cartón, de tela o de madera con sus clásicos agujeros para nariz, boca y ojos.
Son famosos los “zaparrastros” por lo general propios de las comparsas, disfrazadas con harapos o la “destrozona” personaje que interpreta un varón vestido de mujer y provisto de una escoba con la que da escobazos por las calles del pueblo a cuantos se cruzan a su paso. Se hace acompañar las más de las veces de una mujer que se ha vestido de hombre y juntos salen a dar gritos y a proferir insolentes provocaciones. Esta costumbre de invertir los sexos, generalizado en la mayoría de carnavales del mundo, ha sido muy criticada por la Iglesia, por considerarla una actitud excesivamente transgresora de la moral. También eran generalizados los disfraces de animales, con pieles de vaca por ejemplo.

LOS PELELES:

El pelele es una figura humana hecha de paja o de trapos que en carnavales se cuelga de los balcones o es manteado en las celebraciones como chivo expiatorio. Los niños lo insultan y lo maltratan hasta la hora en darle su final, enterrado o incinerado. Es un personaje extendido no sólo en Asturias sino en toda España.
En otras localidades, el pelele era sustituido por gallos o por gatos, que se llevaban las culpas, los golpes y las mofas.

LAS COMPARSAS:

Cantando y bailando animaban las calles las comparsas ayudadas de cencerrros, cacerolas, pitos y latas, y de cualquier utensilio que les sirviera para armar mayor bullicio. Las coplas que cantan, lo mismo que tiempo atrás, tienen las más de las veces un tono crítico o irónico.

LA MUERTE DE DON CARNAL:

Posteriormente al triunfo de Don Carnal, se celebra la lucha con Doña Cuaresma o su juicio, que concluía con su muerte. Los juicios a Don Carnal, representado por Gato o por Pelele, por su conducta indecorosa. El fiscal pedía para él la pena de muerte y el abogado defensor el indulto, recordando cuánto se habían divertido todos con él. Pero el veredicto era siempre el mismo: culpable. También la condena de pena de muerte, ahorcando al gato o al pelele, según el caso, o incinerando.

ENTIERRO DE LA SARDINA:

A finales del siglo XIX se generalizó oficiar el entierro de la sardina, que fue costumbre venida de fuera de Asturias. La Sardina representa la abstinencia, mortificación y ayuno del Miércoles de Ceniza. El Gato era juzgado y condenado por la muerte de la sardina, terminando sus días ahorcado o incinerado.
En Llanes, por el contrario, la sardina no era enterrada sino que se arrojaba al mar desde el Paseo de San Pedro.

Fuente- http://www.asturiasnatural.com/modules.php?name=News&file=article&sid=98

sábado, 22 de enero de 2011

LA TONADA ASTURIANA



La Canción Asturiana, también denominada Asturianada o Tonada, es un estilo musical tradicional asturiano de origen popular.
Se trata de piezas musicales que se acercan al género lírico del lied. Algunas provienen de géneros tan reconocible como la jota axotaes o el bolero como las mariñanaes. Ejemplos de asturianaes serían Soi asturianín, Al pasar pel puertu, A la Pipiona... Axotaes Anda señálame un sitiu, Onde yo me pueda dir, etc. Y mariñanaes La Mariñana o El mió refrán, entre otras.

Puede decirse que tras la influencia a primeros del siglo XX de compositores como Del Valle, Sáenz, Lavandera, Baldomero Fernández, Del Fresno y Torner, la música vocal asturiana vivió sus mayores años de gloria y su continua referencia va a marcar desde entonces la música asturiana en general, pero muy especialmente a la tonada. Un género que a partir de estos años va a ir poco a poco perdiendo su nombree para, finalmente, adquirir el de asturianada.

La Canción asturiana renace, en el primer cuarto del siglo XX, como un nuevo género moderno y tradicional, popular y culto, que con el tiempo pasará a convertirse en el más identificativo de la música asturiana. La importancia de la impronta establecida en aquellos años fue tan grande que aún hoy perdura.
Otros estilos de composiciones musicales asturianas, tradicionales o de autor, son: las vaqueiraes, las tonaes soberanes, las tonaes arrieres, las tonaes dures y las tonaes de la tierra.
Historia

No se han encontrado testimonios escritos sobre la tonada hasta 1885, cuando fue el estudioso avilesino Nuevo y Miranda quien recoge muchas de estas canciones. A pesar de no se haya encontrado ni investigado en profundidad el origen aún "oculto" del género, puede creerse que, como el flamenco en Andalucía, la canción asturiana hunde su raíz en el mismo corazón histórico del pueblo. La tonada, por eso, muestra una parte del folklore, de ese "espíritu del pueblu" (Volksgeist) que estudiaron los filósofos del Romanticismo.

La tonada asturiana moderna nace del encuentro entre los compositores del Nacionalismu Musical Asturianu, movimiento musical que se corresponde con otros similares de Europa y América, y las voces tradicionales de la época.
Tras el éxito alcanzado a finales del siglo XIX y primeros del XX por Ramón García Tuero, El Gaiteru Llibardón, una larga serie de voces empieza a adquirir nombre. Diez son el número de voces de aquellos primeros años de siglo XX que alcanzaron la consideración de clásicos. Diez voces que nacieron en el escaso intervalo de tiempo de doce años y que, del mayor al más pequeño, fueron:




• Ángel González Rodríguez, El Maragatu
• José Menéndez Carreño, Cuchichi
• José Martínez Suárez, Botón
• Enrique Claverol Estrada]], Claverol
• Enrique Cienfuegos Martínez, Quin el Pescador
• Santos Luciano Sánchez Muñiz, Santos Bandera
• La BusdongaObdulia Álvarez Díaz, La Busdonga
• Vicente Miranda Rodríguez, Miranda
• Prudencio Merino Álvarez, El Polenchu de Grao
• Joaquín Martínez González, Xuacu'l de Sama.



A estas diez voces, a lo largo del siglo y hasta nuestros días fueron sumándose las de otra larga serie que siguen formando parte de la memoria colectiva de la música asturiana, como:



• José Santos, Pepe'l Pantuxu de Sama
• Laureano Menéndez González, Lauro
• Manuel Alonso Díaz, El Panaderu
• Juan Menéndez Muñiz, Juanín de Mieres
• Josefina Fernández
• Leonides Fernández
• Diamantina Rodríguez]]
• Luís Rodríguez García, El Ruiseñor de Carreño
• José Ramón Morán Huergo, Morán
• José Requejo Castañón, Pepe Requejo
• Silvino Argüelles
• José Noriega
• Enrique García Palicio, L'Abogáu...

viernes, 21 de enero de 2011

HISTORIA DE AVILÉS


Su historia empieza a documentarse en torno al siglo X, y nos habla de una villa situada al fondo de la ría y protegida por el castillo de Gauzón construido por Alfonso III el Magno para la defensa del puerto, y de las incursiones piratas. Los restos del castillo aún pueden verse en el Peñón de Raíces en lo que hoy en día es Raíces Nuevo (Castrillón). En este castillo, es donde se recubre de oro y pedrería la cruz de Pelayo para su donación a la Iglesia Ovetense.
Su situación marcó su destino tanto por ser el puerto de Oviedo, a menos de una jornada de camino fácil, como por su ría que divide a la ciudad en dos, tanto geográficamente como económicamente, pesca en Sabugo y comercio y artesanía en la villa amurallada.

En 1085, Alfonso VI otorgó un fuero a Avilés, donde ya existía una población desde tiempos romanos. El fuero de Avilés le da categoría de Villa de Realego y a lo largo de la Edad Media apoyará siempre a la corona, a quien paga impuestos. Avilés no fue nunca feudo ni tuvo otro tribunal competente que los reales. El fuero original se conserva en el Archivo municipal junto con una copia romanceada, joya histórica, lingüística y jurídica por la que la villa adquiere categoría de realengo, sin sometimiento señorial y con unos privilegios económicos y civiles, guardando una inquebrantable fidelidad a la corona. En esta época, Avilés demostró su valor estratégico en lo económico, con el monopolio de la sal, teniendo su almacenamiento y distribución. También hay que destacar su comercio marítimo, que recorría desde el cabotaje Cantábrico al comercio con el Norte de Europa, Portugal, Francia y la Península. El privilegio es repetidamente confirmado por los reyes, además de acrecentado y mandado respetar cuando los intereses señoriales o de las comunidades trataban de imponerse. El primer documento se perdió en fecha incierta y el conservado es una copia de 1289, según confirmación hecha por el rey Alfonso VII el Emperador en 1155. Las fuertes murallas de la villa y su ley ofrecían libertad y seguridad frente al poder de los señores y de la Iglesia. La libertad comercial fue otorgada desde “la mar hasta León”, siendo posteriormente ampliada por Fernando IV a todos los reinos de León y Castilla, con excepción de Murcia, Toledo y Sevilla.

El fuero tiene un gran interés lingüístico, armonizando romances tan distintos como el asturiano y el provenzal, fruto de la estrecha relación con los puertos de Francia. A diferencia de los fueros de Estella o Jaca, que están esencialmente en romance provenzal, el fuero de Avilés muestra una cierta integración de la población extranjera en la ciudad. Entre los siglos XII y XVI Avilés vive un momento de esplendor mercantil a través del tráfico portuario; en los cays se depositaban muchas mercancías destinadas al mercado de Oviedo, lo que dio lugar a querellas entre ambas poblaciones por el reparto de tasas y tributos.
En Avilés se encontraba el alfolí de la sal de Asturias y León, distribuyendo la producción de salinas gallegas, portuguesas, francesas e incluso andaluzas. En 1309 Fernando IV concede al alfoz de Avilés los concejos de Gozón, Illas, Carreño, Castrillón y Corvera. La muralla que circundaba la villa fue el condicionante de mayor importancia de la distribución urbanística. De los fuertes muros, demolidos en 1818, sólo quedan restos visibles incorporados al palacio de Camposagrado. De esta época se conserva el palacio de Valdecarzana o casa de Pedro el Cruel o de la Baragaña, que fue alojamiento y lonja de algún burgués medieval. En el año 1479 se produce un gran incendio en la villa; los Reyes Católicos conceden varias mercedes a la villa para ayudar a su recuperación, como la concesión del mercado semanal de los lunes que sigue celebrándose.

En aquella época, extensas manchas forestales en los alrededores, que se emplearían para la construcción de buques para las naves de la Armada Invencible, galeones y galeras para el servicio de los Austrias. Muchos marinos avilesinos intervienen en hechos de armas notables. Suele decirse que Rui Pérez (aunque investigaciones recientes indican que el nombre correcto es Rui González) capitaneaba uno de los navíos de la escuadra de Ramón de Bonifaz que con su sierra en la proa cortó el puente de tablas de Triana que permitió a los cristianos conquistar Sevilla, hecho que se recuerda en el escudo de la villa. Otro marino célebre es Pedro Menéndez de Avilés, primer adelantado de la Florida, por este motivo la ciudad es conocida también como La Villa del Adelantado de la Florida o, simplemente, Villa del Adelantado.

Edad Contemporánea:

En mayo de 1809 avanzó sobre Avilés la brigada napoleónica de Marcognet, a la que trataron de detener los mal armados vecinos, siendo derrotados en Valliniello. Se produjo una carga por el puente de San Sebastián en la que murieron doscientos hombres. Los franceses ocuparon el palacio de Camposagrado, organizándose la resistencia mediante celadas en las calles contra soldados aislados o en pequeño número. Tan eficaz fue esta estrategia que el general Kellerman mandó una orden a las autoridades locales haciéndoles responsables de las vidas de sus soldados. En las guerras carlistas algunas partidas pasaron por la villa, como la del general Sanz. En el siglo XIX se construye la dársena de San Juan de Nieva, nuevas industrias como la fundición de Arnao y telares, se trae el telégrafo, y ferrocarril y se deseca la ría en la zona donde se ubica actualmente el parque del Muelle, uniendo el núcleo marinero de Sabugo y la Villa. La industrialización se inicia en el siglo XIX con el asentamiento, entre otras, de la Real Compañía Asturiana de Minas en el vecino municipio de Castrillón, cuyos productos son comercializados por el puerto de Avilés que, a pesar de su nombre ocupa también terrenos castrillonenses. En 1891 se instala el alumbrado eléctrico, siendo la por aquel entonces villa burguesa uno de los primeros lugares de España en disponer de este servicio. En 1893 el Doctor Claudio Luanco crea la fiesta del Bollo, que sigue celebrándose con gran arraigo popular.


es.wikipedia.

jueves, 20 de enero de 2011

HOSPITALES Y MALATERÍAS DE MIERES A OVIEDO


El albergue de peregrinos de Mieres, uno de los más modernos y cómodos de la ruta del Salvador, se encuentra en las antiguas escuelas del barrio de la Peña, a la salida de Mieres. Última etapa de peregrinación hasta San Salvador, en Oviedo. Allí, el Camino del Salvador enlaza con el frecuentemente denominado Camino Primitivo hacia Santiago de Compostela.

A poco más de dos kilómetros de Mieres, está el pueblo de La Rebollada, balcón sobre Mieres, llamado así por los ‘rebollos’ o robles pequeños que en algún momento de la historia poblaron este lugar. En La Rebollada existió el hospital de leprosos de Santa María Magdalena. La iglesia parroquial moderna conserva algún canecillo y un arco de la antigua iglesia románica, así como una escultura de San Lázaro procedente de la vieja malatería. Según una sugerente hipótesis de Tolivar Faes, esta malatería de la Rebolladada sería heredera del hospital de peregrinos de Copián, pueblo siguiente en el itinerario.

Jovellanos, al que se le debe parte del ondulante y difícil trazado del Padrún, antigua carretera de Castilla en cuyas curvas los autobuses y camiones tenían que pararse y maniobrar, llegó a contemplar las ruinas, que se atribuían a los templarios, de este hospital que mandó construir en 1103, Alfonso VI. Copián era el último lugar habitado antes del alto del Padrún, llamado así por una enorme piedra que separaba desde la Edad Media el concejo de Lena –hoy el concejo es Mieres, segregado de Lena en 1836– y de Oviedo. Desde el Padrún, el Camino de Santiago no iba por la antigua carretera de Castilla trazada por Jovellanos sino por un camino que sale a la derecha del puerto hacia el pueblo de Casares. Camino de cuestas más pronunciadas, pero más corto y con menos curvas que la ruta que proyectó Jovellanos. De allí, caía al valle de Olloniego, vigilado desde una colina por las ruinas del castillo de Tudela, escenario de las rebeliones de Gonzalo Peláez contra Alfonso VII. Quizás fueron esas circunstancias las que hicieron que el castillo de Tudela simbolizase vagamente las rebeliones de la nobleza asturiana contra el poder real, razón por lo que Juan I lo mandó demoler en 1383.

Santiago de Olloniego muestra en su orientación longitudinal en torno al eje de la calle principal, el típico trazado de pueblo nacido en torno a un camino, sea romano, como parece sugerir el nombre, o medieval. En relación con Santiago, tuvo Olloniego hospital de peregrinos, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios. A la salida del pueblo, en la capilla del cementerio, se conservan restos románicos de la antigua iglesia de San Pelayo, frente a la torre medieval de Muñiz, integrada en la casa fuerte de los Bernaldo de Quirós, en donde nació en el siglo XVIII el poeta Francisco Bernaldo de Quirós. Estas construcciones de los Bernaldo de Quirós se edificaron para cobrar el portazgo de la carretera de Castilla a su paso por el cercano puente medieval de Olloniego sobre el Nalón. El encauzamiento del río hizo que este puente quedase varado en un prado. Lo sustituyó el puente construido en el siglo XVIII por Juan de Villanueva. Junto al nuevo puente, se puede ver el edificio neoclásico del ‘portazgo’, en donde viajeros y mercancías pagaban por atravesar el río.


Entre Olloniego y la Manjoya se entrecruzan el camino de Santiago con una antigua vía romana que bordeaba el Picu Llanza, subía a la Venta del Aire y descendía a la Manjoya, el ‘Monxoi’ o monte de Gozo de los peregrinos franceses, animados y felices ante la proximidad de San Salvador, cuya torre de la Catedral ya divisaban. En los extrarradios de Oviedo el camino pasaba junto a la malatería de San Lázaro de Cerviceres denominada posteriormente San Lázaro de Entrecaminos. No deja de ser llamativo que al igual que a la entrada, a la salida de Oviedo hacia Galicia, en la falda del Naranco, había otra malatería, San Lázaro de Paniceres. A Oviedo se entraba por la falda del ‘Prau Picón’, en donde se encontraba la primitiva capilla de San Cipriano. Hasta allí acudían los posaderos para ofrecer sus servicios a los numerosos peregrinos que llegaban a Oviedo.

¿Cúal era el recorrido de un peregrino en la Edad Media? A Oviedo se acercaba por el barrio de San Cipriano, en la falda del ‘Prau Picón’, lugar hasta donde se acercaban los posaderos para ofrecer alojamiento a los peregrinos. Tras recorrer la calle de la Magdalena, en donde existía en el siglo XV un hospital para mujeres, entraba en la ciudad por la Puerta de Cimadevilla, el arco que hoy está integrado en el edificio del Ayuntamiento. Atravesando la puerta, se entraba en la calle de la Rúa o Rúa Francisca, que se prolonga en San Juan, en donde se encontraba la capilla y el hospital de la Balesquida. Perpendicular a la Rúa está la calle de la Platería, que les llevaría a los peregrinos a la catedral de San Salvador. Visitas principales de la catedral eran la imagen de San Salvador, muy milagrera y que entre otros prodigios hizo que un peregrino mudo, amigo de San Vicente Ferrer, recuperase la voz, y, muy especialmente, las reliquias de la Cámara Santa, inventariadas en 1075 por Alfonso VI y que concedió a Oviedo la calificación entre las catedrales, de Santa: la Sancta Ovetensis. Ambrosio de Morales describe el ritual, hoy en desuso, con el que se mostraban la reliquias al peregrino. Después de la visita, el peregrino buscaba albergue, bien particular en la Rúa de los Albergueros, bien en los hospitales de la ciudad. El más cercano, llamado de San Juan, ocupaba, desde el reinado de Alfonso VI el Palacio de Alfonso III, al que se acedía por la actual calle Schultz.

Hasta Peñaflor, un puente con historia
El Camino del Interior, seguido probablemente por Alfonso II y los reyes de la monarquía asturiana, y recorrido con seguridad por buena parte de los reyes de León y de Castilla desde Alfonso VI, salía de Oviedo por la puerta de Santiago o Socastiello, junto a la fortaleza construida por Alfonso III que cerraba la muralla de la ciudad. Pasaba junto al convento de Santa Clara, fundado por las monjas clarisas de Benavente en el siglo XIII, reformado en el siglo XVIII y ‘machacado’ con la chirriante modernización del claustro, en el siglo XX. Por la calle del Estanco –por las aguas estancadas, no por el tabaco– y la calle de la Independencia, en donde se pueden ver los restos del acueducto de Los Pilares, construido en 1568, se adentraba por La Argañosa hasta el lugar conocido como ‘Lavapiés’. Bordeando la falda del Naranco, se llegaba hasta la malatería de San Lázaro de Paniceres, para descender luego al valle del Nora que se salvaba por el Ponte de los Gallegos, que conserva hoy parte de su antigua traza.

Pasado el puente, se entraba en el concejo de las Regueras. En el Escamplero, muy cerca de Casa Concha, el hidalgo Rodrigo Alfonso de Escamplero fundó un hospital en el siglo XIV. En este lugar también existió una venta, mencionada por Jovellanos. Un poco más adelante, en Premoño, existía un hospital de peregrinos en la casona conocida como La Portalada. En la cercana ermita de Santa Ana se conserva una imagen tallada en madera de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen.

El camino sigue por el valle del Nalón hasta cruzar el río por el puente de Peñaflor. Junto al puente, existió un hospital fundado en 1144 por Alfonso VII. Pese a la apariencia idílica del puente, este paraje fue escenario de un gracioso timo en una venta cercana a Gil Blas de Santillana y de una sangrienta batalla de la Guerra de la Independencia por la que, debido a la impericia del Marqués de la Romana, los franceses pasaron a cuchillo a los patriotas de Grado. La derrota hoy se celebra como una fiesta histórico costumbrista eso sí: sin sangre.

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miércoles, 19 de enero de 2011

LOS PICOS DE EUROPA


COMO LLEGAR A LOS PICOS DE EUROPA


Los picos de Europa son un macizo montañoso sito en la cordillera Cantábrica, al norte de España, entre las comunidades autónomas del Principado de Asturias, Cantabria y la provincia de León.

Recientemente declarado en 1995 Parque Nacional, está dividido en tres macizos bien diferenciados gracias a los ríos Deva, Duje, Cares y Sella que delimitan y separan a cada uno de los tres macizos. En la zona oeste de los picos de Europa se encuentra el macizo occidental o del Cornión, es el más extenso de los tres aunque sus altitudes no superan al central, siendo la Torre Santa (2596 m) su cumbre más alta y una de las más elevadas del conjunto montañoso teniendo un gran interés alpinístico. Este macizo ha sido uno de los primeros parques nacionales declarados en España (22 julio 1918) y ahora ampliado al conjunto de los tres macizos.

En la zona contigua hacia el este delimitado por el río Cares, nos encontramos el macizo central o de los Urrieles, es el de características más alpinas de los tres. La cima más alta de este macizo y a la vez de los tres macizos es la de Torrecerredo (2646 m). Pero sin duda alguna el pico más característico de este macizo y de todo el conjunto montañoso es el Pico Urriellu más conocido como Naranjo de Bulnes (2518 m) Su primera ascensión data de 1904 y marcó el inicio de la historia de la escalada en nuestro país. Ya en la zona este y delimitado por el río Duje, se halla el macizo oriental o Ándara siendo el menos extenso de los tres y con altitudes más moderadas alcanzando un máximo de 2444 m en la Morra de Lechugales.

HISTORIA DE LOS PICOS DE EUROPA

El paisaje áspero de los Picos de Europa, sus montañas, riscos y picachos han sido siempre refugio seguro para sus moradores, que desde aquí eran inexpugnables frente al invasor.

Ya en el Paleolítico Superior (entre 35.000 y 10.000 años de antigüedad), aparece en escena la especie humana. En este período la actividad principal era la caza. Su preferencia por los abrigos rocosos ha dado lugar a una gran cantidad de cuevas paleolíticas con presencia de este arte rupestre en la Península.

Es en el Neolítico cuando el hombre domestica los primeros animales herbívoros y aprende a cultivar la tierra. Surgen así los primeros pobladores de los Picos de Europa que, asentados en los valles, se desplazaban temporalmente a los pastizales de montaña, donde el ganado encontraba abundancia de alimento.

Entre los siglos II y I a.C. llegaron los pueblos Celtas. Antiguos pobladores de estas montañas, eran un pueblo propenso a divinizar los fenómenos y elementos de la naturaleza y distinguido por su valor en la lucha. El "Mons Vindius" era su Dios, al que veneraban, que no era otro que el "Monte Blanco", haciendo alusión a las blanquecinas peñas calizas que asoman de los macizos Central y Occidental. Abrigados por su dios de Piedra, astures y cántabros eran invencibles en las contiendas hasta que el propio César Augusto tuvo que intervenir para conseguir la pacificación tras diez años de luchas internas.

Siete siglos después (año 711), llegaron los árabes y de nuevo las peñas brindaron su protección a los astures. De esta forma, Don Pelayo, con un reducido ejército, consiguió vencer al ejército musulmán, entre aquellos bosques y macizos rocosos, en la famosa batalla de Covadonga (s. VIII). Se había iniciado un proceso que duraría más de 600 años y que se conoció como la Reconquista.

A lo largo de la Edad Media toman protagonismo las iglesias y monasterios, se fundan pequeños pueblos y se construyen caminos entorno a los Picos de Europa.

En estos parajes, la vida se sustentaba en la caza y ganadería. La fauna salvaje era tan abundante que todavía en el siglo XVI los hombres de Abamia iban a misa armados con lanzas. Desde entonces hasta nuestro siglo, el aislamiento geográfico mantuvo tradiciones y paisajes inalterables.

En el marco de las celebraciones que con motivo del 12º centenario de la histórica batalla de Covadonga, el 22 de Julio de 1918 se declara Parque Nacional de la Montaña de Covadonga del macizo de Peña Santa. En Covadonga fraguó para España el ideal de los Parques Nacionales.

Son muchas las voces que, durante una década, piden la integración del resto de los Picos de Europa en la Red de Parque Nacionales, y que se establezca un modelo de gestión que asegure la conservación de sus valores naturales y el desarrollo para sus pobladores.

MIRADORES EN ASTURIAS


Mirador de la Reina. En la carretera de los Lagos, Km 6,5. Vistas de los pueblos de los municipios de Onís y de Cangas de Onís, sierra de Cuera e incluso el mar Cantábrico en los días más despejados. Cuenta con paneles interpretativos.

Mirador del Rey. Al final de la pista que recorre la Vega de Enol. Vistas del Hayedo de Pome.

Mirador del Príncipe. En los Lagos, junto al área de Buferrera. Vistas de la Vega de Comeya. Cuenta con paneles interpretativos.

Mirador de Ordiales. Al final de la ruta a pie a Ordiales, a 3,5 horas de camino desde los Lagos. Vistas del valle de Angón y sierras de la Cordillera Cantábrica. Aquí se encuentra la tumba de Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa y promotor del Parque nacional de la Montaña de Covadonga.

Mirador de Camarmeña. En el pueblo de Camarmeña, encima de Poncebos. Vistas al Naranjo de Bulnes.

Mirador del Pozo de la Oración. En Poo de Cabrales. Vistas al Naranjo de Bulnes.

RUTA DEL CARES

Descripción de la ruta:
Se inicia la ruta con una corta pero empinada subida por la izquierda del Río Cares hasta Los Collaos, punto en el que se desciende hasta encontrar la senda tallada en la roca que en este punto está junto al canal.
A partir de aquí la senda es prácticamente llana. Tras cinco kilómetros, llegamos a la majada de Culiembro, de donde parte el canal del mismo nombre que asciende hacia los puertos de Ostón.
Seguimos caminando, apreciando que aumenta la altura respecto al río, llegando después al puente de Bolín, donde cruzamos el río a gran altura, volviendo a cruzarle poco después por el puente de Los Rebecos.

Por último, recorremos una zona de túnel con ventanales excavado en la roca, en la zona más angosta del recorrido y llegamos a La presa de Caín, donde empieza a abrirse el valle e iremos viendo las casas de Caín.

www.el-caminoreal.com/picoseuropa




martes, 18 de enero de 2011

LA CASA TRADICIONAL ASTURIANA


Como en tantos otros aspectos de la sociedad tradicional, las ayudas mutuas entre vecinos, cumplían aquí una importante función. El tipo de ayuda no estaba estipulado, pero solía consistir en “el carretu”, o acarreo de piedra, barro, arena y madera para la construcción; cesión de un árbol para la viguería, préstamo de una pareja de bueyes para el trabajo, etc. La casa que carecía de recursos y no disponía de carro o animales de tiro ofrecía su trabajo personal.
En cualquier caso, la ayuda vecinal era obligada y cobraba especial importancia en algunas situaciones límite, como temporales o incendios, en los que la comunidad asumía gran parte de la reconstrucción de la vivienda afectada.

Una vez que los materiales se disponían a pie de obra y antes de comenzar a levantar los muros, se ritualizaba la fundación coincidiendo con el proceso de cimentación, por lo general al colocar la primera zapata en una de las esquinas de la casa. Solía consistir en una comida colectiva, “la robla”-con gaitero y celebración, dependiendo de la posición social de la casa-, que ofrecía la familia a operarios, familiares y vecinos implicados en la construcción. La fiesta se repetía al cubrir “aguas y plantar el ramu”, de fresno, de texu o de laurel, por lo general, que colocado en lo más alto de la cubierta simbolizaba la culminación del proceso constructivo.

Entre los ritos inaugurales testimoniados, además de la aspersión con agua bendita especialmente en obras de cierta entidad, está hacer pasar el primero a la nueva casa a la persona de mayor edad de la familia, lo que quizá tiene que ver con el tributo que hay que pagar a los genios del lugar que se “invade”, y se hace explícito a través de algunos refranes muy difundidos: “xaula nueva, páxaru muertu” o “casa compuesta, la muerte a la puerta”. En este sentido, en la Bretaña tradicional existía la creencia de que al construir una casa el “Ankou”, la muerte, se sentaba en el dintel esperando al primero que cruzara la puerta; creencia que subyace en estas tradiciones asturianas y que recoge Constantino Cabal en Soto del Barco, en 1.924: “Antes que pasen los vivos, es necesidad que pase un muerto”.

Otro ritual muy extendido, de carácter propiciatorio, documentado en el trabajo de campo, consistía en enterrar monedas bajo los cimientos de la nueva casa o bien alveolos practicados con la piqueta para tal fin en las piedras angulares. El sentido de tal acción era claro para sus protagonistas como queda explicito en la sentencia: “porque dinero llama a dinero”.
En otro caso, documentamos el enterramiento en la cimentación de una botella que contenía además de monedas, una foto de la familia propietaria.

Las estancias que a lo largo del tiempo aparecen de forma reiterativa en la distribución de la casa-vivienda asturiana son: la cocina, los cuartos, la sala, la cuadra y el pajar.

-La Casa Asturiana-
Adolfo García Martínez

lunes, 17 de enero de 2011

EL CASTAÑO EN ASTURIAS


La madera, de castaño y de otras especies, es un importante recurso que proporcionan los montes asturianos. Desde hace muchos cientos de años, la madera ha sido un material básico para la construcción y un combustible necesario para combatir los fríos invernales o hacer funcionar las primeras industrias.

La historia de los montes y pueblos asturianos es en gran medida una historia de árboles y madera. La leña calentaba los hogares en los primeros poblados mientras los mejores troncos
se usaban para levantar cabañas y cuadras. La madera de hayas, abedules, avellanos y otros árboles del monte, cuidadosamente seleccionados y cortados en luna menguante, se convertía en manos expertas en cómoda s madreñas y útiles herramientas de trabajo.

Avanzando en el tiempo, y con la llegada de las primeras industrias, la madera se buscaba como combustible, usada en forma de leña o para su transformación en carbón vegetal. El intenso carboneo de los montes y la saca de madera para construcción y mantenimiento de las grandes flotas hispánicas fueron reduciendo la superficie de los bosques, sobre todo en las zonas costeras y más accesibles. La explotación continuó después, cuando la madera empezó a utilizarse en la entibación de minas y el tendido de líneas de ferrocarril.

El castaño (Castanea sativa) es un árbol caducifolio que puede llegar a alcanzar los 30m de altura. Sus hojas son grandes, alargadas y con el borde aserrado. El fruto es la castaña, que aparece en grupos de 2 ó 3 en el interior de los denominados erizos. Se distribuye por toda Asturias por debajo de los 700 m de altitud. Es un árbol cultivado desde la antigüedad para aprovechar su madera y su fruto.
La mayor parte de los castaños presentes en el territorio asturiano corresponden a plantaciones realizadas con el fin de su aprovechamiento. Parece ser que fueron los romanos con la invasión de su imperio, quienes difundieron el castaño por amplias zonas de la Península Ibérica.

El aprovechamiento maderable de las plantaciones de castaño se realiza cortando los árboles casi a ras de tierra dejando los tocones o cepas para que rebroten de forma natural originando nuevos fustes que podrán volver a ser cortados al cabo de unos cuantos años.

La madera de castaño es fuerte, resistente y duradera. Su color es marrón claro pero se va oscureciendo con el paso del tiempo. Algunas veces las piezas de gran tamaño, vigas, postes, etc. tienden a agrietarse. Tradicionalmente en Asturias ha sido una madera muy utilizada en la construcción de viviendas, hórreos, paneras, cuadras y también para muebles.
En el caso de los hórreos y paneras, estos se construyen en castaño a excepción de las vigas de la base o “trabes”, que suelen ser de roble porque es una madera todavía más dura que el castaño. Por su durabilidad se ha empleado desde siempre para postes, estacas, portillas de prados, etc. Este sistema de cerca se puede considerar como la forma artesana y tradicional de cerrar los prados y fincas en Asturias.

Usos:
Las castañas se pueden comer crudas, hervidas, asadas o dulces. En Francia es común vender un dulce de castaña conocido como marrón-glacé. Una forma sencilla de asarlas es realizar un pequeño corte en cada castaña y calentarlas en un contenedor metálico a 400ºC durante 10 ó 15 minutos. El objeto de realizarles un corte es evitar que estallen mientras se asan.
Otro uso importante de las castañas es la harina, con ella se puede preparar pan, pasteles y pasta.
Las recetas gastronómicas de castañas están saliendo a relucir últimamente con la recuperación de recetas tradicionales, especialmente en Italia.
Para conservar las castañas éstas tienen que estar completamente secas antes de retirar la cápsula espinosa que las contiene, y dejarlas en una caja o barril cubiertas de arena fina.
La castaña constituyó un importante aporte calórico para el hombre, y también para los animales domésticos ya que se utilizó su alimentación, debido a que son ricas en grasas, proteínas, minerales y en vitamina C.



domingo, 16 de enero de 2011

PALACIOS Y CASTILLOS DE ASTURIAS


El palacio Ferrera está situado en la parroquia de Báscones en el concejo asturiano de Grado.
El núcleo más antiguo es un gran torreón exento, de planta rectangular, que hoy forma conjunto con el palacio de los Ferrera, pero que es mucho más antiguo.
Es una obra militar muy fuerte, con varias saeteras. Las puertas de entrada tienen una altura superior a 3 metros. Aunque el historiador Fernández Miranda lo supone del siglo XII, por sus caracteres es de tiempos góticos de los siglos XIII-XIV. A su lado había una casa fuerte, hoy desaparecida, reformada por los Álvarez Rivera y origen del palacio actual.
La construcción de los Álvarez Rivera pasó al marquesado de Ferrera por el matrimonio de la primogénita de la Casa de Rivera con el marqués de Ferrera y posteriormente a María Ramona Quiroga Navia Osorio, descendiente de los Ferrera, que fueron los grandes reformadores del palacio a finales del siglo XIX y principios del XX.
En esencia, éste es un gran cuerpo rectangular con dos pisos de galerías acristaladas en marco formando arcos de medio punto. Un patio se abre en medio de la muralla con escudo, y tiene una hermosa escalinata en el lado izquierdo, en parte cubierta. Al fondo, un piso bajo con ventanas rectangulares seguido de una galería arqueada, y finalmente otra de tipo semejante a las de la fachada. Parte de este patio está revestido de azulejería polícroma moderna.
La capilla forma bloque con el palacio, es de piedra, con arco de medio punto.
El palacio forma complejo con el torreón, la casa de labor en la parte posterior, y el puentecillo de acceso que se halla en el camino, algo antes de llegar a él. En la Guerra Civil fue cuartel militar durante quince meses.



El castillo de Soto de los Infantes está situado en el pueblo del mismo nombre en el concejo de Salas en Asturias.
Hoy en día sólo se conserva restos del torreón medieval, arruinado en parte. Puede contemplarse a la salida del pueblo, junto a la carretera que conduce hacia Salas por el Alto de Ablaneda.
Fue mandado construir por los Miranda sobre el año 1500
El castillo de Tudela está situado en La Focara aunque pertenece a la parroquia asturiana de Santianes, en el concejo de Oviedo (España).
Se trata de una fortaleza levantada sobre las ruinas primitivas de un castro, mandado reformar por Alfonso III y demolido por Juan I en el año 1383.
Lo conservado en la actualidad responde desde el punto de vista constructivo a los siglos XIII y XIV, y se limita prácticamente a los restos del torreón. También se aprecian las líneas del doble foso que lo rodeaba. El castillo fue propiedad de Gonzalo Peláez junto con los de Gozón, Buanga, Proaza, Alba de Quirós, Luna y Aguilar.
Fue declarado monumento histórico el 22 de mayo de 1965.



El Castillo de San Martín está situado en el concejo asturiano de Soto del Barco.
Este castillo está edificado o reconstruido sobre una fortaleza de la época Romana, que a su vez se asienta sobre un establecimiento castreño. Este excepcional yacimiento arqueológico fue excavado en la década de 1990, aunque desafortunadamente no se han publicado como debiera ser los resultados de aquellas campañas. Sí conocemos, por diversos datos aislados, que el yacimiento tiene ocupaciones de la primera y segunda edad del Hierro; de época romana y altomedieval. Sobre estos últimos horizontes se asienta ya el castillo.
El castillo consta de una torre de planta cuadrada y tres pisos, con ceñidas saeteras, sin cubierta y rematada en 16 almenas, unidas las angulares. Todo ello aparece rodeado de una cerca que llega hasta la orilla del río Nalón, y que en otras épocas incluía diversas construcciones como la iglesia de San Martín.
Actualmente, el castillo presenta a su alrededor edificaciones del siglo XIX que incluye una vivienda con galería en voladizo en toda la parte superior, de madera y acristalada, balaustrada, fuente y área ajardinada.



El Castillo de Peña Manil hoy en día en ruinas, está situado en la zona oriental de Asturias, en el concejo de Cangas de Onís. Este castillo estaba situado en la peña del mismo nombre que está situada cerca del pueblo de Cebia en la parroquia de Labra. En 1906 Hermilio Alcalde del Río prehistoriador y académico de la historia, realiza la primera excavación del yacimiento, en la que encuentra fragmentos de cerámica. Tras diversos estudios este historiador juzga el lugar como un asentamiento de principios de la Reconquista, ya que desde esa posición se ve una amplia zona. Estudios posteriores indican que este asentamiento pudo estar en el mismo lugar en dónde existía un castro.


El castillo de Las Caldas, también denominado castillo de Priorio, es un conjunto monumental situado en el término municipal de Oviedo (España), a escasos kilómetros del casco urbano. Está casi oculto por la vegetación, y rodeado por el río Gafo, afluente del Nalón. Almenada fortaleza con dos altivas torres flanqueándola, semioculta por la arboleda.
Se edificó en el siglo XIX a partir de las ruinas del original, construido en época de Alfonso II; siglos más tarde caería en manos del obispo de Oviedo. Sirvió, también, como refugio al noble insurrecto Gonzalo Peláez. Fermín Canella ( El Libro de Oviedo, Oviedo, 1887) escribe respecto de él: «Se levanta en el término de esta parroquia San Juan de Priorio el castillo de Priorio, que pertenecía a la Mitra de Oviedo. Siguió siempre perteneciendo a los prelados ovetenses, y, en 1381, García Alvarez de Palomar, rindió pleito-homenaje, como alcalde del castillo, al obispo don Gutierre».



El castillo de Villamorey también llamado castillo de los Aceales está situado en el concejo de Sobrescobio en Asturias.
Este castillo, situado en un cerro que domina la parte alta el embalse de Rioseco, está hoy en día casi en ruinas.
Los orígenes de este castillo datan de la época romana sufriendo posteriores reformas y construcciones. La primera reconstrucción importante data de la época de Alfonso I siendo la primera referencia escrita el legado de Fernando II a la orden de los Caballeros de Santiago en 1185, propiedad que se mantuvo hasta el año 1565.
El castillo aparece hoy en día en el escudo del concejo de Sobrescobio.



El Castillo de Campogrande, conocido popularmente como el Castillo de Blimea está situado en las cercanías de la población de Blimea, en el municipio asturiano de San Martín del Rey Aurelio.
Probablemente su origen se encuentra en una de las torres defensivas que se alzaban a lo largo del Valle del Nalón, construidas por los romanos. Parece ser que en época medieval, en torno al siglo XIV, se construyó el castillo aprovechando el asentamiento defensivo anterior. Existe una leyenda sobre su dueño y la hija de éste, Florinda, que acabó suicidándose por amor.
Ya en el siglo XIX, encontrándose en ruinas, fue rescatado por el vizconde de Campogrande, Álvaro Fernández Miranda, para convertirlo en residencia. Durante la Revolución de Octubre y la Guerra Civil, fue asaltado. Según algunos testimonios, habría sido el socialista Belarmino Tomás el que ordenase el saqueo de los valiosos muebles y obras de arte. Más tarde sería asaltada la biblioteca por parte de los nacionales. En los años 60 aún estaba en buen estado de conservación, pero acabó por derruirse. Hoy en día se encuentra en completa ruina y sólo se conserva el escudo de los Fernández-Miranda.

Fuentes-Wiquipedia