viernes, 30 de diciembre de 2011

LA BUENA COCINA DE ASTURIAS


cabe duda de que no puede haber buena cocina sin el arte, la experiencia y los conocimientos de las diestras manos que saben obtener los mejores resultados de cada género alimentario; pero también de que es imposible hacer unos platos óptimos y brillantes si no se cuenta con la frescura y la mayor calidad de las materias primas a emplear en cada preparación. En ese sentido, nada mejor que un breve pero panorámico recuento de los más importantes géneros que ofrece el Principado a la hora de cocinar.

Una huerta fertílisima, de entre la que sobresalen patatas y cebollas, de excepcional calidad ambas. Las fabes asturianas son alubias especialmente aclimatadas a nuestro suelo, donde sólo se consiguen con idéntica finura. La berza, el repollo, la lechuga, el tomate, los guisantes arveyos, o las judías verdes fréjoles figuran entre los primores de nuestros huertos, por desgracia casi siempre familiares, para autoconsumo, y cada vez menos atendidos y, por supuesto, manzanas en un sinfín de variedades a cual más deliciosa, aunque no todo lo abundantes que sería de desear en los mercados. Las fresas y las cerezas veraniegas son especialmente recomendables, en sus variedades de Candamo y lavianas respectivamente.
Otro tanto puede decirse de los figos (higos) miguelinos. Avellanas, nueces y castañas han sido frutos tradicionalmente emblemáticos de Asturias. Hoy, aun conservando la calidad de siempre, su cultivo denota una dejación que habría que incentivar cara al futuro.
Por lo demás nuestros prados y bosques ofrecen espontáneamente en otoño y primavera una riqueza micológica con harta frecuencia desestimada por los naturales. Así que Asturias bien podría resultar un pequeño paraíso para el viajero aficionado a las setas, al menos mientras no se dé prisa el asturiano.

Conocida es nuestra fama lechera en toda España. No en vano está Asturias a la cabeza de la producción nacional. De la calidad de la misma no puede haber mejor prueba que nuestros quesos artesanos o nuestros pastos. O la propia leche, claro, a poder ser entera, sin desnatar, comprada directamente en las aldeas. Sí puede, no olvide el viajero probar, de paso, alguna de nuestras mantecas de aldea
Las carnes más tradicionales vienen marcadas por la matanza del gochu (el cerdo). Este sustancioso animal es fuente de carnes frescas en los días que siguen a su sacrificio: las más selectas constituyen el adobu, mientras que otras de inferior categoría dan lugar -y más que nada dieron- a platos de gran arraigo rural como la sopa de fégadu (hígado), el pote de rabadal (potaje con rabadilla), los cachelos con caramietcha (patatas cocidas con cabeza de cerdo) y el arroz o las patatas con costillas, entre otros varios.
Del cerdo es sabido hasta que punto se aprovecha todo; por eso sería prolijo relatar toda su utilización; bástenos con señalar, pues, los embutidos más característicos, amén de la salazón de jamones y lacones; morciella (morcilla), curada para bien ser al humo de carbayu (roble) durante un par de meses, negra por la sangre y arrugada por el oreo; chorizo, moscancia (morcilla fresca de los valles mineros). fariñón o fariñona, chosco, que en otras zonas llaman xuanicu y xuan; botiellu, primo-hermano del botelo gallego y del botillo berciano; y andoya (morcilla fresca en tripa gruesa), entre otros varios.

Hoy Asturias, sin embargo, es el auténtico reino de la carne de xatu (ternera), ampliamente utilizada tanto en hostelería como en los fogones domésticos. Los amantes de las carnes rojas, más hechas y adultas, de vaca y buey, lo tendrán en consecuencia más díficil.
Una especie en francas vías de desaparición de la mesa es el llamado pitu de caleya (pollo de corral, de aldea), que tan frecuentemente fué no ha mucho en las comidas festivas del Principado. Si el lector consiguiera que algún campesino le vendiese un espécimen, nuestro consejo es que no lo dejara escapar, por alto que fuera su precio, para poder reflexionar sobre algunos sabores ya perdidos.
Mientras que en nuestra región la caza menor ha ido manifiestamente a menos -queda algo de perdiz por el occidente interior, arceas (becadas), cigoreyas (avefrías), pollotordos invernales por la costa, y poco más-, la caza mayor ofrece, por el contrario, acaso la más rica variedad de la Península : jabalí, corzo, rebeco, venado (ciervo), gamo, etc., que hacen no sólo las delicias del cazador, sino sobre todo del gourmet, por más que el modo de guisar la caza no sea en Asturias especialmente sofisticado o refinado.

Fuente visitada.
el-caminoreal.com

jueves, 29 de diciembre de 2011

LA CRUZ DE LA VICTORIA


La Cruz de la Victoria es una reliquia donada por Alfonso III en el año 908 a la Iglesia de San Salvador de Oviedo, aunque previamente permaneció en la Iglesia de la Santa Cruz de Cangas de Onís, edificada bajo su advocación. Fue forjada en el Castillo de Gozón poco antes de que Oviedo dejase de ser la capital del reino para ceder su lugar a León. Sus dimensiones son de 92 centímetros de alto y 72 de ancho. El alma de la cruz está formada por dos maderos de roble que se unen en el centro a un disco redondo, donde se ha excavado un hueco cuadrado para contener reliquias. La Cruz está recubierta con láminas de oro y guarnecida por piedras preciosas. El medallón central lo ocupaba un cristal de roca transparente que facilitaba la admiración de una reliquia de la Vera Cruz.
Cruz Legendaria
Según cuentan las leyendas, cuando Pelayo acaudilló a los refugiados en Cangas de Onís, se echó en falta una bandera, ya que el pendón rojo de los godos había sido preso en Jerez. En ese momento San Antonio Anacoreta se acercó a Pelayo ofreciéndole una tosca cruz de roble y diciéndole: «He aquí esforzado campeón, la señal de la victoria». Pelayo besó la cruz y la enarboló con la diestra diciendo «Esta será desde hoy mi divisa y mi bandera»

Se considera la Cruz de la Victoria a la insignia de madera que Pelayo utilizó como estandarte en la Batalla de Covadonga. Posteriormente sería guardada por su hijo Favila en una iglesia de Cangas de Onís, primera capital del reino, dedicada a la Vera Cruz. La Cruz de la Victoria constituiría, por lo tanto, el primer vestigio del culto a la vera cruz en el Reino de Oviedo, fechado por la inscripción levantada por Favila y su mujer Froiluba en el año 737. En la Crónica de Alfonso III, versión Rotense, se dice de Favila que «construyó la Basílica en honor de la Santa Cruz». Posteriormente, ya en tiempos de Alfonso III, sería engalanada con oro y piedras preciosas, para presentar la forma conservada desde el siglo X. Sin embargo, la leyenda que atribuye el alma de madera de la Cruz a la usada por Pelayo es muy posterior, recogida por los historiadores Ambrosio de Morales —que califica la Cruz como «la más rica joya que debe haber en España»— y Enrique Flórez. Sí puede sostenerse, ya que el centro de la Cruz es un relicario, que en este hueco se encuentren restos de la cruz de roble que utilizó el primero de los reyes de Oviedo.
Deterioros y restauración
Si ya el Libro Becerro de la Catedral de Oviedo de 1385 señalaba que en la Cruz de la Victoria había tantas piedras preciosas como las que había perdido, durante los sucesos bélicos de 1934 y 1936 la reliquia, al igual que el resto de la Cámara Santa, sufrió graves desperfectos que hicieron necesaria su restauración. Si bien la Caja de las Ágatas estaba intacta y la Cámara Santa quedó totalmente destruida, la Cruz de los Ángeles y la Cruz de la Victoria no sufrieron graves daños, siendo restauradas por el prestigioso arqueólogo Manuel Gómez Moreno, quien dirige los trabajos de recuperación del conjunto con la ayuda de Víctor Hevia Granda a partir de 1938. La Cruz de la Victoria recuperaría su pedrería a partir de 1942, gracias a las donaciones populares que permitieron la adquisición y restauración. No obstante, los trabajos de los orfebres Horacio Rivero Álvarez y Luis Aguilar, no tuvo en cuenta el diseño original y supuso una radical modificación, alterando la postura del medallón en ambos frentes, lo que denunció el cronista de Oviedo Joaquín Manzanares. En 1971 se colocan esmaltes nuevos por obra del orfebre alemán Werner Henneberger, aunque tampoco se tuvo demasiado en cuenta el diseño original. Debido al inadecuado tratamiento de la Cruz en su uso cotidiano se han visto alterados.
Según afirma el periodista Javier Neira en La Nueva España el 7 de septiembre de 2008, la cruz de roble sin revestir fue arrojada al fuego por el restaurador Manuel Gómez Moreno, hecho conocido por algunos miembros de la comisión nombrada al efecto, pero hasta ahora desconocido para el gran público.
Al entregar la Cruz de la Victoria, el restaurador les dijo que había tirado al fuego y sustituido por una pieza nueva el alma de madera de roble.

El 9 de agosto de 1977 la Cruz, junto a la Caja de las Ágatas y la Cruz de los Ángeles, fueron robadas y sufrieron graves desperfectos al ser arrancadas sus piedras preciosas y revestimientos de oro. Su lamentable estado obligó a realizar una nueva restauración que fue realizada según el dictamen de una comisión constituida al efecto el 30 de noviembre de ese mismo año. En la citada comisión participaron personas tan eminentes como el arqueólogo Helmut Schlunk, Magín Berenguer Alonso, José Menéndez Pidal o Manuel Fernández-Avello. Finalmente, el 8 de junio de 1978, tras numerosos estudios y consultas, se decidió devolver a las piedras su forma y posición original en la reliquia, y el 13 de junio la comisión dictaminó que la Cruz de los Ángeles fuera restaurada siguiendo las indicaciones de expertos de la ciudad alemana de Maguncia. Pedro Álvarez Miranda fue uno de los orfebres que restauraron por segunda vez la reliquia.

Fuente visitada.
el.tesorodeoviedo.es

miércoles, 28 de diciembre de 2011

LES PAXARINES DE SAN MATEO


desde las diez de la mañana y hasta finalizar la misa mayor de San Mateo, la tradicional venta de les paxarines, las figuras de pan que, según cuenta la tradición, se inspiraron, hace ya unos trescientos años, en las pequeñas figuras halladas junto a la imagen de San Mateo. Y se vendieron volando, más de medio millar, al menos, lo que se vendió durante el día grande de las fiestas.
Unas figuras consideradas de la suerte, que antes se utilizaban como amuletos que se colocaban en las ventanas para proteger a las casas de las tormentas.

(“El día de San Mateo, una de las visitas de los ovetenses es al atrio de la Catedral para adquirir ‘paxarines’, elaboradas por la familia Cartón y llevárselas a casa no preocupados por el hecho de que sean amuletos o talismanes.
Son eso, ‘paxarines’ de San Mateo, y es suficiente para satisfacer una ceremonia/ritual: sustituir les ‘paxarines’ del año anterior por las recién nacidas y mantener viva la tradición porque los nuevos tiempos no están huérfanos de peligros y les ‘paxarines’ en días de tempestad alejan las centellas de casa”)

La familia Cartón utiliza desde hace varias generaciones: harina de pan bañada en azafrán y luego se cubre con una capa de huevo tras amasarla. Finalmente se mete al horno. No hay más secreto. La forma de estas figuras no cambiaron mucho en los últimos años: el Mateín, el perro y las cestas. A partir del año 2000 se les puso una cinta de color azul, que es el de la bandera de Oviedo. La tradición continúa.

El premio Paxarina de oro fue creado en el año 2001 para distinguir a las personas, instituciones y entidades que se hubiesen distinguido por su "espíritu carbayón y su defensa de los valores espirituales y materiales que identifican y caracterizan nuestra ciudad".

lunes, 26 de diciembre de 2011

DEPORTES ASTURIANOS


Partiendo de la base de que lanzar, tirar, arrojar, disparar o derribar distintos objetos forma parte de la Historia de la Humanidad desde su comienzo, ya sea como diversión, preparación para la guerra o venidos de los diferentes oficios, los comienzos de los distintos deportes asturianos de lanzamiento son variopintos, un breve resumen de estos comienzos nos ayudará a tratar de encuadrarlos en nuestra época.

Origen de los Bolos-
Otorgar un origen preciso al juego de los bolos es muy difícil, ya que su procedencia puede ser celta, romana o germana según los distintos estudios realizados sobre estos juegos.
Se habla de los bolos como preparación para la guerra, para adiestrar los músculos, el pulso y la puntería, como ejercicios de lanzamiento o también puede ser el entretenimiento y la diversión que obtiene el ser humano por lanzar y derribar objetos una de las finalidades del inicio de los bolos.

Origen de la Llave-
Según José Gerardo Ruiz Alonso, el origen de la llave se sitúa en Gijón, y proviene de la evolución y mezcla de distintos juegos más simples como el tejuelo, hito, tejo, calva...
Durante la construcción del ferrocarril de Gijón a Langreo, en plena revolución industrial del Siglo XIX, los trabajadores utilizaban una llave de vías en forma de "T" para jugar en los descansos lanzándole piedras u otros objetos. Posteriormente se elaboró una reglamentación de los materiales y de los elementos del juego, y también se mejoró la técnica de lanzamiento convirtiéndose en un deporte muy popular en Asturias.

Origen del Lanzamiento de Barra-
El lanzamiento de la barra consiste en lanzar una barra lo más lejos posible, siendo por tanto un deporte de fuerza y no de precisión como son los otros dos deportes anteriores.
La historia de este juego o deporte nos remonta a los trabajos realizados en las canteras, como divertimento entre sus trabajadores, encontrándose incluso escritos explicando que durante la construcción de "El Escorial", lo practicaban los canteros de las distintas provincias españolas que colaboraron en su construcción.


Cuatreada: Es sin duda la más conocida, ya que la zona de práctica es la zona centro y parte de oriental de Asturias, ocupando los concejos de Oviedo, Gijón, Villaviciosa, Ribadesella, Cabrales, y las Cuencas del Nalón y del Caudal.
Consiste en lanzar una bola por el aire hasta la zona de bolos o castro, intentando parar la bola, cuatrearla y derribar los bolos.
Son 9 bolos grandes y uno más pequeño llamado "Biche", colocados formando un cuadrado en 3 filas de 3 y el "Biche" bien a la izquierda o bien a la derecha del resto.
La complejidad de este deporte, que es mucha, la determina la situación del "Biche". En el momento del lanzamiento se deberá dar un efecto a la bola, hacia la izquierda o derecha, o como se denomina en la Cuatreada, "a la mano" o "al pulgar" respectivamente, dependiendo de la colocación de este bolo.
El derribo del primer bolo del lado del "Biche", llamado "Cinca", anula la tirada siempre que sea el primero en ser derribado, de ahí lanzar a la mano o al pulgar para evitar este derribo.

-El Birle:
Se practica en los concejos asturianos de Llanes, Peñamellera Alta, Peñamellera Baja y Ribadedeva y en la parte occidental de Cantabria.
Es muy similar a la Cuatreada, ya que son igual número de bolos y se colocan de la misma manera, pero una de las diferencias es que la tirada consta de dos fases.
La primera fase o "Tirar" consiste en lanzar la bola desde la zona de tiro a la caja con el objeto de hacer bolos y un "Emboque" (conseguir después de tirar el bolo del medio de la primera fila que la bola se acerque al "Emboque" o bolo más pequeño). La segunda fase o "Birlar" se efectúa desde donde haya quedado la bola en la primera fase.
La dificultad del lanzamiento también está determinada por la posición del "Emboque" debiendo realizar un efecto en el tiro llamado "trabajar la bola" a la mano o al pulgar, es decir a la izquierda o derecha respectivamente.

-Bolos de Saliencia:
Comparte aspectos con la Cuatreada, Birle y el Bolo Leonés, sólo se juega en pueblos del concejo de Somiedo.
También tiene dos fases de lanzamiento, primero el "Tiro" y después "Birlar", si la bola queda lejos del castro y "Tresbolar", si la bola queda cerca y el jugador puede alcanzar con la mano los bolos, aunque se impone la condición que para realizar la segunda fase, se debe de derribar algún bolo en el primer lanzamiento.
Se puntúa de una manera sencilla, cada bolo derribado vale un punto, pero no valdrá ninguno si la bola cae fuera del castro (zona donde se colocan los bolos).

-Batiente Rodao:
Se juega en los concejos de Carreño, Gozón, Avilés, Castrillón, Soto del Barco, Candamo, Pravia, Salas, Grado, Cudillero y Luarca, y se supone que es la modalidad más antigua de las practicadas en esta Comunidad Autónoma.
El tiro en lugar de ser estático como en el resto de disciplinas, es dinámico, y se trata de tomar carrera (máximo 15 metros) con la bola sujeta entre la palma de la mano, la muñeca y el antebrazo y lanzar la bola rodando por el "Rodáo" (pasillo de superficie lisa de 13 a 32 metros dependiendo el concejo). Una vez acabado el "Rodáo" la bola llegará con mucha fuerza a la "Losera" o zona de bolos, que tiene una leve inclinación favorable a la bola hacia arriba.
El objetivo de este lanzamiento es intentar derribar el mayor número de bolos y, además, hacer que del golpe dado a los bolos estos vuelen por encima del "Ciebo" (valla de 2 metros de altura separada 4 metros de la "Losera").

-Los Bolos de Tineo o Bolo Celta:
Se juega en Tineo y en los concejos de Allande y Cangas del Narcea, ocupando por tanto una gran extensión geográfica de zona de juego.
En esta modalidad la tirada también consta de dos fases. La primera llamada "Tirada", "Bajar" o "Bajando", se hace desde una parte más alta que el terreno de juego (entre 40 y 50 centímetros) lanzando, a la vez se que baja, a 20 bolos situados en hilera de frente al jugador, intentando trasladar del golpe y por el aire el mayor número posible de bolos hasta distintos límites.

-Bolo Vaqueiro o Pasabolos de Cangas del Narcea:
se juega en diferentes localidades o pueblos del extenso concejo de Cangas del Narcea, siendo muy parecidos a los de Tineo, concejo vecino.
La tirada es igual a la de Tineo, partiendo de una altura, pero en estos Bolos Vaqueiros hay 16 bolos, en lugar de 20, en la "Llábana"

-Bolos de la Cuenca del Navia:
Los concejos de Navia, Villayón, Boal e Illano, son en los que practica este deporte.
La tirada se hace desde una base alta "el Tiru" intentando desplazar o despedir la mayor cantidad de bolos lo más lejos posible para superar ciertos límites.
Estos límites son 8 "Rayas" llamadas del 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, separadas entre sí 3metros y la primera de la "Llastra" o zona de bolos, de 9 a 10 metros.
El número de bolos depende del tamaño de la "Llastra" que es una piedra lisa de gran tamaño.

Pasadiez:
Se juega en los Concejos de Somiedo y Belmonte de Miranda, y llega hasta las zonas de la zona leonesa de Babia, Laciana o Alto Sil.
La situación inicial es similar a los anteriores pasabolos, desde una altura se intenta derribar los bolos de la "Llábana" tratando de que alguno pase la "Raya del 10" (a unos 12 metros), pero además se pretende que la bola derribe otro bolo llamado "Bicho", "Forcau" o "Bolo cuatro" (dependiendo de la localidad de juego).

Fuente visitada.
efdeportes.com

viernes, 23 de diciembre de 2011

FELICES FIESTAS


"Los amigos son como las estrellas que, aunque no puedas verlas, sabes que siempre están ahí. ¡Felicidades!"

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LA OTRA ASTURIAS


Tras la Asturias más emblemática y publicitada, grabada en el subconsciente colectivo, hay otra que guarda muchos otros tesoros, pero que aún son desconocidos. Paisajes, monumentos y tradiciones se revelan al viajero para que pueda diseñar un viaje diferente por las verdes tierras del Principado.
En cualquier dirección a la que se dirija uno, Asturias tiene mucho que mostrar, más allá de los buques insignia como el santuario de Covadonga, Picos de Europa, las playas, el bosque de Muniellos, el Centro Internacional Niemeyer, el arte prerrománico, la Senda del Oso...
Poco a poco, los secretos comienzan a salir a la luz, como sucedió en 2008 cuando la UNESCO reconoció como Patrimonio Mundial de la Humanidad, las cuevas asturianas de Tito Bustillo (Ribadesella), La Peña (Candamo), Llonín (Peñamellera Alta), Covaciella (Cabrales) y El Pindal (Ribadedeva), junto con otras nueve del resto de la cornisa cantábrica. Ellas forman parte del medio centenar de cavidades asturianas en las que hay alguna forma de arte rupestre.
Hasta entonces pocos eran los que sabían que la región cuenta con cuevas con pinturas prehistóricas que se pueden igualar a Altamira en espectacularidad y conservación. Y así sucede con muchos otros recursos que recorren diversas épocas históricas y rincones de la costa a la montaña, así como museos, sendas y tradiciones. Todas ellas siguen preservando la pureza de su origen, debido precisamente a la falta de visitas masivas, que han traído hasta el presente casi intactos estos recursos turísticos.
En Asturias hay por ejemplo, muchos ejemplos de castros, túmulos y dólmenes de las civilizaciones prehistóricas, así como algún ejemplo de estela discoidea. Sólo en el occidente de la región, entre el río Eo y el Navia se han contabilizado más de setenta castros o recintos fortificados. El de Coaña es el más conocido, pero también los hay al descubierto en Taramundi o en Boal.
Los caminos de antaño que comunicaban entre pueblos se han recuperado, no sólo por la historia que encierran sino por una cuestión práctica, que es mantener las sendas para que no se pierdan entre la maleza por falta de uso. Muchas de ellas pasan por cascadas, molinos o mazos excelentemente conservados. Porque la etnografía es uno de los elementos asturianos más queridos y que suscita más interés entre los paisanos que desean profundizar en los secretos de su tierra, y los foráneos con ganas de conocer piezas que no tienen en su lugar de origen. La profusión es tal que en Asturias hay contabilizados unos veinte mil hórreos.
También ha comenzado a ponerse en valor el patrimonio industrial asturiano, edificios y construcciones sobre los que se levantó la economía regional y cuya recuperación recuerda el ingenio de esos constructores, pero también el esfuerzo y sacrificio de tantos trabajadores.
En referencia a los museos, los hay de todo tipo encabezados por los tres más visitados: el MUMI, Museo de la Mina en San Martín del Rey Aurelio, el MUJA, Museo del Jurásico Asturiano en Colunga y el Museo de la Prehistoria de Teverga. Siguiendo su estela, pero con características únicas están otros dedicados a la pesca, los belenes, la etnografía, los calamares gigantes, la automoción y los instrumentos musicales como Alfercam de Avilés, o incluso Africa en el concejo de El Franco. Algunos más publicitados y otros menos, lo cual garantiza una visita sin masificaciones y asegura la sorpresa.
Por último hay que señalar que el creciente turismo gastronómico obtiene también respuesta en la región. Más allá de la fabada y el pote asturiano, cada zona tiene sus recetas ancestrales e incluso cultiva diferentes especies de legumbres, hortalizas y frutas. De la montaña al río y de ahí a la costa, las especialidades van desde la caza al cordero, de la ternera asturiana al gochu asturcelta, de los pescados y mariscos a las especies de río. Más que cocina de vanguardia, en el Principado se suelen rehacer y modernizar los platos de antaño, lo que asegura que la tradición prevalezca en cada receta.
Asturias es tan plural y variada, que hay para todos los gustos y estados de ánimo. Por eso, aunque se ofrecen sugerencias para abrir boca, no todo está en las guías. Hay lugares que sólo se descubren caminando sin rumbo y sin más límite de tiempo que el que marcan el cansancio y el hambre. Asturias está repleta de posibilidades, todas cercanas y accesibles, sólo es preciso tener ganas de conocerla.
Escrito por Fusión Asturias.

Fuente visitada.
fusionasturias.com

miércoles, 21 de diciembre de 2011

HISTORIA DE LA PISCICULTURA ASTURIANA


Ricardo Acebal del Cueto (1849-1940), ingeniero de montes de Gijón, muy vinculado a la Universidad de Oviedo, propuso el establecimiento de una piscifactoría para la cría del salmón. Esta especie estaba siendo esquilmada con máquinas salmoneras que, a modo de grandes norias, sacaban del río cientos de salmones que trataban de remontar los cauces.
Al mismo tiempo, el canónigo de Covadonga, D. Manuel Alea, compró 10.000 huevos de trucha al Monasterio de Piedra y los depositó en su finca de El Cobayu, en lo que sería el inicio de una piscifactoría.
Pero fue finalmente Ricardo Acebal quien redactó el proyecto para la creación de un establecimiento de piscicultura en Asturias, en Infiesto (Acebal, 1892).
Las obras de esta piscifactoría finalizaron en 1907 y la primera incubación se realizó en 1908. La apertura de esta piscifactoría fue todo un acontecimiento nacional y a lo largo de los primeros años de funcionamiento recibió visitas de muchas personalidades incluida la del rey Alfonso de Borbón.

Entre 1922 y 1928 se obtenían anualmente en Infiesto entre 100.000 y 300.000 alevines de salmón, cuyo destino era la repoblación de los ríos asturianos.
En los primeros años de la década de los 60 empezó su actividad en Asturias la primera piscifactoría industrial de producción de trucha arco iris, en el río Nalón. A mediados de los años 70 estaban en activo cinco y a principio de los años 80, diecisiete. En esta década, comenzó la especialización de las instalaciones.

Los primeros empresarios piscícolas de Asturias fueron pioneros, no sólo en el tiempo en que iniciaron la acuicultura de tipo empresarial, si no también, en la idea de implantar tecnología en sus instalaciones. Junto con estas piscifactorías coexistían otras más pequeñas que eran muy rudimentarias. Se construían, simplemente, restaurando algún antiguo azud que había servido en otro tiempo para un molino o para otro uso; se reconstruía el canal de entrada del agua y se establecían, muy artesanalmente, estanques de cría. Los huevos embrionados o alevines de trucha arco iris eran adquiridos en las piscifactorías más grandes y, así, comenzaban a criar peces.

En el resto de España, la piscicultura de salmónidos en los años 80 era muy parecida a la asturiana: convivían pequeñas piscifactorías artesanales con grandes empresas de acuicultura. La única diferencia con las de Asturias era que el volumen de agua disponible en los ríos asturianos era mucho menor que el de los grandes ríos de otras zonas de España. La orografía de Asturias hace que el caudal de los ríos fluctúe mucho entre las épocas de invierno y de estiaje. La mayoría son torrentes. El terreno montañoso no permite la construcción de grandes instalaciones, de manera que las piscifactorías llamadas “grandes” en Asturias siempre fueron de menor tamaño que las de otros lugares de la península.

Fuente visitada.
serida.org

lunes, 19 de diciembre de 2011

LA FABADA


El consumo de "fabes" se remonta en Asturias al siglo XVI, en el que se sabe con certeza que se plantaba en el territorio y algunas de ellas se consumían. La variedad que se emplea en la fabada es la que se denomina "de la Granja", es una variedad suave y mantecosa apropiada para este plato. El cultivo de esta variedad ocupa en Asturias cerca de 2500 hectáreas. La receta de la fabada revela un origen humilde pues los ingredientes así lo muestran. Los estudiosos mencionan que pudo haber nacido la fabada ya en el siglo XVIII aunque no hay evidencias que apoyen esta afirmación, hay que considerar que a pesar de que las fabas son un ingrediente puramente rural, se tiene la creencia de que la fabada nace en las ciudades. No existen referencias escritas literarias sobre las fabas en ninguna de las obras, una de las más conocidas: La Regenta no la menciona a pesar de hacer una descripción exhaustiva de las costumbres de la región.

La primera referencia escrita a la fabada aparece en un diario asturiano de Gijón denominado "El Comercio" el año 1884 a pesar de ello no menciona la receta. las apariciones posteriores en la literatura culinaria asturiana relacionan el plato con el pote asturiano, autores como Armando Palacio Valdés al describir las características de los pastores asturianos en su obra "Sinfonía Pastoral" (1931) no menciona el plato. Según la investigación de diferentes expertos la fabada nace en un periodo no determinado entre el siglo XIX y XX. Algunos autores se inclinan más por el siglo XX. Hoy en día es sin embargo ya un plato conocido, no sólo en Asturias sino que en todo el territorio español. Aparecen recetas en la literatura de comienzo de siglo.
Los inmigrantes asturianos por el mundo dieron cuenta de este plato allí por donde fueron, de esta forma hay en algunos sitios variantes de este plato como en las áreas cercanas a la ciudad estadounidense de Tampa.

La forma de cocinar de este plato es simple, aunque no fácil. Existen factores que pueden echar a perder su elaboración: no desalar bien las carnes, por cocer a fuego fuerte, por el empleo de ingredientes no adecuados, que el agua empleada no reúna las condiciones adecuadas, etc. Existen referencias que mencionan la fabada como un plato popular, asequible por un módico precio.

La Faba.
La fabada está hecha con alubias blancas (Phaseolus vulgaris) secas puestas a remojo durante varias horas antes de la cocción, existen muchas variedades asturianas, no obstante algunas variedades como la "Faba asturiana" tienen denominación de origen con la que se regula a cerca de 300 productores. En España es sin embargo asociada la faba con el "judión de la Granja" (las "fabas de la granja" también se usan para cocinar este plato). Sea como fuere, se comercializa seca y debe ser puesta a remojo en agua fría, justo que las cubra, unas horas antes de ser cocinada (a poder ser, el día antes por la noche). Como regla nemotécnica, Asturias es fría, del norte (de España), luego a les fabes se le echa agua fría, mientras que los garbanzos son de León, al sur (de Asturias), de clima caluroso en verano, luego se les echa agua caliente. La cocción dura entre cinco y ocho horas dependiendo de la variedad y antigüedad de la faba, debe ser con la tapadera a medio poner, la cocción debe ser suave, no violenta, y se debe romper el hervor con pequeñas cantidades de agua fría (a esta operación se le dice que "asusta" o que "plasma" las fabas). Durante la cocción no debe removerse con instrumento alguno las fabas, basta con mover la olla periódicamente. Les fabes bien cocidas se notan por estar tiernas (tiernes) y enteras (enteres) y sobre todo que no se note la piel o cutícula que las rodea. Desde el punto de vista nutricional las fabas aportan fibra e hidratos de carbono.

El compango.
Las alubias se acompañan de otros ingredientes cárnicos procedentes del cerdo como el tocino (que debe ser de la zona de la papada), el chorizo (suele tener alguna cantidad en pequeña proporción de carne de vacuno), la morcilla de Asturias (con sabor ligeramente ahumado), lacón, costillares, oreja o rabo, etc a todos estos embutidos y salazones se le conoce con el nombre de compango. Todos ellos productos de la matanza del cerdo. Poseen un aroma ligeramente ahumado. Se suelen añadir especias como azafrán que le proporcionan un color anaranjado y aromas característicos, así como laurel. La faba bien cocida es según los expertos, mantecosa al paladar, en ningún caso deben existir fabas rotas tras la cocción o deshechas en puré.

Preparación.
Es un plato de preparación lenta que puede llevar varias horas de preparación si se hace de manera tradicional. Las alubias se cuecen durante dos horas (con una cebolla entera que luego se tira), siempre cubiertas de agua, y en la etapa final se le añade el compango. Hay que pensar que les fabes aumentan de tamaño con la cocción y que nunca se deben remover con una cuchara (ya que se romperían). El caldo de la fabada debe ir ligado, a veces se suelen romper unas fabas para que proporcionen el almidón suficiente, debe tener un color rojizo/amarillento debido a la solución grasienta del pimentón/azafrán. Los puristas de la fabada rechazan la adición de especias como hojas de laurel, ajo y carnes que no sean de cerdo.

Servir.
Es un plato que según la sabiduría popular: "sabe mejor al día siguiente" de haberlo cocinado. Se suele servir en plato o cazuela de barro con los trozos de compango cocidos servidos aparte en una fuente. Por su contenido se trata de plato único. Existe una disputa entre los seguidores de este plato acerca de la bebida con la que se debe acompañar, algunos mencionan la sidra por tradición, los hay que mencionan el vino. Lo cierto es que no hay bebida unánimemente aprobada por todos.

Fuente visitada.
directodelcampo.com

sábado, 17 de diciembre de 2011

EL BALAGAR Y LA FACINA


Hasta hace dos décadas al viajar por Asturies se apreciaba su paisaje salpicado de balagares, también llamados varas de herva (hierba) o facines, usados para almacenar la hierba a la intemperie. Miles de balagares se podían ver desde el extremo más occidental al más oriental. Hay algunos concejos que no tienen hórreos, pero en todos nuestros concejos, año tras año, se realizaban varas de hierba durante los meses de Julio y Agosto.

Muchas personas nacidas antes de los años setenta, al ver este pequeño espacio dedicado al balagar pensaran ¡qué tontería!, sin embargo hoy es difícil verlos y nos tememos que desaparezcan de nuestro paisaje en poco tiempo. Es posible recorrer muchos kilómetros por la Asturies rural y no ver más que una sucesión de plásticos de diferentes colores utilizados para ensilar la hierba.

Los ganaderos afirman que el ganado la come mejor, conserva sus propiedades nutritivas y su realización es menos laboriosa al ser ensilada con maquinaria agrícola. Una vez más el campo asturiano gana efectividad con las nuevas técnicas aunque a cambio pierde uno de sus valores estéticos y etnográficos, hay que entender que los tiempos cambian y es necesario trabajar con el apoyo de nuevas tecnologías.
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La facina alta es una forma de almacenar hierba cuando existe años de gran producción de ella. Una vez completado todo el pajar con hierba, la sobrante debía ser apilada a la intemperie. Para ello, cerca de una cuadra o cabaña se plantaba en la tierra un poste de madera, enterrado un metro en el suelo. Alrededor de él se colocan ramas gruesas, una encima de la otra con el fin de evitar que la humedad del suelo afecte a la hierba que se amontona encima. La hierba se va apilando en redondo y mientras una persona hace esta función otra la va pisando y repartiendo alrededor de la vara con el fin de compactar el montón. La montaña de hierba va reduciendo su diámetro a medida que crece, formando un cono que permite que el agua de la lluvia resbale desde su parte superior hasta caer al prado. De esta forma solo la hierba que esté en contacto con el agua se estropeará, mientras la que esté en el interior del montón permanecerá en perfectas condiciones para alimento del ganado. La hierba es peinada con un rastrillo en sentido longitudinal para facilitar que el agua resbale. Antiguamente, la parte superior, es decir, únicamente aquella al exterior pegada al poste, era rematada por hierba retorcida que evitaba la entrada de agua a lo largo de la madera. Hoy en día es común utilizar un plástico. Durante el otoño y el invierno, la hierba almacenada en verano es utilizada para dar de comer al ganado. En la hacina alta esta hierba seca es cogida por abajo y poco a poco el montó decrece por el peso.

Fuentes visitadas.
villaviciosahermosa.com
Wikipedia.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

MINAS DE MIERES-EL SOCAVON BARREDO


En el Barredo, Fábrica de Mieres disponía de diversas instalaciones mineras: un lavadero, puesto en marcha en marzo de 1922, y una Central termoeléctrica (1916).
Más al sur de Mariana, y a una altitud superior, Fábrica de Mieres poseía otra mina conocida como Corujas o Coruxas. En el año 1926 se instaló un transporte aéreo mediante un Teleférico minero, tricable, de 1800 m de longitud y 21 torres de hierro para llevar la producción al lavadero de Barredo, en sustitución del transporte por pozos utilizado hasta la fecha.

El descenso de la producción de Mina Mariana y Mina Coruxas, por agotamiento del yacimiento, obligó a Fábrica de Mieres a continuar la explotación del yacimiento en profundidad. Así en 1923 puso en funcionamiento, en la zona de Barredo, el Socavón Barredo, abierto 7 m por encima del nivel de la carretera de Adanero a Gijón. La bocamina del socavón todavía se conserva, con la inscripción "GRUPO MARIANA - 1920". El socavón disponía de un cable flotante para el movimiento de los vagones y estaba conectado con la plaza del 1er piso por un pozo balanza. Dicho pozo balanza se encontraba a una distancia de 60 m del eje del socavón y a 600 m de la bocamina. Tenía sección circular y un diámetro de 4,50 m, estando revestido de hormigón.
El socavón Barredo marcaba el nivel más bajo del yacimiento accesible mediante galerías, por lo que a partir de 1931 la sociedad empezó a considerar la profundización de un pozo. Esta no comenzó hasta el año 1937, durante la Guerra Civil. Durante ese año sólo se profundizaron 12 m, de los 200 m que alcanzó en 1940. La máquina de extracción se adquirió a Siemens, en Alemania, y comenzó a funcionar en septiembre de 1941.

Al constituirse HUNOSA en el año 1967, el pozo se integró en la misma, como aportación por parte de Fábrica de Mieres. En 1969 comienza la explotación del macizo comprendido entre 3ª planta (20,7 msnm) y la 4ª planta (-50,0 msnm). La 3ª planta era la planta más profunda del pozo, por lo que el acceso a 4ª planta se realizó mediante un plano inclinado, de 283 metros de longitud y pendiente del 15%. En el año 1981 comenzó la re profundización del pozo, desde 3ª hasta 5ª planta.
La actividad productiva del pozo finalizó en el mes de marzo de 1995, continuando con las labores de mantenimiento, conservación, desagüe y ventilación debido a su conexión con el entonces pozo San Inocencio de Minas de Figaredo, que posteriormente pasó a ser el pozo Figaredo de HUNOSA.
En ese mismo año el interior del pozo, 4ª y 5ª plantas, empieza a ser usado para proyectos de investigación relacionados con seguridad minera por parte del Gobierno del Principado de Asturias. Posteriormente el uso se amplía a instalaciones del exterior, y también a actividades de formación, capacitación y entrenamiento. En el año 2001 se constituye la Fundación Barredo que asume estas tareas.
De las antiguas instalaciones del pozo se conservan varias de ellas, en distinto estado de conservación. Algunas de ellas forman del Parque temático sobre la arqueología industrial minera de Mieres y fueron rehabilitadas dentro del proyecto Rehabilitación del área industrial del Pozo Barredo y Mina Mariana. Este proyecto, con un presupuesto de 2.364.430 €, fue aprobado por el Consejo de Gobierno del Principado de Asturias el 14 de febrero de 2007.

Fuente visitada.
Wikipedia

lunes, 12 de diciembre de 2011

POR LA FOZ DE LOS ARROXOS A LA MESA


En pleno Camín Real de La Mesa hay brañas de pastoreo, con ancestrales corros de piedra y cabanas de teito, destacando entre ellas la que lleva el mismo nombre que esa afamada vía romana, la Braña de La Mesa. Que está en el puerto del mismo nombre. Junto a ella, pero ya olvidada y con sus cabañas derruidas se encuentra la Braña de Saliencia, al final de la Foz de Los Arroxos.
Si salimos del típico pueblo de Saliencia, en el valle somedano del mismo nombre, en pleno corazón del maravilloso Parque Natural de Somiedo, podemos hacer una bonita excursión a pie hasta la braña y puertos de La Mesa, siguiendo una senda que sube entre un excelente hayedo por la llamada Foz de Los Arroxos, formada por el río del mismo nombre o del Puntón (así se llama también a la pequeña sierra de la zona y a una bella cascada que forma el río de Los Arroxos, como a mitad del corto desfiladero).

La caminata ascendente es como de una hora de duración a paso descansado, pasando entre el hermoso bosque de especies arbóreas autóctonas y la garganta que surca y torrencial río, o mejor arroyo, de Los Arroxos. En la marcha se pueden ver, además de la cascada y torrenteras, centenarias hayas, floridos acebos (que hay que respetar al máximo) y singulares formaciones rocosas. En ese lugar, ahora catalogado como rea de uso restringido, por lo cual no se debe nunca de salir de la senda marcada, abunda la fauna salvaje, desde cérvidos a jabalíes y zorros, además de numerosos mustélidos, aves y reptiles. También se pueden ver ardillas y ginetas. Y ocasionalmente habitan allí los osos y lobos, por lo cual es importante respetar la paz y silencio natural. La educación medioambiental es fundamental en la Naturaleza, y en esa zona más.

Tras dejar atrás la Foz de Los Arroxos, se entra el una pendiente pradera donde se asentaba antaño la Braña de Saliencia, hoy con sus cabañas de teito medio derruidas. Esta braña era como una "sucursal" o "barrio" de la famosa Braña de La Mesa, que se encuentra unos metros más arriba. En esta última hay una treintena de corros de piedra, del más puro etilo castreño, que es muy importante conservar (aunque hasta ahora las autoridades culturales y medioambientales de Asturias no hicieron mucho).
En la Braña de La Mesa, en plena calzada o Camín Real de La Mesa, aparte de los ancestrales corros de piedra, hay varias cabañas más modernas, unas con cubierta vegetal, de teito, y otras con tejas. Una de ellas, como descubrió el estudioso gijonés Severino Canal, tiene una cruz en el dintel de la puerta, dado que fue una afamada capilla de esa braña. Estando la imagen de la Virgen de La Mesa actualmente en la iglesia de Endriga.

Desde la Braña de La Mesa se puede seguir, tras descansar en ese histórico y bello lugar y refrescar con el agua de sus fuentes, por el camino real en dirección a la campera o puerto de La Madalena (en dirección Norte), en una hora de fácil caminata, pasando por los collados de El Muro (donde existió una fortificación o defensa seminatural) y Cuenye La Mucher. Para bajar, en similar tiempo a Saliencia, a través de las típicas brañas somedanas de Las Morteras, siguiendo un sendero pastoril que se toma a la derecha (al Oeste) en los puertos de La Madalena. En esa zona había antaño a la vera del camino, lo mismo que en la Braña de La Mesa, una afamada venta y ermita. En las Morteras de Saliencia abundan aún las cabanas de teito (similares a las pallozas). Es así están algo cuidadas y protegidas por las autoridades. Los corros no.
Al final del sendero, junto a las últimas cabañas, sale una pista hormigonada que conduce al mismo pueblo de Saliencia.

Fuente visitada.
descubreasturias.com

sábado, 10 de diciembre de 2011

L´AMURAVELA-CUDILLERO


L'Amuravela es una de las costumbres más antiguas de Cudillero (Principado de Asturias), heredada de generación en generación, como una demostración de la especial devoción que el pueblo pixueto siente por su Patrón San Pedro, celebrándose todos los años el día 29 de Junio. L'Amuravela se inicia así:

En el nombri de Jesús
y la Virgen Soberana
vou ichar L'Amuravela
comu San Pedro asperaba.

No se sabe exactamente cuándo fue el comienzo de esta tradición. Según diversos comentarios y estudios, podría datar de hace más de 400 años (hacia 1569), época en que tuvo lugar la construcción de la Iglesia. Durante esa época habían vuelto los marineros que acompañaron a D. Alvaro Menéndez en la Conquista de la Florida, embarcados en una nave construida en Cudillero, "El Espíritu Santo". Durante ese viaje aprendieron el saludo que se hacía al Almirante y quisieron hacer lo mismo con su Santo Patrono.
Podemos decir que L'Amuravela, cuyos orígenes como hemos visto se pierden en la historia de Cudillero, es una crónica en verso de los acontecimientos de la villa pixueta y del mundo, llena de gracia e ironía.
Una de las descripciones realizadas, en 1864, señala que : "El día de San Pedro, los marineros sacan una barca del muelle, colocándola casi fuera de él. Después la empavesan, la adornan con banderas y cintas de todos los colores. Por la mañana el pueblo se reúne en torno del bajel, cuyas velas yacen amainadas. Una banda de música, seguida del clásico tambor y gaita, anuncian que la procesión avanza hacia La Ribera. En efecto, aparecen en fila las imágenes de San Pedro, San Francisco y la Virgen del Rosario, conducidas a hombros de los respetables jefes de la marinería del pueblo. Delante de San Pedro, llama la atención un tipo extraño que bailotea de una manera desacompasada. Su traje es por lo común un conjunto de prendas militares, que arrancarían la risa al más misántropo. Lleva por lo regular un alto morrión, que recuerda a los antiguos realistas; casaca de largas faldetas y color de verde botella, con vueltas encarnadas; charreteras de estambre amarillo; pantalón de hilo blanco y una gran banda de seda de colores, rayada, y pendiente de un tahalí de cuero, un tremendo sable. Este personaje es el protagonista de la función y el que hace por la mañana todo el gasto de ella. Cuando la procesión llega al punto en donde está la barca, coloca a San Pedro en la popa, único que goza este fuero, pues los demás se mantienen a una distancia respetable de la lancha.
Entonces el capitán penetra en la barca. Una vez en ella, desenvaina su espada, perora lo más graciosamente con la imagen del apóstol y apenas termina vuélvese dando una pronta voltereta sobre la tripulación, a quien ordena con voz cómica la maniobra. Los cohetes atruenan los aires; mil petardos colocados sobre los bordes de la lancha estallan con estrépito; los xigantes que se levantan a los lados empiezan a girar y a deshacerse lanzando en torno suyo carretillas; y en medio del humo que se levanta, vése a los marineros trepar sobre los palos de la lancha, virar y extender las velas...., finalmente los patrones conducen a San Pedro hacia la Iglesia y empiezan a bailar la imagen".
Entre sus primeros recitadores podemos destacar a : Xuaco Gaitano, Unvela, Xustín y Felipón.

L'Amuravela se suspendió varias veces por oposición de los párrocos, lo que daba lugar a diferentes cánticos y danzas en defensa de la misma.
Uno de los primeros problemas surgidos ocurrió a mediados del siglo XIX, cuando al regreso de la procesión, los marineros pretendían que el Santo siguiera su trayectoria hacia la Ribera y el cura, con algunos feligreses, pretendía que regresara a la Iglesia. Al final se mantuvo la tradición y una vez terminado el acto, los marineros cantaban:

Si el señor cura no quiere,
que Felipe eche el sermón,
que renuncie de este pueblo,
y que nos deje el Patrón.

Posteriormente tuvo lugar el segundo incidente cuando "Xuan de la Cuca", recitó unos versos duros, a juicio de la Iglesia, dirigiéndose a San Pedro:

Si falta pescao o pan,
d'un sablazo vas al suelo,
cojo las llaves del cielo,
y se las doy a San Xuan.

Fue entonces cuando surgió la copla más conocida de L'Amuravela y que ha pervivido a lo largo de todos estos últimos años:

Mientras Cudillero viva,
ya duri la fuenti'l Cantu,
va San Pedro a la Ribera,
con todos los demás Santus.

Desde entonces, aunque se seguía celebrando la procesión llevando el Santo a la Ribera no había Amuravela.
Durante el año 1913 se intentó reponer pero no fue así.

En 1946 se recuperó esta gran tradición : el Alcalde de Cudillero D. Luis Antolín y D. Luis Tejerina llegaron a un acuerdo con el cura de entonces, D. Juan Méndez, para que se recitara L'Amuravela sin la presencia de San Pedro.

Una de las personas que más ha hecho para que esta tradición se mantuviera ha sido Elvira Bravo, autora del Sermón desde 1947 hasta su muerte en 1986.

Otra de las personas destacadas en la labor de recuperación y mantenimiento de L'Amuravela ha sido Juan Luis Alvarez Bravo "Totó" (hijo de Elvira Bravo), recitador durante 32 años. En el año 1983, "Totó" tomó la decisión de dejar L'Amuravela. Diversos acontecimientos le obligaron a continuar hasta 1984, pero ya buscando un sustituto.

Al año siguiente, 1985, Cesáreo Marqués Valle toma el relevo y desde entonces es el actual recitador de L'Amuravela. Desde el año 1995, también es su autor. Gracias a su amor a Cudillero, esta ancestral tradición no se ha perdido y en su ánimo está mantenerla y promocionarla todo lo que se merece.

El día 29 de Junio de 2005, se convierte en una fecha histórica : se recupera una tradición durante más de un siglo anhelada por todos los pixuetos y muy especialmente, en los últimos años, por su actual autor y recitador, Cesáreo Marqués : la presencia de San Pedro.
Recordando un poco la historia, nos encontramos con un artículo del diario El Comercio (Gijón), con fecha 3 de Julio de 1884, el cual explica, que el 29 de Junio de 1884, el recitador de L’Amuravela, “Xuan de la Cuca”, a través de algunos versos del Sermón, desencadena un enfrentamiento con el Clero de aquella época, que ve en todo ello una conducta irreverente hacia la imagen de San Pedro, presente en el acto, en la Ribera, como tradicionalmente venía sucediendo todos los años.
Aquella fecha, marcó un tiempo excesivamente largo sin San Pedro, pues al año siguiente (1885), la imagen, y hasta este año 2005, no ha estado presente en el Sermón.
Las reuniones previas, en las que participaron la Comisión de Festejos, Cesáreo Marqués, Comunidad Parroquial y el párroco D. José Pérez Barcia, fructificaron con un acuerdo histórico para Cudillero, pues si es historia la ausencia, ahora lo es la presencia de San Pedro, con todos los demás Santos en la Ribera, para escuchar el Sermón.

En el año 1976, esta fiesta fue declarada de INTERES TURISTICO NACIONAL.

Fuente visitada.
amuravela.com

viernes, 9 de diciembre de 2011

OLVIDADO FRASSINELLI


"La cueva del Cuélebre, en Corao, aún conserva la mesa de trabajo de Roberto Frassinelli, que a menudo desarrollaba allí sus proyectos. ARMANDO ÁLVAREZ"

Hay dos caminos que conducen a Abamia. El primero, el más usado, es el que marca la carretera que nace a las afueras de Corao y se extingue, tras pasar junto al cementerio del pueblo, al pie de uno de los enclaves más legendarios de Asturias. El segundo lo recorre una senda que arranca de un hermosísimo castañedo centenario, al pie del río Güe.a, y lleva el nombre de Roberto Frassinelli. Es uno de los pocos recuerdos que quedan por allí de la existencia de un personaje tan controvertido como fascinante y de cuyo nacimiento se cumplen ahora doscientos años. Roberto Frassinelli y Burnitz, el alemán de Corao, habitó estas tierras desde 1854 hasta su muerte, en 1887, y dejó en ellas tal impronta que es imposible recorrerlas sin tener presente su memoria.
Lo que ocurre es que no todos la conservan. El camarero del bar donde nos detenemos a tomar un café antes de iniciar la ruta lleva allí unos pocos meses y ni ha oído hablar de Frassinelli ni ha entrado nunca en la iglesia donde está su sepultura. La dueña de la tienda que se abre en los bajos de una casa aledaña nos informa, con reticencias, de que la mansión donde vivió está en obras y la cueva del Cuélebre, el abrigo natural al que se retiraba a pensar y dibujar, es una propiedad privada que forma parte de una finca donde habitualmente pasta ganado.
Damos un paseo para cerciorarnos. Efectivamente, la casona que un día habitó Roberto Frassinelli está vallada y resulta imposible intentar internarse en ella. Construida entre los siglos XVII y XVIII, está rodeada por un grueso muro de piedra y cuenta con un añadido reciente que pugna por integrarse de forma natural en la fábrica, aunque la estridencia resulta inevitable.
Junto a la portilla, un cartel cuenta que el edificio es la "sede de la colección privada de Don Maximino Blanco del Dago sobre historia local, destacando los apartados de cerámica asturiana, los relojes de Basilio Sobrecueva, la historia de Covadonga y los dibujos de Frassinelli".
El alemán, cuyo nombre lleva una de las calles que flanquean la mansión, se instaló aquí tras contraer matrimonio con Ramona Domingo Díaz y convirtió el jardín en una suerte de laboratorio botánico donde, según dicen, llegó a cultivar hasta veinte clases diferentes de manzana. Nada queda hoy de aquello. En el pueblo nos dicen que van a convertirlo todo en museo, pero nadie sabe dar demasiadas indicaciones ni puede aventurar una fecha para su puesta en marcha.
Tampoco tienen de Frassinelli más que referencias vagas e inconcretas, aunque siempre rodeadas de un aura casi mítica. No es raro: el viajero que terminó haciendo su vida en este rincón perdido en el corazón de Asturias había estudiado varias asignaturas en Tubinga y tenía amplios conocimientos derivados tanto de sus estudios como de su pertenencia a alguna que otra sociedad secreta de corte revolucionario que posiblemente otorgasen a su talante algún que otro signo tirando a masónico.
Es fácil imaginar lo estrambóticos que debían de resultar los usos y costumbres de Frassinelli a los ojos de unos vecinos, los del Corao de mediados del XIX, que, si bien solían ver por allí a determinados miembros de la aristocracia que pasaban sus momentos de asueto por aquellos lares, de ningún modo estaban acostumbrados a ese tipo de modus vivendi que pronto comenzó a configu rar la leyenda apócrifa de un personaje que respondía, punto por punto, al arquetipo del aventurero romántico.

A la sombra del cuélebre.
De igual modo, tenía que sorprenderles su costumbre de retirarse a meditar y trabajar a la llamada cueva del Cuélebre, un abrigo natural abierto a unos pocos metros de su casa y que, según cierta leyenda popular, estaba habitado por uno de esos seres, acaso el más terrible de todos cuantos conforman la mitología astur. Se cuenta que Frassinelli encontró allí varias piezas prehistóricas, pero lo más llamativo es que instaló en ella su propio gabinete. Hoy es difícil llegar hasta esa oquedad abierta en la montaña. En parte porque, como se ha dicho, forma parte de una propiedad privada y hay que contar con el visto bueno del propietario o confiar, sencillamente, en la providencia y la buena fe de quienes puedan sorprender a dos intrusos caminando por prados ajenos.
Allí se conserva la mesa de trabajo de Frassinelli, aunque malamente: los vaivenes del tiempo (y, posiblemente, los empellones de las reses) han acabado por derrumbar el tablero central, que ahora apoya uno de sus bordes en el suelo y deja medio huérfano el pilar sobre el que originalmente se asentaba. De todos modos, el lugar mantiene intacta su magia y ofrece una magnífica vis ta de la aldea de Corao, con la casona en primer plano, y permite que el viajero se recree en la contemplación de un paisaje que tuvo que parecerse mucho al que él observaba mientras iba progresando en sus proyectos.
Pero hablábamos de Abamia, y aunque llegar hasta allí no es difícil, sí que lo es entrar en la iglesia de Santa Eulalia. Conseguimos contactar con el párroco, que vive en Mestas de Con, y accede a abrirnos la puerta pese a que la Consejería le ha prohibido hacer uso de él “para cualquier cosa que no tenga que ver con la liturgia”.
Manuel López explica que en el último año sólo ha oficiado una misa en el templo, que permanece cerrado al culto y que perdió definitivamente su antiguo esplendor en 1904, cuando quedó desahuciado por ruina y se edificó una nueva iglesia en Corao para dar servicio a los feligreses.
De cualquier forma, el sacerdote explica que los vecinos siguen sintiendo “mucha devoción” por el edificio, una magnífica fábrica románica levantada entre los siglos XIII y XIV y que según la tradición se construyó sobre un templo anterior, del siglo VIII, que ordenó construir el mismísimo rey Pelayo. En el interior (donde llaman la atención las pinturas murales del ábside, que se conservan casi de milagro) están, precisamente, las estelas funerarias del primer monarca asturiano –cuyos restos se trasladaron a Covadonga en tiempos de Alfonso I– y los de su mujer, Gaudosia, con la que al parecer contrajo matrimonio entre estas mismas paredes. Pero no conviene distraerse, porque lo que más nos interesa está a los pies del templo: muy cerca de la puerta que permite el ingreso desde el oeste,una modesta losa de pizarra indica que allí reposan los restos de Roberto Frassinelli y Burnitz, fallecido en Corao el 22 de junio de 1887.
Sus huesos no siempre estuvieron allí. Originalmente, el alemán recibió sepultura en el pequeño cementerio, hoy semiabandonado, que hay a espaldas de la iglesia. Respecto a ésta, cabe decir que Santa Eulalia sigue siendo magnífica pese a que la restauración reciente, acometida a instancias de la Consejería de Cultura, ha deslucido notablemente su exterior y, para más inri, también puso en peligro los espléndidos espléndidos tejos que la rodean. Fue en 1977 cuando tres entusiastas de Frassinelli exhumaron sus restos del nicho donde yacían, que se vendría abajo poco después, para trasladarlos al interior de una iglesia que él había estudiado a fondo, algo normal si se tiene en cuenta que el alemán descubrió aquellos parajes embebido de un espíritu romántico que se tradujo en su entusiasta admiración de la historia y los paisajes que ofrecían los espectaculares Picos de Europa, dos elementos que se conjugaban en un enclave situado a nueve o diez kilómetros de Corao y que fueron el motivo de sus principales desvelos. Nos estamos refiriendo, claro está, a Covadonga.

El camarín y la basílica.
El santuario fue el lugar en el que más trabajó Frassinelli y, curiosamente, es el que peor conserva hoy su memoria. No hay allí placa alguna que le recuerde, pese a que Alejandro Pidal, uno de sus más íntimos amigos, dejó constancia en un sentido obituario de la conveniencia de rendirle perpetua memoria en los dominios de La Santina. No era una afirmación caprichosa: puede decirse que Frassinelli descubrió Covadonga en un momento en el que aquello estaba en franca decadencia, y fue su colaboración con el obispo Sanz y Forés, con el que trabó amistad muy pronto, la que terminó convirtiendo aquel prodigio natural en el espacio que es hoy. Guiado más por el ya mencionado afán romántico que por una verdadera espiritualidad que, en el caso del alemán, debía de tener notorias particularidades, Frassinelli quiso rendir homenaje al Arte Asturiano, que él había descubierto ya en 1844, en el tiempo que pasó trabajando para la Comisión Nacional de Monumentos, y diseñó para la cueva un camarín que hoy ya no existe y que constituía todo un homenaje a la arquitectura desarrollada en tiempos de la Monarquía Asturiana. También a él se le debe el diseño de la basílica, pese a que la factura final no es obra suya, sino de Federico Aparici, el arquitecto a quien le encargaron el proyecto después de que Sanz y Forés fuese relegado en la curia ovetense por Martínez Vigil y Frassinelli, en consecuencia, cayera en desgracia. Tan sólo la cripta, que suele estar cerrada al público, le pertenece íntegramente, aunque el resultado final del templo respetase, en esencia, las líneas maestras de los bocetos originales, como se puede comprobar a poco que se comparen las ideas originales de Frassinelli con la materialización definitiva del edificio.
La última parada del camino nos conduce, irremediablemente, a la montaña. En la ya mencionada semblanza necrológica, Alejandro Pidal escribió a propósito de su amigo que “su verdadero teatro eran los Picos de Europa”. Pedro Pidal, hijo del anterior y primer escalador del Urriellu, reconoció a Frassinelli como uno de los “precursores” del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga.
Son sólo dos de los testimonios que dan fe de su afición por la naturaleza, que llevaba a emprender larguísimas caminatas desde Corao hasta aquellas cumbres, donde el alemán daba rienda suelta a aficiones tan estrambóticas como la de revolcarse desnudo entre la nieve.
Aquella senda que tomamos al principio de este texto y que nos conducía hasta Abamia tiene su prolongación en una ruta que concluye en los Lagos de Covadonga. Allí, en un recodo de la Vega del Enol, se encuentra un lugar semiescondido al que Frassinelli iba a tomar baños y que desde entonces recibe el nombre de Pozo del Alemán. En realidad, la denominación permanece en el imaginario popular, porque en todo el entorno del Enol y el Ercina no encontramos un triste cartel que indique la dirección.
Sólo preguntando a un guarda conseguimos dar con un camino que parte de la orilla del Enol en dirección al oeste, y cuando pensamos que hemos extraviado definitivamente el rumbo damos con un lugareño que nos asegura que no, que seguimos en la dirección correcta.
Hay que llegar hasta el final de la senda, hasta un inmenso cartel que informa de los peligros que acechan a quienes, en vez de interrumpir sus pasos, prefieran proseguir ruta, para hacer caso omiso de las advertencias y continuar caminando unos dos kilómetros hasta llegar a un puente que, sobre el río Pomperi, marca la presencia del pozo, una oquedad natural que crea un pequeño estanque donde reposan, mansas, las primeras hojas caídas del otoño.
Por descontado, no hay señal alguna allí que recuerde a Frassinelli, como tampoco las hay en muchos de los enclaves que fueron testigos de su vida y sus afanes. Ni siquiera las instituciones, que tan sensibles dicen ser a los asuntos relacionados con el patrimonio, han tenido reflejos suficientes para aprovechar el bicentenario y rendir un homenaje, por pequeño que fuese, a una de las más encantadoras figuras de la heterodoxia asturiana.
Las huellas del alemán de Corao, pese a todo, continúan presentes en el epicentro sentimental de Asturias, secretamente dispuestas para todos aquellos que tengan la iniciativa de seguirlas.
MIGUEL BARRERO / CORAO/COVADONGA
Fuente visitada.
lavozdeasturias.es

jueves, 8 de diciembre de 2011

LA MI POLINA LAVIANA


Está a una distancia de la capital del Principado, Oviedo, de 33 kilómetros. Sus principales vías de comunicación son: AS-17, que atraviesa el concejo de oeste a este, la AS-251 que enlaza con San Martín del Rey Aurelio y la AS-252 que une Pola de Laviana con Aller.
Situado en la cuenca del río Nalón, su superficie se compone principalmente de masa forestal (46,48%), pastos (38,75%) y terreno improductivo (10,36%). El resto se reparte en superficie no agrícola (3,37%), tierras de cultivo (0,58%) y agua (0,46%).
El paisaje de Laviana está constituido básicamente de una vega estrecha a la orilla del río Nalón, rodeada de montes. En esta vega encontramos las poblaciones más importantes (Pola de Laviana, Barredos y El Condado) y las principales vías de comunicación (la carretera AS-17 Avilés – Puerto de Tarna y el ferrocarril Pola de Laviana – Gijón).

El río Nalón, que cruza el concejo de este a oeste, es alimentado por varios afluentes a su paso por él, entre los que destacan el río la Xerra (o El Condao), el río la Caya (o de la Rebollada) y el río Tiraña convergiendo por su derecha, y el río Soto, El Raigusu (o río Ribota) y el río Villoria convergiendo por su izquierda.
La mitad occidental del territorio de Laviana forma parte de la cuenca hullera del Nalón. El relieve se compone principalmente de los valles y cordilleras formados por la erosión fluvial sobre materiales carboníferos. En la parte oriental encontramos un sustrato calizo que corresponde a las zonas de mayor altitud.

Los principales montes de Laviana son Peña Mea (1.560 m), la Triguera (1.291 m), la Xamoca (1.288 m) y el pico Tres Conceyos (1.097 m).
El río Nalón cruza el concejo, siendo en La Pola donde logra su mayor amplitud, sus afluentes más importantes son por el margen derecho: el río Xerra, el río la Pontona y el río Tiraña. Por el margen izquierdo el río Soto, El Raigusu, el río Villoría y el Rimontán.

Fiestas:
Entre sus muchas fiestas destacaremos las siguientes:
•En mayo, son las fiestas de Santa Rita en Boroñes, que inauguran la temporada festiva del municipio.
•En junio, son las fiestas de San Antonio en Villoria.
•En agosto (exactamente el día 15), se celebra la fiesta mayor del concejo, que es la que se organiza en el Santuario de la Virgen de Otero, patrona de Santa María de Laviana. (La leyenda dice que la Virgen María se apareció a un pastor y se decidió construir ahí una iglesia pero los señores de la zona quisieron construirla en otros terrenos y la leyenda dice que los materiales aparecieron trasladados milagrosamente al lugar donde hoy se ubica la iglesia).
El fin de semana siguiente, se organiza el Descenso Folclórico del Nalón, que ha sido declarado Fiesta de Interés Turístico y goza de gran popularidad.
También tenemos las fiestas de San Justo en Soto (Llorío), entre otras.
•En Septiembre, tenemos el Cristo en El Condao.
•En octubre, se festeja la Pontona, también en el centro de la villa. Es la segunda mayor fiesta del municipio. Coincide con dos certámenes, uno de ganando y otro de queso asturiano. Esta cierra la temporada festiva anual.

Hay otros santuarios en el concejo con sus romerías, como son: la de la Visitación en la ermita de Les Campes, La de Cortina, o la de Ribota.

Fuente visitada.
Wikipedia
LAVIANA ANTIGUA

LAVIANA AHORA

EL MIRADOR DEL FITU


Allá por el año 1925, exactamente el domingo 18 de Octubre, dos coches con varios amigos emprendieron el camino que conduce de Gijón al Alto del Fitu, una vez allí se tomaron fotos y medidas y se acordó la inminente construcción de un Mirador Orientador en tal singular punto.
Entre esos amigos estaban: Jacinto Quesada, los señores de Reigada (director del tranvía Arriondas-Covadonga), Aquilino Pando (alcalde de Parres), Gerardo Gordón (administrador de Correos) y otros.

Después de tocar todas las puertas buscando manuntención para llevar a cabo tal empresa, y sin no pocos contratiempos se llegó a la cantidad de 11.144,82 de las antiguas pesetas (66,98 euros). Los primeros en aportar dinero fueron: La Diputación con 500 pesetas y los antes mencionados 47,40 pesetas.
El Mirador del Fitu, ejemplo de colaboración entre pueblos.
Transcurrió el año 1926 y los promotores de tal obra fueron desapareciendo, en Marzo de 1927 el Dr Pimentel, el señor Reigada y otros cuantos reactivan la vieja idea y se ponen manos a la obra.
Por carta circular publicada en todos los periódicos de la región se difundió la idea del mirador y se hizo saber que la cuota individual, para donativos, sería de 5 pesetas y la colectiva de 25 pesetas.
Es increíble la respuesta que desde todas las partes de Asturias tuvo tal comunicado: Vegadeo, Allande, Tineo, Cornellana, Pravia, Avilés, Covadonga, Llanes, Oviedo, Caravia, Colunga, Villaviciosa, Arriondas y otros pueblos de Asturias colaboraron siendo Gijón el que aportó el 85% del total de la obra.
No todo fueron aportaciones monetarias, otras empresas contribuyeron con materiales como por ejemplo Tudela-Veguín (Oviedo) aportó todo el hormigón, La fábrica de Moreda y Gijón, cedio todo el acero de la construcción, la cantera de Colunga, a través de su dueña Doña Rosa del Valle, aporto toda la arena, el Señor Álvarez facilitó los explosivos. etc.
El Ferrocarril de Langreo ayudó a los viajes de los recaudadores por la zona al igual que hizo la empresa de autobuses Cinco Villas y los F.C. de Económicos de Asturias.
Mención especial a Francisco Gil, vecino de Gijón, que con su furgoneta 0-3940 subió todo el material al Fitu.
El ingeniero de la obra fue el arquitecto José María Sánchez del Vallado (Oviedo) , que de forma altruista llevo a buen puerto esta empresa.
La mayor de las dificultades fue el agua, que estaba a más de un kilómetro pero el ingeniero de la obra, la trajo a “Pie de Mirador”, el ingeniero pasó varios días en la obra dirigiendo y ordenando.
Desde el Mirador del Fito podemos contemplar las vistas más increíbles, me atrevo a decir, de todo el Oriente de Asturias.
Situado en un lugar privilegiado nos permite ver gran parte de la costa asturiana y con un simple giro de caderas … las más impresionantes formaciones rocosas de Asturias, como son los Picos de Europa, la Sierra del Cuera o la Sierra del Sueve.

Resumen de gastos:
•Jornales y seguro de obreros: 3216,55
•Hospedaje obreros gijoneses, señor ingeniero, chofer, guardia civil: 1999,25
•Locomoción del señor ingeniero y del pagador: 2316,65
•Material: 522,87
•Vigilancia nocturna: 250
•Barandilla: 300
•Arrastre de materiales: 1704,95
•Viajes de propaganda y recaudación: 161,45
•Hoteles: 100
•Varios: 580
Total: 11.144,82 pesetas.
El mirador del Fitu es uno de los más impresionantes miradores naturales de la costa norte de España, desde él se puede ver casi toda la costa oriental de Asturias, y como no, los Picos de Europa y los valles próximos.


Fuente visitada. arriondas.com

domingo, 4 de diciembre de 2011

LA CALLE CORRIDA-AÑO 1.900


Van quedando atrás muchas cosas que conformaron a la calle Corrida. Esa que, allá por 1.881, sólo queda alumbrada con cuatro raquíticos faroles de gas. Esa que más tarde, en 1.890, ve cómo la recorre, en parte, un trazado viario ex profeso para los tranvías de mulas. Paseantes por el bulevar. Tertulias en Casa Piquero, todavía en la iniciación de su esplendoroso negocio. El salón de las exposiciones estaba situado en la calle del Rastro (hoy de Linares Rivas). También se hace tertulia en el Casino de Gijón, donde se admiran las marinas de Juan Martínez Abades y los paisajes de Nemesio Lavilla, y en cada comercio hay una tertulia más.
Es la época en que estos comerciantes vanguardistas abren su negocio a las siete de la mañana, para no cerrarlo hasta la desaparición del último contertulio. Allí, en la trastienda o ante el mostrador, se ventilaban todas las noticias y todos los sucesos, por íntimos que fueren. Donosura de los landós descubiertos. Por entonces hace su aparición el sombrero sobre las cabezas de las damas. Se habla de aquel holandés que, al principio de la calle Corrida, casi que en una especie de cueva vende artículos y objetos de alto valor y buen gusto, que son calificados por los entendidos de verdaderamente maravillosos.

Calle Corrida con el sarpullido de los niños que salen de paseo con sus chachas, vestidas éstas con lujo y tan tiesas y erguidas como sus almidonados delantales y sus chorreras de encaje. Las amas de cría sostienen orgullosas a sus bebes. Visten trajes de terciopelo a la usanza montañesa, herretes y aderezos de plata afiligranada. Se pasean vanidosas balanceando las ampulosas caderas, aumentadas notablemente por la tableada falda. Chiquillos y vestidos. Chiquillos de marinera azul que juegan al aro en la parte central de la calle. Tal parece como si todos se hubiesen puesto de acuerdo para ir a más. Ahora sí. Ahora en 1.901, tal día como el 28 de octubre se comienza a asfaltar la principal arteria gijonesa. Todo un espectáculo. Se había hecho un primer intento en las postrimerías del siglo anterior. Es lo cierto que, por el contratista señor Maestre, se dio comienzo a esas obras de asfaltado de la calle Corrida en su enlace con la plaza del Seis de Agosto.
A los vecinos no les llama mucho la atención tal novedad. El nuevo procedimiento es aparatoso, pero eficaz. También pavimentan con asfalto la vecina calle del Comercio. Pasa por primera vez sobre la tersa calzada el primer automóvil que conducía Victoriano Alvargonzález. Llegan otra vez los Reyes en 1.902. Allí están al quite los fotógrafos Peinado y Laverdure, instalados en la calle Corrida.

Todo va siendo pequeño en Gijón, a pesar de lo mucho que se edifica, resultando estrecho y raquítico lo que ayer se consideraba como espacioso y suficiente. Por entonces, para dar ensanche a la calle de San Antonio por los Cuatro Cantones, expropió el Ayuntamiento la casa que formaba esquina. Tratándose de ensanches y de hermoseamiento de la población, dícese que el municipio no debiera reparar en el sacrificio de unos cuantos miles de pesetas para adquirir el solar resultante.

Ya se habla de anuncios iluminados. Está en puertas el aparato de proyecciones del celebérrimo Salón Luminoso, de modo y manera que los que deseasen anunciarse podían pasar por la confitería de Joaquín Rato, donde, presentando el anuncio, se les indicarían precios y condiciones. Ya van adelantados los trabajos para la habilitación del local que en la calle Corrida ocupó la Tabacalera, con destino a ese Salón Luminoso que durante el pasado verano había funcionado en Begoña. La empresa, tirando la casa por la ventana, tenía pensadas sesiones de cinematógrafo, amenizándolas luego con obritas teatrales por un cuadro artístico. Por fin. El tan cacareado Salón Luminoso, sito en la calle Corrida, se inaugura el 14 de noviembre de 1.903. El local está espléndidamente iluminado. Extraordinaria concurrencia en las siete sesiones dadas, al extremo de agotarse los billetes.

Fuente visitada.
Cronica de la Calle Corrida.- Patricio Adúriz.

sábado, 3 de diciembre de 2011

LA MAJADA DE ESPINERES


La sierra del Sueve, es un verdadero paraíso, en tierras de los concejos de Piloña, Parres, Colunga y Caravia. Esta sierra costera tiene su máxima altitud en el Picu Pienzu (de 1.149 metros de cota), siendo muchos los montes y vegas que la conforman. Allí aún quedan algunas antiguas majadas ("mayaos") de pastoreo. Entre estos destaca Espineres.

Para llegar a la hermosa majada de Espineres, que debe su nombre parece ser a los abundantes árboles o arbustos de esa misma denominación (o espinos), el mejor camino es el que parte del Alto La Llama, en la carretera de Colunga a Infiesto, por Libardón (AS-258) o por Borines (AS-259), aunque desde estas dos últimas localidades salen interesantes senderos, muy usados otrora por los lugareños, para subir al Sueve. Del Alto La Llama parte una pista que en pocos kilómetros nos sitúa en la majada de Espineres, pasando por Llábanes, La Raíz, Sames y Obiñes. A pie se asciende en poco más de una hora. El paisaje de la subida es magnífico, con el valle de Libardón y el Mar Cantábrico, al Norte y las vegas y montes de La Braña, Ordiyón, Frade y Los Cuervos, al Sur.

En Espineres, donde termina la pista, hay una pequeña laguna (o mejor charca) así como varias cabañas y una fuente. Allí todos los años se celebra, a finales de agosto, la Fiesta del Asturcón y en invierno suelen colocar su "Belén de Cumbres" los participantes en el programa de educación ambiental Recreo en la Naturaleza, en la ladera del Picu Madalín. Esta vega es un remanso de paz, aunque ya empiezan a surgir algunos basureros piratas y ciertos vehículos todoterreno (de dos o cuatro ruedas) en ocasiones hacen alguna barbaridad derrapando por la campera.

Desde Espineres sale un sendero ascendente en dirección Noreste, que en un cuarto de hora nos sitúa en el valle del Requexu. En este lugar hay un cercado (con una laguna o charca, en su centro). Siendo empleado alguna vez como "pescaderu" de caballos. En la sierra del Sueve (o "Puertu Sueve") hay la costumbre de "pescar" caballos, que es la acción de cogerlos para marcarlos o llevarlos a la feria o al matadero. Para ello se conduce a los animales, generalmente asturcones, hasta unos recintos semicerrados, naturales o artificiales, con gritos y a palos, para ya acorralados ir "lazándolos" hasta reducirlos. Se les coge con una pértiga de la que pende un lazo corredizo y por eso se denomina a esta acción "pescar" (y al lugar "pescaderu").

Desde el valle del Requexu, que tiene encima al Picu La Múa, se puede ir, en fácil la subida a esa cumbre, bien por su cara Sur o por su cara Este. La ascensión nos llevar una media hora a ritmo tranquilo, por entre pedreros y roquedal carentes de dificultad. Los senderos que tomemos van, por lo general, todos a la cima y son más bien caminos de cabra. El paisaje es muy bello. En la cima hay un buzón colocado en 1983 por los componentes del citado programa gijonés Recreo en la Naturaleza, en el cual se puede dejar, como en otros picos, la "tarjeta de cumbres" o de recuerdo (vieja tradición montañera).

Desde lo alto del Sueve podemos contemplar a lo lejos, al Este, los Picos de Europa y los montes de Ponga y Piloña (estos últimos más al Sur). Y, al Norte, el Mar Cantábrico. Cercana a nosotros tendremos, al Sur, la Peña de Tiegu, Braña mayor y los pueblos de Robleu, Cerecea, Sardea y La Goleta. Al Norte los picos Palomeru, Fontanielles y Vegallories, así como el "mayau" del Potril (que tiene también una laguna, en forma de corazón) aunque ya al Noreste y a los pies del Picu Miruellu (o "Mirueñu"). En esa dirección, aunque más alejado, se encuentra el Picu Pienzu.

En esta zona abundan los gamos, zorros y jabalíes, así como mustélidos y aves rapaces. También es un lugar apropiado para ver los míticos caballos asturcones, que tanta fama dieron a Asturias y por los que tanto lucharon Ignacio Pontón, Alfredo López, Jorge Migoya y José Antonio Fidalgo.

Fuente visitada.
descubreasturias.com

jueves, 1 de diciembre de 2011

LOS MOLINOS DE AGUA DE GIJÓN


Llama la atención que en un concejo como el de Gijón tuviese en tiempos no muy lejanos un número tan importante de molinos. Según la información recogida de los vecinos de mayor edad, a mediados del pasado siglo funcionaban en este municipio en torno a cincuenta en las proximidades de ríos y arroyos o riegas.
Había algunos como el de Luis el Moli, en Ceares; o el de Gadina, también en esta parroquia, o el de Guilledo, en la de Granda, que eran industriales, con un sistema de reparto con carros de bueyes desde estos molinos hasta los almacenes existentes en el casco urbano. La mayoría de ellos, sin embargo, eran artesanales, dedicados a moler para los vecinos de la zona. Actualmente en el concejo de Gijón quedan restos de una treintena de molinos, de los que cuatro se encuentran aún en funcionamiento.

La importancia de los molinos podría ya deducirse del hecho de que casi todos eran propiedad de nobles, marqueses o condes, y eran considerados como una pequeña industria. Por otra parte, la canal de los molinos que empieza en la parroquia de Granda y llega hasta el parque de Isabel la Católica fue construida especialmente para abastecer de agua a los siete molinos que entonces había

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A finales de abril o primeros de mayo, se segaba el vallico y se empezaba a preparar la tierra para sembrar el trigo, el trigo se sembraba a voleo.
En el mes de junio, a mano o con la ayuda de una fesoria, se limpiaba, y ya no se volvía a trabajar más hasta el momento de retirar las espigas.
En este concejo, a diferencia de lo que se hacía en la zona occidental de Asturias, el trigo no se segaba, sino que se iban recogiendo con las “mesorias” las espigas y se depositaban en el “macón”. Las “mesorias” son dos palos de unos dos centímetros de grueso y unos cuarenta de largo; entre ellos se cogían varias espigas, se tiraba hacia arriba y de esta manera se separaban de la paja.
En ocasiones se arrancaba la paja con todo accidentalmente, por lo que era norma llevar la “foceta” sujeta al “macón” para poder cortar las espigas. Para realizar esta labor era frecuente que hubiese “andechas”.
Una vez retiradas las espigas se tomaban aquellas que habían quedado sueltas por la tierra (se pelucaban).
Cuando el “macón” se llenaba, se vaciaba en el carro, y una vez que este estaba lleno, se llevaba a la trilladora, la máquina que separaba el trigo del resto de la espiga. Había trilladoras en varias parroquias: Lavandera, Baldornón, etc. pero la más conocida y la que más se empleaba era la de Casa Sidro- Braulio en Cabueñes. Era tal la fama de esta trilladora que los aldeanos debían pedir cita, y en ocasiones no se paraba ni de noche. En Santurio también había una trilladora en casa de Severo-Donato.

El trigo ya limpio se traía de nuevo a casa en sacos y con el carro. Se subía después a la panera, y los sacos eran vaciados de nuevo en los “macones”, en los que se dejaba hasta el momento de llevarlo a moler. Entre el trigo se espetaban las “mesorias” para facilitar su aireación. También se solía abrir la panera los días buenos con el mismo fin.

Con el trigo ya en la panera, se volvía de nuevo a la tierra, y se segaba la paja, bien con la guadaña o con la foceta. Después se recogía y se colocaba en torno a la “bareta”, un palo alto clavado en el terreno. Esta paja se usaba a lo largo del año para “estrar” el ganado, es decir, para la cama de las vacas.
El trigo se llevaba a moler a los distintos molinos esparcidos por todo el concejo: Cabueñes, Baldornón, Bernueces, Deva, Lavandera, Granda, Huerces, Leorio, La Pedrera, Ruedes, Cenero, San Andrés, Serín y Ceares. Los sacos de trigo se transportaban a veces en burro, y más recientemente en “xarré”, el pago de la molienda se hacía mediante maquila.
Los molinos existentes en el concejo de Gijón no separaban el salvado, por lo que este se retiraba manualmente en casa con una “piñera”.

La labor de amasar el pan sólo la realizaba el ama de casa y se solía hacer una o dos veces por semana. Para la fermentación de la masa se usaba el “formiento”, un trozo de masa de la hornada anterior que se dejaba sin cocer y a la que se le añadían sal y agua templada en el momento de hacer la masa.
La cocción del pan se realizaba en la “forna” que se “arroxaba” con leña de manzano, pues era la que más calentaba; cuando estaba suficientemente caliente, se sacaban las brasas, se barría con una escoba de “carrasco” y con la ayuda de una pala de madera se colocaban en el interior. El color de la corteza era el indicador del estado de cocción.

Fuente visitada.
Los Molinos de Agua En el Concejo de Gijón.
-José Luis Pérez.

martes, 29 de noviembre de 2011

LA CASTAÑA SIMBOLO DE AMISTAD


En Asturias la castaña es un símbolo de amistad desde tiempos inmemoriales. Antes de que los romanos ayudasen a que se extendiesen las plantaciones de castaños, estos ya eran conocidos en nuestra tierra. En favor de la castaña, y haciendo algo de memoria, hemos de decir que sirvió, mucho antes de que la patata se popularizase, para quitar mucha hambre entre los asturianos.

Aún se conserva en nuestro recetario algunas muestras culinarias que tienen a este fruto como protagonista y se celebra algún que otro festival de la castaña como los de Aces (Concejo de Candamo, desde 1992), Arriondas (Concejo de Parres, desde 1991), Villoria (Concejo de Laviana, desde 1979), LA Pedrera (Concejo de Gijón, desde 1980). Todos ellos a lo largo del mes de Noviembre, como no podía ser de otra manera.
La llegada de los inviernos, de los fríos y las lluvias que antaño los llenaban, era recibida por los asturianos con la celebración de amagüestos, magüestos a amagostos. Se trataba de reuniones que hacían los vecinos para asar festivamente castañas ( magostar o quemar) y acompañarlas por lo general, con sidra dulce.
El carácter comunitario de la fiesta es destacable, por cuanto cada vecino reafirmaba su condición de miembro de una colectividad y ofrecía su amistad al resto de la comunidad. Desde las plazas de los pueblos se partía hasta los bosques asturianos llenos de castañales, donde se recogían las castañas que más tarde se asarían en una fiesta en que la bebida (la sidra dulce) hacía subir de tono los actos y comportamientos de algunos vecinos. Algunas coplas nos trasladan a las noches de los amagüestos y lo que la fiesta podía llegar a provocar.

"Madre mía toi en cinta
fía mía cares son
les castañes que comisti
de que castañeru son"

REFRANES DE NOVIEMBRE.
•Dichosu mes qu´empieza en To los Santos y termina´n San Andrés.
•Dichoso mes qu´entra con Todos los Santos, media con San Eugenio y sal con San Andrés.
•El día Toos los Santos, la nieve pe los altos, y per San Andrés, a la puerta la tendrás.
•Per Toos los Santos la nieve pe los campos, per San Andrés nieva de vez.
•el veranín de San Martín tien que venir.
•De mayo a San Martín, el cierzu por vecín.
•Per San Martín nieve nel camín.
•Per San Martín una manzana a cada rapacín.
•A tou gochín u llega so samartín.
•No hay gochu gordu que no y llegue´l so samanrtín.
•San Martín ferro soldou, terra ou barro lle botou.
•Antroiro godoiro, San Martín cobertoiro.
•Per San Martín, el ayu y el cebollín.
•¿Por qué non crecisti, ayín? Porque non me plantaste per San Martín.
•Per Santa Catalina la nieve´n la cocina.
•Per santa Catalina, una corderina; per Navidá, corderinos habrá.
•A San Andrés de Teixido vas morto si non vas vivo.
•De San Andrés a Navidá. Un mes ha, y la vieja que bien contó, tres semanas alcontró
•En chegando San Andrés, el vinu nuevu dei Cangas, añejo es.
•El vino Por San Andrés, viejo es.
•En pasando San Martín, cola manta al recostín.

Fuente visitada.
guiastur.com

lunes, 28 de noviembre de 2011

LES MADREÑES


En Asturias, por aféresis, se dice madreña en lugar de almadreña. Calzado de madera de una sola pieza, y con tres tacones, típico y adecuado para esta región por su habitual humedad, y por determinadas faenas que requieren su uso - en la cuadra, en los prados, en los huertos...-. Tuvo un empleo indiscriminado en cuanto a edades, sexos y clases sociales, las madreñas, pues, cumplían en la aldea una misión utilizándolas igualmente el mendigo que el sacerdote, el campesino que el médico rural. No escasean quienes se dedican a hacer madreñas, durante el invierno, época en la que no existe la perentoriedad de otros trabajos; y lo mismo en pueblos de la costa que del interior, aunque en algunos, por tradición o por se zona en que existen maderas adecuadas, se intensifica más esta labor; así, en el concejo de Caso se exportan madreñas desde los pueblos de Soto, Bezanes, Pendones, La Foz y Tarna, a veces sin terminar totalmente las piezas, debiendo ser rematadas en los lugares de destino. La madera empleada para la confección de las madreñas es de castaño, aliso, sauce, haya, nogal, abedul, humero y salguera -las de esta madera se estiman por su resistencia y ligereza-.
Las partes de que constan las madreñas son: boca -por donde se introduce el pie-, picu, piquera, o copellete -ángulo picudo que remata por delante la madreña-, calcañu -parte posterior-, tacones o tazos -dos delanteros y uno posterior-, papada, papu o barriga -parte antero inferior, a veces protegida por un trozo de hoja delata-, casa o casina -hueco en el que se introduce el pie-.
Estas partes, así como las herramientas utilizadas y las fases consecutivas de esta labor artesana, reciben distintos nombres originados por la pluralidad de términos en cuanto a las variantes de la misma palabra, a causa de los fenómenos lingüísticos propios de cada zona regional. Las herramientas más empleadas son: hacha y hachu, raspador, raspón, legra, tayón o tajo, taladraora, gubia, barrena... El proceso normal para hacer una pieza suele consistir en: moldear un trozo bruto de madera, conformar la madreña, insinuarla con la azuela, hacer el hueco de la boca, agujerear y quitar madera del interior, arreglar los bordes, alisarla por fuera y por dentro, suavizar la parte exterior; luego se pone a secar, se talla o dibuja -en adorno xilográfico-, se barniza -suele ser en tono negro-, y se ahuma -en fuego sin llama, a veces usando trozos de corteza de abedul-. La labor del profesional queda reflejada el soneto de Francisco González Prieto.
También algunos pintores reflejaron en sus lienzos esta profesión, destacando el cuadro titulado precisamente (Madreñeros)del asturiano José Ramón Zaragoza. Hay madreñas que suelen usarse sólo con escarpines: son de boca más estrecha, el pie queda en ellas más justo, por lo que se camina con más firmeza, so suelen barnizarse y se acostumbra a meterles yerba para mullir el pie. Otras son para usarlas con zapatillas, y tienen la boca más ancha. Antiguamente era frecuente utilizar las madreñas con los pies descalzos, metiendo asimismo yerba para impedir las posibles molestias. Esta peculiaridad se conocía por ir a pures.
A veces las madreñas reciben un adjetivo identificador, por su forma o procedencia: redondes, casines, quirosanes, alleranes, o bien se les da el nombre del madreñero famoso que las hizo. Otras veces su denominación procede de su condición; así, cuando ya tienen gastados los tacones, son rasines, baxines o patonas, y si están mal hechas, gaxapos. La frase "Ser como unes madreñes patoxes", equivale según Vigón a comportarse a la pata la llana. Metafóricamente, aludía a los tres tacones de las madreñas aquel que decía: "Vi una cosa rara, tres muyeres en un fornu y les tres cayaes...".
Para que tengan mayor duración, pero también para que suenen más -incluso rivalizando los mozos- se ponen clavos en los tacones agujereados a veces previamente con un hierro candente, llamándose entonces madreñes ferraes; hay quienes sustituyen estos clavos por suplementos de goma. Cuando en una madreña raja su madera, al caminar se produce un ruido peculiar, son les madreñes llueques; si tal quebradura se produce en la parte delantera, se hace una pequeña incisión circular y se coloca en ella un alambre -argolla o cantesa- que impide continúe la rotura, posibilitando el uso del calzado.
Para hacer los dibujos que es frecuente ver en la parte superior de la madreña, se emplean una gubia estrecha o punzones; son adornos muy simples, reiteradores, geométricos, en forma de abanico, de conchas, con ritmos elementales. Se llevan al mercado sujetas por blimas a dos palos -conteniendo unos diez pares- colocados a lo largo de una caballería. Es frecuente ver todavía algún par de madreñas a la puerta de las casas campesina a la espera de su usuario.

Fuente visitada.
telecable.es