jueves, 30 de junio de 2011

ASTURIAS-LOS ANIMALES DOMÉSTICOS


Distintos motivos originaron la recesión de los censos de animales domésticos autóctonos asturianos hasta casi su desaparición. Entre ellos podemos destacar por un lado, las plantaciones forestales masivas realizadas, en la década de los años 40 del siglo pasado, en montes comunales donde pastaban tradicionalmente el ganado vacuno, los rebaños de ovejas y cabras y las yeguadas, y, por otro, la sustitución de estos animales autóctonos por otras razas más productivas, como es el caso de la sustitución en el oriente de Asturias de las xaldas por otras razas más lecheras como la carranzana o la latxa para producir quesos, o el desplazamiento de la vaca Casina por la parda alpina, en los municipios del Alto Nalón.

En el proceso de recuperación de las razas autóctonas asturianas han jugado un papel determinante diversas personas y colectivos que con un enorme esfuerzo y gran cariño se preocuparon por mantener hasta nuestros días este patrimonio de valor incalculable. Hoy, son las Asociaciones de Criadores las que con el reconocimiento oficial oportuno gestionan los libros genealógicos de estas razas y las que las fomentan. También las distintas administraciones participan y colaboran con las asociaciones de criadores en distintos frentes: apoyando con ayudas, participando y promoviendo proyectos de investigación y desarrollo, firmando convenios y acuerdos de colaboración, así como en diversas actividades para la recuperación, conservación, selección y promoción de las razas autóctonas asturianas.

El SERIDA -participa en distintos proyectos de investigación, desarrollo e innovación y mantiene convenios de colaboración con las razas de oveya xalda, cabra bermeya y gochu asturcelta.
Actualmente, la mayor amenaza que se cierne sobre el sector es, sin duda el progresivo abandono de las explotaciones debido sobre todo al envejecimiento de los profesionales y su escaso relevo generacional, la disminución de la población en los núcleos rurales y la desilusión de los ganaderos.
En el caso de los criadores de cabra bermeya, los ganaderos consideran que actualmente la explotación del ganado caprino resulta marginal en los resultados económicos de sus explotaciones y que pequeñas variaciones en la satisfacción que les produce su rendimiento podría causar su abandono inmediato, lo mismo les sucede a los criadores de ovino. Entre estas causas destaca la posible eliminación de los derechos a la prima de ovino caprino o el posible aumento de los daños por ataques de lobo y otras especies salvajes. Este último punto es destacado por todos los ganaderos porque provocaría una disminución significativa de los ingresos por la explotación de cabras, la imposibilidad de gestionar la reposición de reproductores y sobre todo, la necesidad de modificar los hábitos de manejo exigiendo una presencia permanente del ganadero cerca de su rebaño y la construcción de instalaciones seguras en los invernales y la estabulación nocturna de los animales en los pastos de altura.

Otro problema importante para los ganaderos es que el reducido número de hembras reproductoras de la raza Bermeya se distribuye en un alto número de rebaños donde conviven con machos de otras razas lo que dificulta el mantenimiento de la pureza de la raza. Este sistema productivo en que se desenvuelve la raza Bermeya resulta especialmente frágil: con explotaciones de pequeña dimensión y con un acusado componente tradicional; las producciones caprinas pueden no resultar competitivas si no existe un decidido apoyo de la Administración al mantenimiento de esta actividad. Según nos comenta ACRIBER, las ayudas administrativas al ganado caprino en Asturias se justifican no sólo por el mantenimiento de recursos zoogenéticos en peligro de extinción, si no por la necesidad de sostener usos tradicionales de unos ecosistemas especialmente sensibles como lo son los del área de influencia del Parque Nacional de los Picos de Europa.

Para los miembros de la Asociación de Criadoresd'Oveya Xalda (ACOXA), el futuro de la oveja Xalda es esperanzador, al ver cómo año a año se van incorporando nuevos criadores y va aumentando el número de animales gracias a la tarea realizada en la recuperación de su censo. Para ACOXA, las especiales características organolépticas de la carne de la Xalda, que las diferencian claramente de la carne de corderos de otras razas foráneas extendidas por Asturias, junto con la mayor adaptación de estos animales a sistemas ganaderos de producción extensiva son los que proporcionan la mayor ventaja competitiva de estas explotaciones.

El caso del gochu asturcelta es bastante distinto pues el reducido número de ejemplares de esta raza hace que el principal objetivo de la asociación de criadores (ACGA) sea recuperarla. A tal efecto se estableció en el SERIDA de Villaviciosa el núcleo de reproducción de la raza. Para posteriormente caracterizarla junto con sus producciones, crear y mantener un Libro Genealógico, recuperar su censo y conservar el material genético. Según ACGA, las ayudas dirigidas a su asociación son pequeñas, pero, en general, agradecen a la Consejería de Medio Rural y Pesca y especialmente a la Dirección General de Ganadería el apoyo recibido para la recuperación delGochu'l País.
Las razas bovinas asturianas se encuentran mejor posicionadas que el resto de las especies autóctonas. En el caso de la Asturiana de la Montaña, su mayor peligro está en la pérdida de efectivos por cruces con la Asturiana de los Valles. Los ganaderos de ambas razas comercializan la carne bajo dos etiquetas "Carne de Casín" para los animales de raza Asturiana de la Montaña y "Xata Roxa Ternera roxa" para los animales de raza Asturiana de los Valles; ambas están amparadas por la Indicación Geográfica Protegida "Ternera Asturiana". Lo que les permite ofrecer un producto diferenciado de alta calidad, confianza y con garantías de control a los consumidores. Además, sus asociaciones de criadores ASEAVA y ASEAMO, a través de su filial ASTURGEN SL comercializan semen y embriones de ambas razas.
No cabe duda que de que el futuro de estas razas debe ir ligado a la obtención de producciones animales diferenciadas. Que deberán contar con alguna figura de protección como ya es el caso de la IGP Ternera Asturiana. La estrategia de diferenciación es una de las dos grandes alternativas para competir en los mercados y consiste en conseguir una oferta que sea percibida en el mercado como única. Para ello, los productos no solo han de tener características diferentes a los demás, sino que los consumidores deben percibir esas diferencias como algo deseable.
Por último, cabe destacar que las favorables perspectivas que tienen las razas autóctonas, fruto de la cooperación entre ganaderos, asociaciones de criadores, instituciones y, por supuesto, con el apoyo de los consumidores, junto con el interés mostrado por distintos municipios asturianos tendentes a promover acciones de desarrollo dejan ver un futuro esperanzador.

serida.org

miércoles, 29 de junio de 2011

EL FUTURO DE NUESTRAS SEMILLAS





Quién ha oído hablar alguna vez del tomate bombilla, la berenjena blanca o la lechuga lengua de buey? Difícil. Se trata de variedades locales y tradicionales que han quedado al margen de los canales habituales de producción, distribución y consumo de alimentos. Variedades en peligro de extinción.

Nuestra alimentación actual depende de unas pocas variedades agrícolas y ganaderas. Tan solo cinco variedades de arroz proporcionan el 95% de las cosechas en los mayores países productores y el 96% de las vacas de ordeño en el Estado español pertenecen a una sola raza, la frisona-holstein, la más común a nivel mundial en producción lechera. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), un 75% de las variedades agrícolas han desaparecido a lo largo del último siglo.
Pero esta pérdida de agrodiversidad no sólo tiene consecuencias ecológicas y culturales, sino que implica, también, la desaparición de sabores, principios nutritivos y conocimientos gastronómicos, y amenaza nuestra seguridad alimentaria al depender de unos pocos cultivos y ganado. A lo largo de los siglos, el saber campesino fue mejorando las variedades, adaptándolas a las diversas condiciones agroecológicas a partir de prácticas tradicionales, como la selección de semillas y los cruces para desarrollar cultivos.

Las variedades actuales, en cambio, dependen del uso intensivo de productos agrotóxicos, pesticidas y fertilizantes químicos, con un fuerte impacto medioambiental y que son más vulnerables a sequías, enfermedades y plagas. La industria mejoró las semillas para adaptarlas a los intereses de un mercado globalizado, dejando en segundo lugar nuestras necesidades alimenticias y nutritivas con variedades saturadas de químicos y tóxicos, como recoge el documental Notre poison quotidien de Marie-Monique Robin, estrenado recientemente en Francia.
Hasta hace cien años, miles de variedades de maíz, arroz, calabaza, tomate, patata… abundaban en comunidades campesinas. A lo largo de 12.000 años de agricultura, se manejaron unas 7.000 especies de plantas y varios miles de animales para la alimentación, pero hoy, según datos del Convenio sobre Diversidad Biológica, sólo quince variedades de cultivos y ocho de animales representan el 90% de nuestra alimentación.

La agricultura industrial e intensiva, a partir de la Revolución Verde, en los años sesenta, apostó por unos pocos cultivos comerciales, variedades uniformes, con una estrecha base genética y adaptadas a las necesidades del mercado (cosechas con maquinaria pesada, preservación artificial y transporte de largas distancias, uniformización en el sabor y en la apariencia). Unas políticas que impusieron semillas industriales con el pretexto de aumentar su rentabilidad y producción, desacreditando las semillas campesinas y privatizando su uso.
De este modo, y con el paso del tiempo, se han ido emitiendo patentes sobre una gran diversidad de semillas, plantas, organismos genéticamente modificados, animales, etc., erosionando el derecho campesino a mantener sus propias semillas y amenazando medios de subsistencia y tradiciones. Mediante estos sistemas, las empresas se han adueñado de organismos vivos y, a través de la firma de contratos, el campesinado depende de la compra anual de semillas, sin posibilidad de poder guardarlas después de la cosecha, plantarlas y/o venderlas la siguiente temporada. Las semillas, que representaban un bien común, patrimonio de la humanidad, han sido privatizadas, patentadas y, en definitiva, “secuestradas”.

La generalización de variedades híbridas, que no pueden ser reproducidas, y los transgénicos fueron otros de los mecanismos utilizados para controlar su comercialización. Estas variedades contaminan las semillas tradicionales, condenándolas a su extinción e imponiendo un modelo dependiente de la agroindustria. El mercado mundial de semillas está extremadamente monopolizado y sólo diez empresas controlan el 70% del mismo.
Como señala La Vía Campesina, la mayor red internacional de organizaciones campesinas, “somos víctimas de una guerra por el control de las semillas. Nuestras agriculturas están amenazadas por industrias que intentan controlar nuestras semillas por todos los medios posibles. El resultado de esta guerra será determinante para el futuro de la humanidad, porque de las semillas dependemos todos y todas para nuestra alimentación cotidiana”.

Del 14 al 18 de marzo se celebró, precisamente, la cuarta sesión del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, en Bali, un tratado fuertemente criticado por movimientos sociales como La Vía Campesina, al considerar que reconoce y legitima la propiedad industrial sobre las semillas. A pesar de que su contenido reconoce el derecho de los campesinos a la venta, al intercambio y a la siembra, el Tratado, según sus detractores, no impone estos derechos y claudica frente a los intereses industriales.
Hoy, más que nunca, en un contexto de crisis alimentaria, es necesario apostar por otro modelo de agricultura y alimentación que se base en los principios de la soberanía alimentaria y la agroecología, al servicio de las comunidades y en manos del campesinado local. Mantener, recuperar e intercambiar las semillas campesinas es un acto de desobediencia y responsabilidad, a favor de la vida, la dignidad y la cultura.



(Esther Vivas es autora de ‘Del campo al plato. Los circuitos de producción y distribución de alimentos).
elcomentario.tv

JUDÍA "GRANJA ASTURIANA"-
Judías secas, separadas de la vaina, de la especie Phaseolus vulgaris, de la variedad tradicional 'Granja Asturiana', sanas, enteras, limpias, destinadas al consumo humano.

Color: Blanco cremoso

Forma: Arriñonada, larga y aplanada.

100 - 110 gramos cada 100 granos de semillas
La zona de producción está constituida por los terrenos ubicados en el territorio del Principado de Asturias.

La zona de elaboración y envasado coincide con la de producción.
Método de Obtención Sistema de Cultivo

El cultivo de fabas puede asociarse al de maíz, sirviendo éste de tutor a los tallos de esta planta, o bien como planta entutorada con palos, redes o cuerdas.
Puede alternarse este cultivo con otras hortalizas o también cultivarse como segunda cosecha después de la recolección del forraje de invierno.
Se procede en primer lugar a efectuar una profunda labor de arado, con la que se eliminan los restos del cultivo anterior, aprovechándose también para enterrar el estiércol, realizándose a continuación dos o más pases de grada con los que se consigue dar esponjosidad al terreno.

La época ideal de la siembra es el mes de mayo.
Si se siembra asociado al maíz, esta labor se puede realizar al unísono, empleando una sembradora de maíz.
La cantidad de semilla empleada es aproximadamente de 80 a 100 kg por ha. El marco de la plantación es variable si bien se suelen emplear marcos de 0.8-0.9 m x 0.30-0.40 m.
La semilla se produce en su totalidad en Asturias, seleccionada por procedimientos manuales atendiendo al tamaño de los granos, la conformación y el color
fundamentalmente.

Una vez nacidas las plantas, se suele proceder a un aclarado manual eliminando el exceso de pies de la mismas y favoreciendo el desarrollo del cultivo.
Como método contra las malas hierbas, se dan dos o tres pases de cultivador y no se suelen usar herbicidas.
Finalmente se realiza un aporcado que favorece la formación de raíces, sobre todo cuando se cultiva asociado al maíz, con lo cual se facilita el anclaje y se evita el enramado del cereal.
Normalmente el cultivo se realiza en régimen de secano.

La recolección manual consiste en recoger vaina a vaina directamente de la planta, se realiza, sobre todo, si el cultivo está asociado al maíz.
Una vez recogidas las vainas se llevan a lugares cubiertos donde se realiza el secado para posteriormente proceder a su desgranado.
La recolección mecánica se realiza con cosechadoras, previamente se procede al corte de los tutores pasando planta y tutor a la cosechadora, recogiéndose por un lado el grano y por otro los restos de planta y tutores.

El cultivo de las judías secas, "fabes", forma parte de los cultivos que tradicionalmente se han producido en Asturias.
Referencia a este cultivo se encuentra en el estudio de "La Sociedad Económica de Gijón", publicado en el siglo XIX, en los mismos se hace referencia desde distintos aspectos a los cultivos más característicos de esta región como eran las "fabes", maíz, etc. que construían los principales recursos de las zonas rurales.
Se resalta también que en las "caserías" o explotaciones familiares obtenían los medios económicos con la venta de los productos de mejor calidad, como eran la leche, carne y "fabes".

viarural.com.es

martes, 28 de junio de 2011

LAS MALLAS DE LUANCO


Luanco, capital del concejo de Gozón, es por su situación geográfica, al abrigo del Cabo de Peñas, la villa costera asturiana más avanzada en el mar Cantábrico. Los orígenes de esta villa están íntimamente relacionados con el gran desarrollo marítimo y mercantil que marcará la baja Edad Media asturiana. Desde los primeros testimonios sobre su existencia a mediados del siglo XI, la economía de esta villa estará fuertemente determinada por su relación con la mar. Pero sería sobre todo a partir de los siglos XIII y XIV, con el auge de la pesca de la ballena, cuando podamos hablar más propiamente de su existencia como tal villa. Con el atractivo de la pesca llegarán a estas costas gentes procedentes de toda la cornisa cantábrica y del sur de Irlanda, que con el paso del tiempo se asentarán definitivamente en esta costa. Junto a éstos harán su aparición los veleros que comerciaban con el lino y otras fibras naturales necesarias para la elaboración de las artes de pesca. Éste es el momento en que la mayoría de investigadores hacen nacer la principal actividad artesana de la villa, las mallas.

La técnica de elaboración de las mallas es prácticamente idéntica a la utilizada en las redes de pesca, pero trabajadas de forma artística. El proceso de elaboración se divide en tres fases perfectamente diferenciadas.
La primera de ellas consiste en el tejido de la base de red o malla. Para ello se utiliza una barra cilíndrica llamada "mallero" con la que se marca el tamaño de la cuadrícula de la red; una aguja abierta en sus dos extremos para enrollar el hilo con el que realizar la labor; y, por último, el "tentemozo" o barra vertical, de un metro aproximado de altura y que la mallera sujeta con sus pies para tener las manos libres y realizar el complejo proceso del tejido de la red en él.
La segunda fase es la del "marcado". Una vez que se ha tejido la malla, se coloca en un bastidor rectangular que en sus dos extremos lleva unas piezas móviles llamadas "barretas" que permiten adaptarlo al tamaño de la pieza a marcar. A continuación se perfila sobre el fondo de malla el dibujo que se quiere bordar con un hilo más grueso.

Tradicionalmente, esta labor del mercado era la más cotizada y solía confiarse a las trabajadoras más veteranas y de mayor habilidad.
La tercera y última de las fases es la del "bordado", dando forma al dibujo marcado a través de una amplia gama de puntos y dibujos que requieren una gran destreza y mucha paciencia. La pieza terminada sólo necesita ya un apresto hecho a base de cola de pescado.
Estos encajes han sido siempre una labor femenina. Desarrollado en sus inicios por las mujeres de los pescadores en sus largas horas de espera para sus ajuares, adorno personal, etc., pasaron a convertirse a fines del siglo XIX en una importante fuente de ingresos complementarios a su deficiente economía.

El restringido ámbito de expansión, unido a la limitada duración de los materiales con que están realizados, son la razón de que se carezca casi totalmente de testimonios que nos permitan seguir su evolución. A partir de las últimas décadas del siglo XIX comienza la gran expansión comercial de esta artesanía. En este momento, doña Felisa y doña María Pedrera instruirán y organizarán en los denominados talleres a los primeros grupos de mujeres que se van a dedicar a la explotación comercial de las mallas. Entre los talleres más prestigiosos que comienzan a surgir en estos momentos se encontraban los de Carmen Cifuentes, Hermanas Ramos, Hermanas Mori, etc., que darán a esta artesanía una proyección nacional e internacional. Prueba de ello será la gran cantidad de premios obtenidos, como la medalla de plata en la Exposición Regional de Gijón, en 1899, y las de oro y plata de la Hispano-Americana de Sevilla, en 1929.

Existieron una media de cuatro grandes talleres que reunían alrededor de unas veinte operarias, e indirectamente absorbían el trabajo de otra serie de talleres de pequeño tamaño. Entre ellos se establecía una fuerte competencia, guardando celosamente diseños y procedimientos.
Casi toda la producción de estos talleres era absorbida por países como Cuba, México o Venezuela, que también habían sido los destinatarios de la fuerte inmigración del concejo en las primeras décadas del siglo XX.
La época dorada de esta labor artesanal cubre la primera mitad del [[siglo XX y fue también fuente de inspiración de populares habaneras.
A partir de finales de los años cuarenta y sobre todo en la década de los cincuenta, la obligación de afiliar a las trabajadoras a la Seguridad Social, que encarecía un producto que de por sí ya resultaba caro; la sustitución de ropas u objetos litúrgicos por otros de estilo más sencillo en consonancia con el espíritu del Concilio Vaticano, y el cierre en 1959 del mercado cubano, que había sido su principal cliente, colocan a la malla casi en trance de desaparición.
Hoy, la recuperación de esta artesanía está condicionada por la necesidad de formación de nuevos artesanos, la introducción de nuevos diseños, junto con la conservación de los tradicionales, y sobre todo, en la búsqueda de canales comerciales dentro y fuera de nuestras fronteras regionales y nacionales.

alfozdegauzon.com

UN AÑO EN NUESTRA GASTRONOMÍA


Tras los primeros meses del año, intensos los rigores invernales, en los que impera el pote de nabos, el pote “d'antroxu” (con mucho cerdo), caza, embutidos y los “frixuelos”, comienza la época de las delicias que ofrece el mar.
Con los carnavales, a finales de febrero y primera quincena de marzo, llega la época de los festivales de la angula, de los “oricios” (erizos de mar) y de las ostras. Sigue la de “pixin” y la semana que Ribadesella dedica al mar o, mejor dicho, a la mar, como se dice por tierras asturianas.

Con abril finalizan los meses en cuyo nombre hay una erre y que son -dicen- los buenos para el marisco. Si hacemos dubitativa la frase es porque los entusiastas de moluscos y crustáceos comestibles los consumen sin reticencias el año entero.
También sin reticencia, sino más bien con fervor, los fieles del salmón acuden a la localidad de Pravia, donde se celebra la fiesta de esos pescados teleósteos fisóstomos que llevan tal nombre. Pero no todo es pescado en la cocina asturiana; en Grado exaltan el 2 de abril el jamón y los productos de la huerta y en la localidad de Noreña, el día 25 de ese mes celebran y consumen un preparado tan típico como el que lleva el nombre de “picadillo”.

Con excepción del festival de la “llámpara” que se celebra en Quintueles (“llámpara” es el nombre asturiano de lapa) el mes de mayo parece reservado a exaltar la gastronomía de tierra adentro. El arroz con leche de la localidad de Cabranes; el embutido de Grado, los quesos y vinos, así como también la faba de Luanco. Homenaje, éste, más que merecido, porque única, propia e irrepetible, la faba es la legumbre por antonomasia, leguminosa tan escasa como exquisita. De precio que algunos consideran elevado aunque no lo sea (su relación con la calidad lo justifica), delicada en su conservación y difícil de encontrar, su excepcional calidad -repetimos-la convierte en un auténtico lujo culinario, con el que se elabora el plato símbolo de Asturias: la fabada.
El Principado posee con su faba un auténtico tesoro gastronómico. Nadie pone en duda la alta calidad de las fabes asturianas, pero la cruda realidad, contradice muchas veces esa afirmación. Y tan alabada materia parece remitirse a un tiempo pretérito, en el que las cosas eran puntualmente como debían de ser. Y, sin embargo la faba existe. Es difícil de encontrar, pero existe. Por eso hay que buscarla donde está, y en Luanco, en el mes de mayo, se encuentra cada año.

Se encuentra principalmente en la fabada, ese lecho de legumbres en el que descansa el reposo del cerdo y cuya maestría radica en la sabia composición de los elementos que la componen: las fabes de granja; el tocino entrevenado, de la papada, blanquísimo, opaco y blando; la morcilla, lo contrario: negrísima, arrugada, hecha con sangre, cebolla, sal y grasa de cerdo, creada y ahumada con virutas de “carbayu” que es como se llama al roble, el chorizo, de lomo de cerdo, sin mezcla e igualmente ahumado y con un punto de pimentón picante; el lacón, prieto y jugoso; el jamón magro, de la mejor calidad y también el agua adecuada: ni demasiado dura ni muy blanda.

Junio es un mes en el que se afianza el buen tiempo, aunque persistan algunos días de lluvia. Comienza así la época de la caldereta, uno de los platos asturianos más sabrosos y saludables. Este plato, muy diferente a las llamadas zarzuelas en otras latitudes, era corriente entre los marineros de la costa gijonesa. En él, los pescados de roca y los mariscos carnosos se unen para componer una de las delicias del mar Cantábrico.
En el mismo junio se celebra también, en su primer o segundo domingo, el festival de la fresa en Grullos (Candamo), el de la trucha y el vino en Cangas de Narcea; el de la huerta; el de los “arbeyos” (guisantes) en Belmonte de Miranda y el de la empanada, en la Felguera (fiesta de San Pedro).

Julio es el mes de los festivales del bonito (Candás y Luanco), del cordero en los montes de Quirós (del cordero a la estaca, para ser más concretos), exactamente en el alto de la Cobertoria; así como el del arroz con leche de Miranda (Avilés).
Las celebraciones gastronómicas típicas de agosto comienzan con sardinas el día de San Felix, se recrean a mediados de mes con mariscos y postres del país en Navia y finalizan con el festival del queso de Cabrales en las estribaciones de los Picos de Europa.
Septiembre está pespunteado de fiestas, como las de la nueva huerta en Pravia y el valle del Nalón; el festival de la manzana (fuente de la apreciada sidrina) en Villaviciosa, y por San Miguel, la feria de la huerta, en Gijón. También destacan las ferias del monte y de la mar, en Colunga.

En octubre, tras la fiesta de la avellana en Infiesto (dias 1) llegan los callos con bacalao y las espinacas en el caserío del Desarme (Oviedo, el día 19) y “las fabes con gochu” en Mieres. En octubre, también se celebran los certámenes de los más famosos quesos de esta región. Entre los quesos asturianos (el Principado es quizás una de las regiones europeas con mayor variedad quesera) destaca el “gamoneo” (el más escaso y fino), el “afuega'l pitu” y, sobre todo, el Cabrales, cuya “pestífera fragancia” elogiara don Benito Pérez Galdós.

Noviembre y diciembre son meses de platos fuertes: fiesta de las castañas en Aces y Barro; la fabada y el panchón en Moreda, los nabos en Sotrondio y “les cebolles rellenes” en El Entrego. El 2 de diciembre se exalta anualmente la fabada de La Felguera, los pimientos rellenos en Blimea, el día 7 y el 8 (festival de la Inmaculada) las jornadas de caza mayor que se celebran en Tineo permiten degustar un excelente filete de rebeco con mermelada hecha a partir de las azuladas gálbulas del enebro.
No podríamos terminar una reseña-recorrido por la Asturias gastronómica sin dejar de mencionar su célebre sidra. Obtenida a partir del mosto prensado de la manzana, sometido posteriormente a fermentación, es una bebida con una baja graduación alcohólica, que alcanza entre cuatro y seis grados. Las manzanas con que se elabora la sidra son específicas, muy distintas a las de mesa, con un grado de acidez y una intensidad de sabor mucho más mayores. Hoy en día, los manzanos que producen este fruto especial crecen en las comarcas de Gijón, Villaviciosa, Oviedo, Nava, pero también en los valles de las cuencas mineras de los ríos Caudal y Nalón.

elembarcadero.es

lunes, 27 de junio de 2011

EL CARES "LA GARGANTA DIVINA"


La Garganta del río Cares (según la llamó el Marqués de Santa María del Villar: "La Garganta Divina") es sin duda alguna el desfiladero de más belleza y envergadura de toda España. Asimismo es la excursión montañera y el lugar natural más visitado de toda Asturias y de todos los Picos de Europa.

El río Cares nace en las Fuentes de Frañana, entre los puertos de Pandetrave y de Panderrueda, siendo en Posada de Valdeón donde toma su nombre, pues hasta entonces son varios arroyos los que van aportándole agua de las montañas circundantes. Aunque, son sus afluentes a lo largo del valle de Valdeón, los que le conforman verdaderamente como el gran río que es.
El Cares desde que nace en los altos de Valdeón y hasta que se une al río Deva, recorre algo más de medio centenar de kilómetros, por lo general en medio de grandes foces (Foz de Caín, Garganta del Cares, Foz de la Rumiada o Rumiá , Canal Negra, el denominado Desfiladero del Cares y la Foz de Trescares) Son unos 17 kilómetros desde su nacimiento hasta Caín, atravesando el valle de Valdeón; otros 10 son por la Garganta del Cares; unos 5 por la Canal Negra (entre Poncebos y Arenas de Cabrales) y unos 20 kilómetros por el Desfiladero del Cares (entre Las Arenas y Abándames).
Lógicamente la travesía del gran cañón natural, conocido como la Garganta del Cares, se puede hacer por cualquiera de sus extremos, aunque el más usuales desde la zona Sur. Si partimos de Caín (después de haber dejado a tras Posada de Valdeón, Cordiñaes y Corona), por la senda trazada en plena roca viva, nos adentraremos en este bellísimo desfiladero, tras cruzar por dos curiosos puentes, uno de ellos sobre una presa preparada para que puedan remontar los salmones el río. Después se camina por túneles excavados en la roca, en una zona de gran hermosura.

Esta senda fue construida a principios de los años cuarenta, sirviendo de comunicación entre tierras asturianas de Cabrales y leonesas de Valdeón. Siendo una ingente obra de ingeniería. La senda es de unos dos metros de ancho. Los precipicios pueden ser de unos 800 metros.
Después de pasar los citados túneles llegaremos al poco tiempo al puente de Los Rebecos. Para seguidamente encontrarnos en otro recodo del camino con el puente Bolín, de estructura también metálica (y que antes fue de madera y otrora de hormigón y se le conocía por el de Trea, pues allí desciende la canal de ese nombre). Desde allí se llega en corto espacio de tiempo a Culiembro, donde se puede considerar que estamos a mitad de la travesía.
Después se continúa entre tierras asturianas y leonesas, con el límite administrativo en un túnel. El panorama es maravilloso. Con altas cumbres, el profundo desfiladero, el color esmeralda del río al fondo y aire purísimo. En el cielo se pueden ver buitres o águilas y en las rocas las cabras o rebecos.
Un poco antes de llegar al final, cerca de una antigua casería, en el lugar de La Viña, se ve que tenemos que empezar una subida, que nos puede desmoralizar algo, dado que hasta aquí, las dos horas largas desde Caín fueron por terreno llano. La subida tenemos que afrontarla con mucho ánimo y sin prisa, contemplando el paisaje (y sin tomar atajos). Enseguida estaremos en el alto de Los Collados y desde allí descenderemos suavemente a Poncebos en una media hora, como final de ruta (aunque el comienzo podría haber sido allí).

descubreasturias.com

viernes, 17 de junio de 2011

LA MAGIA DE LA SIDRA


LA SIDRA Y LA LUNA-
La luna actua subliminarmente sobre muchos de los organismos y actividades vivas. como no ,tambien sobre la sidra.
Desde hace ya muchos años se sabe, y se ha demostrado, la influencia de la luna y su poder de atracción sobre el comportamiento de todos los seres vivos, e incluso repercutiendo en el desarrollo vegetativo de plantas y árboles. De la influencia directa sobre los seres humanos ya existen suficientes datos e incluso leyendas al respecto.

Este "poder mágico" que tiene la luna, se refleja en su comportamiento sobre plantas y árboles, así podemos decir sin ánimo de no equivocarnos en absoluto, que para efectuar podas, aclareos y despuntes se ha de buscar la fase lunar en menguante, siendo en esos momentos cuando la sabia está en la parte de abajo. El "sufrimiento" del árbol (manzano) es bastante menor, y por lo tanto el riesgo de dañarlo seriamente disminuye de forma considerable. En fase lunar en menguante la presión atmosférica es alta por ello los desarrollos y procesos naturales quedan un tanto "adormecidos".

El proceso de mallado respetando las formas tradicionales ha de hacerse obligatoriamente en menguante, ya que los gases carbónicos que ya empiezan a generarse al llenar los toneles completamente quedan con menor actividad, mientras que si se hiciera en otras fechas el riesgo de que se revuelva la sidra es bastante más alto y puede llegar a ser muy perjudicial.

Para el corchado la situación se presenta muy parecida, la presión atmosférica en menguante impide dentro de lo posible, que al poner "la canilla" en la "portiella" y abrir para corchar, la sidra se puede enturbiar. Hay que recordar que uno de los mayores enemigos del buen cuidado de la sidra natural y tradicional es el movimiento ocasionado por el viento. En menguante los gases no suben con tanta facilidad a "la zapa", por lo que el riesgo que podamos tener para que la sidra se oscurezca y se mezcle en cierta manera con la "borra" o "gurullu" es menor,lo que nos evita llevar al traste y perder la calidad de toda una llagarada.

Cuando la sidra se estropea ¿porque? generalmente la culpa la tienen los dioses, y no gusta , excepto a quien la hizo, que jurara, por todos sus descendientes que es la mejor sidra del mundo.
La sidra es quizás la bebida alcohólica que más expuesta está a alteraciones en su elaboración y ello es debido a que es una bebida baja en contenido alcohólico y también es baja su acidez. Las alteraciones más destacadas son:EL "AHILADO, FILADO O GRASA". La sidra se enturbia y al cabo del tiempo adquiere una consistencia viscosa. Ocurre con sidras pobres en taninos ( manzanas muy maduras) o temperaturas muy bajas. Hay que trasegar para separar la liga, que es la que alberga la bacteria.

EL AVINAGRADO, PICADO O ACESCENCIA. Bacteria que vive en contacto con el aire, se apodera del oxígeno, oxida el alcohol y lo transforma en ácido acético o vinagre. No se rellenan los toneles ( cámara de aire). Sidra pobre en alcohol. Temperatura elevada (15-25º)

EL ENTURBIADO. Es un problema derivado de una mala fermentación tumultuosa, con un exceso de manzana dulce, y demasiadas corrientes de aire que mueven el mosto dentro del tonel fomentando la turbidez.

EL ENNEGRECIMIENTO. La sidra se torna oscura en contacto con el aire. Se observa sobre todo cuando se abren las botellas que al poco tiempo se pone de ésta manera. Se debe al exceso de sustancias básicas en el mosto (chal magnesia etc.) procedentes de las impurezas que arrastra la manzana . Lavar bien las manzanas cuando así se aconseje y cuidarse de respetar los porcentajes.

EL COLOR VERDOSO. Aparece por llevar el mosto materias minerales y exceso de cal. Limpiar la manzana de tierra, hojas, hierba,y no ponerlo en contacto con nada metálico.

EL SABOR A "TASTU". Se da en sidras que fermentan en toneles viejos, mal conservados, sucios y con "les dueles" en malas condiciones, incluso con moho y olor a humedad. En el mercado existen diversos productos químicos para remediar éstos y otros problemas. La sidra elaborada con métodos y procedimientos tradicionales, no puede admitir bajo ningún concepto "ésta química".

EN LOS ESTABLECIMIENTOS SIEMPRE LE PONDRAN SIDRA CON ETIQUETA , SINO DESCONFIE...
El enemigo número uno de la correcta conservación de la sidra son las corrientes de aire, ya que moverían el líquido en los toneles, rompiendo así la capa viscosa que se crea en la "zapa" y con ello penetraría el oxígeno dando lugar a posibles alteraciones, picado, avinagrado, enturbiado y otras. La temperatura ha de ser constante siempre que se pueda, en torno a los 9-10 grados aproximadamente. A temperaturas muy bajas la sidra queda "dormida y muerta" y no se produce el correcto proceso de su fermentación. Por el contrario el calor 16-18 grados adelanta dicha fermentación de forma brusca, hay que tener en cuenta que el proceso desde que empieza la 1ª fermentación hasta que se "espicha" la última vez pueden pasar 5 meses y medio - 6 meses aproximadamente como ya se ha dicho anteriormente.

Las espichas pueden ser varias a lo largo de éste tiempo, para comprobar en todo momento el estado de la sidra y hasta llegar a la conclusión de "ta pa corchar", procurando hacerlo varias personas, porque cada una puede dar su propia opinión sobre el estado de la sidra que está bebiendo, luego se decidirá el tiempo y día para hacerlo, para que coincida en fase lunar menguante como ya se ha explicado anteriormente.
El embotellado se ha de hacer en botellas de vidrio, bien limpias. Si es necesario se utiliza una escobilla y agua corriente para quitar los restos de impurezas que pudiera haber. El tapón de la botella ha de ser necesariamente de corcho, desechar los aglomerados o simplemente utilizar éstos cuando se requieran para sidras de baja calidad. Las botellas una vez corchadas obligatoriamente han de colocarse de forma horizontal, bien en cajas o sobre el suelo unas encima de las otras. El lugar donde se dejen las botellas ha de estar ventilado, fresco y con poca luz. El corcho ha de ser lo menos poroso posible para evitar posibles entradas de aire. Algunos llagareros suelen hervir agua para luego remojar los corchos, haciéndolos así más blandos y maleables, esto no es muy adecuado, lo correcto sería hacerlo con agua más bien fría o a lo sumo algo templada. El agua hervida, con el tiempo deja el corcho mas deteriorado, humedecido, y negro.

Una de las tradiciones que existe al beber sidra es el hecho de dejar en el vaso una pequeña cantidad para luego tirarla al suelo, esto no es mas que un signo de agradecimiento hacia la naturaleza; era una antigua tradición del pueblo celta, por la cual se devolvía a la tierra lo que ésta nos había dado previamente en forma de frutos. Se suele decir también que es para limpiar de alguna manera la boca del vaso por el cual bebemos todos en grupo y esto es un poco contradictorio con la higiene.

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EL DESFILADERO DE LOS ARRUDOS


De los tres centenares de gargantas o foces, que forman los ríos al pasar por entre la agreste orografía asturiana, el desfiladero de Los Arrudos es de lo más bello que se puede contemplar, en fácil caminata.

Siguiendo la carretera que desde Langreo sube hasta el puerto de Tarna (AS-17) entre Rioseco de Sobrescobio y Campo Caso se encuentra la localidad de Coballes, otrora famosa por sus ricos postres (por ejemplo los "Suspiros del Nalón"). Desde este lugar se toma un ramal, que en dirección Sur, nos conduce a la típica aldea de Caleao (Caliao), siguiendo el río de igual nombre, que ahora se quiere represar, al igual que su hermano mayor el Nalón, al que tributa sus aguas. A los pocos kilómetros dejaremos a la izquierda la carretera que va a la hermosa y típica aldea de La Felguerina, que merece la pena visitar, si disponemos de tiempo.

En Caleao comenzaremos la caminata por una "caleya" que conduce a la ermita de San Antonio y a la majada de Coto Fresnedo (o mayau Cotu Fresnéu). Una hora aproximadamente tardaremos, a paso tranquilo, en llegar a las cabañas de pastores de esta vega. Una de las más hermosas de tierras casinas. En este recorrido podemos ver, además de la citada ermita (un poco desapercibida para el viajero), un antiguo molino de agua.
Desde Cotu Fresnéu seguiremos en dirección Sur por un camino que, pasando a través de un frondoso bosque de especies arbóreas autóctonas, nos sitúa al poco tiempo a las puertas del bello desfiladero de Los Arrudos, formado por el río del mismo nombre, que desciende torrencial de lo alto de los puertos de Contorgán, en los límites asturleoneses de la Cordillera Cantábrica. Ascenderemos por empedrado sendero, embaldosado con grandes piedras planas, similares a las que jalonan sus paredes rocosas, de donde parece ser, toma el nombre. Hay quien cree que fue una calzada romana.
Cruzaremos el río por singulares puentes, llamados La Calabaza de Arriba y La Calabaza de Abajo. Para llegar, al cabo de una hora de subida, a la zona de La Fontona, donde podemos dar por finalizada la ascensión, pues allí se terminan Los Arrudos, aunque el sendero continúa hasta los citados puertos de Contorgán y San Isidro, así como a las majadas de La Robre y Rexecu. Desde donde, por empinados senderos se llega al lago Ubales y a las lagunas de La Caballuna, Piornal, Torres, Cuetu Ladrón y LLaguiellu. También hay senderos que van hasta el Picu Retriñón, monte Llaímo y majadas de La Valencia y La Felguera, en los límites de los concejos vecinos de Caso y Aller, aunque se tardan varias horas en largas travesías, para las que hace falta un buen guía. En esta zona abundan las hayas y los acebos, refugio natural de urogallos, lobos, venados, corzos, jabalíes y rebecos, entre otras especies fáunicas del antaño Coto Nacional de Caza de Redes, ahora en el Parque Natural de Redes.
En La Fontona, buen lugar para descansar a la orilla del río, hay una canalización de aguas para Gijón. El proyecto es del año 1.926, aunque no se terminó hasta 1.944, y entró en funcionamiento un lustro después. Esta traída de aguas garantiza que en la Villa de Jovellanos se tenga agua en abundancia, pues tiene un caudal de unos 200 litros por segundo, lo que hacen lógicamente más de 700.000 litros a la hora. La tubería hasta Gijón es de casi 60 kilómetros de recorrido y pasa por la falda de Peñamayor, entre otras montañas.

El regreso a Caleao aconsejamos hacerlo en tranquilo descenso por Los Arrudos. Teniendo precaución si las losas de piedra están húmedas, para no dar un resbalón. Y parando alguna vez para contemplar la Naturaleza, no todo tiene que ser andar y andar sin sentido. Así podremos ver en los altos roquedos a los rebecos.


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jueves, 16 de junio de 2011

EL TORREÓN DE PEÑERUDES


El Torreón de Peñerudes (Morcín, Asturias) está considerado como Monumento Histórico y su origen se remonta a la Alta Edad Media -concretamente el siglo XII- . Se encuentra a una altitud de 530 msnm sobre un montículo localizado en el costado norte del pueblo de El Campo, en la parroquia de Peñerudes. El torreón no se conserva muy bien y actualmente, desde hace un siglo, se encuentra en ruina pero sin mostrar signos de peligro de derrumbamiento.

El torreón es de planta cuadrangular, sus paredes son casi de dos metros y medio de grosor y unos 17 m de altura. En su interior se pueden observar las huellas de los encajes de las vigas que dividían la torre en tres plantas. En cuanto a su aspecto externo, podemos indicar que le falta el frontal sur del edificio y conserva entera la pared norte y una buena parte del resto de las paredes.

Se cree que podría haber sido una antigua torre defensiva que protegía esta vía de acceso al centro del Principado, a caballo entre el río Trubia y el Nalón y que era un signo del feudalismo asturiano.

Podría ser de origen romano, reformado por el rey Ordoño I. Se menciona su existencia en el año 1378, en un documento que corresponde con el testamento del obispo Gutierre de Toledo, que lega la torre a su hermana.
El Coto de Peñerudes
En Asturias había más de ochenta Cotos de Señorío, que eran territorios sometidos a un Señor y que, por concesión real, gozaban de cierto privilegio de inmunidad.

Hasta entrado el siglo XIX el Coto de San Pedro de Peñerudes era independiente del concejo de Morcín. Era un pequeño territorio montuoso, propiedad feudal de unos señores. La fortaleza figura en el testamento del obispo Don Gutiérrez, del año 1387. Hay la referencia de que hasta 1577 estuvo bajo el señorío de los prelados de Oviedo.

En la obra de Canella y Bellmunt se lee: El Coto de Peñerudes, con su famoso Torreón y Palacio, fue comprado por Gonzalo Argüelles en 1417 por la cantidad de dos mil doblones de oro.

A mediados del s. XVII el Coto aún se hallaba en poder de la familia Argüelles. Tenía de perímetro una legua y cuarto y en su mayor parte era tierra inculta. El titular, J. Argüelles Quiñones, no sólo acumulaba la más extensa hacienda del coto, sino que poseía todos los bienes raíces del mismo; era, por tanto, su señor solariego. Como nota peculiar, los papeles del Archivo General de Simancas, añaden que el poderoso señor contaba con cinco caballos de tráfico para conducir vino proviniente de Castilla con destino a su casa rica.

Con la disolución del régimen señorial en 1827, el Coto de Peñerudes se incorporará definitivamente al concejo de Morcín, adquiriendo éste el desarrollo territorial que presenta en la actualidad.

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martes, 14 de junio de 2011

TRAS LAS HUELLAS DE LOS DINOSAURIOS


Entre el afamado Tazones y la sin par Ribadesella se encuentra el Jurasico de la costa asturiana, por lo menos lo descubierto hasta la fecha. En particular en la playa de La Griega (Colunga) está la huella más grande de un dinosaurio de toda España.
Los rastros de dinosaurios se pueden apreciar en la costa asturiana, por ahora, en contados lugares, como Tazones, Lastres, la playa de La Griega, Tereñes y la playa de Ribadesella (casi bajo el Faro)...
Hoy pasearemos por la zona occidental del Jurasico asturiano, entre Tazones y Colunga, dejando para otra ocasión la zona oriental, que se corresponde a Tereñes y Ribadesella.

Junto al afamado puerto de Tazones, en marea baja, podemos hacer dos pequeños recorridos para ver huellas de dinosaurios: Uno al Oeste, bajo el faro; allí un panel explicativo nos sitúa en el comienzo de un camino que parte del lado izquierdo de la carretera que conduce al faro y siguiendo la señalización se accede al acantilado tras un recorrido de un kilómetro. Allí mismo, en una laja de roca ligeramente inclinada hacia el mar, se encuentra la primera huella tridáctila de dinosaurio. A partir de ella, hacia el Este, por la base del acantilado se llega a un estrato de arenisca que muestra multitud de icnitas tridáctilas cruzándose en varias direcciones, constituyendo rastros diversos, así como una huella de arrastre de la cola; y de manos y pies, en una zona cercana y en la pared vertical... Al otro lado del puerto, al Este, en la playa, hay otro itinerario que sale del panel explicativo y sigue bajo el acantilado unos cien metros, allí sobre la superficie de un estrato gris inclinado se observan varias icnitas tridáctilas pertenecientes a dinosaurios bípedos. Si se sigue medio kilómetro más, y dentro ya de la Formación Vega de origen fluvial, se ve otra huella tridáctila de dinosaurio formando un contramolde en la base de un saliente, a modo de alero situado a varios metros.
En el puerto de Lastres, en el acantilado, al Oeste, después de pasar el espigón, se encuentran varias huellas de dinosaurios cuadrúpedos dentro de la Formación Lastres. Están en el techo de una oquedad, con grandes abultamientos de arenisca (contramoldes). Así como en el cauce seco de un río.

Finalmente en la playa de La Griega, cercana a Colunga, se puede verla mayor huella de dinosaurio de España. A nosotros nos la mostraron por vez primera dos expertos agentes del Servicio de Protección a la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil del puesto de Colunga-Lastres. Para llegar allí se parte del panel explicativo situado en la margen derecha de la ría, inmediatamente después de rebasar el puente que la cruza. A partir de aquí se continúa por la playa en dirección al acantilado (al Este) y a medio kilómetro aparecen en la superficie de un bloque suelto de arenisca rojiza dos grandes huellas, que corresponde a replicas o contramoldes de mano y pie de dinosaurio cuadrúpedo. Siguiendo por el mismo borde del acantilado unos metros se llega a una laja arenisca inclinada hacia el mar cuya superficie está atravesada por grietas de origen tectónico. Un metro por encima aparece una caliza gris que contiene diminutos fósiles de gasterópodos y diversas depresiones grandes, más o menos redondeadas, de casi metro y medio de diámetro, que muestran un reborde periférico abultado.
Son huellas de enormes dinosaurios cuadrúpedos que se desplazan sobre una laguna costera. Por sus dimensiones se las puede considerar entre las más grandes de España y de todo el Planeta. Lateralmente sobre la misma superficie hay otras icnitas tridactilas.

COMO LLEGAR:
Por la carretera comarcal AS-256, cerca de Venta Les Ranes, en El Gobernador, sale la carretera a Tazones. Por la carretera nacional N-632, se accede a Colunga y de allí hay un ramal a la playa de La Griega. Desde Villaviciosa se hace también, por el Puntal, Rodiles y Lastres.

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lunes, 13 de junio de 2011

LOS TRANVÍAS ASTURIANOS










En Asturias el tranvía apareció por vez primera en la ciudad donde las actividades económicas alcanzaron mayor vigor y complejidad en la segunda mitad del siglo XIX. En 1.890, diecinueve años después de la aparición del tranvía pionero en Madrid, comenzó a circular el tranvía en Gijón. Desde tal año, y durante tres cuartos de siglo, hasta 1.964, el tranvía circuló de forma ininterrumpida por las calles de la ciudad.
Oviedo y Avilés también dispusieron de tranvías urbanos, aunque algo más tardíos, y en el caso de Avilés con una red menos densa. En Avlés la empresa Tranvía Eléctrico de Avilés llevó a cabo la explotación de una línea desde Villalegre a Piedras Blancas, que daba servicio al casco urbano, entre 1.921 y la segunda mitad de la década de 1.950.

En Oviedo la llegada del ferrocarril y el trazado de la calle Uría como vía de enlace entre la estación y el casco histórico indujeron la ocupación de los terrenos aledaños. En 1.891, promovida por el indiano Manuel Cuesta Barredo, se fundó la Compañía de Tranvías de Oviedo.
La Compañía de Tranvías de Oviedo, absorbida en 1.895 por los Ferrocarriles Económicos de Asturias, explotó hasta 1.922 una línea de tración de sangre entre el Ayuntamiento y la estación, cuyo trayecto de ida transcurría a través del eje Rúa-Cimadevilla-Jovellanos hasta enlazar con la calle Uría en la plaza de la Escandalera, en tanto que la vuelta discurría por la última calle citada, y las de Fruela y Jesús.

Los orígenes de los tranvías de Gijón radican en la petición que, en 27 de enero de 1.887, hizo al Ministerio de Fomento un vecino de la localidad, Florencio Valdés, solicitando la concesión de un tranvía movido por fuerza animal desde Gijón a La Guía. Tras haber fijado el ministerio en julio de 1.888 el pliego de condiciones particulares, en febrero de 1.889 se adjudicó la concesión en pública subasta al citado peticionario y un mes después fue aprobado el proyecto de construcción del tranvía.
Entre 1.890 y 1.905 quedaron establecidos los tres ejes básicos de la red del tranvía: la línea pionera de Gijón-La Guía, trazada en 1.890 y ampliada un año más tarde hasta Villamanín; la línea Gijón-Natahoyo (1.895), prolongada en 1.900 hasta La Calzada, y la línea de El Llano, abierta al tráfico en 1.905. En esta última fecha puede considerarse cerrado el periodo de formación de la red, porque aunque la línea de La Calzada fue prolongada en 1.912 hasta El Musel, y más adelante se establecieron algunos ramales secundarios, no se abrió ninguna otra línea nueva. no por falta de proyectos, que los hubo, y muchos; señal inequívoca de que, a partir de los años veinte, el establecimiento de una nueva línea del tranvía en la ciudad no era negocio tan claro como lo había sido en la década de 1.890.

como elemento de tracción la Compañía de Tranvías de Gijón utilizó mulas desde el comienzo de la explotación, porque, aunque más lentas que los caballos, eran consideradas animales más sufridos y resistentes y con mayor potencia en el arranque. en su aplicación el tranvía se utilizaban en troncos de dos unidades y eran sometidas a una explotación intensiva y dura, como lo pone de manifiesto el que, en 1.902, el promedio recorrido por cada tronco de mulas fuera de 25 km diarios.
Comenzado el servicio con 25 unidades, en la década de 1.890 la cifra media anual de mulas osciló entre las 29 de 1.981 y las 42 de 1.899. En los años de cambio de siglo la puesta en servicio de mayor número de carruajes trajo consigo un crecimiento notorio de la cuadra, que de 52 unidades en 1.900 pasó a 62 en 1.901, y la cifra máxima de 90 en 1.902, para iniciar luego un descenso hasta estancarse en torno a las 80.

El adecuado mantenimiento del ganado de tiro exigía, cuidados no pequeños. La alimentación debía ser abundante y selecta, para lo cual se utilizaba paja y cebada traída en bastantes ocasiones en barco desde Sevilla.
En 1.909 fueron electrificados los tranvías gijoneses. La etapa enmarcada entre los comienzos de la tracción eléctrica y la guerra civil puede ser definida como una etapa de potenciación del tranvía como instrumento de transporte.

ASTURIAS Y EL FERROCARRIL-

UN PREMIO QUE ES VUESTRO

Mi agradecimiento al blog fotofilatelia.blogspot.com por este premio. Debo de entregárselo a doce blogs, así que lo intentare. De todas formas considero que lo merecéis muchos más.
paseandoporelayer.blogspot.com
jurasicoenasturias.blogspot.com
elcantodelmirlo.blogspot.com
miscuentinos.blogspot.com
xurderadio.blogspot.com
guiadelplantabosques.blogspot.com
casia-barredal.blogspot.com
recuerdogijon.blogspot.com
ozna-ozna.blogspot.com
miregionletras.blogspot.com
fotocandas.blogspot.com
rubazquez.blogspot.com

sábado, 11 de junio de 2011

LA GASTRONOMÍA ASTURIANA


Tras los primeros meses del año, intensos los rigores invernales, en los que impera el pote de nabos, el pote “d'antroxu” (con mucho cerdo), caza, embutidos y los “frixuelos”, comienza la época de las delicias que ofrece el mar.
Con los carnavales, a finales de febrero y primera quincena de marzo, llega la época de los festivales de la angula, de los “oricios” (erizos de mar) y de las ostras. Sigue la de “pixin” y la semana que Ribadesella dedica al mar o, mejor dicho, a la mar, como se dice por tierras asturianas.

Con abril finalizan los meses en cuyo nombre hay una erre y que son -dicen- los buenos para el marisco. Si hacemos dubitativa la frase es porque los entusiastas de moluscos y crustáceos comestibles los consumen sin reticencias el año entero.
También sin reticencia, sino más bién con fervor, los fieles del salmón acuden a la localidad de Pravia, donde se celebra la fiesta de esos pescados teleósteos fisóstomos que llevan tal nombre. Pero no todo es pescado en la cocina asturiana; en Grado exaltan el 2 de abril el jamón y los productos de la huerta y en la localidad de Noreña, el día 25 de ese mes celebran y consumen un preparado tan típico como el que lleva el nombre de “picadillo”.

Con excepción del festival de la “llámpara” que se celebra en Quintueles (“llámpara” es el nombre asturiano de lapa) el mes de mayo parece reservado a exaltar la gastronomía de tierra adentro. El arroz con leche de la localidad de Cabranes; el embutido de Grado, los quesos y vinos, así como también la faba de Luanco. Homenaje, éste, más que merecido, porque única, propia e irrepetible, la faba es la legumbre por antonomasia, leguminosa tan escasa como exquisita. De precio que algunos consideran elevado aunque no lo sea (su relación con la calidad lo justifica), delicada en su conservación y difícil de encontrar, su excepcional calidad -repetimos-la convierte en un auténtico lujo culinario, con el que se elabora el plato símbolo de Asturias: la fabada.
El Principado posee con su faba un auténtico tesoro gastronómico. Nadie pone en duda la alta calidad de las fabes asturianas, pero la cruda realidad, contradice muchas veces esa afirmación. Y tan alabada materia parece remitirse a un tiempo pretérito, en el que las cosas eran puntualmente como debían de ser. Y, sin embargo la faba existe. Es difícil de encontrar, pero existe. Por eso hay que buscarla donde está, y en Luanco, en el mes de mayo, se encuentra cada año.
Se encuentra principalmente en la fabada, ese lecho de legumbres en el que descansa el reposo del cerdo y cuya maestría radica en la sabia composición de los elementos que la componen: las fabes de granja; el tocino entrevenado, de la papada, blanquísimo, opaco y blando; la morcilla, lo contrario: negrísima, arrugada, hecha con sangre, cebolla, sal y grasa de cerdo, creada y ahumada con virutas de “carbayu” que es como se llama al roble, el chorizo, de lomo de cerdo, sin mezcla e igualmente ahumado y con un punto de pimentón picante; el lacón, prieto y jugoso; el jamón magro, de la mejor calidad y también el agua adecuada: ni demasiado dura ni muy blanda.

Junio es un mes en el que se afianza el buen tiempo, aunque persistan algunos días de lluvia. Comienza así la época de la caldereta, uno de los platos asturianos más sabrosos y saludables. Este plato, muy diferente a las llamadas zarzuelas en otras latitudes, era corriente entre los marineros de la costa gijonesa. En él, los pescados de roca y los mariscos carnosos se unen para componer una de las delicias del mar Cantábrico.
En el mismo junio se celebra también, en su primer o segundo domingo, el festival de la fresa en Grullos (Candamo), el de la trucha y el vino en Cangas de Narcea; el de la huerta; el de los “arbeyos” (guisantes) en Belmonte de Miranda y el de la empanada, en la Felguera (fiesta de San Pedro).

Julio es el mes de los festivales del bonito (Candás y Luanco), del cordero en los montes de Quirós (del cordero a la estaca, para ser más concretos), exactamente en el alto de la Cobertoria; así como el del arroz con leche de Miranda (Avilés).
Las celebraciones gastronómicas típicas de agosto comienzan con sardinas el día de San Felix, se recrean a mediados de mes con mariscos y postres del país en Navia y finalizan con el festival del queso de Cabrales en las estribaciones de los Picos de Europa.

Septiembre está pespunteado de fiestas, como las de la nueva huerta en Pravia y el valle del Nalón; el festival de la manzana (fuente de la apreciada sidrina) en Villaviciosa, y por San Miguel, la feria de la huerta, en Gijón. También destacan las ferias del monte y de la mar, en Colunga.

En octubre, tras la fiesta de la avellana en Infiesto (dias 1) llegan los callos con bacalao y las espinacas en el caserío del Desarme (Oviedo, el día 19) y “las fabes con gochu” en Mieres. En octubre, también se celebran los certámenes de los más famosos quesos de esta región. Entre los quesos asturianos (el Principado es quizás una de las regiones europeas con mayor variedad quesera) destaca el “gamoneo” (el más escaso y fino), el “afuega'l pitu” y, sobre todo, el Cabrales, cuya “pestífera fragancia” elogiara don Benito Pérez Galdós.

Noviembre y diciembre son meses de platos fuertes: fiesta de las castañas en Aces y Barro; la fabada y el panchón en Moreda, los nabos en Sotrondio y “les cebolles rellenes” en El Entrego. El 2 de diciembre se exalta anualmente la fabada de La Felguera, los pimientos rellenos en Blimea, el día 7 y el 8 (festival de la Inmaculada) las jornadas de caza mayor que se celebran en Tineo permiten degustar un excelente filete de rebeco con mermelada hecha a partir de las azuladas gálbulas del enebro.

No podríamos terminar una reseña-recorrido por la Asturias gastronómica sin dejar de mencionar su célebre sidra. Obtenida a partir del mosto prensado de la manzana, sometido posteriormente a fermentación, es una bebida con una baja graduación alcohólica, que alcanza entre cuatro y seis grados. Las manzanas con que se elabora la sidra son específicas, muy distintas a las de mesa, con un grado de acidez y una intensidad de sabor mucho más mayores. Hoy en día, los manzanos que producen este fruto especial crecen en las comarcas de Gijón, Villaviciosa, Oviedo, Nava, pero también en los valles de las cuencas mineras de los ríos Caudal y Nalón.

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jueves, 9 de junio de 2011

EL UROGALLO CANTÁBRICO














El urogallo cantábrico (Tetrao urogallus), denominado en Asturias “gallu de monte” o “faisán montés”, es un ave de la familia Tetraonidae, del orden Galliformes incluida en la categoría de Especies Sensibles a la Alteración de su Hábitat en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de la Fauna Vertebrada del Principado de Asturias. Su Plan de Conservación del Hábitat fue aprobado por Decreto 36/2003 del Principado de Asturias. Se considera Especie Vulnerable en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

CARACTERÍSTICAS
Se trata de un ave de gran tamaño y con un dimorfismo sexual bastante notable. Los machos adultos pesan entre 3 y 4,5 kg., con una longitud de entre 83 y 88 cm. Su plumaje es oscuro, cabeza y cuello negros con reflejos de un color verde metálico en el pecho; las alas son largas y pardas; la cola es ancha de color negro, con algunas manchas blancas. Sobre el ojo destaca una carnosidad de color rojo vivo, la carúncula. El pico es de color marfil y por debajo se dispone un penacho de pelos a modo de barba. Las patas están cubiertas de plumas.

La hembra es más pequeña y menos contrastada que el macho. Suelen pesar entre 1,5 y 2,5 kg. y no suelen superar los 70 cm. de longitud. El color de su plumaje es pardo o rojizo castaño y moteado, la cola muy redondeada.

BIOLOGÍA
El urogallo cantábrico utiliza bosques maduros de robles, hayas, abedules o pinos que además estén acompañados de un denso sotobosque donde abunden los arándanos y los acebos. Se alimenta de los brotes tiernos de haya de las ramas altas, flores de plantas, larvas e insectos, hojas de acebo, larvas, arándanos, bellotas, etc.

En la primavera se inicia el periodo de celo, que se prolonga hasta el mes de junio. Se trata de uno de los momentos clave de su ciclo vital. En ese periodo, los machos acuden a los cantaderos, que generalmente se encuentran en hayedos con pequeñas zonas aclaradas, donde lanzan su reclamo para atraer a las hembras.
La cópula se realiza en el suelo y los machos no participan ni en la incubación ni en el cuidado de la prole. La hembra hace un hoyo en el suelo forrado de vegetación donde pone de 5 a 8 huevos de color amarillo pálido punteados en pardo. La incubación dura entre 26 y 29 días.

La distribución del urogallo, como se recoge en su Plan de Conservación del Hábitat, es continua en las zonas boscosas boreales del norte de Eurasia, desde Escandinavia hasta Siberia oriental, mientras que la distribución en el centro y suroeste de Europa es discontinua. Las poblaciones más meridionales presentan en ocasiones mayor vulnerabilidad y por tanto una elevada probabilidad hacia tendencias poblacionales regresivas.
El urogallo en la Península Ibérica está presente en la Cordillera Cantábrica y en los Pirineos, constituyendo hoy en día dos subpoblaciones aisladas cuya separación taxonómica actual establece dos taxones diferenciados a nivel subespecífico: las subespecies cantábrica (Tetrao urogallus cantabricus) y pirenaica (Tetrao urogallus aquitanicus).

La población asturiana de urogallo con una población estimada en los años 2000/2001 de poco más de 100 machos, se ha visto reducida en las dos últimas décadas, con una clara tendencia regresiva, al menos en algunas de sus áreas de ocupación. La población occidental de la Cordillera Cantábrica es la que presenta un mayor porcentaje de cantaderos ocupados, en la población central y oriental el descenso ha sido más notorio. Los concejos en los que está presente la especie son: Cangas del Narcea, Degaña, Ibias, Allande, Tineo, Grandas de Salime, Somiedo, Teverga, Belmonte, Grado, Quirós, Lena, Aller, Laviana, Sobrescobio, Piloña, Caso, Ponga, Amiela, Peñamellera Alta, Peñamellera Baja, Cangas de Onís, Parres y Cabrales.

El declive del urogallo cantábrico se debe fundamentalmente a la combinación de varios factores, algunos de ellos globales, ya que la especie está disminuyendo en gran parte de su área de distribución, y otros locales. La Cordillera Cantábrica está en el límite sur de su área de distribución, por lo que el efecto de borde poblacional es más acusado. Entre los factores más importantes que parecen estar influyendo en su declive poblacional se encuentran la fragmentación del hábitat (aumento de los bordes forestales e incremento del efecto de los depredadores y ungulados competidores), la incidencia de los predadores en la fase de nidificación, el incremento de poblaciones de ungulados competidores, las molestias por la actividad humana, la baja tasa de reclutamiento juvenil y el cambio climático, éste último a escala más global.

La finalidad del Plan de Conservación del Hábitat del Urogallo en Asturias, es, de forma prioritaria, detener el declive poblacional que el la actualidad está sufriendo ésta especie. Paralelamente, se pretende favorecer la recolonización, fragmentación y deterioro de estado de conservación de la especie. Se persigue la eliminación progresiva de las amenazas mediante una mejora de la gestión del hábitat y búsqueda de fórmulas que compatibilicen los intereses de diversos sectores productivos con los requerimientos ecológicos de la especie.
El ámbito de aplicación del mencionado Plan comprende la totalidad del área actual de distribución del urogallo cantábrico en Asturias, definida por la presencia de urogallos en los últimos cinco años. De la misma forma, y en los aspectos que correspondan, se aplica en el área potencial de distribución del urogallo en la región, que es la que por sus características naturales y estado de conservación reúne condiciones como hábitat con posibilidades para ser ocupado por el urogallo y ha contado con la presencia de ejemplares hasta hace cinco años, así como en las zonas intermedias de conexión entre distintos núcleos poblacionales de la especie.
Además, se aplican medidas adicionales de protección en las “Áreas Prioritarias de Conservación” para el urogallo, entendiendo como tales los enclaves forestales de refugio, celo, reproducción y alimentación utilizados por el urogallo en diferentes estaciones y que en los últimos cinco años han estado ocupados con cierta regularidad por la especie.

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GRANDES BOSQUES ASTURIANOS


Aunque cualquier estación es buena para tomar contacto con el patrimonio natural de los bosques asturianos, os recomendamos el otoño. Es precisamente la segunda quincena de Octubre y la primera de Noviembre cuando el bosque astur alcanza cotas insospechadas de belleza, cuando el reino de la mitología entra a formar parte de su condición caduca, silenciosa y nostálgica. La foresta asturiana nos tiene reservadas cientos de excursiones.

Más del 30 por ciento del territorio del Principado está cubierto por bosques. Un buen número de éstos son autóctonos, y en la mayoría de los casos presentan un grado de conservación y regeneración notables.
Asturias tiene el privilegio de poseer todavía bosques de extraordinaria belleza y enorme riqueza biológica, poblados por árboles centenarios, osos o urogallos.
Entre las masas forestales más representativas de nuestra comunidad, descubrimos hayedos, robledales, abedulares, carbayeras, encinares, bosques de ribera o alcornocales.

No debemos desanimarnos ante la niebla o el orbayu, ni siquiera ante el aspecto fantasmagórico que a menudo presentan estos lugares, pues un bosque sin humedad ni silencio no podría llamarse así. Su encanto radica en su climatología propia, en su aislamiento. Lo mejor es usar ropa y calzado adecuado para recorrerlos, incluido un chubasquero, y así conocer de primera mano el reino de busgosu, el espíritu del bosque, que según la representación tradicional tiene dos cuernos retorcidos en la cabeza y patas de cabra. Vaga a través del bosque, nos acompaña, y de paso hace las veces de protector de árboles y animales, llegando a protegerlos de cazadores, leñadores o turistas temerarios. Pero por si acaso Busgosu no está todo lo atento que debiera, nosostros, los excursionistas, debemos respetar una máxima en nuestra visita: dejarlo todo como lo hemos encontrado. Los bosques asturianos son enormes museos pero no tienen alarmas antirrobo ni detectores de humo, así que la responsabilidad es absoutamente humana.

También conviene aprender a disfrutar de lo que nos rodea; no tener prisa y observar las copas de los árboles, ramas, líquenes, hongos y pequeños detalles en lo inmediato: rastros de animales, sonidos… Mucha gente termina la excursión sin apenas haber levantado la vista del suelo, más pendiente de no tropezar que de la belleza que le rodea a cada paso, pero conviene hacer algún descanso y disfrutar del entorno.
A continuación os proponemos visitar cuatro de los bosques más populares de Asturias. En desdeasturias.com nos ponemos como reto ir completando poco a poco esta sección, añadiendo más bosques representativos de nuestra comunidad.
Bosque de Muniellos : Es la masa forestal más extensa de Asturias, el mayor robledal de España con más de 5.000 hectáreas, y uno de los bosques atlánticos mejor conservados de toda Europa. En el año 2000 fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO y actualmente es el espacio natural más protegido de todo el Principado.
Parque Natural de Redes : se le ha otorgado el título de Reserva Natural, también el de Reserva de la Biosfera, y es que sus impresionantes arboledas, su naturaleza virgen, y la inapreciable manipulación del medio por los hombres y mujeres que lo habitan, bien merece un galardón así. Su superficie es de 376,2 Km2.

Hayedo del Monte Peloño:
las 200.000 hayas del bosque de Peloño, en el municipio de Ponga, se visten a la moda, de verde intenso durante la primavera y de un sobrio color pardo en la temporada otoño-invierno. Sus 15 kilómetros cuadrados de vestimenta están protegidos (Reserva Natural Parcial) y lo convierten en un espacio único en España, un enorme parasol que contiene la humedad atmosférica como en pocos lugares.

El bosque de Pome:
es el mayor hayedo del macizo occidental de los Picos de Europa, e internarse en él supone una experiencia exclusiva: densidad forestal, ramas, copas, hojarasca, fauna, silencio. El bosque es espeso, alto, musgoso, con espigados acebos y árboles caídos y añosos. En su interior se observan claros abiertos por antiguos aprovechamientos forestales que nos permiten parcelarlo, diversificarlo y posicionarnos en medio del laberinto.
Jardín Botánico Atlántico y la Carbayera del Tragamón : es un espacio vivo, recreado pero natural a más no poder, que ocupa 15 hectáreas de terreno perfectamente diseñadas y se convierte en un gran expositor, un microcosmos verde y florido en el que crecen más de 15.000 plantas y árboles, especies vegetales de ambos lados del Atlántico, incluyendo un bosque autóctono: la Carbayera de Tragamón.
También os animamos a conocer uno de los árboles más longevos de nuestra geografía: el Tejo, un árbol milenario.

desdeasturias.com

martes, 7 de junio de 2011

LOS TEATROS EN GIJÓN -1.800


Gijón, ciudad que partía con una oferta diversa en cuanto a estructura teatral, tenía en el teatro Jovellanos el local con mayor tradición en la ciudad. era el más antiguo de los coliseos contemporaneos asturianos, construído por el arquitecto Andrés Coello a mediados del siglo XIX. Desapareció tras la última Guerra Civil para edificar en su solar la sede del Banco de España.
El diseño del teatro fue aprobadopor la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1.851 y el edificio se inaguró en 1.854. El interior era de reducidas dimensiones, con un patio de butacas que dibujaba un pequeño semicírculo apenas prolongado y una decoración acorde al gusto de la época. La escasa capacidad del edificio y el rápido crecimiento de la ciudad motivaron la ampliación de la sala en el año 1.904, según proyecto del arquitecto Miguel García de la Cruz.

("...La fachada principal de este coliseo está ajustada al orden dórico, aunque sus columnas y capiteles son jónico-romanos. Presenta dos cuerpos laterales entrantes y el central que es saliente, tiene un magnífico vestíbulo y en su centro, arrimado al muro, la estatua de la Comedia. El interior es un perfecto semicírculo y fué decorado con gusto y elegancia imitando en todas sus partes al Teatro Real de Madrid: el techo está pintado al fresco representando en varias alegorías en las paredes laterales los retratos de los autores más fecundos del siglo XVII, Fray Felíx Lope de Vega y D. Pedro Calderón de la Barca; sus pasillos son anchos, y sus escaleras cómodas dando acceso a palcos y anfiteatros...")

EL TEATRO DINDURRA:
fue construido por iniciativa del empresario Manuel Sánchez Dindurra e inagurado el 28 de julio de 1.899. No tenemos documentación para apoyar un comentario serio de esta sala que, por otra parte, sufrió profundísimas reformas tras la Guerra Civil, de modo que el actual Teatro Jovellanos, que ocupa su lugar, es más producto de esa época que de la anterior. Sólo es posible reconstruir su aspecto a través de descripciones o testimonios gráficos de la época.

El autor del proyecto fue Mariano Marín Magallán, arquitecto que trabajó en Gijón durante el cambio de siglo (apoximadamente entre 1.894 y 1.913) dejando numerosas muestras de su labor especialmente en edificios de viviendas.
El interior reiteraba la tradicional forma de herradura, con una cabida importante, 1.300 espectadores, en sesenta palcos, cuatrocientas butacas y ochocientos asientos de anfiteatro y galería. Incidía ornamentalmente en motivos triunfales y alegóricos ya empleados en el exterior.

("... la sala era "un paraíso sembrado de luz, flores y rostros angelicales, que transportaban el espiritu a las elevadas regiones de la fantasía, haciéndonos olvidar en felices instantes, a nuestra inseparable amiga realidad...")

TEATROS-CIRCO:
En Gijón se planea y ejecuta un ambicioso proyecto destinado a dotar a la ciudad de un complejo de recreo que, en este final de siglo, ya tenían otras ciudades de gran importancia como Bilbao o Madrid. Nos estamos refiriendo a los Campos Elíseos, amplio recinto dotado de establecimientos hosteleros y unos grandes jardines en los que se ubicó el Teatro-Circo Obdulia, local que, como "Cine Campos Elíseos, se mantuvo en pie hasta la avanzada fecha de 1.964.
El arquitecto Darío Regollos trazó el primer proyecto para este Teatro-Circo en el año 1.873, aunque el diseño no llegó a realizarse por lo que la solución definitiva correspondió a Juan Díaz, Torcuato Hevia y al maestro de obras municipales Cándido González.
Todo giraba en torno a la pista central, en el sentido más circense del término. Una estructura circular que determinaba también el trazado anular del escenario y las localidades del público. Su aforo era, por entonces, de los mayores de España en edificios de este tipo con 680 butacas, 45 palcos y 1.200 asientos de galería y paseo, que podían dar acomodo a un total de 3.500 personas.
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"No sobrevivieron el Obdulia, ni el Cómico, ni El Edén. Ni siquiera sobrevivió el originario Jovellanos. Pero sí lo hizo el Dindurra. Y lo ha hecho hasta hoy. El antiguo teatro, rehabilitado y rebautizado, permanece en el paseo de Begoña 120 años después de su apertura. Porque el coliseo abrió sus puertas en el mes de julio de 1899 y el próximo julio, fecha del aniversario, estará de nuevo en proceso de remodelación.
El Teatro Dindurra, cuenta su propia historia, nació «como consecuencia de las demandas propias de una villa en evolución». En su lugar había una ermita en estado ruinoso y el Ayuntamiento decidió urbanizar toda la zona. Manuel Sánchez Dindurra, «célebre personaje por su peso en la vida de la ciudad y también por sus extravagancias» (según publicó EL COMERCIO) aprovechó esas dos circunstancias: que Gijón demandaba un teatro y que la zona había cambiado completamente de imagen. El empresario había participado antes en sociedades que llevaron a cabo algunos de los proyectos más importantes de la ciudad en aquellos momentos: la plaza de toros, el Muro, el propio paseo de Begoña...
Y así, encargó el diseño del coliseo al arquitecto Mariano Marín. La fachada original del teatro constaba de una arcada, similar a la actual y el interior tenía forma de herradura, con 22 metros de ancho y 17 de largo. El arco de escena estaba decorado con columnas corintias, molduras y ornamentos a cartón piedra, con estilo renacentista. El escenario medía 28 metros de ancho y 9 de fondo. La capacidad se repartía entre los 60 palcos, 400 butacas y 800 asientos del anfiteatro, en total, 1.300 localidades.
Manuel Sánchez Dindurra no quiso reparar en gastos. Estaba decidido a hacer del Dindurra un teatro importante, así que contrató también al escenógrafo Amalio Fernández y a la Compañía Giovannini. Con todo, a partir de aquel mes de julio de 1899 el Dindurra comenzó a ofrecer a los gijoneses espectáculos variados y de calidad, a veces con artistas locales como los cantantes Paco Meana y Luis Llaneza o los actores Manolín Muñiz y Jesús Panadero. Junto a ellos, artistas conocidos internacionalmente, como el transformista italiano Leopoldo Frégoli, que pasó por el Dindurra en 1905.
En esos años, los gijoneses aplaudieron las operetas de Franz Lehár, como 'La Viuda Alegre' o 'El Conde de Luxemburgo'; 'El Patio', de los hermanos Álvarez Quintero; 'Juan José' de Joaquín Dicenta; 'Rosas de Otoño', de Jacinto Benavente, o glorias del denominado género chico como 'Bohemios' y 'La Corte de Faraón' (que alargó sus representaciones en Gijón durante tres meses), ambas con libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios Brugueras. Cuentan que, en 1917, durante una representación, el teatro se quedó sin energía eléctrica. Unos cuantos faros de automóvil sirvieron para iluminar la sala.
Empezó después el Dindurra a acoger proyecciones de películas. Y así, compaginando unas cosas y otras, llegó hasta 1936, cuando fue incautado por el Control de Espectáculos Públicos. Siguió funcionando hasta el 14 de octubre de 1937, cuando un bombardeo lo redujo a escombros. A partir de aquí, la historia del Teatro Dindurra pasa a ser la del Jovellanos, ya que cuando fue reconstruido y reinaugurado, en 1942, lo hizo ya con el nuevo nombre".

Cinematógrafo y "Varietes"-Juan Carlos de la Madrid
elcomercio.es

domingo, 5 de junio de 2011

EL PAN DE ESCANDA


La escanda es un cereal de invierno que se ha cultivado en Asturias desde época de los astures hasta nuestros días, aunque en la actualidad de forma muy reducida. Hasta principios del siglo XX fue uno de los principales cereales panificables de nuestra Comunidad, junto con otros dos cereales de invierno.. el trigo y el centeno, este último mayoritario en la zona occidental. A partir del siglo XVII -XVIII el maíz, traído de América y de cielo primaveral, tuvo una gran aceptación ya que servía tanto para alimentar a las personas como a los animales además de poder alternar su cultivo con los otros cereales. Este último, desde su implantación, hizo desaparecer el cultivo del mijo y del panizo.

La escanda, denominada popularmente pan, se adapta muy bien al clima húmedo y poco soleado de Asturias, produciendo más en los terrenos de mediana altura, entre 400 y 600 m. Es un cereal vestido. llamado así poi-que su cascarilla o gluma no se suelta aún después de mayar en Asturias existen dos variedades de escanda: la fisga (Triticum spelta) y la povia o póvida (Triticum dicoccum), la primera fue más abundante y más apreciada ya que daba mejor pan, siendo la que se conserva en nuestros días.

Su cultivo se documenta por primera vez en las excavaciones arqueológicas de tres castros en niveles prerromanos, en su variedad Triticum dicoccum, concretamente en la Campa Torres (Gijón), el Pico el Castiello de Moriyón/Miravalles (Villaviciosa) y el Castiello de Camoca (Villaviciosa) siglos VIII -VI a. de C. En el siglo X aparece mencionado en documentación del monasterio de San Vicente de Oviedo como iscanla, iscanlula, scandula, scanla. Desde la Edad Media hasta bien avanzado el siglo XIX la escanda y el trigo fueron utilizados para pagar los foros o rentas de las tierras en especie. En el pueblo de Ambás (concejo de Grado) hasta 1920 se continuó pagando el foro en copines de grano de escanda.
Fue el cereal predominante de la zona central asturiana hasta principios del siglo XX, cuando la especialización de la casería en la ganadería (carne y leche), la llegada de la industrialización y el cambio paulatino a una economía de mercado hizo casi desaparecer su cultivo. Ya en 1908 Calixto Alvargonzález menciona como causa del abandono de su cultivo el hecho de dejar de pagar los foros o rentas de las tierras en especies y hacerlo en dinero, lo que permitió la utilización de las tierras de cultivo de cereales para praos.

En el oriente también fue un cereal importante hasta la llegada del maíz, a partir de entonces disminuyó su producción sobre todo en los concejos costeros, desapareciendo su cultivo en la primera mitad del siglo XX. En el occidente, a partir de Tineo, no se cultivó excepto en algunos concejos fundamentalmente para el pago de foros o rentas (Valdés, Boal y Castropol).
Después de la guerra civil hubo un pequeño auge de su cultivo dada la escasez de alimentos, que sólo duró algunos años.

Producción-

La siembra de la escanda se realiza en los meses de noviembre, diciembre e incluso a principios de enero. Después de prepara la tierra, la sema tradicionalmente se realizaba a voleo, es decír, echando la semilla con la mano, posteriormente con una gradia o grade se cubría el cereal, desde hace algunas décadas se utiliza también la sembradora. A diferencia de otros cereales no se siembra el grano sino la erga que es el grano recubierto de la cascarilla.
En el mes de agosto, cuando calienta el sol. se recogen las espigas de escanda con les mesories que son dos palos de madera de avellano o de fresno de aproximadamente 55 cm. unidos en uno de sus extremos por una cuerda. Las espigas se van echando en los macones, goxos; mientras los niños y algunas mujeres van detrás apelucando, cogiendo con la mano las espigas que dejan los coedores. A veces las espigas se encaman, caen, entonces hay que apelucar toda la cosecha. lo que supone mucho trabajo. Los macones o goxos llenos de espigas se llevan al hórreo o panera donde permanecen unos días. Esta labor se realizaba habitualmente en andecha, es decir, con la ayuda recíproca de algunos vecinos.

Antiguamente se mayaban las espigas en la era con los manales, dos palos de madera unidos en uno de sus extremos por una correa: con uno de los palos llamado piértigu o mocu se golpeaban las espigas colocadas sobre la era, este generalmente era de madera de acebo y más corto, y el otro denominado manueca o manopla era sujetado por el mayador. Los mayadores se colocaban en dos filas, enfrente unos de otros, cuando una fila golpeaba la otra levantaba el manal. Un día de aire las mujeres aventaban la erga con los vanos o vaños, llevando el aire la paja al ser menos pesada. También se solía realizar en andecha.

En septiembre se lleva la erga al pisón, una pequeña cantidad se reserva en el hórreo o panera para sembrar en invierno. El pisón o molín de rabilar es un ingenio de madera movido a rabil y algunos con fuerza hidráulica; sirve para desergar separar cascarilla, poxa, del grano de escanda. En los años cuarenta y cincuenta del siglo XX empezaron a proliferar los pisones a motor esta máquina incorporaba la mayadora por lo que las espigas se llevaban directamente al pisón que era transportado de pueblo en pueblo en un carro. Posteriormente estos pisones se adaptan a la elecctricidad y están situados en sitio fijo.
Cuando las espigas están verdes o algo húmedas, para que suelten mejor el grano, se chamuscan antes de introducirlas en el pisón a motor o eléctrico. Cuando utilizaban el pisón de rabil esta labor se realizaba antes de mayar las espigas con los manales.

Fuente: Maite Costales García
viejocubia.grao.net

LOS BUFONES DE LLANES


Los bufones de Llanes son un fenómeno natural producido por el violento choque de las olas contra el acantilado, donde hay unas chimeneas naturales por las que se expulsa aire a presión y agua. Esto da lugar a una especie de géiseres (los bufones), que van acompañados de un peculiar ruido similar a un bramido.
En la localidad asturiana de Llames de Pría comienza una bonita ruta costera por unos acantilados plagados de bufones, cuevas y formaciones rocosas de singular belleza.

Distancia: 11 Km
Dificultad: baja
Duración aproximada: 4 horas y media

Partimos de Llames de Pría y nos dirigimos hacia la playa de Guadamía. Pasamos por un camino de tierra que va bordeando la playa y en aproximadamente un kilómetro llegamos al Bramadoriu de Llames, un extenso campo de bufones que por su singularidad geomorfológica ha sido recientemente incluido en la Red de Espacios Naturales Protegidos con la categoría de Monumento Natural.

Si la mar está en calma, los muchos respiraderos de las cavidades subterráneas se limitan a expulsar el aire comprimido en las galerías por los golpes del oleaje. Sin embargo, en los días de fuerte marejada, el Bramadoriu se transforma en un espectáculo natural digno de contemplar. Entonces, el agua y el aire apretados en aquellas chimeneas subterráneas escapan juntos por los resquicios de la agrietada bóveda. La tierra se abre escupiendo al cielo el agua acompañada por un ensordecedor ruido.
Tal es el ruido que pueden llegar a hacer que es escuchado incluso desde los Picos de Europa. Es por ello que los pastores de la zona, desde hace ya muchos años, tienen un dicho que dice: “cuando sientas sonar el pozu pría, coge leña p’al otru día“.
A lo largo de la ruta nos encontramos con diversas formaciones rocosas y cavidades excavadas por la acción del mar al golpear la roca. Esto se ve claramente cuando llegamos a la playa de Cuevas de Mar, a la que, por cierto, accedemos a través de un hermoso camino que discurre entre encinas.
El retorno podemos hacerlo siguiendo el mismo camino de la ida o bien por el interior, siguiendo las
carreteras y caminos que nos llevan hasta Llames a través de los pueblos de Villanueva y La pesa.



rutasdecaminar.com

LA RUTA DE LES FUENTES


La hermosura del concejo de Aller se podrá comprobar si nos animamos a recorrer la llamada Ruta de Les Fuentes.
Una fácil excursión se puede iniciar en la afamada localidad de Nembra y seguir por un tramo de la llamada Ruta de Les Fuentes, en medio de bosque autóctono, donde hay desde castaños a robles, pasando por abedules, alisos, acebos, arces, hayas, tejos, fresnos y grandes helechos. La fauna salvaje que habita esos bosques está compuesta por corzos, jabalíes, zorros, ardillas, ginetas, mustélidos y gran variedad de aves, tanto simples pajarillos, con grandes rapaces, nocturnas y diurnas.

En algunos tramos de ese ancho camino real se aprecian restos de una antigua calzada, en medio de aldeas, majadas y antiguas fuentes y lavaderos.
La caminata puede comenzar cerca Nembra y seguir por La Enfistiella y El Omeal, finalizando en Agüeria y Moreda de Aller. En total serán algo más de tres horas de tranquilo paseo, entre arbolado autóctono y casi todo el tiempo en descenso, salvo pequeñas subidas. En ese recorrido se pasa por Los Corros, Los Eros, El cabanon, El Carbayu, Huertomuro, Les Fureres, El Pasauriu, Pedreu y Agüeria... Si nos animamos a caminar la parte alta, saliendo de Santibáñez se baja por Villar, Murias, Capilla de San Andrés, Arnizu y El Omeal... Todos pueblos o aldeas y majadas de gran belleza y tipismo.

La hermosa y casi desconocida Ruta Les Fuentes discurre por el valle allerano del Río Negro, llamado así por su importancia en la extracción del carbón... Comunica la zona baja del concejo de Aller con la provincia de León, antigua vía romana y posteriormente camino de peregrinos a Santiago de Compostela. La senda atraviesa entre abundantes bosques de castaños. A lo largo del camino se puede ver el paisaje del valle al fondo, así como típicos pueblos, aldeas y brañas de pastoreo, además de numerosas fuentes de agua cristalina y pura, muchas de ellas con los lavaderos comunales techados para que las mujeres de los mineros pudiesen limpiar mejor las ropas negras de los trabajadores de las explotaciones mineras; y así hacerles la tarea algo menos penosa a esas abnegadas personas. Desde la senda los pueblos y aldeas se ven como suspendidos en la montaña y, por desgracia, ya muchas de sus casas están derruidas por el abandono continuo de la gente del campo. En la zona alta aún quedan algunas minas... En los frondosos bosques, como decíamos, abundan los animales salvajes y todavía se puede escuchar el canto del urogallo.
El Ayuntamiento de Aller tiene el proyecto de construir un aula natural sobre esta mítica ave silvestre, para que todos los visitantes de la zona puedan saber cómo vive y se mueve por la Naturaleza el famoso gallu montés. Su protección es total en la actualidad, dado que está en peligro de extinción. Y de todos depende un poco el que perdure esta emblemática especie de la fauna salvaje asturiana. También se pretende hacer un cercado con ellos (aunque no serán autóctonos). Y así observarlos y estudiarnos mejor, en plan educativo.
Todo el Valle del Río Negro se vuelca con los caminantes de esta ruta, que fue señalizada y limpiada, por el Grupo Deportivo Nembra y el Ayuntamiento de Aller.

descubreasturias.com