jueves, 27 de septiembre de 2012

PRIMERAS LÍNEAS DE DILIGENCIAS


En 1856, se inició el servicio Oviedo-Gijón-Avilés a cargo de una empresa domiciliada en la capital, titulada "La Unión Asturiana", con viajes diarios de ida y vuelta. Resultó buen negocio, y años después, se fundó otra empresa con capital avilesino llamada "La Villa de Avilés".

Ambas empresas entablaron una reñida competencia para atraerse a los viajeros. Avilés se dividió en dos bandos que llegaron a apasionar a los vecinos de la villa. Los dimes y diretes en la prensa, las coplas y las pullas entre los partidarios de "La Unión" y los de "La Villa", llegaron a constituir un verdadero sainete que nunca fue escrito. Como consecuencia de esta rivalidad, los precios fueron bajando.
Al establecerse "La Villa de Avilés", "La Unión" cobraba veinticuatro reales (seis pesetas) en berlina y veinte (cinco pesetas) en el interior por el billete de ida o vuelta a Oviedo. "La Villa" puso el viaje a veinte y dieciséis reales, respectivamente. Inmediatamente los igualó "La Unión", pero "La Villa" los volvió a bajar, y así se llegó hasta los seis reales en berlina y cuatro en interior.

Esta absurda competencia (que se repetiría en otras líneas) llevó a la ruina a ambas empresas. "La Unión" llegó a contar con un déficit de ciento cuarenta mil reales, y, por su parte, "La Villa" a deber a todo el mundo, desde los sueldos de los postillones a la cebada de las bestias. Fue aquel un escándalo pintoresco, hasta el punto que "El Faro Asturiano" (22-XII-66) intervino con un editorial para aconsejar a los dos beligerantes: ( "Esta lucha tiene que ser funesta para ambas empresas y en bien de ellas proponemos a los señores socios de Avilés que suspendan una guerra que traerá graves perjuicios a honrados padres de familia, y entren en una noble y amistosa transacción cediendo por su valor a "La Unión Asturiana" si ésta consiente en ello, los efectos y valores que posea.")

Entre Gijón y Avilés no hubo hasta 1.867 un servicio regular de viajeros, pero sí existían carruajes que hacían el recorrido sin horario fijo, de lo que se lamentaba la prensa gijonesa.

Las diligencias de Oviedo a Gijón y Avilés y localidades intermedias entre Avilés y Gijón, como Luanco y Candás, eran disputadísimas en verano, pues a partir del mil ochocientos cincuenta y tantos, se impuso la moda del veraneo.

En la zona Oriental asturiana existió en primer lugar la línea o servicio de Oviedo a Pola de Siero y Villaviciosa, a través de una de las primeras carreteras  que contó Asturias.

Al establecerse en 1852 el ferrocarril Gijón-Langreo (primero de Asturias y tercero de la Península), se creó la línea de Villaviciosa a Gijón, por camino deficiente, y un empalme en El Berrón hasta Infiesto. Por cierto, que el Ferrocarrilnde Langreo obtuvo más utilidades en su primer año con el arrastre de avellanas que con el carbón. El nuevo servicio ferroviario fue muy mal recibido por los arrieros y carreteros, sobretodo en el concejo de Siero, que vivían en gran parte de los transportes del carbón.

Villaviciosa, Siero y luego Infiesto recogían los viajeros de la zona Oriental. Luego la carretera fue extendiéndose lentamente por el interior y la costa hasta Cangas de Onís, Ribadesella y Llanes.

 

Fuente visitada.
Caminos y Viajeros de Asturias. J.E.Casariego.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

LA CASA ASTURIANA


Casas Mariñanas-
La llamada casa mariñana simboliza la auténtica casa rural asturiana. Ejemplos de esta arquitectura se extienden por los concejos de Gijón, Villaviciosa, Carreño, Gozón, Las Regueras, Llanera, Oviedo, Siero y Noreña.

La casa se organiza en una planta rectangular, dotada de una cubierta de teja cerámica a dos aguas, desarrollándose en una sola altura. El portal de estas viviendas es un espacio protegido en este clima templado y húmedo, donde se descarga la paja, se hace la calceta o simplemente se charla.

Este espacio abierto y centrado en la fachada está conformado por dos cuerpos laterales, que albergan un cuarto o bodega, adosados al cuerpo básico y con acceso desde el portal. Estos espacios se emplean como dormitorios, alternando su uso con el de almacén y bodega. La cocina cuenta con un llar bajo. La acompañaba el horno, que asoma su forma redondeada a la fachada trasera. Bajo cubierta se dispone el desván que alberga el pajar, especialmente en el área sobre la cuadra, destinando los espacios sobre los cuartos a trastero y almacén de aperos.


Hornos-
Los hornos eran construcciones destinadas a la cocción del pan, vinculadas de diversas formas a la vivienda, integrados en ella o por el contrario, en el exterior de la misma. Como hace ya muchos años que la labor a la que estaban destinados dejó de realizarse de forma familiar, es muy difícil encontrarlos hoy, si bien es posible observar restos de algunos aunque sea en estado de abandono.

En ocasiones pueden estar ubicados dentro del denominado “cuartu la forna”, espacio anexionado al volumen de la casa, que tenía paso desde la cocina; También pueden constituir una construcción independiente de la vivienda el horno y la leñera, en una zona que se denomina la cordada. .

 Fuentes, bebederos, lavaderos y pozos-
Son aquellas que se destinan a resguardar espacios para el abastecimiento de agua, como son las fuentes, “bebederos”, “llavaderos” y pozos.

Fuente de caño. Es la más simple, pues consta únicamente del tubo que da salida al agua, la posterior canalización de la misma y el correspondiente acondicionamiento para colocar los recipientes.


De caño y pilón. Sirve a la vez de fuente y de abrevadero para el ganado. Se les suele llamar bebederos y están repartidas por los lugares de pasto o en el interior de las aldeas, cerca de las cuadras.

Fuente y lavadero. Es la construcción más compleja y consta del caño, el pilón y los bañales con su piedra inclinada para el lavado de la ropa. Están situados en las proximidades de los pueblos, a veces equidistantes entre dos próximos siendo, entonces, su uso compartido por los habitantes de ambos. En los que corresponden a los mayores núcleos de población es frecuente la presencia de cubierta a una o incluso a dos aguas, si se trata de una edificación mayor.


Fuentes bebederos y lavaderos prestan un servicio a la comunidad, añadiéndose en ellos a su función específica una marcada función social, ya que acostumbraban a ser puntos de reunión familiar o de encuentro..

Los pozos, cubiertos o descubiertos, están vinculados a la vivienda y su carácter es casi siempre privado.

Fuente visitada. guiastur.com/

lunes, 24 de septiembre de 2012

LES PAXARINES DE LA CATEDRAL




La tradicional venta de les paxarines:
Estas figuras de pan, que según cuenta la tradición, se inspiraron, hace ya unos trescientos años, en las pequeñas figuras halladas junto a la imagen de San Mateo.  Unas figuras consideradas de la suerte, que antes se utilizaban como amuletos que se colocaban en las ventanas para proteger a las casas de las tormentas.

 Su elaboración:
Harina de pan bañada en azafrán y luego se cubre con una capa de huevo tras amasarla. Finalmente se mete al horno. No hay más secreto. La forma de estas figuras no cambiaron mucho en los últimos años: el mateín, el perro y las cestas. A partir del año 2000 se les puso una cinta de color azul, que es el de la bandera de Oviedo. La tradición continúa.

martes, 18 de septiembre de 2012

CAMINOS DE ASTURIAS


Ya en el siglo IX, Asturias pasa de país resistente a país reconquistador; de país de inmigración para refugiados y fugitivos, a país de emigrantes y conquistadores. De Asturias hacia Galicia, hacia Cantabría, hacia lo que después han de ser León y Castilla, van saliendo multitud de soldados y colonos. Las dos grandes vías hacia el Sur siguen siendo las de los puertos de Pajares y la Mesa. Por ellas pasan, en los tiempos de Ordoño I y Alfonso III, verdaderas riadas humanas para repoblar las nuevas tierras.

 Los caminos se van arreglando, con puentes, terraplenes, abrevaderos. En el borde de la travesía que une a Oviedo con la vía romana que faldea el Naranco, se construye en tiempos de de Alfonso III la fuente llamada Foncalada, venerable y preciosa joya y único monumento de arquitectura civil de la Monarquía asturiana que hoy subsiste en la capital astur. Ella vio pasar los convoyes de carros del país, las recuas de caballerías, las formaciones de guerreros…

Puede repetirse que la red viaria de la Monarquía asturiana, vino a constituir la base de un sistema de caminos de arriería y carretería que había de durar hasta bien entrado el siglo XIX. El centro de este sistema camino, a partir del siglo IX, estaba en Oviedo. Las vías de Pajares, la Mesa y otros puertos secundarios, comunicaban con el gran escenario de La expansión leonesa. Por la espalda, hacia el norte, Llegaban a Gijón y a la ría de Avilés, en cuyas inmediaciones estaba la gran fortaleza real de Gauzón.

 El camino de La Mesa llegaba a Peñaflor, en las inmediaciones de Grado y allí se bifurcaba por el este hacia Oviedo y por la parte del oeste hacia Luarca y Galicia, siguiendo el puerto seco de La Espina. Este último camino fue el que siguió el año 842 el ejército del Rey legítimo Ramiro I para derrotar al usurpador Nepociano junto al puente que ya existía en sobre el Narcea en Cornellana.

 De la Espina salía el ramal que se prolongaba hasta el puerto de Leitariegos, y de éste el que, torciendo al este, seguía hacia Galicia, por Salime y Fonsagrada. Luego se contaba un sistema de caminos secundarios que cruzaban de norte a sur toda la región, como los que iban de Leitariegos a Luarca o del Pontón a Ribadesella, el gran río de la Reconquista y en la antigüedad limite aproximado entre cántabros y astures.

 Como caminos transversales se contaba en primer lugar el de la costa, que iba de río a río, O sea del Deva al Eo, a través muy aproximadamente de los puntos que después ocuparon Llanes, Villaviciosa, Gijón, Avilés, Pravia, Luarca, Navia y Castropol. Había también el camino de la subcosta oriental, que iba de Cangas de Onís, la primitiva Corte, a las Arriondas, Infiesto, Siero y Oviedo; y el de la occidental, que de Oviedo seguía por el Escamplero a Peñaflor y por Grado, Salas y La Espina para alcanzar el costanero en Luarca.

 Entre los caminos de sur a norte, desde Oviedo, los más concurridos fueron los de Gijón, Avilés y Pravia por el Nalón.

 El camino central de Pajares deja en el alto Medievo algunos recuerdos históricos y legendarios. Entre los primeros, el paso del mio Cid Rodrigo de Vivar, que va al Oviedo de su Jimena, formando parte de la Corte del Rey Alfonso VI y allí actúa como juez justo en el famoso “Pleito de los infanzones de Langreo”.

Entre los segundos, la leyenda del supuesto sangriento suceso provocado por Sancho de Navarra y que da origen al conocido refrán: “Si la ficiste en Pajares, pagarásla en Campomanes”.

Fuente visitada.
Caminos y Viajeros de Asturias. J.E. Casariego

domingo, 16 de septiembre de 2012

MANERAS DE VIAJAR POR ASTURIAS (S. XVIII - XIX)


A fines del siglo XVIII los viajes entre las poblaciones asturianas se hacían:

**en caballería propia. La gente rica solía ir acompañada de uno o varios criados, todos montados.

**En caballería propia con criado a pie o solo.

**En caballería alquilada por un solo viajero con su correspondiente espolique.

**A media caballería, que solía ser mulo o asno para dos viajeros, la mitad del trayecto uno iba a pie, y, alternándose en la monta, viajaban más descansados; generalmente este servicio se contrataba con un arriero.

**A caballo sobre los propios calzones, o sea, en el coche de san Fernando, la mitad a pie y la otra mitad andando, que era como viajaban los más pobres, los que no tenían prisa o los que querían “aforrar los cuartos”; así marchaba a Madrid y a Andalucía la típica emigración asturiana de aguadores, criados, etc.

Las mujeres solían montar en jamugas, esto es, en una especie de sillones que quedaban a los lados de la cabalgadura, en cada uno de los cuales iba una viajera. Las ricas llevaban lujosas jamugas de contrapeso para ir solas, generalmente en una buena mula que un criado conducía del ronzal. También había amazonas que montaban a mujeriegas con silla horquillada para encajar la pierna derecha.

No existían, hasta mediados del siglo XIX, más caminos de rueda practicables para los coches que los de Pajares a Gijón, Oviedo a Villaviciosa y Avilés. Entre estos puntos no había ningún servicio de diligencias ni carruajes de alquiler, salvo el trayecto Oviedo-Gijón. Los contadísimos carruajes particulares pertenecían, al señor Obispo y algunos nobles poderosos que los utilizaban por las carreteras citadas.

 Alquilar un caballo para ir de Oviedo a Gijón y volver en el día costaba veinte reales. Igual precio tenía si se quedaba en uno de esos puntos y la bestia tenía que ser devuelta, pues en ese caso, era necesaria la compañía del espolique a quien se acostumbraba a dar una propina de uno a dos reales para que bebiese en el camino.

Generalmente los alquiladores no dejaban sus monturas para viajes a media caballería y, como ya se indicó, este servicio estaba en manos de los arrieros de recua que cedían sus mulos o borricos cuando tenían que ir o venir “de vacío”. Un macho de arriería, alquilado individualmente o a medias, costaba de Oviedo a Luarca de ocho a dieciséis reales, según los casos.



Los espoliques eran mozos que a pie acompañaban a un jinete para su servicio, llamabáse también así a los que alquilaban caballos y regresaban luego con ellos. La figura de estos mozos, huéspedes habituales de ventas y mesones, fue muy conocida en la Asturias de otros tiempos. Hubo en Luarca, hacia 1830, un famoso en este oficio y de nombre Gumersindo, “Sindo”, que ahorrando logró convertirse en arriero y luego en en fuerte comerciante y socio de diligencias cuando se construyó la nueva carretera en 1864; había sido en su juventud un formidable andarín y era fama que llevaba recados urgentes de Luarca a Oviedo, andando por atajos de sol a sol, de modo que durante una jornada recorría la distancia de más de catorce leguas muy largas que entonces separaba ambas poblaciones a través de sendas y caminos. Solían ir a veces acompañados de un perro; llevaban un largo bastón de nudos terminados en pincho, y era frecuente que se les autorizase a usar escopeta o trabuco para defenderse de los osos, lobos y demás fieras entonces abundantes en nuestros bosques. Durante la primera guerra carlista, los espoliques tenían a gala estar a bien con ambos bandos, que a veces los utilizaban como guías y confidentes.

Fuente visitada.
Caminos y Viajeros de Asturias. (J.E.Casariego)

sábado, 15 de septiembre de 2012

LEYENDAS - (LA GÜESTIA)



La Santa Compaña es en la mitología popular gallega -y con otros nombres o el mismo en la asturiana, en la antigua región del Reino de León (provincias de Zamora y León) como Huéspeda y Extremadura, y en Castilla como Estantigua-- una procesión de muertos o ánimas en pena que por la noche (a partir de las doce) recorren errantes los caminos de una parroquia. Su misión es visitar todas aquellas casas en las que en breve habrá una defunción. El mito está presente con diversas variantes en todo el contínuum cultural astur-galaico, donde recibe otras denominaciones como Güestia, Güéspeda, Estadea, Hoste, Genti de Muerti, procesión de ánimas o simplemente Compaña.

 Aunque el aspecto de la Santa Compaña varía según la tradición de diferentes zonas, la más extendida es la formada por una comitiva de almas en pena, vestidos con túnicas blancas con capucha que vagan durante la noche.

Esta procesión fantasmal forma dos hileras, van envueltas en sudarios y con los pies descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera en el aire. Al frente de esta compañía fantasmal se encuentra un espectro mayor llamado Estadea.
La procesión va encabezada por un vivo (mortal) portando una cruz y un caldero de agua bendita seguido por las ánimas con velas encendidas, no siempre visibles, notándose su presencia en el olor a cera y el viento que se levanta a su paso. Esta persona viva que precede a la procesión puede ser hombre o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa. También se cree que quien realiza esa "función" no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Condenados a vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta). Caminan emitiendo rezos (casi siempre un rosario) cánticos fúnebres y tocando una pequeña campanilla.
A su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el bosque y se escuchan unas campanas. Los perros anuncian la llegada de la Santa Compaña aullando de forma desmedida, los gatos huyen despavoridos y realmente asustados.

Se dice que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los ojos a "La Compaña". Elisardo Becoña Iglesias, en su obra La Santa Compaña, El Urco y Los Muertos explica que según la tradición, tan sólo ciertos "dotados" poseen la facultad de verla: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla, intuirla, etc.

Para librarse de esta obligación, la persona que vea pasar la Santa Compaña debe trazar un círculo en el suelo y entrar en él o bien acostarse boca abajo. Para librarse de la Santa Compaña se debe llevar una cruz encima, rezar sin escuchar los cánticos de la Santa Compaña, o bien, en última instancia, salir corriendo.

 No sólo en Galicia se aparece esta procesión de muertos, sino también en Asturias donde la llaman La Güestia, que es una procesión también conocida como bona xente. Es un grupo de personas encapuchadas que se acercan a la casa de un enfermo moribundo, dan tres vueltas a la casa y entonces el enfermo muere. Normalmente son conocidos del moribundo. Se dice que van exclamando "Andad de día que la noche es mía".

Se cuenta el relato de una mujer que salió de su casa a por castañas pensando que ya era de día y un miembro de la procesión le dijo que era su padrino entonces ya muerto. Le tendió la mano dándole la vela encendida, ella la cogió, y al cabo de unos días enfermó y murió. Las numerosas leyendas sobre esta compañía de difuntos en pena cuentan que se aparecen en los caminos cercanos a los camposantos en busca de algo o alguien, y que siempre aparecen con un motivo por el cual es símbolo de desastre o maldición. Los motivos por lo que esta compañía de almas errantes pueden aparecer son: Para reclamar el alma de alguien que morirá pronto. Cuenta la leyenda que quien recibe la visita de la Compaña morirá en el plazo de un año. Para reprochar a los vivos, faltas o errores cometidos.
Si la falta es especialmente grave, el mortal que la ha cometido podría recibir la visita de la Compaña para que la encabece, condenado así a vagar hasta que otro mortal le reemplace. Para anunciar la muerte de un conocido del que presencia la procesión. Para cumplir una pena impuesta por alguna autoridad del más allá.

 Protección contra la Santa Compaña-
 El contar esta leyenda también supone contar el modo de protegerse contra esta procesión de no muertos; en el hipotético caso de que la compaña se presentara en presencia de alguien se debería llevar a cabo una serie de rituales para la protección que consistiría en: Apartarse del camino de la compaña, no mirarles y hacer como que no se les ve. Hacer un círculo con la estrella de Salomón o una cruz dentro y entrar en él. Comer algo. Rezar y no escuchar la voz ni el sonido de la compaña. Tirarse boca abajo y esperar sin moverse, aunque la compaña le pase por encima. Jamás tomar una vela que nos tienda algún difunto de la procesión, pues este gesto condena a formar parte de ella. En último caso, echar a correr muy rápido. Cuenta la leyenda que la Santa Compaña no tendrá el poder de capturar el alma del mortal que se cruza con ella si éste se halla en los peldaños de algún crucero de los situados en los cruces de caminos o si porta una cruz consigo y logra esgrimirla a tiempo.
                           



Fuente .Wikipedia

jueves, 13 de septiembre de 2012

SANTO ADRIANO DE TUÑÓN


En la etapa de la monarquía Asturiana ya se empieza a tener un referente histórico importante. La Iglesia de Santo Adriano de Tuñón tiene un origen prerrománico, y se cree que fue fundada en el año 891 bajo el amparo del rey Alfonso III el Magno y su esposa Doña Jimena, estando presente en el acto los obispos de Oviedo, Coímbra, Iria y Astorga. No obstante, son varias las dudas que recaen en este acontecimiento, dudándose de su autenticidad ya que el documento había salido del obispo Pelayo, cuya obra más conocida era la falsificación de datos.

El levantamiento en contra del monarca Alfonso VII en el siglo XII, protagonizado por el conde Gonzalo Peláez, en toda la zona del valle del Trubia también tiene su incidencia en el territorio municipal, al amotinarse éste en un castillo del concejo, concretamente en el de Buanga.


En el siglo XIII, es cuando podemos hablar sin ningún tipo de dudas de la historia del monasterio de Santo Adriano en Tuñón. Toda la etapa bajomedieval está relacionada con la influencia en la vida del concejo, de la dependencia obispal de Oviedo, que tenía el control sobre la zona, nombrando para controlar la zona, a parte de la nobleza que se encargaba de mantener el orden y preservar los bienes obispales. Uno de estos nobles que se encargaría de cuidar la tierra sería Gonzalo Bernaldo de Quirós, al que nombraría el obispo Alfonso Peláez.

Como ocurrió con todos los bienes de la mitra ovetense, la desamortización llevada a cabo por el monarca Felipe II bajo gracia Papal, produjo la venta al pueblo de todos los bienes en poder de la iglesia, formando Santo Adriano ayuntamiento independiente y con jurisdicción propia en el año 1589 y nombrando como capital del mismo a la localidad de Villanueva, que todavía perdura en la actualidad.


 A finales del siglo XVIII, el concejo sufre un incendio devastador que destruye gran parte de Villanueva y la vecina Proaza. El siglo XIX es importante para la vida del concejo, ya que tiene lugar una reorganización territorial, al integrase los cotos jurisdiccionales en los concejos. De este modo el coto de Llinares se integra en Proaza, el de Las Morteras en Ribera de Arriba y el de Llavares, pasa a formar parte de Santo Adriano. En 1859 las localidades de Proacina y Caranga que pertenecían al concejo, se unen a Proaza. Ya en el siglo XX San Adrianu´l Monte, muy unido al monasterio pasa a depender del concejo de Grado. En este siglo XX la ausencia de una industria fuerte y competitiva en la zona, hace que se produzcan unas salidas migratorias hacia los centros industriales de la región y de Europa, que afecta a la vida social de Santo Adriano.


Fuente. Wikipedia

viernes, 7 de septiembre de 2012

EL CONCEJO DE PESOZ.


El interior del occidente asturiano alberga concejos como el de Pesoz, donde la arquitectura tradicional se combina con restos de pasado medieval, y donde las fiestas populares dan paso en otoño a la Festa del Viño.

A media montaña, entre elevaciones que no alcanzan los ochocientos metros de altitud, Pesoz se refugia de miradas indiscretas entre bosques de robles y abedules que en estas fechas cambian de color, antes de dejar caer sus hojas y alfombrar los caminos. El concejo de Pesoz se define por un pasado medieval del que todavía quedan muestras, y una vida rural acorde a los ciclos naturales. Entre las actividades tradicionales más emblemáticas, la que da renombre al concejo es el cultivo del viñedo y la producción de vino en algunos pueblos, sobre todo en Pelorde. La producción de vino se combina con actividades agrarias y forestales, que hoy se amplían hacia el sector turístico a través del turismo rural, puesto que la zona -libre de industria- conserva ríos y bosques con sus características originarias.

 La cabecera del municipio es el propio Pesoz que centra la vida cotidiana en torno a la plaza, en la que se encuentran el Ayuntamiento y también el Palacio de Ron. Este edificio, de propiedad particular, tiene cuatro alas en torno a un patio central, y está flanqueado por dos torres. En su interior se conservan restos de una antigua torre defensiva denominada Castillo de Pesoz. Detrás del palacio se encuentra la Iglesia de Santiago de Pesoz, de origen románico todavía visible en su ábside del siglo XII.

Puesto que éste es un concejo eminentemente rural, todos los pueblos y caminos tienen su propio encanto. Entre ellos destaca el pueblo de Argul, en la margen izquierda del río Agüeira, por sus casas de piedra apoyadas sobre la roca natural y los muros de las fincas, así como los altos corredores que permiten ir entre unas casas y otras sin pisar la calle. Por debajo se forman túneles de características únicas, que se emplean para el paso de personas y ganado. Entre los edificios, cabe señalar la capilla de Argul, y la Casa de Vilar, la Casa de Bastián y la Casa del Escultor. También destaca la capilla de San Miguel, situada en un bosque por el que pasa el antiguo camino de Argul a Pesoz.

 Otra de las construcciones emblemáticas del concejo de Pesoz son los palomares, ya en desuso, pero aún existentes en varios pueblos como Villabrille, Pelorde y Argul. Se construyeron en una época donde aquí era abundante el cultivo de cereales, lo que permitía alimentar a las bandadas. Algunos están adosados a las viviendas y otros muestran en solitario su planta circular, como un bello recuerdo de otra época.

 Fuente visitada.fusionasturias.com/concejos

martes, 4 de septiembre de 2012

LOGREZANA - IGLESIA Y PALACIO



La Iglesia de santa María la Real de Logrezana tiene su origen en el monasterio del mismo nombre, otorgado por el Rey Ordoño I a la Catedral de Oviedo el año 857, y se halla en el mismo sitio de su primitivo emplazamiento.

Conserva la portada Oeste, en la que destacan los motivos vegetales de sus capiteles y su color verde, que no es más que oxido de cobre de la época; El campanario y una bellísima y elegante ventana románica en el muro Sur, que fue llevada desde el primitivo ábside en una de sus rehabilitaciones en el siglo XVII. Está decorada con círculos enfilados y en zigzag y guardapolvos ajedrezados sostenidos sobre dos columnas de fuste liso, asentadas en sendas basas.





 Don Manuel Martínez, reprodujo en piedra innumerables escenas y figuras en relieve que proceden de modelos románicos y prerrománicos y que podemos apreciar por todos los lados del templo, tanto dentro como fuera del mismo.

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Palacio de "Los Carreño"- Situado en el margen derecho de la carretera AS-19, Gijón - Avilés. Es la casa de mayor calidad y nobleza del concejo. Conserva la estructura original, de la que únicamente le falta la torre derrumbada por un rayo en el siglo pasado y no vuelta a levantar.




Cuenta además con una panera separada del caserón por un camino de carro. Se conservan además dos puertas: una principal en la fachada Oeste de medio punto del siglo XIII y otra en la pared Este, ojival, de la misma época o del siglo XIV. Sobre la primera se alza un escudo heráldico con las armas de los Carreño, Alas, Quirós y Casamayor. El Caserón también cuenta con la capilla de Nuestra Señora de la O, del siglo XVI.


Fuente visitada.terra.es/personal3/logrezana