miércoles, 22 de julio de 2015

LOS VAQUEIROS DE ALZADA


Gaspar Melchor de Jovellanos definió a los habitantes de las brañas como “vaqueiros” porque vivían de la cría de ganado vacuno, y “de alzada” porque su asiento no es fijo, sino que “alzan” su morada y residencia para emigrar anualmente, al llegar la primavera, con sus familias y ganados a los altos pastos. Los vaqueiros rigen su vida y costumbres en una mágica comunión con la naturaleza. Para el mes de mayo las familias subían con el ganado hasta las montañas del interior en busca de frescos prados para regresar de cara al invierno a las brañas más próximas a la costa donde las comunidades vaqueiras desarrollaban sus actividades. ´


Hay dos fechas que marcan el inicio y fin de la alzada: San Miguel de mayo y San Miguel de septiembre. Llegada esta fecha, los vaqueiros regresan de las altas montañas del interior a las zonas bajas junto a la costa. La revolución de los transportes ha afectado, lógicamente, a este viaje entre las brañas, que ahora se hace con medios motorizados, subiendo y bajando el ganado y los enseres con camiones, en vez de formar esas procesiones en las que antaño las familias enteras con sus enseres practicaban la trashumancia.


La marginación de los Vaqueiros de Alzada como grupo social ha sufrido por parte de Xaldos (aldeanos ribereños) y Marnuetos (aldeanos de las marinas) un trato injustificado. Así, cuando los Vaqueiros bajaban al mercado o a la romería de alguna villa, tenían que organizar sus propios bailes en un lugar apartado de los demás Xaldos o Marnuetos. En las tabernas se les servía la bebida en vasos de cuerno en lugar de un vaso de cristal, y así infinidad de detalles marginales.


Esta marginación de los Vaqueiros de Alzada como grupo social ha sufrido por parte de Xaldos y Marnuetos un trato injustificado. Así, cuando los Vaqueiros bajaban al mercado o a la romería de alguna villa, tenían que organizar sus propios bailes en un lugar apartado de los demás Xaldos o Marnuetos. En las tabernas se les servía la bebida en vasos de cuerno en lugar de un vaso de cristal, y así infinidad de detalles marginales. Las burlas hacia los Vaqueiros eran frecuentes y los insultos crueles. Ese odio ilógico de los Xaldos creó en los Vaqueiros un odio recíproco y un desprecio hacia los aldeanos, al os que les cantaban coplas como:

"Vale más un Vaqueiro que Veinticinco aldeanos".


Las absurdas diferencias de Xaldos y Vaqueiros han desaparecido del todo o casi del todo. Pero en Tineo, como en los demás concejos con fuerte presencia Vaqueira, aún se es o no Vaqueiro, se vive o no en un pueblo vaqueiro, se tiene o no sangre vaqueira, sin peyorativos. La iglesia, participó activamente en la discriminación padecida por los Vaqueiros. Y es que en algunas parroquias se halla dividida la iglesia en dos partes por medio de una baranda o portón de madera que la atraviesa y corta de un lado a otro. En la parte más próxima al altar se congregaban los parroquianos de las aldeas, como en la más digna, a oír los oficios divinos, y en la parte inferior los Vaqueiros.


Tampoco el acceso a la iglesia era por la misma puerta, marcada así una puerta o arco por una inscripción en las losas o en el suelo que hacía más evidente dicha separación. Tampoco podían los Vaqueiros portar cruces, pendones e imágenes en las procesiones. Jovellanos en el año 1792 anotó ya en sus diarios que: "hay un pleito escandaloso con los Vaqueiros, a quienes no se les puede dar la Sagrada Comunión sino a la puerta de la iglesia, ni dejar internarse en ella a los divinos oficios". Numerosas veces pleitearon los Vaqueiros para acabar con tan injusto orden de cosas, pero, salvo en las contadas ocasiones en que encontraron un párroco comprensivo, siempre llevaban las de perder.


Empezó a cambiar la situación en el siglo XIX, con la instauración en España del constitucionalismo. Según Acevedo, eran los Vaqueiros un pueblo muy creyente y fiel a sus creencias, los cuales se inscribían en las cofradías de la parroquia y contribuían siempre a la iglesia con limosnas. Los Vaqueiros mantenían una tradición exclusiva, la bendición del ganado por la Virgen Vaqueira, que era la Virgen del Acebo.


 Fuentes visitadas.
Wikipedia.
  www.tineo.es

viernes, 3 de julio de 2015

HISTORIA DE CUDILLERO


El hecho más trascendente del siglo XIII es la aparición de la primera noticia acerca de la existencia de la hoy villa de Cudillero, en la donación efectuada por Arias González Valdés al monasterio de Obona (concejo de Tineo, Asturias), en 1285, de «un suelo en el puerto de Cudillero, donde pudieran vender pan, y una cabaña con salida al mar sin que ningún señor se lo estorbase».


Agustín Bravo (Roque), cualificado autor de Cudillero (t. 3 de la obra «Asturias» dirigida por Bellmunt y Canella y publicada en 1900), supone que los primeros pobladores de la villa-capital eran pescadores procedentes de otros puertos de la costa cantábrica o de mares más alejados y escapados de los normandos, que se instalaron aquí por la fácil entrada y la situación resguardada del puerto, dándole el nombre de Codillero (quizá proveniente de «codo» o «codillo», en alusión a la forma del puerto), así llamado en el siglo XIII. Cabe otra interpretación: que dicho topónimo derive de la palabra latina cos-cotis («piedra»), concretamente de cotellum-cotellarium, [en castellano] «pedrero, playa de guijarros» (Álvarez del Busto). Estas gentes tenían modos de vida distintos a los de los labradores de la zona, por lo que tardaron mucho tiempo en entremezclarse.


Si los habitantes del concejo reciben el nombre de cudillerenses, los de la villa son conocidos como pixuetos, en clara correspondencia con la actividad dominante de la pesca, pues pixueto tiene su origen en el vocablo latino piscis y la terminación germánica ottu (Álvarez del Busto). En Cudillero vivían en barrios separados lospixuetos, instalados éstos en las proximidades del mar, y los caízos o terrestres, en el barrio de La Cai, a los que los primeros ignoraban por completo, manteniéndolos discriminados.


Gran parte del concejo de Cudillero estuvo bajo el poder feudal de los Omaña durante cerca de trescientos años (del XIII al XVI). A pesar de no tratarse de un coto jurisdiccional, A. J. de Banzes alude a las vejatorias imposiciones de esta poderosísima familia: «Los señores de la Casa de Omaña [...] tenían extraordinarias regalías, que es de tradición las perdieron por un litigio. No se podía poner fuego, abrir puerta ni ventana, antes que ellos lo hiciesen, en casa alguna del pueblo; y sin su licencia, ni se fabricaba alguna de nuevo. Tenía un pez de cada barco, que valía en la concha; y puerta particular para entrar en la iglesia...». Esta denigrante situación propició frecuentes enfrentamientos con los disconformes pixuetos, recurriéndose a armas y, mayormente, a pleitos para zanjar diferencias.


El Palación o Castiallu, nombre de la casa feudal de los Omaña, estaba instalado en el solar donde se levantó el Ayuntamiento en el s. XIX, junto a la iglesia. Imponía su posición, altiva, sobre una roca en el fondo del pequeño abrigo costero, dominando el puerto. Se trataba, según Fortunato Selgas, de «un edificio de planta irregular, debido a las desigualdades de la roca en que se sustentaba; y sus muros, de estructura incierta, trabajados de fortísima argamasa, tenían gran anchura, especialmente en los sitios más fáciles de expugnar». Por su parte, A. Bravo lo describe como «fuerte, con saeteras, almenas y torre del homenaje, con chimenea-anuncio para encender los hogares de las demás casas».


A pesar de todo, Cudillero se convirtió en un famoso centro pesquero, que en el siglo XV solicitó la concesión del privilegio del alfolí (almacén) de la sal, petición, al parecer, no concedida nunca. Durante la etapa feudal, los pescadores formaron su gremio. De aquí salieron, otrora, intrépidos pescadores hacia las costas de Flandes, Inglaterra, Escocia o Portugal, y fueron muchos los que participaron en el cerco a Gibraltar y en las campañas de conquista de Sevilla y La Florida.


La Edad Moderna confirma a la villa pixueta como uno de los principales centros pesqueros del frente marítimo asturiano. Las obras de remodelación del puerto comenzaron en 1787 y, según Jovellanos, costaron 400.000 reales. Sin embargo, pese a los trabajos realizados en el transcurso del siglo XIX, en las postrimerías de esa centuria A. Bravo denuncia que la infraestructura portuaria resulta insuficiente para enfrentarse a la intensa actividad que en ella tiene lugar... 

Fuente visitada www.cudillero.es/historia