domingo, 30 de agosto de 2015

LA CUEVONA DE CUEVAS DEL AGUA (RIBADESELLA)


La grandiosidad de sus bóvedas, iluminadas, y los cerca de 300 metros de recorrido conceden una sensación desconocida frente al volante. Es fácil deducir que esta inmensa caverna ha sido desde siempre el único acceso a la aldea de Cuevas del Agua.


Un paso que anteriormente discurría por un vial habilitado por los vecinos, y que la modernidad y la urgencia de las comunicaciones, convirtió en el último tramo de una carretera local que muere poco después de atravesar la cueva.


Cabe destacar la existencia de una salamandra ciega, que habita en el interior de la cueva, otros animales ocasionales son una especie de rana y los murciélagos. Estos últimos debido a la presencia humana ya no anidan en la cueva como lo hacían antaño.


Formaciones calcáreas: Las estalactitas, estalagmitas, columnas, coladas conforman el paisaje interno de la cueva. Destacan diferentes formaciones que han sido nombradas como: «la lengua del diablo», «las barbas de Santiago» o las «estalactitas de bandera»


El pueblo de Cuevas goza además de una situación privilegiada, su orografía envidiable a orillas del río Sella y al pie de la montaña, unido a su peculiar acceso, la convierten de alguna manera en una auténtica aldea pérdida, donde se conservan como en pocos lugares las señas de identidad de la vida rural. Se trata del pueblo del municipio con mayor número de hórreos.


Junto con las cercanas poblaciones de Tresmonte y Xuncu ofrece numerosos elementos etnográficos y muestras de arquitectura tradicional. Cuevas del Agua es una localidad de apenas medio centenar de habitantes a unos siete kilómetros de la villa de Ribadesella.


 Para llegar aquí partimos del casco urbano, cruzamos el puente dirección a la playa y giramos a mano izquierda, hacia las Cuevas de Tito Bustillo. Unos 900 metros después, pasamos los pueblos de La Huertona y Sardalla; unos 700 metros más allá al coronar un tramo ascendente encontramos la señalización a Cuevas del Agua. Desde esta bifurcación seguimos la carretera hasta el final 

Fuentes visitadas. www.desdeasturias.com
Wikipedia.

martes, 18 de agosto de 2015

LA REGENTA Y SU AUTOR


En una ciudad de provincias, Vetusta, vive Ana Ozores, de familia noble venida a menos, casada con don Víctor Quintanar, regente de la Audiencia, del cual le viene el apelativo de "la Regenta". Ana se casó con don Víctor en un matrimonio de conveniencia. Bastante más joven que su marido, al que le une más un sentimiento de amistad y agradecimiento que de amor conyugal, su vida transcurre entre la soledad y el aburrimiento.
Es una mujer retraída, frustrada por no ser madre y que anhela algo mejor y desconocido. La Regenta es, sin duda, la obra maestra de Clarín y una de las novelas más importantes de la literatura española. En ella se retrata en toda su complejidad una ciudad de provincias, Vetusta (nombre tras el que se esconde Oviedo), en la que está representada la sociedad española de la Restauración.


Clarín somete a una irónica crítica a todos los estamentos de la ciudad: la aristocracia decadente, el clero corrupto, las damas hipócritas, los partidos políticos. Todo ello conforma una atmósfera social asfixiante, opresiva, con la que choca la protagonista, Ana Ozores. Su temperamento sensible y soñador la lleva a refugiarse en el misticismo, pero su confesor, el canónigo Fermín de Pas, la decepciona cuando intenta aprovecharse de ella. Cae entonces en brazos de Álvaro Mesía, un mediocre don Juan, con el que vivirá una relación amorosa que no resultará ser más que un sucedáneo de sus ideales románticos. En el enfrentamiento entre Ana y Vetusta, la primera acabará siendo vencida, y, en consecuencia, marginada.


 Leopoldo Alas, como otros autores liberales del siglo XIX, fue repetidamente vetado por aquellos que se encargaban de preservar los principios del nacional-catolicismo y del régimen político en impresos y libros. Su discurso se consideró peligroso e inconveniente bajo la dictadura.
La Regenta fue objeto de varios expedientes, y es interesante constatar que siempre se consideró altamente peligrosa, incluso cuando se accedió a su publicación.
En 1956, Alfredo Herrero Romero solicita permiso para editar dos mil ejemplares de La Regenta. Se le deniega siguiendo instrucciones del censor, que afirma que la obra no ataca al dogma pero sí a la moral, a la Iglesia y a sus ministros. Además se refiere a la «inveterada fobia anticlerical» del autor, pero admite que Alas tiene una «pluma magistral» y que La Regenta es una «joya de la literatura».
La prohibición se mantuvo hasta 1962, en que se abrió un nuevo expediente a instancias de Editorial Planeta. Esta vez el informe aparece firmado por Manuel de la Pinta Llorente, lector al que se le debe la recomendación de consentir la edición de otras obras decimonónicas de azarosa suerte frente a la censura. Así, la obra viene a ser consentida gracias exclusivamente a sus extraordinarios méritos artísticos.


Fuente visitada.wikipedia