La avellana guarda de forma hermética su fruto. Una cáscara dura que sólo cruje por presión de los dientes o de algún artilugio. El sabor interior de la avellana es parte del sabor rural de Asturias y de su paisaje, en el que dominan arbitrariamente los avellanos, cuyas varas han sido útiles generación tras generación para muchas labores del campo, y no sólo para instigar al ganado.
El primer domingo de octubre, la localidad de Infiesto rinde homenaje a esas avellanas que hace unos siglos partieran para el continente amontonadas en barcos en exclusiva (en pleno siglo XVIII era normal ver llegar buques ingleses al puerto de Gijón para cargar avellana, y lo mismo sucedía en el puerto de Villaviciosa y Ribadesella). La producción asturiana sufrió un largo traspiés por otro tipo de especializaciones ganaderas que la sucedieron, así como una baja cotización del producto. El avellano siempre presente quedó desde entonces escondido en el paisaje, sin ningún afán de explotación o comercialización. Sólo algunas zonas como Piloña, con Festival de la Avellana incluido, intentan recuperar el símbolo de la avellana, y también el potencial comercio de este fruto seco, cada vez más demandado en bruto y como derivado para la repostería o empresas licoreras. Asturias, con decadencia avellanera y todo, ocupa el segundo lugar nacional de producción tras Cataluña. Cuenta con variedades autóctonas tales como: Negreta, Amandi, Quirós, Espinareda, Casina y Villaviciosa, que ocupan un lugar preferente en la escala internacional de calidades.
En la Piloña actual, la avellana ha encontrado de nuevo justo reconocimiento en calidad y camina hacia la cantidad renovando sus árboles y creciendo en nuevas plantaciones. La avellana tiene futuro y se ve respaldada en estas tierras por contar con marca propia. También ayuda mucho la organización de un festival que ha superado su triségimo aniversario, que ya se ha acerca en ventas a las 20 toneladas en apenas dos días de mercado, y que se convierte en lugar emblemático de la avellana asturiana por encima de otros concejos que también contaron con gran tradición avellanera como Aller, Cornellana, Teverga, Belmonte, Grado, Quirós o Allande.
www.picosdeuropa.com
El primer domingo de octubre, la localidad de Infiesto rinde homenaje a esas avellanas que hace unos siglos partieran para el continente amontonadas en barcos en exclusiva (en pleno siglo XVIII era normal ver llegar buques ingleses al puerto de Gijón para cargar avellana, y lo mismo sucedía en el puerto de Villaviciosa y Ribadesella). La producción asturiana sufrió un largo traspiés por otro tipo de especializaciones ganaderas que la sucedieron, así como una baja cotización del producto. El avellano siempre presente quedó desde entonces escondido en el paisaje, sin ningún afán de explotación o comercialización. Sólo algunas zonas como Piloña, con Festival de la Avellana incluido, intentan recuperar el símbolo de la avellana, y también el potencial comercio de este fruto seco, cada vez más demandado en bruto y como derivado para la repostería o empresas licoreras. Asturias, con decadencia avellanera y todo, ocupa el segundo lugar nacional de producción tras Cataluña. Cuenta con variedades autóctonas tales como: Negreta, Amandi, Quirós, Espinareda, Casina y Villaviciosa, que ocupan un lugar preferente en la escala internacional de calidades.
En la Piloña actual, la avellana ha encontrado de nuevo justo reconocimiento en calidad y camina hacia la cantidad renovando sus árboles y creciendo en nuevas plantaciones. La avellana tiene futuro y se ve respaldada en estas tierras por contar con marca propia. También ayuda mucho la organización de un festival que ha superado su triségimo aniversario, que ya se ha acerca en ventas a las 20 toneladas en apenas dos días de mercado, y que se convierte en lugar emblemático de la avellana asturiana por encima de otros concejos que también contaron con gran tradición avellanera como Aller, Cornellana, Teverga, Belmonte, Grado, Quirós o Allande.
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En mi infancia aún iban por el pueblo intermediarios a comprar avellana al peso, luego empezaron a pagar poco o directamente dejaron de pasar por allí. Mis vecinos, y nosotros mismos, la recogemos para el consumo propio, pero nos acaba sobrando un montón porque apenas se comen. Es una lástima que no se pueda aprovechar mejor este delicioso fruto.
ResponderEliminarSaludos.
Es una lástima, luego las acabamos comprando en la frutería de Gerona...
ResponderEliminarConozco gente que llevaron a mediados de los sesenta del pasado siglo caserías en renta cuya producción era básicamente la avellana y gracias a los rendimientos obtenidos pudieron comprar su piso en Gijón, o sea que figúrate la importancia que tenía el asunto.
ResponderEliminarSon tan bonitas las hileras de avellanos en primavera y verano, o en otoño cuando están cargadas de frutos...