Gijón es una de las ciudades de la franja costera cantábrica que conserva mayor número de jardines privados de interés histórico y artístico. En cantidad y calidad, los espacios verdes en régimen de propiedad privada pueden codearse por sus valores estéticos y medioambientales con los de urbes como Bilbao, San Sebastián y Santander. Y, dentro de Asturias, la hegemonía en esta materia es indiscutible por el tamaño de su población y la extensión de algunas de sus parroquias rurales.
El nuevo catálogo urbanístico protegerá más de un centenar de estos jardines que, en la actualidad, sólo pueden ser entrevistos, tras los cierres de las fincas, desde la vía pública. La mayoría de dichos vergeles privados que tienen vedado el acceso se encuentran localizados fundamentalmente en Somió, lugar habitual de residencia de las clases más pudientes, Cabueñes, Jove, Deva, Caldones. Porceyo, Granda y Bernueces.
Los tres más extensos
Entre los jardines con mayor superficie sobresalen tres vinculados a la antigua nobleza local: la Quinta de los Condes de Revillagigedo en Deva, con 255.000 metros cuadrados; la Quinta de los Condes de Rodríguez San Pedro, con más de 214.000 metros cuadrados, y el Palacio del Recuestu, perteneciente a la Condesa de Riansares en Roces, con unos 112.000 metros cuadrados.
Entre los pertenecientes a la antigua burguesía gijonesa, el vergel que se conserva en mejor estado y sin proceso de segregación es La Concepción o Quinta Bauer, también conocida como finca de los Figaredo en Fuejo-Somió, con más de cinco hectáreas. En segundo lugar se encuentran los jardines de la Fundación Evaristo Valle, con una extensión próxima a las dos hectáreas donde, a juicio de los autores del catálogo urbanístico, se conserva la mejor obra de jardinería de la ciudad.
La vegetación asturiana compuesta de hayas, robles, castaños, nogales, acebos y tilos, entre otros, aparece bien representada en los jardines privados gijoneses donde hay una simbiosis de estilos muy grande. Incluso existen algunos ejemplos de fincas que albergan retazos de bosques antiquísimos dentro de la propiedad en la zona alta de la parroquia de Somió. Para localizar estas fincas privadas hay que acudir a los barrios de La Corolla y San Lorenzo.
La introducción de palmeras exóticas con fines ornamentales está ligada a la ostentación del poder social y al recuerdo de los indianos que regresaban a su tierra natal en el siglo XIX y comienzos del XX.
El nuevo catálogo urbanístico protegerá más de un centenar de estos jardines que, en la actualidad, sólo pueden ser entrevistos, tras los cierres de las fincas, desde la vía pública. La mayoría de dichos vergeles privados que tienen vedado el acceso se encuentran localizados fundamentalmente en Somió, lugar habitual de residencia de las clases más pudientes, Cabueñes, Jove, Deva, Caldones. Porceyo, Granda y Bernueces.
Los tres más extensos
Entre los jardines con mayor superficie sobresalen tres vinculados a la antigua nobleza local: la Quinta de los Condes de Revillagigedo en Deva, con 255.000 metros cuadrados; la Quinta de los Condes de Rodríguez San Pedro, con más de 214.000 metros cuadrados, y el Palacio del Recuestu, perteneciente a la Condesa de Riansares en Roces, con unos 112.000 metros cuadrados.
Entre los pertenecientes a la antigua burguesía gijonesa, el vergel que se conserva en mejor estado y sin proceso de segregación es La Concepción o Quinta Bauer, también conocida como finca de los Figaredo en Fuejo-Somió, con más de cinco hectáreas. En segundo lugar se encuentran los jardines de la Fundación Evaristo Valle, con una extensión próxima a las dos hectáreas donde, a juicio de los autores del catálogo urbanístico, se conserva la mejor obra de jardinería de la ciudad.
La vegetación asturiana compuesta de hayas, robles, castaños, nogales, acebos y tilos, entre otros, aparece bien representada en los jardines privados gijoneses donde hay una simbiosis de estilos muy grande. Incluso existen algunos ejemplos de fincas que albergan retazos de bosques antiquísimos dentro de la propiedad en la zona alta de la parroquia de Somió. Para localizar estas fincas privadas hay que acudir a los barrios de La Corolla y San Lorenzo.
La introducción de palmeras exóticas con fines ornamentales está ligada a la ostentación del poder social y al recuerdo de los indianos que regresaban a su tierra natal en el siglo XIX y comienzos del XX.
ANTIGUA QUINTA ANSELMO CIFUENTES
La parcela histórica era muy superior en extensión a la actual. Parece ser que su perímetro estaba bien marcado por la propia carretera de Ribadesella a Canero N-632, el camino de la Escuela, el de la Xigal y la pequeña carretera que enhebra con el camino de la Mangada. Inicialmente, perteneció a Don Anselmo Cifuentes (1822-1892), pionero de la industrialización gijonesa, quien fundara, con otros avanzados, la fábrica de vidrios «La Industria» en el año 1844, la
también del diario local «El Comercio» en el año 1878, entre otras iniciativas.
La primera es la parcela que mejor representa la historia del total. Bautizada como «La Pontica», da nombre al barrio de Cabueñes. También se conoce como «Los Tejos» y suponemos que será por el gran número de ejemplares que alberga. Conserva rasgos auténticos de la época de Don Anselmo. Los tejos son las especies mejor representadas y destaca un túnel arbolado que culmina con una gran secuoya.
Además de estos árboles, que se encuentran situados con cierta aleatoriedad sobre el terreno, hay reminiscencias de haber tenido parterres de setos podados. Al fondo, detrás de las edificaciones, podemos encontrar una antigua cancha de tenis y una pequeña piscina o estanque circular.
La segunda, conocida como «El Raitán» fue la morada de Don Eduardo Herrera Bueno, más conocido como «Herrerita» y considerado por los entendidos como el mejor futbolista asturiano de todos los tiempos.
En 1957 la propiedad fue comprada por Don Rafael Paquet quien cargó con la rehabilitación de la casa y el jardín. Seguramente, el nombre actual de la finca viene de este momento. Además de la magnífica edificación, en gran parte aprovechada de la original de Anselmo Cifuentes, que se ubicaba más septentrionalmente, alberga una hermosa capilla traída de Castiello, cuando ésta estaba en ruina, a través de un acuerdo con el Arzobispado. Trazado por Don Rafael con la ayuda de su mujer María Elena López Acevedo y mantenido por un jardinero de nombre Manuel, la parcela, con forma de punta de lanza, tiene varios rincones diferenciados para el jardín.
La entrada, después de atravesar el portón de acceso, nos descubre un pequeño paraíso en el que el agua y lo verde nos envuelven en una atmósfera muy especial. Existen multitud de fuentes ornamentales de las que sólo una es original de la época de Don Anselmo. El resto fueron instaladas por Don Rafael, inspirándose en los canales de la Alhambra. Todas ellas están interconectadas, el agua pasa de la fuente de la rana a la del caballo, de ésta a otra que fue traída de Salamanca, al igual que una antigua pila bautismal de la que crecen cintas, y al final, desaguan en un largísimo estanque con varios saltos que producen un rumor líquido incomparable.
Botánicamente, en primer término, hay grandes plátanos, nogales, magnolios, tejos y abedules, repartidos de forma aleatoria, pero racional, entre la capilla, el invernadero, los canales y las fuentes. Hay un espacio dedicado a rododendros y otro a frutales donde destacan un viejo peral y un membrillo. Aquí, a la entrada, también había un cedro que por desgracia cayó. Al Norte, crece un pequeño bosquete de robles americanos que parecen contar entre 35 y 40 años. Cerca está la piscina, también al fondo. A su alrededor crecen varios macizos de rosas inglesas, hortensias y buganvillas trepadoras. El cierre es de laurel.
Los actuales propietarios, descendientes de Paquet, han dedicado un roble (Quercus robur) a cada uno de sus hijos. Entre otros árboles curiosos tenemos que contar una auténtica secuoya traída del Parque Nacional de Yosemite en los Estados Unidos, un raro árbol de Katsura o Cercidiphyllum japonicum, un haya purpúrea, una glicinia trepadora en una de las fachadas, un ceanotos, una magnolia china o árbol lirio, un ginkgo y varias tuyas o árboles de la vida, una de ellas enorme y antiquísima, que aparece podada por su lado más occidental para permitir el acceso a la casa por el camino.
En un rincón del jardín, cercano al bosquete de robles americanos, hay una preciosa figura hecha por Christa Beissel, escultora nacida en 1927 en la ciudad bávara de Friburgo (Alemania) que vivía en la casa de la parcela contigua a «El Raitán» junto con su marido Don Enrique Alvargonzález.
también del diario local «El Comercio» en el año 1878, entre otras iniciativas.
La primera es la parcela que mejor representa la historia del total. Bautizada como «La Pontica», da nombre al barrio de Cabueñes. También se conoce como «Los Tejos» y suponemos que será por el gran número de ejemplares que alberga. Conserva rasgos auténticos de la época de Don Anselmo. Los tejos son las especies mejor representadas y destaca un túnel arbolado que culmina con una gran secuoya.
Además de estos árboles, que se encuentran situados con cierta aleatoriedad sobre el terreno, hay reminiscencias de haber tenido parterres de setos podados. Al fondo, detrás de las edificaciones, podemos encontrar una antigua cancha de tenis y una pequeña piscina o estanque circular.
La segunda, conocida como «El Raitán» fue la morada de Don Eduardo Herrera Bueno, más conocido como «Herrerita» y considerado por los entendidos como el mejor futbolista asturiano de todos los tiempos.
En 1957 la propiedad fue comprada por Don Rafael Paquet quien cargó con la rehabilitación de la casa y el jardín. Seguramente, el nombre actual de la finca viene de este momento. Además de la magnífica edificación, en gran parte aprovechada de la original de Anselmo Cifuentes, que se ubicaba más septentrionalmente, alberga una hermosa capilla traída de Castiello, cuando ésta estaba en ruina, a través de un acuerdo con el Arzobispado. Trazado por Don Rafael con la ayuda de su mujer María Elena López Acevedo y mantenido por un jardinero de nombre Manuel, la parcela, con forma de punta de lanza, tiene varios rincones diferenciados para el jardín.
La entrada, después de atravesar el portón de acceso, nos descubre un pequeño paraíso en el que el agua y lo verde nos envuelven en una atmósfera muy especial. Existen multitud de fuentes ornamentales de las que sólo una es original de la época de Don Anselmo. El resto fueron instaladas por Don Rafael, inspirándose en los canales de la Alhambra. Todas ellas están interconectadas, el agua pasa de la fuente de la rana a la del caballo, de ésta a otra que fue traída de Salamanca, al igual que una antigua pila bautismal de la que crecen cintas, y al final, desaguan en un largísimo estanque con varios saltos que producen un rumor líquido incomparable.
Botánicamente, en primer término, hay grandes plátanos, nogales, magnolios, tejos y abedules, repartidos de forma aleatoria, pero racional, entre la capilla, el invernadero, los canales y las fuentes. Hay un espacio dedicado a rododendros y otro a frutales donde destacan un viejo peral y un membrillo. Aquí, a la entrada, también había un cedro que por desgracia cayó. Al Norte, crece un pequeño bosquete de robles americanos que parecen contar entre 35 y 40 años. Cerca está la piscina, también al fondo. A su alrededor crecen varios macizos de rosas inglesas, hortensias y buganvillas trepadoras. El cierre es de laurel.
Los actuales propietarios, descendientes de Paquet, han dedicado un roble (Quercus robur) a cada uno de sus hijos. Entre otros árboles curiosos tenemos que contar una auténtica secuoya traída del Parque Nacional de Yosemite en los Estados Unidos, un raro árbol de Katsura o Cercidiphyllum japonicum, un haya purpúrea, una glicinia trepadora en una de las fachadas, un ceanotos, una magnolia china o árbol lirio, un ginkgo y varias tuyas o árboles de la vida, una de ellas enorme y antiquísima, que aparece podada por su lado más occidental para permitir el acceso a la casa por el camino.
En un rincón del jardín, cercano al bosquete de robles americanos, hay una preciosa figura hecha por Christa Beissel, escultora nacida en 1927 en la ciudad bávara de Friburgo (Alemania) que vivía en la casa de la parcela contigua a «El Raitán» junto con su marido Don Enrique Alvargonzález.
VILLA GARCÍA-SOL
Los herederos de García-Sol, un emigrante que había amasado una fortuna en ultramar, concretamente en Cuba, deseaban estar a la altura del resto de familias de buena posición e influencia del Gijón de la época.
La monumental edificación es de principios del siglo XX y es obra de Manuel del Busto. El jardín, sin ser un prodigio en cuanto al trazado, se supo vestir con todo tipo de elementos enriquecedores, logrando una perfecta armonía y equilibrio con el lujoso edificio al que habrían de acompañar.
Los jardines de García-Sol eran de sobra conocidos por sus fiestas y agasajos. El mismo Príncipe de Asturias, que luego sería el Rey Alfonso XIII fue uno de sus asistentes más sonados con ocasión de su visita a la ciudad para la inauguración de la primera Feria de Muestras en 1924.
José Valdeón, cuenta una anécdota en su obra Jardines Clásicos de Asturias, y dice que “aquella noche de agosto Su Alteza Real y el resto de la comitiva se encontraban cómodamente instalados en los jardines cuando, de pronto, una falta en el fluido eléctrico dejó a oscuras toda la finca. El señor García-Sol tranquilizó rápidamente a sus invitados
instándoles a que no se preocuparan del asunto. De inmediato comenzaron a aparecer lacayos vestidos con librea y portando en su mano candelabros de plata con velas encendidas. Se dice que salieron ciento cincuenta, con lo que la fiesta continuó sin más sobresaltos hasta altas horas de la madrugada.
Imaginamos el efecto de sorpresa entre las personas allí congregadas y el eco que este acontecimiento tuvo en la sociedad gijonesa, la cual llegó a sospechar de la intencionalidad del evento, con el fin de aumentar el prestigio del anfitrión. No sólo fueron personas de alto rango las que gozaron de la generosidad del propietario de estos jardines:
se sabe que los niños que asistían a la catequesis de la iglesia de Granda, muy próxima a la finca, eran invitados cada año a una merienda de la que salían con regalos y juguetes” .
Se supone que estos jardines fueron obra de D. Pedro Múgica, el más respetado jardinero de toda Asturias en esos años. Se compone de un parterre de “broderie”, al más puro estilo barroco francés, que combina con varios cipreses podados según el eclecticismo de la época. Los terrenos que hay al otro lado del muro se corresponden con la tendencia paisajista inglesa.
Sobreviven dos Cycas resoluta, ejemplares arbóreos muy valiosos por su edad y por pertenecer a un grupo botánico casi extinguido y muy antiguo en la escala evolutiva pues se trata de una palmera cruzada con un helecho
arborescente.
De gran valor también encontramos un grandioso ciprés de Lambert y varios cipreses de Lawson, algunos sesgados a la altura de una persona, con formas esféricas o cilíndricas, por podas regulares. El resto de la imagen se completa con vistosos castaños de Indias, una secuoya gigante, en cedro azul del Himalaya, varios tilos y plátanos, un bosquecito de bambú, unos ciruelos japoneses, unos tejos recortados,…También hay arriates de rosales, evónimos, boneteros, bojes,… y parterres en forma de estrella o de pez.
Existe una clara intención de correspondencia entre el jardín, el edificio y la pérgola. También armoniza con la entrada para carruajes, caballerizas y dependencias del jardinero. El mobiliario del jardín se compone de una pérgola de azulejo (azulejos y azulejados de gran valor artístico), barandillas jalonadas con jarrones de hierro, fuentes situadas estratégicamente con elementos escultóricos, una es de mármol y estilo neoclásico, una pista de tenis, bancos de cerámica, un estanque que cuenta con una pequeña isla conectada a tierra firme con un puentecito rústico, una réplica en terracota de la “Diana” de Gabies y una gran mesa para meriendas y cenas íntimas.
Actualmente, la posesión es una casa de retiros del “Opus Dei” llamada “Solavieya”. Tanto el jardín como el resto de la propiedad se mantiene en perfecto estado de conservación.
http://www.elcomerciodigital.com/
La monumental edificación es de principios del siglo XX y es obra de Manuel del Busto. El jardín, sin ser un prodigio en cuanto al trazado, se supo vestir con todo tipo de elementos enriquecedores, logrando una perfecta armonía y equilibrio con el lujoso edificio al que habrían de acompañar.
Los jardines de García-Sol eran de sobra conocidos por sus fiestas y agasajos. El mismo Príncipe de Asturias, que luego sería el Rey Alfonso XIII fue uno de sus asistentes más sonados con ocasión de su visita a la ciudad para la inauguración de la primera Feria de Muestras en 1924.
José Valdeón, cuenta una anécdota en su obra Jardines Clásicos de Asturias, y dice que “aquella noche de agosto Su Alteza Real y el resto de la comitiva se encontraban cómodamente instalados en los jardines cuando, de pronto, una falta en el fluido eléctrico dejó a oscuras toda la finca. El señor García-Sol tranquilizó rápidamente a sus invitados
instándoles a que no se preocuparan del asunto. De inmediato comenzaron a aparecer lacayos vestidos con librea y portando en su mano candelabros de plata con velas encendidas. Se dice que salieron ciento cincuenta, con lo que la fiesta continuó sin más sobresaltos hasta altas horas de la madrugada.
Imaginamos el efecto de sorpresa entre las personas allí congregadas y el eco que este acontecimiento tuvo en la sociedad gijonesa, la cual llegó a sospechar de la intencionalidad del evento, con el fin de aumentar el prestigio del anfitrión. No sólo fueron personas de alto rango las que gozaron de la generosidad del propietario de estos jardines:
se sabe que los niños que asistían a la catequesis de la iglesia de Granda, muy próxima a la finca, eran invitados cada año a una merienda de la que salían con regalos y juguetes” .
Se supone que estos jardines fueron obra de D. Pedro Múgica, el más respetado jardinero de toda Asturias en esos años. Se compone de un parterre de “broderie”, al más puro estilo barroco francés, que combina con varios cipreses podados según el eclecticismo de la época. Los terrenos que hay al otro lado del muro se corresponden con la tendencia paisajista inglesa.
Sobreviven dos Cycas resoluta, ejemplares arbóreos muy valiosos por su edad y por pertenecer a un grupo botánico casi extinguido y muy antiguo en la escala evolutiva pues se trata de una palmera cruzada con un helecho
arborescente.
De gran valor también encontramos un grandioso ciprés de Lambert y varios cipreses de Lawson, algunos sesgados a la altura de una persona, con formas esféricas o cilíndricas, por podas regulares. El resto de la imagen se completa con vistosos castaños de Indias, una secuoya gigante, en cedro azul del Himalaya, varios tilos y plátanos, un bosquecito de bambú, unos ciruelos japoneses, unos tejos recortados,…También hay arriates de rosales, evónimos, boneteros, bojes,… y parterres en forma de estrella o de pez.
Existe una clara intención de correspondencia entre el jardín, el edificio y la pérgola. También armoniza con la entrada para carruajes, caballerizas y dependencias del jardinero. El mobiliario del jardín se compone de una pérgola de azulejo (azulejos y azulejados de gran valor artístico), barandillas jalonadas con jarrones de hierro, fuentes situadas estratégicamente con elementos escultóricos, una es de mármol y estilo neoclásico, una pista de tenis, bancos de cerámica, un estanque que cuenta con una pequeña isla conectada a tierra firme con un puentecito rústico, una réplica en terracota de la “Diana” de Gabies y una gran mesa para meriendas y cenas íntimas.
Actualmente, la posesión es una casa de retiros del “Opus Dei” llamada “Solavieya”. Tanto el jardín como el resto de la propiedad se mantiene en perfecto estado de conservación.
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www.gijon.es/documentos
Algo me habian contado,pero no pensaba que eran tantos,Bueno en fin es una grata noticia,lastima no poder verlos.
ResponderEliminarSaludos
No tengo nada que objetar, como siempre certera y concisa. Varios de estas fincas las he visitado.
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