domingo, 4 de diciembre de 2011

LA CALLE CORRIDA-AÑO 1.900


Van quedando atrás muchas cosas que conformaron a la calle Corrida. Esa que, allá por 1.881, sólo queda alumbrada con cuatro raquíticos faroles de gas. Esa que más tarde, en 1.890, ve cómo la recorre, en parte, un trazado viario ex profeso para los tranvías de mulas. Paseantes por el bulevar. Tertulias en Casa Piquero, todavía en la iniciación de su esplendoroso negocio. El salón de las exposiciones estaba situado en la calle del Rastro (hoy de Linares Rivas). También se hace tertulia en el Casino de Gijón, donde se admiran las marinas de Juan Martínez Abades y los paisajes de Nemesio Lavilla, y en cada comercio hay una tertulia más.
Es la época en que estos comerciantes vanguardistas abren su negocio a las siete de la mañana, para no cerrarlo hasta la desaparición del último contertulio. Allí, en la trastienda o ante el mostrador, se ventilaban todas las noticias y todos los sucesos, por íntimos que fueren. Donosura de los landós descubiertos. Por entonces hace su aparición el sombrero sobre las cabezas de las damas. Se habla de aquel holandés que, al principio de la calle Corrida, casi que en una especie de cueva vende artículos y objetos de alto valor y buen gusto, que son calificados por los entendidos de verdaderamente maravillosos.

Calle Corrida con el sarpullido de los niños que salen de paseo con sus chachas, vestidas éstas con lujo y tan tiesas y erguidas como sus almidonados delantales y sus chorreras de encaje. Las amas de cría sostienen orgullosas a sus bebes. Visten trajes de terciopelo a la usanza montañesa, herretes y aderezos de plata afiligranada. Se pasean vanidosas balanceando las ampulosas caderas, aumentadas notablemente por la tableada falda. Chiquillos y vestidos. Chiquillos de marinera azul que juegan al aro en la parte central de la calle. Tal parece como si todos se hubiesen puesto de acuerdo para ir a más. Ahora sí. Ahora en 1.901, tal día como el 28 de octubre se comienza a asfaltar la principal arteria gijonesa. Todo un espectáculo. Se había hecho un primer intento en las postrimerías del siglo anterior. Es lo cierto que, por el contratista señor Maestre, se dio comienzo a esas obras de asfaltado de la calle Corrida en su enlace con la plaza del Seis de Agosto.
A los vecinos no les llama mucho la atención tal novedad. El nuevo procedimiento es aparatoso, pero eficaz. También pavimentan con asfalto la vecina calle del Comercio. Pasa por primera vez sobre la tersa calzada el primer automóvil que conducía Victoriano Alvargonzález. Llegan otra vez los Reyes en 1.902. Allí están al quite los fotógrafos Peinado y Laverdure, instalados en la calle Corrida.

Todo va siendo pequeño en Gijón, a pesar de lo mucho que se edifica, resultando estrecho y raquítico lo que ayer se consideraba como espacioso y suficiente. Por entonces, para dar ensanche a la calle de San Antonio por los Cuatro Cantones, expropió el Ayuntamiento la casa que formaba esquina. Tratándose de ensanches y de hermoseamiento de la población, dícese que el municipio no debiera reparar en el sacrificio de unos cuantos miles de pesetas para adquirir el solar resultante.

Ya se habla de anuncios iluminados. Está en puertas el aparato de proyecciones del celebérrimo Salón Luminoso, de modo y manera que los que deseasen anunciarse podían pasar por la confitería de Joaquín Rato, donde, presentando el anuncio, se les indicarían precios y condiciones. Ya van adelantados los trabajos para la habilitación del local que en la calle Corrida ocupó la Tabacalera, con destino a ese Salón Luminoso que durante el pasado verano había funcionado en Begoña. La empresa, tirando la casa por la ventana, tenía pensadas sesiones de cinematógrafo, amenizándolas luego con obritas teatrales por un cuadro artístico. Por fin. El tan cacareado Salón Luminoso, sito en la calle Corrida, se inaugura el 14 de noviembre de 1.903. El local está espléndidamente iluminado. Extraordinaria concurrencia en las siete sesiones dadas, al extremo de agotarse los billetes.

Fuente visitada.
Cronica de la Calle Corrida.- Patricio Adúriz.

3 comentarios:

  1. Una crónica de lo más amena. Cómo cambian las cosas, antes había tertulias en el casino de Gijón, y ahora tenemos el McDonalds, no ye lo mismo.
    Un saludo

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  2. Si algún día paso por allí presumiré de conocer su historia. Gracias Marisa.

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  3. Recordais el año en que desaparecio CASA RATO ?

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