domingo, 8 de enero de 2012

JOSÉ GONZÁLEZ “EL PRESI”


Nació en Gijón el 9 de diciembre de 1908, pero puede decirse que llevaba raza urbana asturiana por parte de madre y de padre: su padre, de la calle del Rosal de Oviedo, y su madre, del barrio de Cimadevilla de Gijón. Y Asturias está presente, de manera constante, en las canciones. Cantó mucho, muchísimo, no sólo asturianada: y en buen número de sus canciones nombra a la tierra natal o a algunos de sus lugares más representativos: «Cuando yo salí de Asturias», «Dos cosas hay en Asturias», «Si vuelves de Asturias» (con letra de Alfonso Camín), «Soy de Gijón», «Soy de Lastres», «Recuerdos de Oviedo», «Subo La Espina cantando», «Desde Laviana la Oscura», «Sidrina la de Contrueces», «A Xuaco el de Sama», «Las cuatro Polas», «Soy de Pravia», «Puente de Ribadesella», «Villaviciosa no es villa», «De Covadonga», «El chorar de una canguesa», «La payariega», «Allande»... Casi un tratado de geografía sentimental y un recorrido lírico por la región.
El Presi, que era todo un caballero impecable, siempre con su buen traje, su camisa blanca, su corbata bien colocada, no necesitaba hacer desplantes ni demagogias cuando se dirigía a su público, y eso que se trataba de un público eminentemente popular, a diferencia de los políticos socialistas, que cuando van a un mitin parece que van de campo, o de los del PP, que se quitan la corbata para guardarla en el bolsillo de la americana, de manera que, acostumbrados a andar de corbata, siempre producen la impresión de estar disfrazados. El Presi, como era un señor, respetaba a su público, vistiendo como habitualmente lo hacía: como Frank Sinatra, que también salía al escenario vestido de calle y con pulcritud.

Su apodo de «el Presi», por el que era conocido en los cinco continentes en los que alienta el espíritu de Asturias, pudiera interpretarse como una señal de respeto, como el reconocimiento de alguien a quien se situaba un punto por encima de los grandes intérpretes de la tonada. Si Juanín de Mieres era «el Almirante», el Presi era el Presidente, de la misma manera que en el Hollywood dorado, cuando verdaderamente era fábrica de sueños, Clark Gable era «el Rey», John Wayne «el Duque» y los Barrymore, la «Familia Real».

El apodo no obedecía a esta razón, un tanto rebuscada, sino a que había sido presidente de un club de fútbol juvenil, del que el presidente era tan joven o más que los propios futbolistas, ya que a los quince años el Presi se retiró del fútbol para dedicarse a la canción. Mas le quedó el apodo para siempre.

En la biografía del Presi abundan las casualidades y los detalles que luego se convierten en definitivos. En cierta ocasión emprendió una gira por América que esperaba fuera breve, y se quedó allá catorce años, cantando principalmente en México y La Habana. Durante muchos años fue el intérprete de la asturianada más internacional: más incluso que el Gaiterio de Libardón, de quien se cuenta que, habiéndose perdido en cierta ocasión en Nueva York, se puso a tocar la gaita esperando que acudiera en su auxilio algún asturiano que pasara por allí y aparecieron escoceses que no pudieron entenderse con él, porque ni el de Libardón (que no era de Libardón, sino de Arroes) sabía inglés, ni los compatriotas de sir Walter Scott español. Pero de alguna ayuda le servirían, porque lo cierto es que el famoso gaitero regresó a su tierra. Después de esta larga estancia triunfal en las Américas españolas, el Presi hizo fructíferas giras por la Europa de la emigración: Bruselas, Lieja, Alemania y Suiza. Tanto fue su éxito americano y «europeo», que a lo largo de su carrera llegó a grabar trescientos discos, buena parte de ellos para la casa Columbia, contando con un disco de oro. Sin embargo, y a pesar de este éxito internacional, nunca fue del todo valorado en Asturias, donde los puristas le reprochaban sus innovaciones e incluso que cantara con acompañamiento de guitarra. ¡Qué dirían aquellos puristas hoy de la gaita de Hevia, que suena como si fuera una armónica! Pero ahora lo que domina el cotarro es una cosa rara que llaman «marketing», que no tiene absolutamente nada que ver con el arte musical ni de ningún tipo, sino con la sección de ventas, mientras que en los tiempos del Presi, para ser un buen cantante había que subir al escenario y cantar.

Siendo el cantante de asturianada más internacional, el Presi nunca tuvo en Asturias el reconocimiento merecido, de lo que ya hace muchos años se quejaba su representante artístico, Belarmino Prada, que le confió a Oscar Luis Tuñón y Ángel Martínez Suárez: «Asturias y Gijón han sido los lugares donde más ha costado que cantase José», a lo que añaden los autores de «Recuerdos de la canción
asturiana»: «Quizá porque nadie es profeta en su tierra, la voz y la figura del Presi han tenido durante años más resonancia en el extranjero que en su patria chica».

Fuente visitada. lne.es

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