sábado, 3 de marzo de 2012

ASTURIAS MARINERA


Una Asturias marinera que se extiende entre Cantabria y Lugo, de oriente a occidente, a lo largo de más de trescientos kilómetros de costa. Los suficientes para que, en rigor, hubiera que hablar de una Costa Verde oriental, de otra central y de otra más occidental. Parece obvio que en las tres tienen su reino pescados y mariscos (del Cantábrico, claro, los que gozan de la opinión más favorable por parte de los mayores expertos nacional en estos géneros).
Indiscriminadamente, el viajero encontrará todas las especies marinas que son fama de estas tierras bañadas por el bravo mar, todo lo más con algunas variaciones de nomenclatura que nada diferencian en la calidad.
Pescados como el pixín (rape), la merluza del pinchu (de anzuelo), la lubina (faragaña, si pequeña, robayiza,, si más grande), el sargo (xargu en la costa oriental y chopa en la restante), el salmonete, el tiñosu (cabracho) o el golondru (bejel o rubio), el bonito veraniego, la sardina (parrocha, si pequeña; parrochina, sí de cría), el bocarte u hombrín, (anchoa o boquerón), el besugo (panchín cuando más joven) o el congrio, entre otros varios, tienen garantía de sabor en nuestra costa. Sin olvidar la angula invernal o el calamar y chipirones veraniegos, amén del pulpo de pedréu (roquedo).

De entre los mariscos pruebe el viajero el centollu llamado "del Cantábrico" para diferenciarlo del más extendido "francés" y comprobará no sólo lo que vale un peine, sino las razones, además, del sensible salto de precio entre ambas especies. No le van a la zaga nuestras andaricas (nécoras), quisquillas, percebes, santiaguinos (cigarras de mar, "torpedos" en otras regiones), cigalas, ñocla o boroñón (buey de mar), bugre, yocántaru, o lubricante (bogavante) y langosta, con mención especial para los oricios (erizos de mar, ese marisco que subestiman la mayor parte de los pueblos de España absurdamente, ya que, como decía Don Julio Camba "el erizo es un extracto de mar, un hálito de borrasca, una esencia de tempestades". Gijón y sus alrededores, son los más fieles del oriciu.
Con pescados y mariscos se elabora en casi toda la costa el plato más suculento y lujoso de la cocina marinera de Asturias : la caldereta, guiso licoroso compuesto de pescados de roca -y en ocasiones no de roca- y mariscos al gusto. No tiene una fórmula fija, por cuanto que cada cual incluye las especies que tiene más a mano según la pesca del día. Más modestos, pero no menos exquisitos, son los potes marineros, de la familia de calderadas y marmitakos, elaborados en Asturias con patatas y pescados de roca como el tiñosu o el golondru, aunque también con merluza o congrio.

Otra creación asturiana de mucha alcurnia es la langosta con verdura, plato nacido en las inmediaciones del sorprendente Cabo Peñas, la tierra más septentrional de Asturias, desde donde se extendió a algunos otros puntos, aún escasos por ahora. Las sopas de pescado y/o marisco, así como la crema de andariques, frecuentes en muchos lugares del Principado, lo son especialmente en las mesas costeras, donde ofrecen las mayores garantías. Lo mismo que las llamadas paellas de marisco, a las que podemos tener por plato autóctono, por cuanto que aquí incluyen con generosidad ciertas especies marinas infrecuentes junto al arroz por otras regiones.
Qué duda ha de caber de que las fabes con almejes son una creación asturiana. No está tan claro su punto de origen, pero todo hace suponer que éste sea costero (y Lastres por más señas). No obstante hoy día se ha extendido por toda nuestra geografía y ya le empieza a hacer muy seria comptencia a la fabada
Otras sugerencias costeras bien pudieran ser el besugo a la espalda, asado abierto con ajo y vinagre, el besugo con fideos (En Gijón, con un poco de suerte), la chopa a la sidra, la ventrisca (ijadas con la carne grasa del vientre) de bonito asada (ventresca o ventrecha en otras zonas) en su momento veraniego, los chipirones rellenos en su tinta o bien fritos (por supuesto, de preferencia frescos y de los meses estivales), las sardinas asadas a la plancha, así como la parrocha o parrochina (más pequeña) frita, lo mismo que el bocarte; el bonito a la plancha o guisado con tomate, aunque la manera más tradicional y típica de la costa astur sea en rollo o rulada, menos frecuente en bares y restaurantes de lo que se merece.
Todo ello entre otros muchos platos que el viajero puede descubrir no sin sorpresa, como es el caso de las parrilladas de pescados finos y de las parrilladas mixtas (de pescados y mariscos), del cachopo de merluza, de la merluza rellena, las almejas a la marinera, el pixín en fritos (tacos rebozados), la merluza a la sidra de la que hablaremos en la zona central), las angulas a la cazuela (que no cabe duda de que debemos a los vascos, aunque aquí se pesquen con mayor abundancia que en Euzkadi), etc.

En la Costa Verde central figuran los puertos pesqueros más activos del Principado : Cudillero, Avilés -el de mayor volumen-, Gijón y Lastres, lo que supone casi con seguridad una garantía de buen pescado en sus inmediaciones. Cudillero, Candás, Gijón y Tazones (junto a Villaviciosa) son los puntos de esta parte de la costa más frecuentados por los degustadores veraniegos de pescados y mariscos, en especial besugos, calamares, chipirones, sardinas, bocartes, centollos, percebes, andariques y algunos otros frutos de mar de rápida preparación.
El embutido más típico de esta zona es la fariñona, si bien su radio de alcance rebasa díficilmente la zona de Candás-Luanco. La marañuela, es dulcería cuya paternidad se disputan asimismo las dos anteriores localidades. Es el epicentro de nuestro arroz con leche, extendido empero por todo el Principado.
Por otro lado, si algo caracteriza de manera especial a Gijón, verdadera capital de esta Costa Verde, sería la pasión que sienten sus naturales por los ya citados oricios, cuya temporada suele ir de desde fines de noviembre hasta mediados de la primavera. Otra peculiaridad, en este caso dulce, de la ciudad de Jovellanos es la charlota, una tarta fría de nata, chocolate y bizcocho, creada en los años cuarenta por un fino repostero vienés instalado en el lugar.
Por las tierras del oriente costero no deja de imperar, claro está, la cocina marinera, con mariscos y pescados; marmitas, pixín (rape), sargos, bonito en rollo ... pueden ser algunos platos fáciles de encontrar. Como curiosidad más bien llanisca, el pantruque, con el que se preparan las alubias a la llanisca, la fabada del concejo. Otros picadillos de la zona son la bolla y los emberzaos o muñacos. Un postre creado en la villa de Llanes es el helado Peñasanta, frío y a la vez caliente.

Fuente visitada.
el-caminoreal.com

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