viernes, 9 de marzo de 2012

POR LAS TIERRAS DE PONGA


Sin prisas. Así es como hay que recorrer el territorio pongueto. Con tiempo para disfrutar de su excepcional paisaje y de una gastronomía de sabores auténticos.
Ponga se halla a medio camino entre los Picos de Europa y el Parque de Redes, y aunque su nombre no es tan mediático como el de los concejos que forman parte del Parque Nacional, la realidad es que este territorio no tiene nada que envidiar a sus vecinos. El Parque Natural de Ponga abarca todo el concejo: una tierra virgen, escarpada y agreste, ideal para los que buscan espacios naturales sin degradar. Una superficie de 20.533 hectáreas con altitudes que oscilan entre los 300 metros y los 2.100 de su cota máxima, la cima del pico Peña Ten.
La cautivadora orografía de este concejo, con una enorme masa caliza de sierras y cordales, permite plantear numerosas excursiones de diversa dificultad. Todas ellas se unifican en la belleza del entorno: para admirarla no hay más que detenerse en alguno de los muchos miradores que salpican el paisaje, desde los cuales es posible ver la distribución de las aldeas que salpican este territorio, intercomunicadas por estrechas y sinuosas carreteras locales.
El lugar es perfecto para el turismo rural: no se puede pedir más tranquilidad, ni una naturaleza más exuberante como la que aquí se encuentra. A ello se suma el carácter abierto de los ponguetos, que no dudan en sacar lo mejor para el visitante. Por supuesto, esta generosidad ha de notarse en la mesa. La cocina pongueta es típica de zonas de montaña, con un excelente embutido, platos de caza y un reconocido queso propio, que recibe el nombre del desfiladero de Los Beyos. Y aunque la gastronomía y el paisaje son dos de los principales reclamos de este concejo, no termina aquí la lista de atractivos, ya que cuenta con importantes muestras de arquitectura regional: hórreos, casas tradicionales, palacios indianos, torreones e iglesias.
La presencia del agua en el concejo es una constante. Hay caudales importantes, como los del Río Ponga y el Sella que contribuyen a alimentar la riqueza paisajística de un concejo abundante en pastos. La existencia de un área recreativa-termal y una casa de baños en Mestas de Ponga, que recoge las aguas los ríos Ponga y Taranes, permite además al visitante disfrutar de los beneficios de unas aguas de escasa concentración mineral, recomendadas para tratar diversas dolencias.
El lugar es perfecto para el turismo rural: no se puede pedir más tranquilidad, ni una naturaleza más exuberante como la que aquí se encuentra.

Naturaleza salvaje-
Los caminos y senderos del concejo deparan muchas sorpresas al viajero que en su recorrido por el Parque Natural puede comprobar la cantidad de especies que buscan refugio en los bosques y cumbres de este territorio.
La abundancia de rebecos hace que sean relativamente fáciles de avistar en verano, cuando se hallan en las zonas altas. El jabalí, el venado, el zorro o los lobos también son numerosos; en menor medida se encuentra al tejón y a a la nutria. Las características del Parque también permiten ver aves como el urogallo, en peligro de extinción, o el pito mediano y el pito negro.
Esta variedad faunística se debe en gran parte a que Ponga tiene masas boscosas muy importantes. Excepcional es, por ejemplo, el hayedo de Peloño, un bosque de más de 1.500 hectáreas y el hayedo mejor conservado de toda la Península Ibérica-. También abundan en la zona los robledales, carbayedas y bosques mixtos de arce y fresno.

Tierra de artesanos-
Ponga es además una tierra de artesanos, gentes que trabajan con los productos del entorno para sacarles el máximo partido. En San Juan de Beleño encontramos el Museo de la Madera de Ponga, donde, entre otras cosas, es posible visitar una exposición permanente dedicada a herramientas antiguas de carpintería que utilizaban los artesanos ponguetos.

Fuente visitada.
fusionasturias.com

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