sábado, 9 de marzo de 2013

EL MONTE NARANCO (OVIEDO)


Tener Oviedo a los pies es una sensación real que experimentamos desde la cima del monte Naranco. Una colina redondeada de 636 metros de altitud y más de 30.000 metros cuadrados de espacio abierto y natural que corona la capital asturiana y que nos ofrece su mejor panorámica.


 Las dos joyas del arte prerrománico de Oviedo: Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo se encuentran de camino a la cima, concediendo a este monte las imborrables señas de identidad del reino astur y su condición legendaria. El Naranco figura en la historia universal del arte con letras mayúsculas gracias a estos dos monumentos, declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Pocos montes ostentan tales maravillas.

Para los ovetenses el Naranco es como la Casa de Campo para los madrileños, Collserola para los barceloneses o el monte Igueldo para los donostiarras. Un espacio vinculado de modo entrañable a la vida de la ciudadanía, que acude a sus laderas para disfrutar del aire libre, recrearse en su patrimonio o realizar actividades deportivas como el senderismo o el ciclismo.


Los desniveles del Naranco son idóneos para esfuerzos gratificantes: sirven para el paseo, el entrenamiento y la competición. A lo largo del año se suceden las concentraciones cicloturistas que tienen como objetivo “llegar arriba”. La cima del Naranco también recibe a esos ciclistas profesionales que son capaces de descolgar a un pelotón entero para triunfar en solitario. Un puerto corto, pero muy duro, que dio a conocer por primera vez José Manuel Fuente en La Vuelta Ciclista de 1974.

Desde arriba del todo se domina una extraordinaria vista aérea de la ciudad de Oviedo y de casi todo el municipio, así como de los de Llanera y Las Regueras. Si el día es claro podremos disfrutar de una panorámica excepcional y de más alcance, llegando a atisbar gran parte de la región central de Asturias. El soberbio monumento del Sagrado Corazón parece invitar al deleite de ese vasto paisaje que mezcla, de forma inusual, la urbanidad más ordenada con la abrupta naturaleza de montaña. La Sierra del Aramo, al frente, corona las altitudes más cercanas de la ciudad.


La figura de Jesús, abrazando y protegiendo simbólicamente a la ciudad de Oviedo, suele ser una meta sacra para muchos caminantes que desde San Miguel de Lillo, ascendiendo por un empinado pero bellísimo sendero, pasan junto a la Fuente de los Pastores, donde sacian la sed con el agua más limpia y fresca de la urbe.
Desde el centro de Oviedo al Sagrado Corazón se puede llegar andando en poco más de una hora y cuarto.

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La ascensión:
Con el coche ya en las calles de Oviedo debemos buscar las indicaciones que nos marcan el camino hacia el Monte Naranco. La ruta a seguir pasa por la avenida de los Monumentos, que va subiendo lentamente la falda del monte, entre una zona residencial –Ciudad Naranco– donde abundan modernas y magníficas construcciones.

En cuanto empiezan a escasear las casas, el monte Naranco destapa toda su belleza. Entre los árboles aparece el gran edificio del Centro Asturiano y sus instalaciones adyacentes, un tanto apartadas de la carretera.

A 4 kilómetros del casco urbano encontramos la primera de las joyas arquitectónicas: Santa María del Naranco. Apenas 200 metros más arriba hallamos San Miguel de Lillo. Lo mejor es dejar el coche en algún descanso de la subida y visitar los dos monumentos.

Y ya sin más dilación hasta arriba, donde está el auténtico mirador de la ciudad. Sobre el cercano Picu del Paisano, vemos la imponente estatua del Sagrado Corazón.

 Fuente visitada. desdeasturias.com

2 comentarios:

  1. La frasecita del principio se puede tomar por xenófoba.

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  2. Estás equivocado Luis. ¡¡Yo creo que nada más lejos!!

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