domingo, 16 de septiembre de 2012

MANERAS DE VIAJAR POR ASTURIAS (S. XVIII - XIX)


A fines del siglo XVIII los viajes entre las poblaciones asturianas se hacían:

**en caballería propia. La gente rica solía ir acompañada de uno o varios criados, todos montados.

**En caballería propia con criado a pie o solo.

**En caballería alquilada por un solo viajero con su correspondiente espolique.

**A media caballería, que solía ser mulo o asno para dos viajeros, la mitad del trayecto uno iba a pie, y, alternándose en la monta, viajaban más descansados; generalmente este servicio se contrataba con un arriero.

**A caballo sobre los propios calzones, o sea, en el coche de san Fernando, la mitad a pie y la otra mitad andando, que era como viajaban los más pobres, los que no tenían prisa o los que querían “aforrar los cuartos”; así marchaba a Madrid y a Andalucía la típica emigración asturiana de aguadores, criados, etc.

Las mujeres solían montar en jamugas, esto es, en una especie de sillones que quedaban a los lados de la cabalgadura, en cada uno de los cuales iba una viajera. Las ricas llevaban lujosas jamugas de contrapeso para ir solas, generalmente en una buena mula que un criado conducía del ronzal. También había amazonas que montaban a mujeriegas con silla horquillada para encajar la pierna derecha.

No existían, hasta mediados del siglo XIX, más caminos de rueda practicables para los coches que los de Pajares a Gijón, Oviedo a Villaviciosa y Avilés. Entre estos puntos no había ningún servicio de diligencias ni carruajes de alquiler, salvo el trayecto Oviedo-Gijón. Los contadísimos carruajes particulares pertenecían, al señor Obispo y algunos nobles poderosos que los utilizaban por las carreteras citadas.

 Alquilar un caballo para ir de Oviedo a Gijón y volver en el día costaba veinte reales. Igual precio tenía si se quedaba en uno de esos puntos y la bestia tenía que ser devuelta, pues en ese caso, era necesaria la compañía del espolique a quien se acostumbraba a dar una propina de uno a dos reales para que bebiese en el camino.

Generalmente los alquiladores no dejaban sus monturas para viajes a media caballería y, como ya se indicó, este servicio estaba en manos de los arrieros de recua que cedían sus mulos o borricos cuando tenían que ir o venir “de vacío”. Un macho de arriería, alquilado individualmente o a medias, costaba de Oviedo a Luarca de ocho a dieciséis reales, según los casos.



Los espoliques eran mozos que a pie acompañaban a un jinete para su servicio, llamabáse también así a los que alquilaban caballos y regresaban luego con ellos. La figura de estos mozos, huéspedes habituales de ventas y mesones, fue muy conocida en la Asturias de otros tiempos. Hubo en Luarca, hacia 1830, un famoso en este oficio y de nombre Gumersindo, “Sindo”, que ahorrando logró convertirse en arriero y luego en en fuerte comerciante y socio de diligencias cuando se construyó la nueva carretera en 1864; había sido en su juventud un formidable andarín y era fama que llevaba recados urgentes de Luarca a Oviedo, andando por atajos de sol a sol, de modo que durante una jornada recorría la distancia de más de catorce leguas muy largas que entonces separaba ambas poblaciones a través de sendas y caminos. Solían ir a veces acompañados de un perro; llevaban un largo bastón de nudos terminados en pincho, y era frecuente que se les autorizase a usar escopeta o trabuco para defenderse de los osos, lobos y demás fieras entonces abundantes en nuestros bosques. Durante la primera guerra carlista, los espoliques tenían a gala estar a bien con ambos bandos, que a veces los utilizaban como guías y confidentes.

Fuente visitada.
Caminos y Viajeros de Asturias. (J.E.Casariego)

2 comentarios: