domingo, 24 de julio de 2011

LA GALERNA DEL 61


El martes 11 de julio, el boletín diario del Servicio Meteorológico Nacional, perteneciente al entonces Ministerio del Aire, publicaba su predicción para el día siguiente. «Un frente nuboso cruzará rápidamente la Península penetrando por Galicia. A su paso se producirán chubascos, en ocasiones tormentosos, y se intensificarán los vientos racheados. (...) Posteriormente las temperaturas experimentarán un apreciable descenso. Hay riesgo del temporal del norte en el área de Finisterre, y más tarde en el Cantábrico y Vizcaya».
La previsión se quedó corta. Horas después de la emisión del parte, toda la flota cantábrica seguía faenando impasible en la costera del bonito. Era una apacible noche de verano, la mar en calma, y miles de marineros descansaban en sus catres tras una jornada a buen seguro extenuante, a pleno sol. Los termómetros atestiguaron un día caluroso en la cornisa cantábrica, donde se alcanzaron desde los 24º de la Coruña, a los 30º en Sondika.

Una borrasca situada al oeste de Irlanda se trasladaba lentamente hacia el caladero de Gran Sol, situada al sur de Eire. La presión atmosférica de 1004 mb datada a las 06.00 UTC de la mañana del día 11, se desplomó hasta los 988mb a las 18.00 UTC. Eran signos inequívocos de una ciclogénesis explosiva.
Mientras el frente frío partía desde el centro de la depresión y recorría la zona marítima de Finisterre hasta las islas Azores, una masa de aire muy caliente se posaba en la Península, con temperaturas que llegaron incluso a los 40º, como en Zaragoza. Cuando cesó la brisa del anochecer, una inmensa oleada de calor llegó a la costa de Lugo y se desató una espeluznante galerna que recorrió toda la costa cantábrica en pocas horas, dando el pistoletazo del temporal. La enorme fuerza del fenómeno hizo zozobrar a gran parte de la flota de pescadores, y llego algo más debilitada a las orillas guipuzcoanas.

La plácida noche de verano se tornó en una escalofriante pesadilla. Los vientos alcanzaron súbitamente velocidades inauditas, y los barómetros se volvieron locos. El mercurio bajó nueve grados, mientras cientos de embarcaciones trataban de enderezar el rumbo hacia el viento para no quedar a merced del oleaje. Muchos esfuerzos fueron en vano, y la mejor receta fue huir con viento en popa y acercarse paulatinamente hacia tierra. La mar se tornó en un infierno ingobernable.

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Los tripulantes del 'Águila del mar', fueron sorprendidos por la «locura» del Cantábrico cuando navegaban al bonito cien millas al norte de Avilés. Según relató Juan Wes, un fuerte golpe de popa provocó el vuelco de la embarcación. De los catorce miembros de la tripulación, sólo dos fueron rescatados con vida.

También perdieron la vida en aquella fatídica galerna cinco avilesinos que navegaban en dos barcos; un marinero de Candás; otro de Cudillero y otro de Llanes.
A estas muertes se sumaron el número de desaparecidos y que, cincuenta años después, ni ellos ni las embarcaciones en las que navegaban han sido encontrados. Como el 'Galiana', de Avilés, que se cree que está hundido a la altura de San Vicente de la Barquera.

La galerna del 61, que aún la recuerdan los pescadores más veteranos, supuso un antes y un después en la flota pesquera asturiana, ya que a partir de ese momento fue cuando comenzó el descenso del número de embarcaciones. También supuso un cambio en la construcción de los barcos, que pasaron a ser de vapor para adaptarse a los nuevos motores.



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1 comentario:

  1. En esa fecha estaba trabajando en Gerona, pero seguí muy de cerca los acontecimientos, pues mi padre era el practicante del Pósito de pescadores, hoy Cofradía y es verdad hace 50 años de aquella terrible desgracia.

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