martes, 13 de septiembre de 2011

LA ALBORADA CANDASINA


La gente duerme, pero un nuevo amanecer se abre en la mañana del Cristo por la mar y el cielo. Un nuevo amanecer, una Alborada Marinera, suave al principio, morada y rosa, pintando el aire hasta dorar con él la Furada, el monte de las hogueras en los remotos días de galerna, San Antonio balcón del oleaje, bosque y brazo de piedra vigilante, y las arenas de canela de nuestras playas; toda la costa con sus blancas casas y sus verdes alamedas.La línea pura del horizonte trae recuerdos antiguos de traineras, de boniteros, de mujeres y hombres candasinos cuyos ecos queremos escuchar en este amanecer del Cristo. Y recordar, con nuestra presencia, nuestros cantos y oraciones sus nombres ya casi olvidados. En cada nueva alborada, bajo el soplo de la amanecida, la voz de la mar, antigua morada nuestra, nos llega profunda, honda, calida, como la voz de una madre, al corazón.Y la Marinera que Antón (ya cien años) regaló a este pueblo. La Marinera en la misma orilla, mirando, clamando a la lejanía desde su bronce de carne y sangre, es carne y sangre nuestra, estremecida, rota y amada.La gente duerme, pero Candás siempre, ¡¡siempre! entonará en cada Alborada del Cristo un canto evocador, dulce, entrañable y marinero que le recuerde, y no olvide nunca, que la mar fue lo primero.
Texto de J.M.G.
Fuente visitada.ayto-carreno.es

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