domingo, 11 de septiembre de 2011

LA MÚSICA DE SAN ISIDORO-OVIEDO


La iglesia formaba parte en su fundación del desaparecido colegio de la orden de los Jesuítas de San Matías. Fundado por orden de Magdalena de Ulloa, viuda de Luis Méndez Quixada, en 1576 su construcción se finalizó en 1587.
El colegio fue demolido en 1873 para la construcción del mercado del Fontán anexo a la iglesia quedando de esta forma la iglesia como único testigo del anterior complejo.
El 2 de junio de 1645 el arzobispo de Granada que anteriormente había sido obispo de Oviedo, Martín Carrillo Alderete que se encuentra enterrado en la iglesia, suscribe el documento de fundación del Colegio de San Matías.
El complejo se construyó durante el siglo XVII siendo entre los años 1646 y 1681 la época de mayor trabajo. En 1681 las obras son concluidas siendo inaugurada la iglesia.
Los trabajos de construcción de la iglesia fueron dirigidos por varios arquitectos de los que se puede destacar al arquitecto avilesino Francisco Menéndez Camina.
La iglesia posee nave única con planta en cruz latina y única torre exterior si bien en el proyecto inicial eran dos.
Es monumento Histórico Artístico

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11/09/2011 00:00 / Nacho G. Pandavenes Oviedo
Oviedo es una ciudad de tesoros escondidos. Una urbe con ese toque provinciano que hace de lo viejo algo malo y lo relega a esquinas oscuras donde no moleste. Ese mismo defecto se transforma en virtud cuando reaparece el recluido, lo que ocurre más veces de lo que se piensa en la capital asturiana cuando se trata de arte sacro. Eso es lo que ha pasado en San Isidoro.
El altillo de la céntrica iglesia ocultaba un órgano mohoso escondido bajo capas de titanlux marrón, un trasto inútil que a nadie importaba. Pero al rascar había algo más. La pastosa pintura ocultaba un mueble del siglo XVII, el segundo más antiguo de Asturias tras el de Puerto de Vega, con un órgano romántico mecánico en su interior, único en el Principado. Hoy, esa pieza se está intentando sacar a la luz. Hace nueve meses que se trabaja en su reparación y la vuelta del aire a sus tubos es sólo cuestión de tiempo.
“Estamos hablando de una joya”, explica su restaurador, Jorge Méndez, que ha tenido mucho trabajo desde que se encontró el instrumento casi caído a un lado, con decenas de manos de pintura e incluso con molduras de madera y escayola cubriendo su aspecto original.
La pieza apenas aparece referenciada en archivo alguno, pero tras investigar un poco, averiguaron que el órgano era el original de la catedral de Oviedo y que se trasladó a San Isidoro en el XVIII, cuando se adquirieron otros dos más pomposos y de mayor tamaño, más acordes con el primer templo de Asturias. La pequeña pieza barroca se llevó a San Isidoro y allí se guardó. Durante años, sus casi mil tubos hicieron vibrar las paredes pétreas de la iglesia fundiéndose con la mágica luz que la hizo famosa en su día, pues otro de los secretos de San Isidoro es que los rayos de sol inciden en el retablo a determinadas horas del día resaltando las figuras principales, como la del cáliz con la sagrada forma que reluce al medio día.
Una vez metidos en faena, los investigadores, como José Luis Felgueroso, uno de los mayores expertos en historia de Oviedo, el párroco de San Isidoro, José Luis Alonso Tuñón, o el propio Méndez, en calidad de restaurador y de organista, descubrieron historias ligadas al órgano más allá de su traslado desde la catedral. Una de esas anécdotas habla de uno de los últimos organistas, un oficial del cuartel de El Milán que en los años 40 obligaba a los soldados a acompañarlo a misa en calidad de folladores. Su misión era mover el fuelle que hacía que el órgano sonara, dos pedales de madera de factura imposible que cuelgan de un lateral del mueble y cuyo tacto es agotador. Hoy ya tiene instalado un motor que envía aire a los tubos. Otra historia habla de su constructor, un artesano de Pravia llamado Forcinas, supuestamente por proceder de dicha localidad, lo que convertiría él instrumento en una obra netamente asturiana.
Después de minuciosos trabajos espátula en mano, Méndez espera poder tener listo el órgano en pocos días y llenar de nuevo la iglesia con el aire de sus tubos. “Estas piezas, cuanto más antiguas son, mejor suenan. Este es una obra de arte por su sonido y por la policromía del mueble barroco”, asegura orgulloso.

Fuentes visitadas.
Wikipedia.
lavozdeasturias.es

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