martes, 24 de abril de 2012

GIJÓN-BARRIO DE CIMADEVILLA

Cimadevilla es testigo y protagonista de los acontecimientos históricos más significativos de Gijón: desde la fundación romana, los conflictos medievales, la creación del puerto, el nacimiento y la obra de Jovellanos o los inicios de la industrialización. Cimavilla, el barrio alto de Gijón, guarda en sus calles monumentos e historias personales que son huellas imborrables de pescadores, cigarreras, militares, artesanos que aquí nacieron, vivieron y trabajaron. En definitiva, hombres y mujeres playos, que es como se conoce a los nacidos en este barrio, que de Gijón es lo mejor.
Nuestro recorrido por el antiguo barrio de Pescadores llamado Cimavilla, comienza en uno de los lugares más entrañables de la ciudad, se trata de La Iglesia Mayor de San Pedro, de origen gótico y reconstruida en los años cuarenta. Está situada al fondo del espacio ajardinado conocido como Campo Valdés y es elemento aglutinador entre las gentes de Cimadevilla (los playos propiamente dichos) y del resto de Gijón, pues fue durante muchos años la única iglesia con la que contó la villa. Casi en el subsuelo del templo, debajo del Campo Valdés, se encuentran las Termas Romanas. Un interesante museo municipal donde un vídeo explicativo y una serie de pantallas interactivas nos ofrecen una completa visión, tanto del conjunto termal, como del pasado romano de Gijón. Saliendo del museo, en el centro del Campo Valdés, intuimos en el suelo la trama de la muralla romana. Una muralla que circundaba, a lo largo de 850 m. de longitud, el barrio en su parte baja y que, en la siguiente plaza, vemos parcialmente reconstruida. Encontramos también, a nuestra derecha, el Palacio de los Valdés, que da nombre a la zona. Es un ejemplo de palacio asturiano, construido en 1570 sobre los cimientos de la propia muralla, con dos torres, un cuerpo central y una capilla en su extremo izquierdo. Sus dependencias fueron en tiempos pasados residencia de esa familia, primer asentamiento de la Fábrica de Tabacos a comienzos del siglo XIX y Aduana, siendo en la actualidad un centro educativo. Desde la mencionada capilla, bajo la advocación de la Virgen de Guadalupe, divisamos otra plaza en la que la muralla, antes soterrada, se levanta rehecha en ladrillo con las primeras hiladas, las originales, de piedra.
Preside el lugar el Museo Casa Natal de Jovellanos. En sus salas, además de recuerdos jovellanistas, se guardan importantes muestras de la pintura asturiana de los siglos XIX y XX, esculturas contemporáneas y se organizan diversas exposiciones de carácter temporal a lo largo del año. Destaca, en la segunda planta, el Retablo del Mar, obra en madera del escultor ovetense Sebastián Miranda. Un primer Retablo realizado por Miranda en el año 1933 fue destruido durante la Guerra Civil y éste que podemos ver es una versión del anterior, realizada por el propio autor en los años 70 y considerado como su obra maestra. En él se ensalza la tradición pesquera y marinera de Cimadevilla al representar una escena habitual en el barrio: la subasta del pescado en la rula o lonja local. Salimos del Museo y en el edificio de enfrente nos encontramos con un establecimiento hotelero que tiene el honor de haber sido la primera sede del Instituto de Náutica y Mineralogía que fundara Jovellanos, como bien recuerda una placa en su fachada.
Adosada al Museo Casa Natal de Jovellanos, a la izquierda, se encuentra una de las dos advocaciones marianas que veremos en el barrio: La Capilla de los Remedios cuyo interior alberga el sepulcro de Melchor Gaspar de Jovellanos. El citado museo jovellanista y la capilla están anexos a un antiguo Hospital de Peregrinos que ahora es un restaurante. Se sabe que aquí se alojaban quienes, siguiendo la ruta norteña del Camino de Santiago, se dirigían a Oviedo para visitar en la Catedral ovetense la venerada imagen del Salvador. El Hospital funcionaría hasta 1836.
Frente a él, la Casa de Nava, un caserón sobrio, cúbico, de escasa ornamentación, construido a principios del siglo XVIII como residencia del Vizconde del Campo Grande, otro de los palacios nobiliarios de Cimavilla y actualmente propiedad municipal. A la izquierda llama nuestra atención una torre de tono rosado. Es la Torre del Reloj que, edificada sobre la base de una antigua torre romana, fue cárcel del partido judicial de Gijón hasta principios del siglo XX, además de campanario y, durante un tiempo, Casa Consistorial. La torre que hoy vemos, reconstruida en el año 1995, flanquea la antigua entrada romana a la ciudad.
Dejando la Torre del Reloj a nuestra espalda, subimos por la calle Vizconde de Campogrande que nos conducirá hasta otra plaza, la mayor en dimensiones de todo el barrio. Se trata de la plaza de Arturo Arias, popular periodista (Gijón, 1920-1975) del diario local El Comercio y cuyo busto preside el lugar. Los vecinos la conocen como la plaza la Tabacalera o el Campu les Monxes (Campo de las Monjas), ya que el edificio de grandes proporciones que destaca en la plaza fue, hasta su desamortización en el siglo XIX, convento de las Madres Agustinas Recoletas, más tarde Fábrica de Tabacos. Esta plaza, en el mismo corazón de Cimavilla, es uno de los lugares más populares del barrio de pescadores. En ella llaman la atención dos casas de sabor marinero muestra de otras del barrio: la que vemos en el número 4 es una casa típica de pescador, pequeña, de dos plantas y con la escalera al exterior. Al otro lado destaca otra casa de la misma tipología, aunque mayor en dimensiones, con piedra vista y que repite escalera al exterior.
Alegre y colorista este Campu les Monxes no ha perdido popularidad ni ha dejado de ser transitado. Los pescadores, las rederas trabajando al sol, las cigarreras y las mujeres que acudían diariamente al Lavadero que había en la plaza, han dado paso a multitud de jóvenes que se reúnen en torno a ella los fines de semana y días de verano, a disfrutar del sol, la sidra y de la charla al aire libre.

Fuente visitada. gijon.info

1 comentario:

  1. Personalmente, Cimadevilla me suena a verano, amigos, tapeo, tardes de vinos y sidras, relax...en fin cosas buenas, buen ambiente y "buen rollo".

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