viernes, 8 de julio de 2011

LAS CASCADAS DE ONETA


Para alcanzar uno de los espectáculos naturales más imponentes de Asturias sólo tendremos que caminar una hora, media hora para llegar y otra media para volver. Aunque quizás la excursión pueda durar bastante más tiempo, pues admirar las cascadas de Oneta en toda su dimensión paisajística nos llevará un poco más de tiempo.

Los ríos asturianos se han especializado en dejarnos imágenes inolvidables. Obligados a salvar enormes desniveles, ofrecen una gran capacidad erosiva, excavando a su paso multitud de hoces, cañones y desfiladeros.
Por su belleza y singularidad, la red de espacios protegidos de Asturias incluye estas cascadas del municipio de Villayón, un conjunto de tres saltos de agua que se escalonan en pocos metros, jalonando el curso del río Acebo que discurre entre rocas y numerosos pozos. Algunos, como el del Diablu, tienen gran profundidad y peligrosos remolinos en su interior. De pronto, la corriente se precipita verticalmente por una altura entorno a los quince metros, formando una cascada de espectacular belleza. Se trata de la cascada de la Firbia, la más accesible e impresionante de las tres. En torno a ella la continúa precipitación de rocas ha formado un circo sobre el que rompen estruendosamente las aguas. El sonido constante, de gran potencia acústica, viene acompañado de un efecto eólico que impresiona, ráfagas continuadas de aire que son el resultado invisible de esta gran caída de agua barranco abajo.

Las paredes del roquedo se nos muestran densamente cubiertas de musgos y helechos. La cascada está rodeada de robles, abedules y castaños y en su margen derecho se encuentra un canal que en la antigüedad abastecía a varios molinos. Nos encontramos, pues, en una localización privilegiada para apreciar esa relación estrecha entre el paisaje asturiano y su etnografía relacionada con el agua.
El itinerario señalizado por el que hemos llegado finaliza aquí, en la cascada de la Firbia. Sin embargo, por debajo de ésta existen otras dos de menor altura aunque no menos bellas: la Ulloa y la Maseirua. En el entorno inmediato de éstas la vegetación sigue siendo exuberante, con una frondosa cubierta de fresnos y alisos.
Muchos son los visitantes que llegan a la primera cascada y pocos los que dan con el camino para bajar andando hasta la segunda. Llegar a la tercera es más complicado, con una bajada muy peligrosa. Así que la admiramos en la distancia.

Para encontrar la segunda cascada hemos de acompañar al río en su agradable descenso entre pozas y pequeños saltos de agua. La pista acaba aquí, y a partir de ahora se convierte en un sendero fácil en sus primeros metros pero menos asequible una vez que asoma la cascada. La pista pasa junto a un molino de agua abandonado que podemos visitar.
Con suerte, en el transcurso del río podremos ver alguna nutria, la fauna más representativa de este ecosistema. No es por casualidad, la presencia de nutrias nos dice a las claras que la calidad ambiental de este entorno es muy alto, y que bien merece su protección y el título conseguido: Monumento Natural del Principado.

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La ruta de las cascadas parte de la aldea de Oneta, a donde se accede desde la capital municipal, Villayón, a través de la Carretera Local AS-36 que enlaza esa población con Luarca.

Son dos kilómetros de recorrido (ida y vuelta) que nos llevará una hora (ida y vuelta).

La travesía que lleva a las cascadas no tiene pérdida, además es una ruta especialmente sugerente que en primer lugar nos conduce a hacia la cabecera del barranco.

Desde Oneta, la ruta transcurre al principio entre prados y tierras de cultivo. Enseguida el camino se estrecha e inicia un empinado descenso que conduce a la cascada de la Firbia. El recorrido descrito, poco más de media hora de cómoda andadura, forma parte de la Red de Senderos Locales del Principado de Asturias, con la clave SL.AS-5, y se encuentra adecuadamente señalizado.



desdeasturias.com

3 comentarios:

  1. Mañana empiezo a preparar la ruta para esta próxima semana, vete preparando información. Gracias

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  2. Te juro que no se de donde sacas el tiempo. Muy bien, variado, completo y siempre guapo e interesante.

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  3. Suelo ponerme a escribir en la noche, cuando todas las cosas vuelven a ocupar su sitio.

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