Las campanas de mi pueblo:
Claro es que las campanas están en la torre; y la torre de mi pueblo no tiene rival en toda España. Hablo de la torre de la iglesia Catedral: cuantos la ven se enamoran de ella, y Vinader el arqueólogo la alaba como se merece.
Pero si la esbeltez y gentileza de la incomparable torre es como un cuerpo de piedra admirablemente tallado y de elegantes proporciones, el alma de ese cuerpo son las campanas.
¿No? Ved cómo avisan á los fíeles y comunican, á la ciudad toda, alegría y tristeza según los casos; escuchad su acento bullicioso, y sabed que, cuantas veces hablan, algo quieren decir, algo importante y significativo. Congregan al pueblo cristiano; son los nuncios de las fiestas que se avecinan ó de los misterios inefables que dentro del templo se celebran ó van á celebrarse.
Son seis las campanas; y cuando las percibo hiriendo los aires con sus encantadoras vibraciones, ya aisladas, ya unidas, ya en conjunto, antójaseme ver en ellas los timbres todos de la humana voz y de la armonía musical. La mayor, grave y majestuosa, llámase la Santa Cruz y se me figura ser su acento al de la voz de bajo profundo: la segunda llamada Bamba tiene algo así como sonido de tenor-barítono: el llamado Esquilón es un tenor muy formal y cumplido; la Santa Bárbara con su timbre argentino pasar puede por soberbio contralto: y los dos Cimbalillos, parleros é inquietos siempre, no están, al lado de los otros bronces, mal calificados como tiples.
Tiene la Santa Cruz nombre muy apropiado, siendo ella la campana mayor de un templo dedicado al Salvador del mundo, y á esa advocación tan significativa responden bien los ministerios que en la vida y órden interior de la casa de Dios se le encomiendan. Tres campanadas suyas graves y sonoras marcan al mediodía la Plenaria, la hora de las doce, y otras tres suenan al anochecer brindando á los fieles á honrar á la Virgen con las tres Ave Marías de la Salutación Angélica.
Cinco veces suena la Santa Cruz al alzar, ó sea en el momento solemne de la Elevación, en todas las Misas cantadas, para que la piedad cristiana de la ciudad toda pueda entonces adorar en espíritu al augusto Sacramento.
Tócase á vuelo la Santa Cruz durante la hermosa procesión del Vexilla en las Vísperas de las dominicas de Pasión y de Ramos, procesión vulgarmente llamada del Penden de Lázaro; y á vuelo también se agita la Santa Cruz para avisar al pueblo creyente que se acerca el momento de exponer la incomparable reliquia del Santo Sudario en el día de la Exaltación y su octava. Anuncia la Santa Cruz con veinticinco campanadas, despues del toque de Oraciones, que al día siguiente habrá sermón en la Santa Iglesia; y suena asimismo la campana mayor una y otra vez con insistencia siempre que el santo Viático vá á salir para algun Canónigo, beneficiado ó empleado en la Catedral Basílica.
La Bamba no recuerda ciertamente el nombre del rey godo asi llamado, sino que recibió del vulgo esa denominación, onomatopéyica que diría un retórico, de su especial timbre y sonido. Anuncia la Bamba casi todos los días del año el próximo comienzo de las horas canónicas de la mañana: se tañe también, alternando con la Santa Cruz, en las Vísperas de las grandes festividades; y avisa tirada á vuelo la próxima hora de los solemnes Maitines durante la octava del Corpus y en la tarde del Miércoles Santo. Pero el sonido mas característico de la Bamba es el doblar á muerto. Ayudada del Esquilón, despide de sí un quejido ó lamento tan especial que lleva la tristeza al ánimo, y los labios murmuran espontáneamente, al escucharla, una plegaria por el Capitular fallecido, por el Canónigo ó bienhechor que en aniversario anual se recuerda, ó por los fieles en general cuando en la víspera y día de Difuntos se nos advierte que la iglesia es tan democrática en pedir sin excepción por todos sus hijos como la misma muerte que á nadie deja de tocar con su mano niveladora.
¿Y qué diré yo de la Santa Bárbara, la de plateada voz y hermoso timbre? No le está asignado oficio especial, sinó que alterna y se combina con su vecino el Esquilón que señala él solo durante el día el principio de las Horas Canónicas en varias festividades y se echa á vuelo diariamente como final del toque de oración. Pero Santa Bárbara puede ser llamada la Patrona de la torre: en ésta tiene la Virgen y Mártir de Nicomedia efigie y altar especiales frente á la campana de que se habla; y allí se celebraba años hace el Santo Sacrificio el día 4 de Diciembre oyéndose continuos disparos de mortero desde el amanecer, siendo el prohombre de ésta que era la fiesta de la torre el inolvidable sacristán mayor D. Fernando López, que á la benéfica sombra de la Santa Iglesia había pasado toda su larga vida. ¡Oh variedad común, mudanza cierta! de esta solemnidad no queda hoy mas que la memoria.
Pero las campanas de mi pueblo, cuando hay que oirlas, es en conjunto, uniéndose sus timbres y voces en el especial toque que tiene el nombre de repique general: nada mas bello y harmonioso, nada que mas deleite al oido menos avisado; y entonces si que puede decirse de las campanas que son voces sonoras que se elevan al cíelo para cantarlas glorias y alabanzas del Señor. Cuando así suenan todas, anuncian las vísperas de las principales festividades del año: táñense también asi para avisar la salida de las procesiones que recorren las calles de la ciudad é indican igualmente la inmediata exposición del Santísimo Sacramento ó la salida de éste por Viático. Suenan, por último, todas juntas al mediodía y al anochecer de las vísperas de las mas grandes ó especiales solemnidades como son: Corpus, S. Pedro y S. Pablo, S. Salvador, Asunción, S. Roque, Dedicación de la Santa Iglesia y Traslación y Festividad de Santa Eulalia.
Entrar en mas, detalles sobre las campanas de mi ciudad natal sería curioso, porque el tema, créeme, lector amigo, que es fecundo; pero sería también cuento de nunca acabar. Y si de las campanas pasáramos á los campaneros de oficio y á los de afición, esto es, á los tiempos de la infancia de los chicos de la vecindad y aún de la población entera; ¡qué filón para ser explotado por una imaginación brillante! Pero, como yo carezco de ella... punto final.
Allá por Suiza y Alemania hay campanas dispuestas en escala y con las notas y cadencia del diapason músical: neque invideo, como dijo el latino, imposible que suenen mejor que estas de casa. ¿Qué diría, si las oyese, Chateaubriand que tanto bueno dijo sobre las campanas?
Oviedo -1895
Almanaque Asturiano
El Carbayón (1895)
Fuente visitada.
Me encanta oír la campanas de las iglesias. Sobre todo en los pueblos; en la ciudad se oyen peor por culpa del ruido ambiente.
ResponderEliminarAntiguamente (yo recuerdo algo de aquello, aunque ya no quedaba mucho)las campanas "comunicaban" con la gente, transmitían realmente un mensaje : se sabía si la Misa que anunciaban era con sermón, si anunciaban un bautizo, si una boda, etc. Tambien anunciaban urgencias : incendios, inundaciones, etc.
Quizás el toque más elaborado era el denominado "toque de difuntos", pues se hacía saber con el toque, si la persona fallecida era hombre o mujer, si era niño o niña, si había sido una muerte repentina o esperada, por accidente o violenta...en fin, que la riqueza de los toques era muy cuidada, y la gente llegaba a saber quien estaba tocando, pues cada sacritán tenía su propia forma de hacerlo.
Era útil y bonito.
A mi me siguen gustando las campanas a pesar de que ya no toquen con tanta "inteligencia".
Un saludo.
Don Vicente eso lo hemos perdido por este mundo de prisas y egoísmos.
ResponderEliminarMarisa el relato precioso.