martes, 14 de febrero de 2012

CLARÍN Y SU RUTA


Fueron cerca de cuarenta veranos, los que D. Leopoldo Alas pasó en Carreño. Aquí prepara y escribe novelas, cuentos, artículos y conferencias, se cartea con sus editores y sus amigos escritores, corrige pruebas y lee mucho, hace visitas y las recibe, va con frecuencia a baños, romerías, mercaos y fiestas en Candás.
Fruto de esas estancias veraniegas en Guimarán, se convirtió en perspicaz observador de la vida y el paisaje de este concejo campesino y marinero, marcado también por la servidumbre y la emigración a América. Los prados, los campesinos, los clérigos, las familias infanzonas y las aldeas carreñenses pasaron con sus mismos nombres o con otros supuestos a las páginas inmortales de la narrativa clariniana.

La importancia de Leopoldo Alas “Clarín” a nivel internacional inspira al Ayuntamiento de Carreño, en el año 2002, para la creación de un producto turístico tomando como hilo conductor la obra y época del autor, cuyo eje principal son el diseño y señalización de la Ruta Clariniana. Esta ruta está dividida en tres tramos que permiten al visitante su realización de forma autoguiada, correspondientes a los cuentos de “Viaje Redondo”, “Doña Berta” y “Boroña”; aunque las referencias de Carreño en la obra del autor aparecen hasta en un total de catorce obras distintas.
La mencionada iniciativa también incluye la celebración de unas jornadas gastronómicas (“Menús clarinianos”) basadas en platos que figuran en las obras del escritor recogidos a través del trabajo de investigación realizado por los historiadores José Mª González García y Luis Arias González; y, por último, y como colofón, la celebración de un “mercao” inspirado en el S. XIX, el siglo del autor.

El escenario que inspira el mercado clariniano: un poco de historia
El Carreño de Clarín es el de las cuatro últimas décadas del siglo XIX.En esta época las parroquias rurales del concejo desarrollaban una economía autárquica, con la casería como unidad básica de producción. El modelo socioeconómico imperante se basa en la existencia de un manojo de propietarios agrarios (hidalgos, alto clero y burguesía) de los que depende la gran masa de campesinado arrendatario que cultiva la tierra, explota los pastos o la cría de ganado. El arrendador comercializa los excedentes, mientras que el campesinado, cuyos ingresos son escasos, se limita poco más que a subsistir, refugiándose con alguna frecuencia en modelos de economía mixta (agricultura–pesca) como medio de conseguir ingresos adicionales. Los prestamistas se convertirían en una auténtica plaga del mundo rural carreñense.

En tiempos de Clarín, Carreño era totalmente preindustrial y completamente inmiscuido en los parámetros propios del Antiguo Régimen. El Carreño campesino y marinero del XIX producía cereales, castañas, legumbres, frutas y pastos, y se criaba ganado vacuno, caballar, de cerda, lanar y cabrío. Hay también alguna caza, y abundante pesca de sardina, besugo, bonito y otros molinos harineros y las fábricas de salazón de la sardina. Candás se diferenciaba del resto del concejo por la pesca, las salazones y el comercio, cuenta con Casa Consistorial, cárcel, escuela, una iglesia, tres ermitas, cuatro fuentes y 180 casas distribuidas en cinco pequeños barrios: La Cuesta, El Arrabal, El Regueral, La Matiella y el Muelle.
La mayor parte de la población carreñense y candasina vivía en estado de precariedad. Las guerras de Cuba obligaban a la imposición de continuas levas que afectaban a los sectores ya de por si más deprimidos de la sociedad carreñense. La presión demográfica entre 1833 y 1887 complicó más las cosas para los campesinos y la villa marinera. La solución lógica fue la emigración a Cuba e Hispanoamérica.
Seguidamente adviene un ciclo minero con el auge de las explotaciones mineras de hierro, la construcción del ferrocarril minero de Candás–Aboño. Este episodio minero pronto entraría en declive por distintas causas y se extinguiría paulatinamente hasta su práctica desaparición.
La burguesía acomodada de Oviedo y Madrid, puso de moda y dio un toque distinguido a las estancias veraniegas en la villa candasina. Este turismo favoreció el desarrollo de un modesto sector de servicios pensados para el solaz visitante: establecimientos de víveres, tiendas de ropas, cafés, billares, confiterías, almacén de efectos navales, farmacia y fonda.

Mercado o transacciones que se desarrollaban en la época-
Las ferias y mercados candasinos atravesaron una época de escasa relevancia, debido a la fuerte competencia de las ferias y mercados de Gijón y Avilés, lugares a los que acudían los agricultores y ganaderos carreñenses dado que tenían más demanda y mejores precios. En 1841 estaba autorizada en Candás la celebración de una feria anual (durante las fiestas del Cristo) y también un mercado semanal (los jueves). A la vista de la escasa afluencia se cambia su celebración a los domingos y se establecieron una serie de medidas coercitivas (con multas a los productores de Carreño que, por riguroso turno, no se presentaran con sus productos en los mercados candasinos).

En 1891 la corporación municipal decide establecer un coche de transporte costeado con fondos municipales para conducir en los días de mercado compradores de Gijón a Candás. Esta iniciativa estuvo en marcha durante varios años pero no consiguió los fines que pretendía: dado el esplendor de los mercados de las villas vecinas de Avilés y Gijón, no había lugar en el concejo de Carreño para transacciones comerciales de alguna entidad, como ferias o mercados estables.
En los mercados periódicos estaban presentes mercaderías de muy diverso origen. La mayor parte de los mismos eran de carácter primario, procedentes de la zona rural, a las que se unían las manufacturas realizadas por los artesanos. Se trataba de productos agrarios de toda clase, entre los cuales los que ocupaban una mayor parte eran los granos de escanda, trigo, centeno, avena y otros cereales.

El Carreño de Clarín es el de las cuatro últimas décadas del siglo XIX.
En esta época las parroquias rurales del concejo desarrollaban una economía autárquica, con la casería como unidad básica de producción. El modelo socioeconómico imperante se basa en la existencia de un manojo de propietarios agrarios (hidalgos, alto clero y burguesía) de los que depende la gran masa de campesinado arrendatario que cultiva la tierra, explota los pastos o la cría de ganado. El arrendador comercializa los excedentes, mientras que el campesinado, cuyos ingresos son escasos, se limita poco más que a subsistir, refugiándose con alguna frecuencia en modelos de economía mixta (agricultura–pesca) como medio de conseguir ingresos adicionales. Los prestamistas se convertirían en una auténtica plaga del mundo rural carreñense.

En tiempos de Clarín, Carreño era totalmente preindustrial y completamente inmiscuido en los parámetros propios del Antiguo Régimen. El Carreño campesino y marinero del XIX producía cereales, castañas, legumbres, frutas y pastos, y se criaba ganado vacuno, caballar, de cerda, lanar y cabrío. Hay también alguna caza, y abundante pesca de sardina, besugo, bonito y otros molinos harineros y las fábricas de salazón de la sardina. Candás se diferenciaba del resto del concejo por la pesca, las salazones y el comercio, cuenta con Casa Consistorial, cárcel, escuela, una iglesia, tres ermitas, cuatro fuentes y 180 casas distribuidas en cinco pequeños barrios: La Cuesta, El Arrabal, El Regueral, La Matiella y el Muelle.
La mayor parte de la población carreñense y candasina vivía en estado de precariedad. Las guerras de Cuba obligaban a la imposición de continuas levas que afectaban a los sectores ya de por si más deprimidos de la sociedad carreñense. La presión demográfica entre 1833 y 1887 complicó más las cosas para los campesinos y la villa marinera. La solución lógica fue la emigración a Cuba e Hispanoamérica, emigrantes carreñenses saldrían a Ultramar en busca de la tierra que les vio nacer, con algunas inversiones y obras filantrópicas.
Seguidamente adviene un ciclo minero con el auge de las explotaciones mineras de hierro, la construcción del ferrocarril minero de Candás–Aboño. Este episodio minero pronto entraría en declive por distintas causas y se extinguiría paulatinamente hasta su práctica desaparición.
La burguesía acomodada de Oviedo y Madrid, puso de moda y dio un toque distinguido a las estancias veraniegas en la villa candasina. Este turismo favoreció el desarrollo de un modesto sector de servicios pensados para el solaz visitante: establecimientos de víveres, tiendas de ropas, cafés, billares, confiterías, almacén de efectos navales, farmacia y fonda.

Rutas Clarinianas-
La Ruta Clariniana es una experiencia literaria-turística única en España. Por primera vez la narración se encuentra inmersa en el paisaje, en el escenario donde acontecen los hechos.
Durante el recorrido el visitante podrá disfrutar leyendo las citas del propio escritor, alusivas a los parajes carreñenses y sus gentes. Además están señalizados cruces y lugares de interés.
La Ruta Clariniana por tierras de Carreño hay que hacerla con un libro en la mano o, en su defecto, en la memoria. La literatura se une al turismo en un matrimonio perfecto.
Gracias a un verbo privilegiado, dotado de la premura del viento para unir letras, formar palabras, componer frases y crear historias, pasearemos del brazo de Doña Berta por Piedeloro, leeremos el Viaje Redondo conociendo Logrezana y Guimarán y con “Pepe Francisca”, el protagonista de Boroña, visitaremos las parroquias de Prendes y Albandi.
El estudiante conoce en sus primeros años de instituto La Regenta, lectura obligada. Esta novela, la más importante del siglo XIX, fue el método con el que Clarín criticó a la sociedad de su tiempo cuando aún no existían los grandes medios de comunicación y las nuevas tecnologías no eran ni tan siquiera imaginadas. Al igual que esta obra oculta entre líneas historias poco conocidas, las obras de Clarín no sólo cuentan las historias de los personajes que les dan vida sino que hablan de lugares descritos con la precisión de quien los conoce y los recorre muchas veces a lo largo de su vida.
Pasear formando parte de la historia. Ésta podría ser la sensación que se quiere transmitir con las Rutas Clarinianas. Veintisiete kilómetros de dificultad media, divididas en tres tramos que recorren los lugares de los que habla Clarín en sus obras.

Fuenta visitada.
Revista .fusionasturias.com

4 comentarios:

  1. Como siempre muy interesante y documentada, ¿cuando se celebra ese mercado y las jornadas?

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  2. Será por "La Regenta", pero yo siempre lo consieré un escritor muy asturiano.

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  3. El primer apellido de "Clarín" era Alas y esta familia tenía su casa solariega en el mismo emplazamiento donde se ubica la actual "Quinta Clarín". El escritor pasó muchos veranos en la vieja casona, que fue derribada por uno de sus herederos para edificar la actual. De los tiempos del autor solo pervive la capilla y probablemente un "belvedere" o mirador que allí existe.

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  4. El mercado clariniano se celebra a últimos del mes de junio.

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