sábado, 16 de abril de 2011

EL NALÓN


Siguiendo el curso del río Nalón desde su nacimiento en la Fuente la Nalona, encontramos una zona única: desde el concejo de Caso hasta el de Langreo, pasando por Sobrescobio, Laviana y San Martín del Rey Aurelio, en sólo treinta kilómetros pasamos del Parque Natural de Redes, Reserva Mundial de la Biosfera, a rastrear las huellas de la Revolución Industrial.

El mayor río del Cantábrico ofrece en estas aguas paisajes inéditos: unos naturales y otros creados por la mano del hombre. Entre el entorno natural y el industrial, el Nalón tiende puentes que se cruzan con sorprendente facilidad, creando un mosaico de indudable riqueza donde encontramos costumbres ancestrales, gastronomía natural, fiestas típicas, y museos, más que recomendables, imprescindibles si queremos conocer esta zona y con ella comprender una parte importante de la idiosincrasia asturiana. Con toda naturalidad, el Valle del Nalón une dos facetas de la vida que, aún pareciendo contrapuestas, deben al fin y al cabo convivir.

Tendiendo puentes-
El Nalón tiene la suerte de nacer en un paisaje único. Como tal, ha sido reconocido como Parque Natural y Reserva de la Biosfera, ocupando los municipios de Caso y Sobrescobio. De este modo, buscar las fuentes del Nalón es sumergirse en un entorno de reconocido valor medioambiental, con ecosistemas complejos y delicados, y vistas que hacen las delicias de cualquier fotógrafo que se precie.

Un paseo por esta zona protegida permite realizar todo tipo de rutas, desde las más sencillas y accesibles a otras de mayor dificultad, ya que nos enfrentamos a desniveles considerables y alturas de hasta 2.104 metros, récord ostentado por el Picu Torres. Los diferentes ríos que surcan el lugar juegan con la tierra y la roca creando abruptos desfiladeros, hoces y valles, donde suele asentarse la población. La abundancia de agua consigue un paisaje frondoso, donde casi un 45% del territorio son bosques de distintos tipos. Además no es difícil encontrar especies florales protegidas, como la genciana, el acebo o el tejo. Lo mismo ocurre con la fauna: el oso pardo y el urogallo cantábrico, ambos en peligro de extinción, encuentran en este lugar un hábitat amistoso donde poder vivir sin sobresaltos. Con semejante riqueza natural, es de esperar que un lugar como éste esté muy poblado, por eso se encuentran aquí hasta cincuenta especies de mamíferos, muchos de ellos incluidos también en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas. Además, el Parque Natural de Redes está considerado como Zona de Especial Protección para las Aves, ya que se han contabilizado ciento treinta especies diferentes También pertenece a la Red Natura 2000.

Además cuenta con Monumentos Naturales como la Ruta del Alba, que sigue el curso del río del mismo nombre a través de las impresionantes foces del Llaímo, creando cascadas y saltos de agua. Otra ruta parte del pueblo de Tarna, atraviesa un bosque de hayedos y nos lleva hasta un espectacular salto de agua conocido como el Tabayón del Mongayu, también Monumento Natural. De la Cueva Deboyu, catalogada de igual forma, sólo puede verse la entrada y la salida, ya que no es visitable para proteger a los murciélagos que viven en su interior.

Turismo natural-
Visitando los distintos paisajes y pueblos del Parque, es imprescindible pararse a charlar con sus habitantes. Las gentes que habitan estos parajes están acostumbradas a vivir en contacto con la naturaleza, y tienen mucho que contar. En sus pueblos y aldeas se encuentran antiguas costumbres, elementos etnográficos y muestras de arquitectura popular que ilustran cómo el hombre se ha adaptado al medio desde hace siglos. Las formas de vida tradicionales son la agricultura y ganadería, esta última con la imagen típica de la vaca casina o asturiana de montaña. De ella se obtiene el queso casín, de merecida fama.

Abandonando el territorio del Parque Natural, ocupando una parte de los concejos de Langreo, San Martín del Rey Aurelio, Laviana y el vecino Mieres, se sitúa el Paisaje Protegido de las Cuencas Mineras. Dentro de la Mancomunidad, esta zona se encuentra en torno a los ríos Samuño, Santa Bárbara y Villoria, todos afluentes del Nalón. La pureza de sus aguas es conocida y reconocida: el piscardo, pero sobre todo la trucha, hacen de esta zona un punto de reunión de pescadores. Además, las aves asociadas a los cursos fluviales dan fe de su buena salud medioambiental. El paisaje está dominado por la variedad, con una importante presencia de prados y pastos. También aquí podemos encontrar bosques, especialmente carbayedas, pero también hayedos, rebollares, abedulares y extensiones pobladas por el roble albar. En la ribera de los ríos, en cambio, son las alisedas las que mandan.
Para recorrer ambas zonas protegidas, existen más de cuarenta rutas señalizadas, de distintos niveles de dificultad, e incluso un tramo de Gran Recorrido, que nos llevarán por los puntos más interesantes. Senderismo y montañismo son uno de los puntos fuertes del turismo activo en el Valle del Nalón,


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