martes, 30 de agosto de 2011

LOS MOLINOS DE ASTURIAS


Los molinos que hoy en día se conservan en Asturias tienen un origen difícil de precisar, pues de muy pocos se conoce su fecha de construcción. Es de suponer que una buena parte de ellos hayan sido construidos en el siglo XVII debido a la aparición en Asturias del cultivo del maíz, que rápidamente se generaliza y ocupa un lugar importante dentro del sistema productivo del campo asturiano.

En todo caso cuando a los pocos molineros que quedan se les pregunta por la antigüedad de su molino la respuesta es bastante común: "ye mui vieyu... equí ya molió mio güelu y paezmi que tamién so padre... tien munchísimos años". Sólo los que se construyen a finales del siglo XIX y principios del XX
aportan datos precisos sobre la fecha.
Podemos afirmar que hasta bien entrado el presente siglo eran miles los molinos que funcionaban en Asturias. La casi totalidad empleaban el sistema de rodezno y podían tener entre uno y seis molares.

Hasta la llegada del maíz de América, y su implantación casi generalizada en Asturias en el siglo XVII, una parte importante de la tierra cultivable se dedicaba a la producción cerealista, siendo el trigo, el mijo, la escanda y el panizo los cultivos de este tipo mas usuales. Los molinos se dedicaban a moler estos cereales, utilizándose la harina, en mayor medida, para consumo humano. A partir del siglo XVII el maíz es el cereal más común, mientras queda muy reducida la producción de trigo y escanda, por su inferior rendimiento, y desaparece en la práctica la de mijo y panizo.

Algunos molinos eran de propiedad privada, en cuyo caso el propietario se quedaba con una cantidad de grano por el trabajo realizado; esta era una cantidad mas o menos fija aplicada mediante una medida por saco de grano que se llevaba a moler y se denominaba maquila. Otros molinos eran de varios propietarios que se turnaban a la hora de moler, estableciendo un turno de uso, por lo que fueron denominados molinos de vecera. Los grandes molinos eran frecuentemente propiedad de monasterios y
mayorazgos, y además de moler su propio grano sacaban un buenrendimiento
"maquilando" a los pequeños agricultores, que entre rentas - eran pocos los agricultores que tenían en propiedad las tierras explotadas - y "maquilas" veían reducidas de forma importante sus pequeñas cosechas.

Encuentro con el molín-
Siguiendo el cauce de cualquiera de nuestros ríos o riegas, allí donde encontramos el agua remansada por una presa y siguiendo la estrecha canal que se deriva, en parajes frondosos, poblados de manzanos, alisos, fresnos, cerezos y avellanos, allí donde el rumor del agua invita a ayalgas, xanas y espumeros, se encuentran los molinos. Son espacios un poco míticos, de los que surge su estructura pétrea y
centenaria entre una naturaleza rebosante de agua y vegetación.

El molino tiene un encanto especial para los que, cuando llevábamos la saca con el maíz a moler, recordamos el rumor del agua al acercarnos, el ruido sordo y monótono de las muelas al girar triturando el grano entre ellas, el agradable calor que hacía en la sala del molino propiciado por el rozamiento de las muelas, la atmósfera densa del polvillo de harina en suspensión que se anclaba en las telas de araña - siempre
beneficiosas ya que las arañas se comen las mariposas de la polilla que ataca al grano - y siempre una sensación de tranquilidad que da un lugar por el que han pasado muchos años y donde unas ruedas giran incansablemente día tras día.

El "molín" nos ofrece siempre una estampa de gran belleza no sólo por su entorno sino también por su forma. Una pequeña construcción aprovechando un desnivel del terreno, por lo general de una planta, en la que entra el agua por la parte alta -el cubo- y sale por la parte inferior, abierta muchas veces en forma de arco de piedra -el infierno-.

Es frecuente que utilizando un mismo cauce de río o regato se hallen varios molinos, en ocasiones muy cerca unos de otros. En algunos casos el mismo estanco recoge el agua del cauce del río para derivarlo hacia un molino, y el agua que sale de este se canaliza hacia un segundo molino, dándole dos usos a un mismo caudal antes de revertirlo al río.

La actualidad y el futuro-
De los miles de molinos que funcionaron en Asturias hace algunos años, sólo unos cientos son los que hoy se encuentran en uso.
Muchos de los molinos, al dejar de ser rentables por la falta de trabajo, han sido abandonados a su suerte, y se han convertido poco a poco en ruinas invadidas por la maleza, fundiéndose con la naturaleza que les rodea hasta su total desaparición. Algunos otros han sido reconvertidos, dedicándolos a funciones diversas: pajares o almacenes, y cuando se encuentran integrados dentro de la propia vivienda pasan a
constituir una pieza mas de la casa.
Ha habido algunos de gran envergadura, que por su capacidad de estanco y presa, han sido adquiridos por empresas eléctricas o particulares para transformarlos en pequeñas centrales eléctricas.
La especial ubicación que tienen muchos de los molinos ha dado lugar en los últimos años, a que sean muy demandados para su rehabilitación y reconversión en viviendas para los periodos de vacaciones y fines de semana.

Pero con los viejos molineros desaparecerán sin duda los pocos que se mantienen hoy en funcionamiento. Los actuales son los últimos molineros, pues será difícil que las generaciones futuras, sin la motivación que da la añoranza, mantengan una actividad escasamente rentable en un mundo en el que el económico es un aspecto primordial.
Asturias es, a pesar de todo, uno de los reductos en donde se mantienen, en muy buen estado de conservación y uso, un número nada despreciable de molinos de agua, siendo este un capital que deberíamos saber mantener.

Los molinos de agua necesitan ayuda y protección, y en ello deberían implicarse la Administración regional, las entidades locales y todo tipo de asociaciones y personas que sientan el molino como algo entrañable, mítico y que de algún modo nos acerca a nuestras raíces.

Fuente visitada.
abamia.net

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