martes, 25 de octubre de 2011

PERLORA AUN COLETEA



«Carreño debería haber luchado más, sin divisiones, y con el apoyo del pueblo para mantener abierta la Ciudad de Vacaciones». Esta es la opinión de Miguel Ángel Faes Álvarez, uno de los más veteranos trabajadores del centro vacacional, donde desempeñó el oficio de cocinero entre 1968 y 2006. Y con él coinciden los cerca de 180 empleados que se reunieron ayer en Perlora en un emotivo encuentro al cumplirse cinco años de su cierre. La jornada estuvo repleta de recuerdos, anécdotas y comentarios sobre su paso por la Residencia Sindical de Educación y Descanso, primero, y Ciudad de Vacaciones, después.
Fue una instalación ideada en la mitad de los años cincuenta para el uso y disfrute de los trabajadores con pocos recursos económicos entonces. Dada su condición de lugar de ocio y descanso, tanto los empleados como los clientes compartían una excelente relación, comenta Faes. Pero para su compañero y más veterano de los asistentes, José Adolfo Iglesias, que desarrolló su vida laboral en el centro desde 1966 como administrativo, lo más destacable del centro era la calidad. «Si se hiciera una comparación de los servicios que se ofrecían en Perlora con los de las actuales instalaciones turísticas, estarían entre los mejores», apunta con gesto de convencimiento.
Prueba de ello, añade, son las 150.000 estancias que recibía la ciudad entre abril y septiembre. Para este jubilado langreano, en el tiempo actual de crisis, el modelo de la Ciudad de Vacaciones estaría perfectamente en vigor , ya que cumplía con el objetivo de acoger a los trabajadores con escasos recursos. Entre sus recuerdos todavía tiene presente la capacidad de servicio de la instalación: «Era capaz de atender hasta 800 personas diarias, algo que requería disponer de una plantilla que llegó a ser hasta de 220 empleados».
En cuanto a la financiación del centro, en los comienzos, el sostenimiento procedía de los sindicatos para los alojamientos en los chalés, mientras que una parte de los que había en el edificio central era sufragada por el Estado.
Diferentes destinos
Las cuencas mineras fueron en un principio el lugar de procedencia de muchos de los prestaron servicio en el centro vacacional. Los trabajos más requeridos fueron los relacionados con la hostelería, principalmente, y con la hotelería, jardinería y mantenimiento en general.
Tras el cierre de la actividad en 2006, el cerca del centenar de trabajadores entre fijos y temporales de que disponía el centro turístico fueron repartidos entre otros servicios del Principado. Otros, sin embargo, eligieron otros destinos en empresas turísticas fuera de la región, en instalaciones hoteleras algunos y también en el sector de la restauración.
Ayer, en el hotel Piedra, a pocos metros de la Ciudad de Vacaciones, este colectivo de trabajadores disfrutó del que es el primer encuentro, porque tras la comida, quedaron convocados para el próximo año. Su presencia rescató por un momento la memoria del que fue el mayor centro turístico de Asturias durante 52 años.

Fuente.
elcomercio.es

Braulio FERNÁNDEZ

«A finales de los 60, la Ciudad de Vacaciones llegaba a tener 150.000 estancias durante el verano», recuerdan Miguel Ángel Faes Álvarez y José Adolfo Iglesias, dos de los más veteranos trabajadores de la residencia turística, cerrada en 2006. Iglesias comenzó su actividad profesional de administración en el año 1966, mientras que Faes lo hizo en la cocina en el 68. Eran otros tiempos, en los que «se trabajaban 14 horas y había que levantarse a las dos de la madrugada para encender las cocinas de carbón», como recuerda Faes. Pero merecía la pena porque, como reconocen ambos, «éramos una gran familia, con una relación muy estrecha con los visitantes». Ahora, cinco años después del cierre de la ciudad y por primera vez, los trabajadores se han juntado de nuevo para comer en el restaurante Hotel Piedra de la parroquia carreñense.

Hasta 180 trabajadores llegaron ayer a Perlora desde diferentes puntos de la geografía asturiana, algunos de los cuales llevaban décadas sin verse. «Hay gente que no veo desde hace 40 años», reconocía Faes emocionado. Él estuvo trabajando en Perlora precisamente cuatro décadas, hasta el cierre del recinto el 21 de noviembre de 2006. Ahora, cinco años después, es momento de retrospectiva. «La ciudad lo tiene todo, pero cinco años de abandono hacen mella», asegura. «Perlora cerró y Carreño se vino abajo, eso lo han notado todos, y he ahí la importancia de la ciudad para el concejo».

Les gustaría ver la residencia de nuevo activa, recuperando el esplendor vivido, aunque reconocen que actualmente es imposible. Si bien nadie les roba la oportunidad de recordar juntos la llegada de la gente el 15 de junio y las despedidas del 5 de octubre, cuando se cerraba la temporada. «Era un lujo, con pensión completa, servicio en mesa en dos comedores, guarderías infantiles, y de todo, menos trabajo para los visitantes, que venían exclusivamente a descansar y se les llevaba de excursión por toda Asturias», dice Iglesias. En los casi 300 chalés de Perlora trabajaban más de cien personas, aunque sólo 70 de ellas eran fijas, cifra que descendió con el paso de los años. «Al final las siglas nos dividieron», reconoce Faes. De hecho, creen que se podía haber evitado el cierre «con el apoyo del pueblo».

Fuente.
lne.es

4 comentarios:

  1. Tienes toda la razón, con lo a gusto que se tomaban los cafelitos al fresco

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  2. Es un apena que no se haya llevado adelante aquella iniciativa. Eso de que las siglas nos dividen es una gran verdad. Yo visité la ciudad residencial de Perlora hacia el 1992 y ya me dió la sensación de un total abandono; solo funcionaba el edificio central, como una especie de hotel. Pero ahí ha quedado todo. Para Candás hubiera sido una gran cosa. Saludos.

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  3. Yo creo que solo fueron eso iniciativas y pocas ganas de luchar por ella.

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  4. Es una vergüenza lo de la ciudad de vacaciones, el Auntamiento de Carreño tendría que haber luchado por su conservación al ser un centro turístico de primer orden, yo creo que hubiese generado empleo y riqueza al concejo.
    Luis, tás obsesionau con el café, ¿quitótelu el medicu?
    Un saludo

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