jueves, 16 de febrero de 2012

RECUERDOS VIEJOS DE VILLAVICIOSA 1.872





Dos solas calles tenía la reducida población, semejando la forma de unos pantalones, según mortificante comparación de localidades vecinas. Sus religiosos habitantes oraban en la iglesia de Santa María y en las conventuales de monjas Clarisas y padres Franciscanos, corporaciones bien amadas de los moradores, recordándose todavía el guardián padre Frutiño, al predicador famoso padre Ron y al alegre fray Miguel, queridísimo de los niños. Frailes y vecinos vivían en estrecho consorcio.

Los principales habitantes eran propietarios, modestos vinculistas, nobles de solar conocido y de armas poner y pintar, en casas de lindas huertas detrás de las dos únicas calles, una del Sol(que en lo antiguo se llamó de la Herrería, hacia su término) y otra del Agua, por donde corría el "regatu" con sobrantes del típico y abundante "cañu".
La cárcel vacía y, poco menos el hospital.
La vida toda muy tranquila y uniforme, patriarcal; la alimentación sin adulteraciones posteriores y menos en el castellano vino de Pericañes; el lujo, apenas conocido, no permitía muchas expansiones sobre la "sarasa"; las íntimas tertulias, los honestos y bailes y las divertidas y extraordinarias funciones por San Juan y la Virgen del Portal, animaban aquella pacífica localidad, que era para el resto de la provincia como Toledo y Sevilla, por sus procesiones del Corpus y Semana Santa.

Así pintaba a Villaviciosa el distinguido escritor. Cuando Ahora visito y recorro Villaviciosa, recuerdo que la alcancé con poco más de dos calles, la del Sol, y las casas solariegas con héraldicos con heráldicos escudos, ya no está "el cañu")enfrente del ensangrentado "Ecce Homo", y le renplazan dos fuentes construidas a la ültima moda; nuevos y populosos son el barrio de la Oliva; el mercado "viejo" ya no lo es, y si "nuevo", mejor que el de muchas capitales; se abrieron calles y carreteras por sitios de abundantes huertas y prados cercados con setos de zarzamoras; y, en una palabra, todo cambió a impulso del progreso. Quedan, como recuerdo del pasado, la bizantina iglesia, la antigua y reducida cárcel sobre restos de las viejas murallas, la casa de los Hevia, donde se hospedó Carlos I; el antiguo ayuntamiento con el escudo concejil del águila austriaca; el ex convento con variadas dependencias; el tranquilo de las Clarisas; y las moradas donde nacieron Solares, Peón, Pidal, Caveda y otros ilustres asturianos... Pero desaparecerán y cambiarán estas memorias, así como miro transformados o desiertos los sitios de alegres esparcimientos, la Alameda, las Carbayeras, las Cascadas de Sorribas, la Barquerina, la Sinagoga con espumosa sidra, y mil rincones de aquella floreciente villa y de su hermoso valle, sin igual en la provincia.

Fuente visitada.
Obras completas,I. (Asturias, concejos y comunicaciones)
Fermín Canella y Secades.

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