martes, 8 de enero de 2013
EL CASCO HISTÓRICO DE OVIEDO
El casco histórico de Oviedo guarda un sabor decimonónico difícil de encontrar en otras ciudades españolas. A parte de que su patrimonio sea realmente considerable, rehabilitaciones y reconstrucciones de la última década se han preocupado en exclusiva de enfatizar este carácter histórico. Las calles peatonales, sin presencia de coches y apenas otro tipo de vehículos contemporáneos, hace que la sensación de volver atrás en el tiempo sea más efectiva si cabe.
El paseo que a continuación les proponemos es un retorno a la mirada de ese Oviedo que Leopoldo Alas “Clarín” retrató. El lo conoció casi de igual manera que hoy se nos presenta, y le sirvió de escenario inevitable para su famosa novela “La Regenta”.
Bien, pues nos acercamos a las inmediaciones de la catedral por la calle González Abascal. A nuestra izquierda se abre la Plaza Porlier, reformada no hace muchos años. Actualmente el punto de atención se centra en la escultura de un viajero cargado de maletas en actitud de descanso. Hablamos de “El regreso de Willians B. Arrensberg”, sugerente título para un hombre pétreo creado por el artista Úrculo en 1993. Parece que acaba de llegar a Vetusta, posiblemente como nosotros, y se detiene un rato ante el palacio de Camposagrado, fechado en el siglo XVIII. A nuestra derecha, cerrando la plaza, se levanta el palacio del Conde de Toreno, del siglo XVII, casa natal del ilustre diputado de las Cortes de Cádiz, y no menos ilustre historiador, José Mª Queipo de Llano. Actualmente este inmueble es sede del Real Instituto de Estudios Asturianos, preocupado por el estudio y la divulgación de la etnografía, cultura y literatura asturiana.
A
vanzamos por la calle González Abascal y llegamos a la Plaza de la Catedral (que bien merece una visita a parte), presidida por la monumental torre de su basílica y una amplio espacio abierto en el que antiguamente existían casas de bellos soportales. Allí se celebraba el famoso mercado de “les madreñes”, constituyendo uno de los epicentros sociales del Oviedo antiguo. Desde este lugar vemos el Palacio de los Valdecárzana Heredia, del siglo XVII. Un inmueble mítico para la sociedad ovetense y para la ficción novelesca, pues allí estuvo emplazado hasta el año 1931 el célebre Casino de la Regenta. Catedral y Casino, una pareja indisoluble en la novela que hoy en día encuentra una seña de identidad más: la figura esculpida de Ana Ozores, la Regenta. Como una transeunte más pero de naturaleza escultórica, con orígenes imaginados y también realistas.
Del complejo entramado de callejuelas peatonales que salen a nuestro paso tomaremos inicialmente la calle Cimadevilla, que junto a la Rúa y la calle Magadalena constituían la arteria vital de la sociedad ovetense. Establecimientos comerciales, cafés para tertulias, bazares, etc. A nuestra izquierda, con una ligera pendiente hacia abajo transitamos un calleja que desemboca en la Plaza Trascorrales. Una pausa obligada para apreciar en su conjunto una pequeña estancia de la ciudad, recogida y silenciosa, donde se respiran los aires de la historia y el carácter de Vetusta.
Ahora retomamos por un momento nuestra ruta anterior, volvemos a la calle Cimadevilla, y al fondo se encuentra el arco que debemos cruzar. En realidad es la puerta más importante de la antigua muralla medieval. Sobre él se erige la torre con el reloj del Ayuntamiento, y nos abre paso a la Plaza de la Constitución, circundada por joyas arquitectonicas, a la vez humildes, que dan una belleza extra al conjunto. En la plaza también se encuentra la Iglesia de San Isidoro el Real, del siglo XVII y con un toque personal.
La vamos dejando a nuestra derecha y tomamos la calle Magdalena camino ya de El Fontán, plaza emblemática del Oviedo Antiguo que se ha reconstruido por completo con premisas arquitectónicas más modernas. La reconstrucción resultó controvertida y no vamos a juzgarla aquí. Acérquense y saquen sus propias conclusiones. Si se hacen con una foto de la antigua plaza ya tendrán las dos partes del juicio. El Fontán y su plaza anexa, la Plaza Daoiz y Velarde constituyen un punto de encuentro de la ciudad y uno de los lugares elegidos para tomarse unas tapas, darse una vuelta por el rastro o el mercado de las flores. En Daoiz y Velarde se encuentra La Casa de las Comedias, de estilo neoclásico, que actualmente alberga la Biblioteca Pública Pérez de Ayala, muy bien abastecida y muy frecuentada por los ciudadanos. Al lado de este centro cultural destacan por su factura uno de los mayores palacios existentes en la ciudad, el Palacio del Duque del Parque, de estilo barroco.
Recordemos que habíamos descendido la calle Magdalena, y posiblemente ahora nos encontremos dando una vuelta en redondo a la Plaza del Fontán. Aparece entonces la calle Fierro, por la que debemos subir. Llegamos de nuevo a la Plaza de la Constitución y esta vez dejamos la Iglesia a nuestra izquierda, camino de otra calle que baja, la calle El Peso. Nos conduce irremediablemente a nuestro final del trayecto por el casco viejo de Oviedo, dejándonos en uno de sus límites más ilustres: la Plaza del Riego, que toma nombre del General asturiano Liberal que con sus sublevación forzó el trienio liberal (1820-1823) frente al absolutismo de Fernando VII. Una pequeña plaza que es lugar de charla y reunión en las tardes y noches de los meses de buen tiempo, sobre todo en las populares fiestas de San Mateo, cuando se llena de música y chiringuitos.
En este apacible lugar podemos tomarnos algo tranquilamente antes de regresar al Oviedo contemporáneo.
Fuente visitada. desdeasturias.com
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