jueves, 3 de junio de 2010

LEYENDAS "LOS MALOS AUGURIOS"









La iglesia católica obtuvo pingües beneficios promoviendo falsas procesiones y comitivas de difuntos para obtener después las consabidas donaciones para misas de difuntos. No hay pueblo o concejo asturiano donde no se cuente cómo el cura o el sacristán envueltos en blancos sudarios atemorizaban a los vecinos hasta que topan con algún valentón que les propina una soberana paliza, no faltan paisanos que al hablar de sus apariciones apostillan un "yera cosa de los curas".

Con antiguas reminiscencias indoeuropeas encontramos en Santianes de Pravia la Bueste y la Pirriría. Se trataba de una visión nefasta, una mujer muy alta vestida de negro y enjuta rodeada de perros negros que se iban haciendo cada vez mayores y recorrían los caminos.

Otra manifestación de las ánimas la constituyen los Fueos Fatos, luces que aveces se ven en los cementerios o en los troncos viejos de los árboles y que son interpretados como almas en pena aunque se trate de procesos químicos liberados durante la putrefacción de materias orgánicas.

En alta mar el fenómeno eléctrico conocido como Fueos o Lluces de San Telmo es considerado presagio de naufragio cuando se aparecen en el mástil de la embarcación.

En algunos pueblos de Gijón y Siero las apariciones fantasmales eran conocidas como L´Aparatu quizás etimológicamente emparentado con la palabra "aparecido", su huella puede rastrearse por Güerces, Caldones, Valdornón, Llavandera... En 1.921 el poeta asturiano Francisco G. Prieto ya recogió este mito en sus composiciones, en "La vida asturiana nun cientu
sonetos"

"Diz que Manín de Xove, diendo a Uvieu
mumchu antes de qu´hubiere carros ferriles
ascurecio-y nun monte ensin candiles
y al ver lluces qu´andaban tuvo mieu.
Restrigose los güeyos con un deu
por si yeran visiones infantiles.
O quicias podríen ser guardies-ceviles
que veníen con faroles de paseu.
Pero al llegar de cerque, respigose;
yera un intierru y dixo´l mentecatu:
- ¿Quién morrió?
Y co les sombres fo un bon trechu.
Rezando vio una caxa y santigüose
ellí suañó que yera´l Aparatu
y amaneció durmiendo ente felechu."

En Santianes (Pravia) cuando alguien va a morir se oye tocar en el desván de casa un tambor, a ese mito le llaman El Tamboriteru.

También son mal augurio los perros aullando, el canto de las aves nocturnas (curuxes,ñiétovas, la carpia, el gárabu, el rayu, la cavina, etc...) o los cuervos. En Bocines (Gozón) tres cuervos eran mala señal y se decía "Ahí van la cruz y los ciriales" en referencia al próximo entierro.

En el Occidente de Asturias el Güercu es la imagen de una persona que se presenta a otra poco antes de morir, no habla ni hace gesto alguno, puede encontrársele por un camino, o trabajando la tierra, el que le ve le saluda pero no recibe contestación alguna, cuando llega a casa o al pueblo, recibe la noticia que esa misma persona acaba de morir hace unos instantes y en otro lugar diferente. Es una de las creencias más arraigadas y los casos se cuentan a miles.
Las apariciones de difuntos no siempre tienen que tener forma humana, ni estar envueltos en sudarios,no faltan leyendas en las que el alma adopta la forma de un animal. El poeta asturiano Antón de Marirregera escribía en el siglo XVII unos versos que ya referían esta creencia:
"¿Serás acaso un estornín tornado
l´alma d´un aforcado
o la güestia que vien del otru mundo
y sal de los llamales del profundo?"
En el Castro (Pravia) se creía que el espíritu de la mítica reina Urraca había adoptado la forma de una paloma blanca que sobrevolaba el Castro de doña Palla y después iba en dirección a la mar. En Tapia existía un miedo atroz a tropezarse de noche con un perro negro que llamaban El Can d´Oliveros. Perros y lobos son en las mitologías indoeuropeas los guardianes del otro mundo.
En algunas leyendas de la Güestia, algunos de los difuntos llevan finxos, los antiguos moyones con los que se marcaban las fincas, lo hacen porque en vida los fueron cambiando poco a poco de sitio para obtener algunos palmos más de tierra robándoselos a un vecino. Ahora su penitencia es volver a restituirlos.
(Alberto Alvarez Peña)


1 comentario:

  1. Aquellas noches de verano en la aldea, cuando repentinamente un perro empezaba a aullar lastimeramente y se me erizaba la piel pensando que quizá era un mal augurio...

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