miércoles, 23 de junio de 2010

NOCHE MÁGICA DE SAN JUAN

En la mágica noche de San Juan:




Se permite el acceso a grutas, castillos y palacios encantados; se liberan de sus prisiones y ataduras las reinas moras, las princesas y las infantas cautivas merced a un embrujo, ensalmo o maldición; braman los cuélebres; salen a dar un vespertino paseo a la luz de la Luna seres femeninos misteriosos en torno a sus infranqueables moradas; afloran enjambres de raros espíritus amparados en la oscuridad de la noche y en los matorrales; las gallinas y los polluelos de oro, haciendo ostentación de su dorado plumaje, tientan a algún que otro incauto codicioso; las mozas enamoradas sueñan y adivinan quién será el galán que las despose; las plantas venenosas pierden su dañina propiedad y, en cambio, las salutíferas centuplican sus virtudes); los tesoros se remueven en las entrañas de la Tierra dejando al descubierto parte del mismo; el rocío cura ciento y una enfermedades; los helechos florecen al dar las doce campanadas...


En Proaza, los jóvenes iban de madrugada a lavarse la cara a las fuentes y las personas mayores que padecían sarna o erupciones cutáneas, se revolcaban completamente desnudas en los prados, costumbre también registrada en Aguino (Somiedo), en Borines (Piloña), Tormaleo (Ibias) y algunos pueblos de Allande eran las mozas las que se revolcaban, completamente desnudas, en los prados para participar en las virtudes del rocío.
En la Riera (Somiedo) tienden las ropas al rocío porque esto libra de las enfermedades a quienes luego las usan.
Los vecinos de Perlunes y Valle del Lago, en el concejo de Somiedo, sometían a las ovejas a aspersiones de agua y después las llevaban a pacer a la rosada (rocío) antes de que saliera el sol, porque los rayos del astro le quitan la virtud. También era corriente poner, en la víspera de S. Juan, sal al sereno y dársela al amanecer al ganado; este rito de “salar las vacas con sal bendita” servía para preservarlas de las enfermedades.
Otra importantísima costumbre era la de coger la flor del agua que brota en el cristal de las fuentes en el instante de romper el alba de la mañana de S. Juan, y que no dura más que un instante y que haría feliz en sus amores al que lograra cogerla en ese momento.
En varios concejos asturianos era costumbre que fueran las mozas de un pueblo a quitar la “flor del agua” a las de otro cercano, lo que ocasionaba grandes riñas y peleas. En otros lugares, la moza que llegaba primero a un manantial o a una fuente colocaba una rama como señal de que había logrado coger la flor del agua; cuando llegaba otra, hacía lo mismo, porque comunmente se creía que la moza que hubiera logrado coger la flor del agua se casaría ese mismo año.
Por último, el culto al árbol y a los vegetales se halla también representado en los ritos de S. Juan. Los mozos asturianos colocan ante las casas de sus novias un árbol (roble o fresno) denominado ramu, con el objeto de que el santo los bendiga. Tras ello, recorren el pueblo cantando:
Mañanita de S. Juan, madruga, niña, temprano a entregar el corazón al galán que puso el ramo.
Las mozas, por su parte, enraman las fuentes y los manantiales, es decir, los adornan con ramas y flores.
En algunas parroquias, como en la de Jarceley (Cangas del Narcea) colocan sobre el tejado un ramo mojado en la fuente esa mágica noche con el objeto de que no puedan caer rayos sobre la casa. También es tradicional coger el trébol de cuatro hojas (de ahí viene la canción de “a coger el trébole…”) Las hierbas medicinales no se recogen antes de medianoche, luego se cuelgan en las ventanas de las casas para que reciban la bendición de S. Juan. La más famosa es la flor de saúco:
La flor de sabuco madre, yo la tengo recogida del sereno de S. Juan que sirve de medicina.

Es importante destacar que los cuélebres pierden su poder mágico. Las damas encantadas salen de sus cuevas y de las fuentes a peinar sus cabellos con peines de oro y a ofrecer sus riquezas al que sepa y tenga valor para desencantarlas. De las peñas y de los manantiales brotan piedras preciosas. Y aparecen gallinas con pollos de oro picoteando las flores silvestres. Unos encantos regalan vacas a los pastores. Y otros, juegan un partido de bolos con boleras de oro…


- Danza de princesas:
En el monte de Caravia está la fuente del Alisu, en la cual hay princesa encantadas por un Cuélebre. Este, la mañana de S. Juan, enróscase y duerme; entonces, las encantadas salen y suben al pico del Castro a limpiar la cadena de oro que le rodea. Y al bajar, cogen flores de cotolla y danzan en el campo de la Llana.
Si durante el sueño del Cuélebre pasa por allí una persona, las princesa se acercan a ella y le dicen:
- Toma nuestra riqueza y danos tu pobreza.
Si en aquel momento tira una medalla en la fuente o les entrega a ellas un objeto bendito, quedan desencantadas. Pero si no hace esto, al salir el sol, despierta el Cuélebre y las princesa vuelven a su encantamiento.


- La mina que brota:
El agua de Fuenteblanca de Sopereda, concejo de Parres, sale de una peña que tiene la figura de una albarda.
Un día de S. Juan fue allá una mujer por agua y vio que la peña estaba cubierta de oro y joyas; volvió corriendo a su casa a avisar a su marido, y cuando llegó a la fuente, habían desaparecido el oro y las joyas. Si la mujer hubiera tirado encima de aquellas riquezas un objeto bendito, no se hubiera escondido la mina. Ésta brota cada siete años.


- El pastor y el encanto:
Una vez estaba un pastorín sentado al pie de la fuente de las Traviesas, allá en la Collada de Taranes, concejo de Ponga, y vió salir por el ojo de la fuente un encanto con muchas vacas. Y el pastor las miraba “estelau” (embelesado)
• ¿Qué miras pastor?- Dijo el encanto.
• Miro esas vacas tan guapas.
• ¿Tú no tienes vacas?
• No, señor.
• Pues cuando entren por el ojo de la fuente, tiras tus calzones sobre la que más te guste y quedará para ti. Ella te hará rico, porque parirá jatas. Pero no la dejes nunca entrar en el río Caldar.
El pastor se puso al pie de la fuente. Comienzan a entrar las vacas y dice:
• Esta sí que es guapa, allá van mis calzones. Pero no; es más guapa ésta, o sino, esta otra que es pinta, o la otra que es negra…
Y cuando acordó consigo, habían entrado todas las vacas y se quedó sin ninguna.
Al siguiente año, el día de S. Juan, el pastor se puso de pie ante la fuente, y no se detuvo a escoger; en cuanto apareció la primera vaca, le echó encima los calzones y se la llevó consigo.
La vaca le dio muchas jatas, y éstas le dieron otras, y fueron tantas que se hizo rico.
Y un día se le ocurrió decir:
• ¿Por qué no he de permitir que entre la vaca en el río Caldar?
La dejó entrar. Y la vaca no volvió a la cabaña.


- ¡Santiago de Aguino!
En la parroquia de Santiago de Aguino, concejo de Somiedo, el día de San Juan estaba una Xana muy guapa limpiando sus alhajas al pie de una fuente.
Pasó por allí una niña, se acercó a la Xana, le cogió el cáliz y marchó con él.
La Xana corrió tras ella, y ésta cuando iba llegando a la iglesia, dijo:
• ¡Santiago de Aguino, sálvame que lo quiero para ti!
Y dicen que el cáliz que hoy existe en aquella parroquia es el que la niña le quitó a la Xana.


- El esquilador y la encantada:
En Cobiella, concejo de Cangas de Onís, está la cueva de la Huelga. Y una mañana de S. Juan pasó por allí un mozo de oficio esquilador y a la puerta de la cueva vio a una joven sentada detrás de una mesa de quincalla y se paró delante de ella.
• De lo que ves, ¿Cualo te gusta más? - preguntó la encantada.
• Unas tijeras de oro.
• Tómalas, puerco esquilador; que nunca te falten.
Ovejas que trasquilar
Ni sarna que rascar.
La explicación de esta leyenda es que si el esquilador hubiera dicho que lo que más le gustaba era la joven, o sus cabellos, se hubiera roto el encantamiento; pero al prevalecer el interés sobre el amor, la encantada no puede ser liberada y castiga al mozo.

(Ramón Baragaño, Mitología y Brujería en Asturias)

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