jueves, 28 de abril de 2011

LOS MOLINOS ASTURIANOS


Asturias es una región con abundancia de precipitaciones, además de una orografía abrupta con importantes cadenas montañosas próximas a la costa, dando lugar a múltiples cauces de pequeños ríos, que en cortos trayectos vierten sus aguas al Cantábrico. Las precipitaciones en forma de nieve del largo invierno y las bajas temperaturas hacen de la cordillera cantábrica un importante almacén de agua que regará los valles por medio de ríos y regatos durante los periodos de primavera y estío, por lo que estos cauces, aunque
con oscilaciones, son bastante constantes todo el año.

En estas condiciones no es de extrañar que sea Asturias una región en la que los ingenios hidráulicos proliferen desde tiempos muy remotos. Se trata de maquinas movidas por la fuerza del agua que desempeñan muy variadas funciones: mazos o pilones que en las ferrerías golpean el hierro candente para
darle la forma deseada, trillones o batanes que mazan el tejido de lana, piedras de afilar, y ya en tiempos mucho más recientes centrales hidroeléctricas. Pero entre todos los ingenios que precisan el agua como fuerza motriz, es el molino el que más abunda.

Los molinos que hoy en día se conservan en Asturias tienen un origen difícil de precisar, pues de muy pocos se conoce su fecha de construcción. Es de suponer que una buena parte de ellos hayan sido construidos en el siglo XVII debido a la aparición en Asturias del cultivo del maíz, que rápidamente se
generaliza y ocupa un lugar importante dentro del sistema productivo del campo asturiano.
En todo caso cuando a los pocos molineros que quedan se les pregunta por la antigüedad de su molino la respuesta es bastante común: "ye mui vieyu... equí ya molió mio güelu y paezmi que tamién so padre... tien munchísimos años". Sólo los que se construyen a finales del siglo XIX y principios del XX aportan datos precisos sobre la fecha.

Podemos afirmar que hasta bien entrado el presente siglo eran miles los molinos que funcionaban en Asturias. La casi totalidad empleaban el sistema de rodezno y podían tener entre uno y seis molares.

Encuentro con el molín.
Siguiendo el cauce de cualquiera de nuestros ríos o riegas, allí donde encontramos el agua remansada por una presa y siguiendo la estrecha canal que se deriva, en parajes frondosos, poblados de manzanos, alisos, fresnos, cerezos y avellanos, allí donde el rumor del agua invita a ayalgas, xanas y
espumeros, se encuentran los molinos. Son espacios un poco míticos, de los que surge su estructura pétrea y centenaria entre una naturaleza rebosante de agua y vegetación.

El molino tiene un encanto especial para los que, cuando llevábamos la saca con el maíz a moler, recordamos el rumor del agua al acercarnos, el ruido sordo y monótono de las muelas al girar triturando el grano entre ellas, el agradable calor que hacía en la sala del molino propiciado por el rozamiento de las muelas, la atmósfera densa del polvillo de harina en suspensión que se anclaba en las telas de araña – siempre beneficiosas ya que las arañas se comen las mariposas de la polilla que ataca al grano - y siempre una sensación de tranquilidad que da un lugar por el que han pasado muchos años y donde unas ruedas giran incansablemente día tras día.

El "molín" nos ofrece siempre una estampa de gran belleza no sólo por su entorno sino también por su forma. Una pequeña construcción aprovechando un desnivel del terreno, por lo general de una planta, en la que entra el agua por la parte alta -el cubo- y sale por la parte inferior, abierta muchas veces en forma de arco de piedra -el infierno-.
Es frecuente que utilizando un mismo cauce de río o regato se hallen varios molinos, en ocasiones muy cerca unos de otros. En algunos casos el mismo estanco recoge el agua del cauce del río para derivarlo hacia un molino, y el agua que sale de este se canaliza hacia un segundo molino, dándole dos usos a un mismo caudal antes de revertirlo al río.

En el exterior encontramos la conducción de agua hasta el molino. A veces, sobre todo en pequeños regatos, el molino se halla muy cerca del cauce de agua, pero por lo general suele estar a una distancia considerable del río que le suministra. La causa de esta separación del cauce es evitar las posibles
inundaciones que se podrían producir con las crecidas del río, muy frecuentes en una región de abundantes lluvias a las que se suman en ocasiones los deshielos de las altas cumbres de la cordillera. Aún así hay datos que informan de "riadas" que afectaron a algunos molinos, tal es el caso del molín de Corao que hubo de ser reconstruido en 1828 al verse parcialmente destruido por una de esas "riadas", llegando el agua a cubrir las muelas en la sala del molino.

El agua del río o regato es remansada en el estancu que es una pequeña presa con el fin de desviarla hacia el molino. Del estancu arranca la canal que conduce el agua hasta el molino. Esta conducción, que suele ser realizada con muro de piedra y puede llegar a tener un km. de longitud, avanza en ligera pendiente de modo que al llegar al molino alcance una altura de, al menos, dos o tres metros por encima del rodezno.De este modo es frecuente encontrar una especie de muro que sobresale por encima del tejado del molino: es la parte final de la canal que termina en un depósito tronco piramidal - cubo - , aunque en algún caso puede ser tronco cónico, y que almacena una considerable cantidad de agua que saldrá dirigida hacia el rodezno.
Una de las tareas frecuentes que debe realizar el molinero es la limpieza periódica de la canal y el estanco, debido a la maleza, hojas y ramas que se almacenan en la misma, y que pueden obstruir el paso del agua.

El molinero realiza constantes tareas alrededor de su molino. Arranca el molino tirando de la paradoria. Cargará de maíz, trigo, escanda o cebada la tremoria. Regulará la inclinación de la canalexa, para controlar la cantidad de grano que caerá en el güeyu de la muela. Con el aliviu elevará más o menos la volandera, regulando la aproximación entre las muelas, y consiguiendo darle a la harina mayor o menor finura. Recogerá la harina caída en el banzal para echarla en el saco y maquilará la parte que le corresponda por su trabajo.
En ocasiones, cuando la molienda es para consumo humano, peñerará la harina con el cedazo, separándola del salváu.

El molinero se siente orgulloso de su molino; tenga uno o varios molares, siempre hay uno que "da muy buena harina". Cuando la molienda es para hacer torta o boroña el molinero se esmera, muele despacio, con poca agua y aproxima bien las muelas, para que la harina salga fina
.
El molín como centro de reunión.
Cada vez que había que amasar en la casa, lo que se solía hacer cada cinco o seis días, era preciso ir al molín, que se convierte así en un lugar donde acudían periódicamente una parte de los lugareños. El tiempo de espera de aquel o aquella que llevaba el grano a moler era aprovechado en muchos casos para realizar transacciones, enterarse de lo acontecido en lugares vecinos o realizar cortejos cuando la ocasión lo propiciaba.

Los molinos no son casas
porque están por los regueros,
son cuartitos retirados
para los mozos solteros.

Esta liberalidad amorosa del molino fue mal vista y duramente criticada por algún clérigo de la época. Fray Toribio de Pumarada y Toyos, en 1712, amenazaba a sus feligreses desde el púlpito con alguna frase como la que sigue: "Dormir al molino, como a casa del diablo". Quizás esta imprecación haya originado la denominación de infiernu asignada a la parte inferior del molino.

De los miles de molinos que funcionaron en Asturias hace algunos años, sólo unos cientos son los que hoy se encuentran en uso.
Muchos de los molinos, al dejar de ser rentables por la falta de trabajo, han sido abandonados a su suerte, y se han convertido poco a poco en ruinas invadidas por la maleza, fundiéndose con la naturaleza que les rodea hasta su total desaparición. Algunos otros han sido reconvertidos, dedicándolos a
Funciones diversas: pajares o almacenes, y cuando se encuentran integrados dentro de la propia vivienda pasan a constituir una pieza más de la casa.
Ha habido algunos de gran envergadura, que por su capacidad de estanco y presa, han sido adquiridos por empresas eléctricas o particulares para transformarlos en pequeñas centrales eléctricas.

Algunos se mantienen en funcionamiento por el tesón y la añoranza de los viejos molineros y molineras, que a pesar de su escaso rendimiento y de las duras tareas de mantenimiento, se resisten a abandonar un ingenio hidráulico que han conocido desde su infancia, que ha sido un soporte más de su
economía, al igual que de la de sus padres y de los padres de sus padres, hasta no recordar quién ni cuándo se molió el primer grano de trigo o escanda entre sus piedras centenarias.

En otros casos se mantienen en funcionamiento para el uso exclusivo de sus propietarios. Y también funcionan algunos molinos que, dada su capacidad, muelen cebada y maíz para la elaboración de piensos.

A todos los molineros y molineras que han sabido y han querido mantener estas reliquias, debemos darles las gracias. Gracias por permitirnos ver hoy en uso un sistema que, sin apenas cambios, ha funcionado del mismo modo desde hace siglos.
Pero con los viejos molineros desaparecerán sin duda los pocos que se mantienen hoy en funcionamiento. Los actuales son los últimos molineros, pues será difícil que las generaciones futuras, sin la motivación que da la añoranza, mantengan una actividad escasamente rentable en un mundo en el que el
económico es un aspecto primordial.

Asturias es, a pesar de todo, uno de los reductos en donde se mantienen, en muy buen estado de conservación y uso, un número nada despreciable de molinos de agua, siendo este un capital que deberíamos saber mantener.
Los molinos de agua necesitan ayuda y protección, y en ello deberían implicarse la Administración regional, las entidades locales y todo tipo de asociaciones y personas que sientan el molino como algo entrañable, mítico y que de algún modo nos acerca a nuestras raíces.

abamia.net

6 comentarios:

  1. Conozco una en laviana,me colaba de pequeño por las aspas y entraba en el.Ahora mismo lo han convertido en una preciosa vivienda.
    Saludos

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  2. Magnifico comentario, como siempre. Muy interesante, tendré que localizar algún molino para sacar unas cuantas fotos.

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  3. Manu. El de Laviana, ¿no sería el de Entralgo? Un abrazo.

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  4. Luis. Eres un buen fotógrafo, y deberías hacer la ruta de los molinos. ¡Merece la pena!. Un saludo

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  5. Ya sabes que yo soy un ignorante en estos temas y muchos mas, ¿me puedes mandar esa ruta de los molinos?

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  6. En mi parroquia había, que recuerde, al menos seis molinos. Dos desaparecieron totalmente, dos están en ruinas y el resto sobrevive en estado bastante decrépito.

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