EL CARBAYÓN:
El 13 de septiembre de 1.879 el jardinero municipal, (conste que es un inteligente italiano), manifestó a la Alcaldía la necesidad de derribar el árbol llamado vulgarmente el Carbayón, considerado su estado de ruina y porque impedía la franca circulación en la acera de la calle de Uría mencionada. El derribo fue aprobado por 14 contra 9 votos. Al terminar la semana el jardinero tasó el árbol en 175 pesetas; en la subasta para el corte y derribo, el 28 del referido mes, fue adjudicado en 192 pesetas 50 céntimos; y el 2 de octubre resonaron los primeros golpes del añoso tronco del Carbayón: su basamento artístico, que abrazaba próximamente 12 metros de circunferencia, su tronco con escasas protuberancias que medía 6, como 9 en el arranque de los dos brazos principales, 30 de altura y 38 de círculo de la frondosa copa.
Si el Carbayón tuvo cinco siglos de vida, como generalmente calcularon los entendidos, nuestro inolvidable roble debió brotar por los días del animoso Prelado D. Gutierre de Toledo, que echaba los cimientos de nuestra actual Basílica.
Lo lamentable es que aún hoy en día siguen funcionando los Ayuntamientos "arboricidas".
ResponderEliminarEn Gijón acaban de cargarse una hilera de árboles del parque por culpa de una obra de un colector; con lo del "metrotrén" desapareció un estupendo magnolio, único resto que sobrevivía de una finca junto a la plaza de toros, etcétera.
Acabaremos como en los cuentos de ciencia ficción, comidos por el cemento.
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