Los diabrecos son otros personajes que ya aparecen citados por Bernardo Acevedo y Huelves en "Boal y su concejo"
(1.898) describiéndoles como "seres invisibles que se ponen al servicio de algún desalmado, de ordinario buen mozo, travieso y desahogado, para la perdición de incautas doncellas".
En Serandías (Boal) encontramos una descripción de estos Diabrecos o Diablecos, tienen forma de llimiagos (babosas)
y hablan entre sí, descubriendo los defectos de los demás. Se decía que una mujer de Casa Roque los tenía en una cazuela de barro y junto con unos ladrones robaban por las casas valiéndose de la colaboración de los Diablecos que entraban por la cerradura de las casas.
En los Libros de San Ciprián, viejos libros de "Magia" que fueron muy populares para invocar al diablo, obtener tesoros y preparar hechizos se habla del método para obtener los Diablillos. " Es preciso sacarle los ojos a un gato negro e introducirlos por separado en dos huevos de gallina negra, ocultarlos bajo el estiércol de caballo que hay que mantener caliente para que estos seres puedan ser incubados. Todos los días hay que acudir allí e invocar al diablo. Al poco nacerán los Diablillos que tendrán el aspecto de un lagarto negro y pequeño, es necesario guardarlos en un canuto de boxe (boj) o marfil y darles como alimento limaduras de hierro. Si se precisa dinero basta con decirles "quiero dinero " y lo proporcionarán, la única condición es no destinar ese dinero a obras de caridad puesto que ha sido proporcionado por Satanás.
Los diablecos, aparecen también en Valedor (Allande) o en el Valle de Cuaya (Grao)
En el Cantiquín y en Uñón (Mieres) los Diablicos realizan todas las labores de la casería si son capturados muy temprano, al amanecer. Rogelio Jove y Bravo cita unos duendes familiares que trabajan en las labores de la casa favoreciendo a la gente. En Moñes (Piloña) un hombre aseguraba que los Diablos recogían los cacharros de noche, limpiaban la cocina y dejaban el fuego prendido para el día siguiente.
En 1.966 Carmen Díaz Castañón recogía en "El bable de El Cabo Peñas" el mito de los Malinos
una especie de Espíritus malignos invisibles que se introducían provocando enfermedades y daños en las personas. Los situaba en el concejo de Gozón. Pero también se encuentran en otros concejos. En Caliao (Caso) los Malinos provocan la locura a quien bebía de alguna fuente donde ellos se hubiesen instalado. Se dice que una mujer se volvió loca hasta el paroxismo y tuvo que ser encerrada en un hórreo. Pudo librarse de tal enfermedad comiendo ajos que allí había.
Para impedir que el Demo se introdujese en los panales de miel, en Astierna (Ibias) y Oscos se colocaban quijadas de burra o de jabalí sobre los trobos (las colmenas).
Por último, hacer referencia al Demoniu L´Airón localizado en Moñes y San Martín d´Arteosa
(Piloña) y que es una personificación del vendaval desatado, provocando destrozos en las cosechas saltando por los tejados y destrozándolos mientras bufaba y silbaba. en muchos otros concejos asturianos son frecuentes las historias del Diablo que se manifiesta como viento descomunal rompiendo cañas de árboles y pegando ronquidos aterradores.
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