En muchas leyendas la sirena aparece como madre de linajes, como en algunas versiones del apellido gallego Mariño, se dice que en el siglo XVII el Conde don Froilán hizo de una sirena su esposa. Evaristo Casariego hablaba del héroe popular conocido como El Gaviluetu y que según la tradición valdesana era hijo de una Sirena y un capitán vikingo.
Durante la Edad Media las Sirenas son conocidas como hadas marinas.
En algunas leyendas asturianas, gallegas y portuguesas se dice que el origen de las Sirenas es una maldición de Dios o de una madre furibunda contra su propia hija.
"La sirenina de la mar
ye una moza gallarda
que por una maldición
arrojóla Dios al agua".
Cuentan en el Puntal de Villaviciosa y en otros concejos asturianos.
En otras historias se trata de una joven que desatiende sus quehaceres y la madre le grita "Permita Dios, te faigas pexe".
Según cuentan viejas crónicas el Cantábrico siempre fue un mar poblado de sirenas. Una carta escrita por el Cruzado Osborne cuenta cómo hacia el año 1.147 salió la segunda cruzada a Tierra Santa del puerto de Dartmouth, y como días después de librarse de una galerna, llegan al puerto de Mala-Rupis (Mala Roca) según algunos autores Cimadevilla en gijón, que por aquel entonces era una isla fortificada que quedaba aislada al subir la marea. Cuenta esta crónica cómo antes de llegar al puerto oyen "Los gritos de las Sirenas que en primer momento parecían lamentos de dolor y espanto para transformarse en risas como si de sus castillos nos insultaran".
En Sarandias (Boal) decían que los pescadores rezaban antes de embarcar.
"Dios nos libre de la tormenta
e d´oír cantar a serena".
Puesto que su canto provocaba somnolencia y la tripulación terminaba por naufragar al estrellarse la embarcación contra los escollos.
En Porrúa (Llanes) cuentan que las Serenas se aparecen cantando en loa castros, los pequeños islotes rocosos aislados de la mar, donde anidan las gaviotas.
También se emponderaba su voz diciendo:
"A la orilla la mar
oyí cantar la Serena
válame Dios que bien canta
una cosa tan pequeña"
Pero las Serenas no aparecen solamente en las costas asturianas y sus leyendas se vuelven mucho más complejas en los ríos y fuentes del interior de Asturias.
En Veiga´l Horru (Cangas del Narcea) se habla de una Encantada que bajó riega abajo montada en un cofre cargado de oro, hacia el mar para transformarse en Sirena. En el mismo concejo se habla de una Encantada mitad mujer y mitad pez, en el pozo La Rinconca, raptaba a los críos, solamente pudieron matarla unciendo dos bueyes gemelos a una grade, al sacar a la Encantada arrastrándola por los pelos, ésta lanzó uno de sus cabellos al agua junto a una maldición.
"Adios miou pelu celemín, que tous los años m´entreges un pelegrín". Desde entonces el día de Santiago, dìa de los peregrinos, nadie se baña en el río, puesto que se ahogaría a causa de la maldición. En Cornollo (Allande) se habla de un encanto, una serena, que bajaba desde Contín al río, al embalse.
En el Pozo La Cárcaba, cerca del río La Pedralba, en la Barrera (Illias) se aparecía una Sirena peinándose y en el río La Vallada, en el Castrón de Barreu (Tineo) al lado de un yacimiento castreño vivía una Encantada mitad mujer, mitad anguila, otra Sirena.
Las Sirenas del río Tuéjar cantan, la noche de San Martín para encantar a los hombres con su voz y atraerlos al río donde los ahogan.
En Rusecu, en Vibañu, (Llanes) cuentan cómo un joven pescador se enamora rematadamente de una moza que se aparecía en la playa siempre con parte de su cuerpo metido en el agua, su amor se cambia por desilusión cuando descubre que en lugar de piernas tiene cola de pez.
(Alberto Alvarez Peña)
bien e echo un trabajo ya contestare
ResponderEliminarES MUY LARGO PERO SIRVE
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar🐥🐥
ResponderEliminarHola
ResponderEliminar