desde el bosque hasta su utilización final, el proceso de la madera era muy laborioso.
La primera fase de su transformación, probablemente la más dura y también la más olvidada, consistía en la tala de árboles y en el subsiguiente despiece, según para qué se fuese a utilizar. Pues bien, estas primeras labores las solían realizar los serradores, con frecuencia en el mismo bosque, para facilitar el siguiente transporte.
El oficio de serrador es duro y fatigoso, y si no se compenetran muy bien los dos componentes para realizar el trabajo, con mayor motivo, siendo por lo general el que le toca la peor parte el que está abajo, porque tiene que ayudar al de arriba a subir la sierra, y el bajarla, que es cuando hace la "serrada", esto es misión del que está debajo. El de arriba tiene que cuidar de dirigir la sierra y que vaya siempre por el filo. El preparar la sierra es la base fundamental para que el trabajo se haga ahorrando esfuerzo; esto depende de cómo se debe afilar la sierra, según el tipo de madera; no es igual serrar madera como el castaño, roble o haya, que aunque son maderas duras se sierran fácilmente, que maderas muy fibrosas como el "humeiro", el álamo, el chopo etc, que aunque son blandas, por lo fibrosas que son resultan bastante complicadas de serrar.
Había muchos equipos de serradores, formados generalmente por dos hombres; muchos canteros eran también serradores. Algunos procedían de Cantabria, otros de Portugal, pero la mayoría eran asturianos; estos últimos solían combinar también este oficio con el trabajo de la casería.
Los serradores trabajaban al jornal y mantenidos o alzadamente, ajustaban el trabajo o cobraban por "palmos". Se desplazaban al monte, talaban los árboles señalados y después los serraban. Con el hacha se "daba la muerte" o se hacía la "taya" y con el "tronzador" se serraba. La "falca" (el tronco o pieza) se labraba por dos caras con el hacha y se colocaba sobre dos pies o apoyos. Posteriormente, se marcaba la cara de arriba y una de las cabeceras con "almazarrón" (polvo de óxido de hierro) o con ceniza. La operación consistía en teñír un hilo grueso de lana con el cual se marcaban tantas líneas como tablas se pudiesen sacar de la "falca"; para hacer esta operación se solían utilizar unas piezas de madera llamadas en algunas zonas "vitalas". Para marcar la cabecera por la que se empezaba a serrar se solía utilizar la plomada.
Los serradores iban de pueblo en pueblo. Las parejas de serradores solían durar mucho tiempo, pues la habilidad, la experiencia y la compenetración eran virtudes fundamentales para un oficio tan duro y peligroso.
Con la llegada de los motores, primero de gasógeno y después de gasolina o diésel, fueron desapareciendo los serradores. Más tarde, con la aparición de las "carrocetas" y otros vehículos todoterreno, la madera se transporta en bruto en bruto a las serrerías y la energía eléctrica sustituye al motor de explosión. No obstante, esta evolución, con frecuencia, fue llevada a cabo por las mismas personas o las mismas familias de serradores.
Antropología de Asturias- Adolfo García Martínez.
Hola Marisa- Parece que está todo el mundo de veraneo, a pesar de los controladores, porque aquí no se mueve ningún blog. Todos están "plasmaos", hasta el tuyo (desde ayer). Yo sufro también de escasez de ideas. Ahora me dedico al álgebra elemental (otro blog que tengo). Si te apasiona el álgebra y la trigonometría avísame y te doy la dirección. Es un blog que ha estado inactivo como uno o dos años. A ver si me da por escribir otro cuento que ya veo que es lo que más exito tiene... Yo conocí todos los métodos de serrar madera. Mi abuelo se dedicaba a ello... Saludos, Mario.
ResponderEliminarNo me “jorobes” Mario las matemáticas fueron siempre mis peores enemigas, nunca nos llegamos a entender. Llegué a sentir terror los días que tocaban, prefiero las letras y me gusta como escribes, así que no dejes este blog de lado... Mira, se que te gusta mucho caminar un día de estos que salgas; te paras en cualquier sitio y te fijas en la gente, veras la cantidad de historias que te puedes encontrar, eso unido a todo lo que lees nunca se te puede secar la imaginación... ¡¡Todo antes que las “mates”!!
ResponderEliminarYo creo que las mates son lo más entretenido del mundo. Lo que pasa que nos las enseñaron mal. Todavía recuerdo con terror aquellas cuentas de dividir con decimales. Yo los decimales creo que no los entendí hasta la plena edad adulta, y más que nada porque me tocó enseñarlos a mis alumnos. Ese sistema de inventar historias que me dices da buenos resultados. En una ocasión estuve en un bar con otro dotado de mucha imaginación. Nos entreteníamos inventando historias para cada uno de los pobres parroquianos y parroquianas que estaban a nuestro alrededor. Nos lo pasamos muy bien...
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