Las familias necesitaban diariamente algunos artículos de consumo que obtenían en los comercios del pueblo, de la parroquia o del valle. La casa también tenía que reponer algunos objetos y herramientas, y para ello se acudía a los artesanos o se compraba en el comercio.
Los comerciantes eran figuras que estaban entre "el adentro" - mundo rural - y "el afuera" - mundo urbano -. En estos establecimientos comúnmente denominados "comercio", "casa tal...", "chigre", etc, había de todo bebidas, comestibles, calzado y ropa, ferretería, coloniales, tabaco...
A su vez, el comerciante compraba o cambiaba a los campesinos todos los productos que estos le llevaban: huevos, manteca, pollos, jamones, tila, genciana, castañas, avellanas, nueces, alubias... No obstante, no todo era ganancia. Con mucha frecuencia, el comerciante tenía que fiar, y ello llevó al borde de la quiebra a muchos comercios. La expresión, "anótamelo en la cuenta" o "apúntamelo hasta que venda las alubias o el ternero", utilizada por el cliente, solía ser muy común. También hay que decir que muchos comerciantes se enriquecieron.
El comerciante, por su situación, por sus conocimientos y por sus contactos con el exterior, era una figura respetada y, con frecuencia, podía hacer de embajador para tramitar o resolver determinados problemas de sus clientes. El comerciante, el boticario, el cura, el médico y el maestro eran las personas con más peso y autoridad en los pueblos.
Pero los comercios, además de lugares de negocio, eran también lugares de ralaciones sociales. Con frecuencia, la gente se reunía en estos sitios, unos para comprar y otros, sobre todo los hombres, para charlar, beber y jugar. Los comercios, como los molinos, los lavaderos y las fuentes, eran lugares de gran expresión social: eran los mentideros y los informativos del pueblo, lugares de ocio, espacios de sociabilidad y hasta control social (Uría,1.994).
Además del comerciante, diríamos profesional, en muchos pueblos había mujeres que se dedicaban a comprar y vender productos, haciendo de puente entre los vecinos y el. Es decir, llevaban queso, manteca, huevos, etc, al comercio, y traían por encargo los productos que sus vecinas les hacían. En el oriente de la región las denominan "renoveras", y en otras zonas "la que negocia o revendedora". En otros casos , las amas de casa llevaban directamente al mercado de la villa productos de la casa.
Antropología de Asturias-Adolfo García Martínez
Muy "sabrosa" la fotografía y muy bueno el articulo. Son figuras de antología, la del comerciante, la de la mujer que "baja" a la villa a vender huevos, queso, leche,...y hace encargos para las vecinas. Yo conocí a una de estas hace ya bastantes años; bajaba con la burra, era sorda, pero muy sociable, y todo el mundo se entendía con ella; era muy querida. Figuras de novela. Saludos, Marisa.
ResponderEliminarDe chiquilla viviendo en Laviana llegué a conocer estos famosos bares-tienda y siempre recordaré bacalao sobre el mostrador, la bomba del aceite, las cajas de las galletas de coco que las comprábamos al peso, las latas de sardinas y de bonito que llevando una taza te vendían también al peso y por último los pellejos de vino tras el mostrador. Si cierro los ojos casi llego a recordar aquella mezcolanza de olores… ¿Sabes una cosa? ¡¡Me gustaba!!
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