miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA PROCESIÓN DEL RAMU EN ASTURIAS


El ofrecimiento o la entrega de un ramo como signo de admiración se remonta al menos a la época romana, cuando se coronaba con ramos de laurel a los vencedores de batallas o competiciones deportivas. La entrega de un ramo fue también símbolo de transferencia de autoridad y posesión para los antiguos pueblos germánicos. En este sentido se encuentran en Asturias documentos de los siglos XIV y XV en los que se pone de manifiesto esta misma costumbre. Hoy día sólo quedan vestigios de ello, como el relevo de la mayordomía de las fiestas patronales, que se efectuaba, en un pasado bastante reciente, entregando el mayordomo saliente el ramo procesional al entrante.

En una visita al museo etnográfico de Varsovia nos encontramos con imágenes de una ofrenda de ramos en 1973, hecha el día de la fiesta de La Asunción (15 de agosto), al terminar la cosecha. Las coincidencias con las ofrendas que se realizan en nuestra tierra son notables: el ramo está hecho con espigas de un cereal, es portado en andas por cuatro mujeres, otras sostienen cintas que penden de la cúspide del ramo, todas ellas visten el traje tradicional de la zona. En otra fotografía pueden verse niños y niñas delante del ramo ofreciendo panes. La evidente similitud con nuestras ofrendas de ramos en el Oriente de Asturias deja poco margen a la duda. Se trata evidentemente del mismo rito practicado por una comunidad distante unos 3.000 Km. de la nuestra.

Explicar las razones de la presencia del mismo rito en culturas tan lejanas requiere un estudio extenso pero, en una primera impresión, podemos plantear dos hipótesis de partida: o bien se trata de un antiguo rito romano, divulgado por el Imperio en sus distintos dominios, o fue la iglesia cristiana la que, asimilándolo como tantas otras cosas, lo divulgó posteriormente. Resulta verosímil relacionar estos ritos con las "Cerialia":ceremonias y festejos propios del culto a la diosa Ceres, entre los romanos, o a su equivalente griega Demeter, entre los griegos. Durante estas celebraciones, el pueblo acudía al santuario tras un sacrificio de toros, cuya carne se ofrecía a la diosa junto con cera y dulces, portados por vírgenes, para pedirle que cuidase la tierra y las cosechas. Entre aquellas ofrendas figuraba el calathus, un enorme cesto repleto de tortas y pastelillos confeccionados con harinas de diversa naturaleza y procedencia, de forma similar a lo que hoy día se hace con las ofrendas de ramos.

En una época en la que tienden a abandonarse todas las prácticas tradicionales, nos encontramos con un rito que, al menos en Asturias, se mantiene con fuerza en muchos lugares o se recupera, después de años en el olvido, en otros. Es curioso que, existiendo en toda España la tradición de ofrecer bienes y productos dela tierra a los santos patronos, sea casi exclusivamente en Asturias donde esa ofrenda se superpone todavía con la de los ramos.

Estos ramos eran, como su nombre indica, ramas o árboles pequeños de los que pendía una cesta con ofrendas o que llevaban éstas colgando directamente del ramaje. Más tarde, fueron evolucionando y haciéndose más sofisticados, como se describirá más adelante.

Hoy día, los ramos cambian de unas zonas a otras de Asturias e incluso de unos pueblos a otros, dándose la paradoja de que muchos ramos actuales no tienen de ramos más que el nombre y ofrecen las formas y representaciones más variadas. En toda la zona oriental y en muchos pueblos de la zona central de Asturias el ramu o ramo consiste en un armazón de madera, con forma de pirámide, formado por cuatro listones que se unen en un vértice y van apoyados en andas, como las que se utilizan en las procesiones para llevar las imágenes de los santos. Este armazón va recubierto generalmente de ramas, hojas y flores y lleva, colgando de los listones, roscas de pan y rosquillas dulces principalmente. En el vértice o extremo lleva un remate que en algunos sitios se denomina "pical", "copitu" o "cerquillo" y suele ser una rosca de pan con un ramo de flores, aunque modernamente llevan, a veces, muñecas vestidas con el traje tradicional u otros motivos. Todo ello va adornado, con cintas o pañuelos. Al tratarse de una tradición viva, se van superponiendo año tras año, elementos modernos sobre esta estructura tradicional y así, por ejemplo, en la parroquia de Santa Eulalia de Selorio (concejo de Villaviciosa), hemos visto en el año 1994 ramos con forma de hórreos, un cura montado en un burro y ¡hasta un castillo de Eurodisney!, todos ellos junto a otros totalmente tradicionales.

Para dar idea de la importancia que actualmente tienen los ramos en la celebración de las fiestas patronales asturianas, sólo diremos que en Selorio, en el año 94, había doce ramos el día de Santa Eulalia, y en Cangas de Onís, el día de San Antonio del 96, seis enormes, uno de los cuales fue llevado por cuatro soldados destacados en Bosnia como ofrenda y en cumplimiento de la promesa hecha si regresaban de allí con vida.

En la zona occidental de Asturias los ramos son más sencillos y consisten en varias plataformas de madera insertadas en un palo alto, de unos dos o dos y medio metros. De dichas plataformas cuelgan panes, o rosquillas y van adornadas también con cintas, ramas, flores y pañuelos. En la cima llevan, rematándolo, un pan adornado con plumas de ave o un ramo de flores. A veces van recubiertos con un faldón blanco adornado con puntillas, lazos y pañuelos, quedando los panes ocultos debajo de esta especie de enaguas.
En el oriente de Asturias, desde que se inicia la procesión con el ramo hasta que se subasta se ejecutan una serie de ceremonias en las que participa todo el pueblo, vestidos con los trajes tradicionales. Las mujeres acompañan el cortejo con cantos y toques de pandereta durante todo el recorrido. La música es muy antigua, y creemos que, en muchas ocasiones, viene de viejos cantos de peregrinos del Camino de Santiago, uno de cuyos ramales pasaba por esta zona. Las letras pueden cambiar cada año, aunque en algunos lugares como Pendueles conservan siempre la misma. Termina la fiesta con la subasta de los panes y otras ofrendas que lo acompañan aunque no formen parte del ramo, (lacones, pollos, conejos, productos de la huerta etc.). Se puja según la costumbre y, en algunos casos, se conserva la fórmula antigua: por ejemplo, en el pequeño pueblo de Prendes, concejo de Carreño, en vez del consabido a la una, a las dos y a las tres, se dice: "Que buen pro", "Que buen provecho le", "Le haga".

Lo que se saca de la subasta, puja, puya, remate o rifa (que recibe estos distintos nombres), servirá en parte para pagar al cura, sufragar la fiesta del año próximo o arreglar la capilla del Santo.
Como muestra de lo antiguo de esta tradición, que se conserva en algunos lugares al menos desde el año 1522.

REVISTA DE FOLKLORE
Caja España
Fundación Joaquín Díaz

1 comentario:

  1. gracies por faceme recordar mis fiestines , aqui en el sur nun hay na de eso, jijijiijiiiji bueno tenemos sol jijiiijiijijijiji , un besin de esta asturiana que en tu blog se encuentra de nuevo en casa.

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