Es bien sabido que antiguamente el poblado de Pimiango estaba asentado en Las Bajuras del medio día, por Haedín, dedicándose principalmente sus vecinos a la pesca en simples lanchas por el río y mar las cuales recogían en el lugar denominado La Varuca (varadero) y donde a principios de este siglo aún tenía dos molinos para maíz, aprovechando las mareas. La construcción del ferrocarril dio al traste con tal dedicación. También sabemos que una repentina galerna cogió desprevenidos pescando en el mar a la mayor parte de sus vecinos que no pudieron atravesar la barra, pereciendo la totalidad. Entonces, los supervivientes, casi todo mujeres, hicieron la promesa de no volver jamás a pescar en el mar. Promesa que cumplieron fielmente. Y de ahí salió el dedicarse a otra actividad.
Resolvió el problema la gran familia Gutiérrez de Colombres, que, procedente de Noreña, compró a otra familia, Mogrovejo, en Pimiango toda su hacienda instalándose principalmente en la Casa de El Palacio, situada en la entrada al pueblo, llamada por algunas Casa Matriz de los Colombres y por otros Casa Fuerte de los Colombres. Y lo mismo en La Higar , La Cueva , Las Viñas, Los Molledales, etc.
La influencia de esta familia fue enorme, tanto en este pueblo como en otros del Concejo, pues así el académico José F. Menéndez dice que “fundaron el pueblo y la Parroquia que lleva su nombre” y el periodista y escritor F. Valle Poo afirma que “invitaron, pernoctando en dicho Palacio, al Rey Carlos V con su hermana doña Leonor y el numeroso séquito que los acompañaba” el día 28 de septiembre de 1517.
Los Colombres conocedores, como es natural, de la dedicación de los noreñeses a la fabricación y reparación de calzado, quienes salían también ambulantes para “sacar para la capa”, recomendaron y fueron enseñando, con su equipo de artesanos de El Palacio, a los vecinos más hábiles el manejo de la lezna y hasta les iniciaron en la jerga MAN (amo, señor) y SOLEA (suela). El mansolea es una jerga que como tal se crea sobre un corpus de palabras creado con un fin (entenderse sólo entre sus hablantes) y esas palabras se construyen sobre un idioma, el castellano o el asturiano u otro cualquiera que sea el natural de los hablantes.
Decíamos que en las cuencas mineras asturianas la afluencia de zapateros era enorme y la concentración de una gran parte se realizaba los lunes, mercado en Sama de Langreo, donde en la Plaza de la Salve se instalaban desde altas horas de la madrugada los de Pimiango, hablando su jerga mansolea y procurando evitar que los zapateros de Noreña, que llegaban más tarde, pudieran acomodarse debidamente, evitando la competencia lo más posible.
Vamos a reseñar algunos mansoleas que recordamos desde finales del siglo pasado y que trabajaron en la cuenca del Nalón. Empezaremos por tíu Facio Madrid (Bonifacio Madrid Laso) de El Portalón, persona muy seria y competente que tenía su taller en Campo de Caso, donde pasaba su costera y donde llegó a tener tanta clientela que para cumplir sus numerosos encargos se vio obligado a levantar un edificio en Pimiango, cerca de su casa, e instalar un taller con varios oficiales del pueblo para atender la gran demanda que tenía (generalmente borceguíes) que transportaba hasta Campo de Caso con aquellos escasos medios de que disponía entonces. Es de señalar que su numerosa descendencia sólo eran hembras (nueve), por lo que tenía que pagar siempre sus ayudantes.
En tiempos pasados (siglos XVII al XX) hubo en este pueblo de PIMIANGO muchos zapateros, particularmente ambulantes, que se distribuyeron por varias provincias, o comunidades que se dice hoy. Ejercían el oficio de reparación de calzados simplemente, o la confección nueva los más expertos; así como labores de guarnicionería con el macutu al hombro y pregonando el oficio, por lo que siempre se exageraba tildándonos a casi todos de zapateros. Había, sí, como un cuarenta por ciento de la población que salían todos los años a la costera, principalmente por las zonas asturianas, vascas, leonesas y cántabras, pateando durante gran parte del año. Los más expertos en el oficio, trabajadores y honrados, se asentaban en lugares donde reunían gran clientela llegando a casarse y fijar totalmente su residencia. Es de anotar que Pimiango, su extensión territorial, era grande y variada. Aquí había terrenos llanos con orientación a todos los vientos, erías, caseríos tanto al medio día como en el norte, ricos y variados. Hoy las cosas han cambiado completamente, abundando las plantaciones de eucaliptos y praderías si bien llanas y productivas, apenas cultivadas de maíz, alubias, patatas, etcétera, como antiguamente.
fuente: pimiango.es
Resolvió el problema la gran familia Gutiérrez de Colombres, que, procedente de Noreña, compró a otra familia, Mogrovejo, en Pimiango toda su hacienda instalándose principalmente en la Casa de El Palacio, situada en la entrada al pueblo, llamada por algunas Casa Matriz de los Colombres y por otros Casa Fuerte de los Colombres. Y lo mismo en La Higar , La Cueva , Las Viñas, Los Molledales, etc.
La influencia de esta familia fue enorme, tanto en este pueblo como en otros del Concejo, pues así el académico José F. Menéndez dice que “fundaron el pueblo y la Parroquia que lleva su nombre” y el periodista y escritor F. Valle Poo afirma que “invitaron, pernoctando en dicho Palacio, al Rey Carlos V con su hermana doña Leonor y el numeroso séquito que los acompañaba” el día 28 de septiembre de 1517.
Los Colombres conocedores, como es natural, de la dedicación de los noreñeses a la fabricación y reparación de calzado, quienes salían también ambulantes para “sacar para la capa”, recomendaron y fueron enseñando, con su equipo de artesanos de El Palacio, a los vecinos más hábiles el manejo de la lezna y hasta les iniciaron en la jerga MAN (amo, señor) y SOLEA (suela). El mansolea es una jerga que como tal se crea sobre un corpus de palabras creado con un fin (entenderse sólo entre sus hablantes) y esas palabras se construyen sobre un idioma, el castellano o el asturiano u otro cualquiera que sea el natural de los hablantes.
Decíamos que en las cuencas mineras asturianas la afluencia de zapateros era enorme y la concentración de una gran parte se realizaba los lunes, mercado en Sama de Langreo, donde en la Plaza de la Salve se instalaban desde altas horas de la madrugada los de Pimiango, hablando su jerga mansolea y procurando evitar que los zapateros de Noreña, que llegaban más tarde, pudieran acomodarse debidamente, evitando la competencia lo más posible.
Vamos a reseñar algunos mansoleas que recordamos desde finales del siglo pasado y que trabajaron en la cuenca del Nalón. Empezaremos por tíu Facio Madrid (Bonifacio Madrid Laso) de El Portalón, persona muy seria y competente que tenía su taller en Campo de Caso, donde pasaba su costera y donde llegó a tener tanta clientela que para cumplir sus numerosos encargos se vio obligado a levantar un edificio en Pimiango, cerca de su casa, e instalar un taller con varios oficiales del pueblo para atender la gran demanda que tenía (generalmente borceguíes) que transportaba hasta Campo de Caso con aquellos escasos medios de que disponía entonces. Es de señalar que su numerosa descendencia sólo eran hembras (nueve), por lo que tenía que pagar siempre sus ayudantes.
En tiempos pasados (siglos XVII al XX) hubo en este pueblo de PIMIANGO muchos zapateros, particularmente ambulantes, que se distribuyeron por varias provincias, o comunidades que se dice hoy. Ejercían el oficio de reparación de calzados simplemente, o la confección nueva los más expertos; así como labores de guarnicionería con el macutu al hombro y pregonando el oficio, por lo que siempre se exageraba tildándonos a casi todos de zapateros. Había, sí, como un cuarenta por ciento de la población que salían todos los años a la costera, principalmente por las zonas asturianas, vascas, leonesas y cántabras, pateando durante gran parte del año. Los más expertos en el oficio, trabajadores y honrados, se asentaban en lugares donde reunían gran clientela llegando a casarse y fijar totalmente su residencia. Es de anotar que Pimiango, su extensión territorial, era grande y variada. Aquí había terrenos llanos con orientación a todos los vientos, erías, caseríos tanto al medio día como en el norte, ricos y variados. Hoy las cosas han cambiado completamente, abundando las plantaciones de eucaliptos y praderías si bien llanas y productivas, apenas cultivadas de maíz, alubias, patatas, etcétera, como antiguamente.
fuente: pimiango.es
Todos los días espero con expectación tu nueva entrada y nunca me desilusiono.
ResponderEliminar?no eran originarios de Francia los zapateros de Pimiango?
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