martes, 27 de abril de 2010

EL AHUMADO O COLOREADO DE LA MADREÑA


Caso: La operación de ahumado, es competencia exclusiva de las mujeres. En la primera etapa se las hace "sudar". Para ello se enciende el fuego contra una "muria" con escobas del puerto secas a las que se van añadiendo escobas verdes que dan un humo espeso. Las madreñas se colocan encima apoyadas sobre un pequeño tronco, que se deja en el suelo, acotando el fuego por el exterior.
Se las cambia de posición sucesivamente para evitar que se quemen, a la vez que se van añadiendo escobas verdes de tamaño pequeño. La madreña recién hecha, todavía húmeda pierde el agua durante el proceso, se seca, abre los poros y adquiere un color tostado oscuro, incluso quemado en los bordes.
En la segunda etapa, que se realiza ya en el portal de la casa, se hace un pequeño hogar con las "llumbres" (yérgolas de abedul) al que se acercan las madreñas, volteándolas mientras el humo se va fijando en la superficie de la madreña, que adquiere un color negro muy intenso y mate. A continuación el madreñero las legra por el interior para limpiarlas y hace con el cuchillo unos motivos muy sencillos. Para concluir, se untan las madreñas con una pelleja de jamón o tocino. La operación dura una media hora por par.
Las "llumbres" (corteza de abedul) se deben "mugar" (arrancar del árbol) en Junio o Julio cuando la madera tiene la savia. Con las que se sacaban, se llenaba un saco que se conservaba de un año para otro , hasta que se "iguaban" las madreñas.
REFERENCIAS DEL AHUMADO ROJIZO
En Lena, Quirós y Teberga, se ahumaban con helechos quedando un color tostado rojizo y ocre muy característico. Se utilizaban helechos recién curados, que daban un color rojizo más vivo que los secos.
Para evitar que se ahumaran por el interior se llenaban con hierba (heno). Luego se nidiaban con un palo para obtener una superficie brillante y se vendían en el mercado
En Valdeón se hacia la operación con escobas verdes. Cuando estaban las madreñas todavía calientes como consecuencia del ahumado, se las untaba con tocino y a veces con ajo para que no se abrieran. En Liébana se hacía lo mismo.

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